¿Ha llegado la hora del Anticristo?
Por un hermano.
¿Realmente son el coronavirus, la depresión económica que viene, los cambios políticos hacia estados totalitarios y las nuevas tecnologías, señales de la inminente venida del anticristo?
Si leemos lo que muchos evangélicos publican y opinan en los medios sociales nos damos cuenta de una cosa:
La mayoría -eso por lo menos me parece- está de acuerdo en una cosa:
“Estamos ante los acontecimientos apocalípticos que se están cumpliendo delante de nuestros ojos.
La llegada del anticristo es inminente.
Y según el modelo escatológico también lo es el arrebatamiento de los creyentes.
Y siempre hay los que señalan que el comienzo de la Gran Tribulación está cercano.”
Son opiniones respetables, como cualquier idea que se expresa con educación, razonamiento y sin sectarismos.
Pero ¿hay razones exegéticas que apoyan estas creencias?
Y lo pregunto sin ningún ánimo de polémica.
Y aquí tengo mis serias dudas y espero que los hermanos que no comparten mis criterios puedan aguantar mi disidencia en este tema.
Repito la pregunta:
¿Realmente son el coronavirus, la depresión económica que viene, los cambios políticos hacia estados totalitarios y las nuevas tecnologías señales de la inminente venida del anticristo?
La base de mi disidencia sobre estos temas, está anclada en la historia de los siguientes eventos:
- En el siglo XIV, la peste mató entre el 30% y el 50% de la población en Europa.
- La guerra de los 30 años de 1618 a 1648 costó unos 8 millones de muertos.
- La famosa “gripe española” mató a unos 50 - 100 millones de personas en todo el mundo.
- Las víctimas de ambas guerras mundiales alcanzan 100 millones.
- Y allí quedan las víctimas del fascismo y del comunismo que solo en el siglo XX costaron la vida de otros 150 millones.
Todos y cada uno de estos acontecimientos se entendió, en su momento, por algunos evangélicos, como señales de los últimos tiempos.
Escuchando los discursos de un Hitler, ¿Quién no pensaría que había venido la encarnación del mismo diablo?
Sin embargo, ni Hitler, ni Stalin, ni Mao, ni la peste o la Guerra de los 30 Años fueron señales de que el arrebatamiento de la Iglesia estaba a punto de acontecer.
Por una razón muy sencilla:
“LA IGLESIA NO ESPERA SEÑALES, LA IGLESIA ESPERA A SU ESPOSO Y SEÑOR”
1Ts 1:10 y esperar de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera.
Es larga la lista de candidatos a anticristo, señalados por algunos grupos evangélicos.
Haciendo uso de mi propia memoria recuerdo los nombres de todos y cada uno de los presidentes norteamericanos desde Carter hasta Trump, y en otros lugares, Gorbachov (que además tenía mancha en la frente), Arafat, Jomeini, Soros y Gates.
Y seguro que se me han olvidado algunos otros.
Una cosa es obvia: las predicciones han fallado más que una escopeta de feria.
Y esto sí que es un hecho que nos debería empujar hacia la moderación, a la hora de comentar ciertos acontecimientos de nuestros días con la frase lapidaria:
“Es que son señales de los últimos días.”
La escritura enseña que vendrán tiempos difíciles y los malos hombres y los engañadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados.
Pero aquí viene la buena noticia:
La Iglesia del Señor será arrebatada antes de que esto llegue a su peor momento.
Entonces, lo que debe hacer el pueblo del Señor, es tranquilizarse bajo la paz que Cristo nos ha dado, leemos:
“PAZ A VOSOTROS”
Jua 20:19 Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, vino Jesús, y puesto en medio, les dijo: Paz a vosotros.
Esta paz les fue dada a los que se estaban congregando a pesar de las amenazas de los judíos.
Y se estaban reuniendo en el mismo lugar donde el Señor había participado de la Cena Pascual y había instituido la Cena del Señor, y en esa ocasión les había hablado de su paz, antes de ir al Calvario, donde fue constituido el gran Pastor de nuestras almas, leemos de esto y de su paz:
Heb 13:20 Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno,
14:27 La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.
La paz del mundo es engañosa, “cuando digan paz y seguridad, entonces vendrá destrucción repentina”
En contraste, la paz que hemos recibido de Cristo, es una paz eterna, Dios estaba en Cristo no tomándonos en cuenta nuestros pecados, los cuales fueron imputados al Señor, por causa nuestra, es decir, al que no conoció pecado, esto es, a su Hijo, por nosotros lo hizo pecado, es decir, cargó en Él el pecado nuestro ¿Con qué propósito? Para que nosotros fuéramos justicia de Dios en Cristo, somos justificados gratuitamente por su gracia mediante la Redención que es en Cristo Jesús, Señor nuestro.
Y los que gozamos de esta paz no tenemos por qué estar turbados por otra pandemia más, como las que han habido antes, y mucho menos por el surgimiento del anticristo, o de la Gran Tribulación.
Por una razón muy sencilla:
“NOSOTROS ESPERAMOS DE LOS CIELOS A SU HIJO, A JESÚS, QUIEN NOS LIBRA DE LA IRA VENIDERA”
Puestos los ojos en Jesús, si los quitamos de Él, nos hundimos en el mar como le ocurrió a Pedro.
Que el Señor nos fortalezca con esta Esperanza.