@Almoni:
Tienes razón,
actualmente nadie obliga a nadie a participar en las festividades religiosas. Pero en el pasado… vaya, siglos y siglos de las religiones obligando de forma dura a seguir la fe. Cruzadas contra las “herejías”, suspensión de servicios, excomunión, persecución, inquisiciones… En el presente la Iglesia Católica ya no hace eso, pero lo hizo mucho más tiempo de lo que lleva haciéndolo esa “modernidad”. Y eso hablando del catolicismo, porque en Estados Unidos hay comunidades cristianas que cuidado y te salgas del carril porque terminan con tu vida social y cultural. Y ni tocar al Islam, esos sí son crueles y sanguinarios con quienes no siguen la fe.
No digo que la “policía de Twitter” y los grupos extremos de la comunidad LGBT, los feministas extremos y los SJW estén en lo correcto. Al contrario, creo que se convirtieron en lo que juraron destruir. Ahora hay nuevas inquisiciones y persecuciones… te sales del carril y te destruyen la carrera, como a Johnny Depp o Kevin Spacey. Pero ¿cuánto lleva eso? ¿Diez años? ¿Cuánto duró la inquisición española? Mucho más que eso. Entonces me molesta que vivamos bajo la dictadura ideológica de quienes juran y perjuran estar en lo correcto y, por ello, creen que hay que amordazar al otro (estén de un lado o del otro). Antes no se podía decir “arriba los gays”, ahora no se puede decir “abajo los gays”. Es un espejo.
Actualmente hay países en donde decirle Alberto a Adriana es ilegal igual que hay países donde alejarte de la fe se castiga con la pena de muerte. Seguimos el mismo fenómeno: “yo tengo la razón y si tú dices lo contrario pagas el precio”. Puedes decir: “el cristianismo no”… No en este momento, pero a mí me tocó de niña (hace apenas 30 años) ver mujeres en depresión absoluta por sacerdotes que las corrían de la iglesia por ser madres solteras o divorciadas (y ni quien le llamara “discriminación” en ese entonces). Eso sin contar la pérdida de las relaciones sociales y familiares por atreverse a decir algo contrario a lo que era la fe esperable de la mayoría.
Insisto, no defiendo que sea un crimen que no le diga Adriana a Alberto, dije claramente que lo rechazo absolutamente. Pero lo que más rechazo es que una persona calle a otra y le imponga su visión de vida como si fuera una verdad innegable nada más porque lo es para él y que luego, además, la imponga. Y que la imponga con amenazas en el mejor de los casos o con el castigo judicial, social, económico o post-mortem (para vincularlo un poco con el tema) en el peor de los casos.
Te felicito por haber dejado las drogas. He trabajado mucho con pacientes adictos y sé el trabajo que cuesta dejar las adicciones (si es que pueden dejarse, no todos lo logran).
¡Claro que cuando ves a una mujer con poca ropa te le quedas viendo! Yo cuando veo a un hombre fornido y con playeras pegadas al cuerpo también volteo a verlos. Cuando tienen un rostro guapo, cuando tienen manos grandes. Pero no voy y les digo “quiero tener sexo contigo”. No es lo mismo verlos que tener sexo con ellos. Ahí es donde entra la represión de los impulsos. Puedes ver a una mujer sin hacerla sentir incómoda. Y verla mucho. Puedes gritarle vulgaridades. Puedes intentar tocarla, olerla, acercarte a ella. Puedes violarla. Son diferentes niveles de incapacidad para controlar los impulsos. Hay hombres que te das cuenta que te están viendo, pero lo hacen de una forma tan sutil que no pasa nada. Tú podrás ver a las mujeres vestidas con poca ropa, te podrás distraer con ellas. Pero nunca te acercarías a tocarlas, por ejemplo. Eso es controlar los impulsos.
A mí muchos hombres me ven en la calle. A diferencia de las feministas recalcitrantes a mí eso no me ofende, no creo que sea una agresión, sé que si me veo buena me van a voltear a ver. Pero hay un mundo de diferencia entre que se te queden viendo y te violen. Volvemos a lo mismo: “YO digo que el hecho de que me vean con lujuria es tan malo como ser violada. Ahora voy a aplicar ese principio a todos porque YO lo creo". Me parece hasta hipócrita, porque las mujeres sabemos cuando atraemos miradas. Nos vemos al espejo y SABEMOS que vamos a atraer miradas. Ninguna mujer es tan inocente para decir “traigo minifalda y ombliguera, espero que ningún hombre voltee a verme”.
Sobre el caso que compartes de Rubiales, del cual no sabía nada, puedo decir lo que sigue: El feminismo recalcitrante ha llevado a que los hombres tengan que tener cuidado con cada palabra que dicen, en dónde ponen las manos, qué palabras usan o hacia dónde miran. Ya todo es acoso. Sin embargo, el beso en los labios SÍ es un contacto íntimo que yo no le permito más que a mi esposo. El beso en los labios es de naturaleza sexual, es una representación del acto sexual. Si un hombre me besa en los labios en un momento de euforia y felicidad le haría saber que eso no se hace y me sentiría agredida. ¿Abrazos y ser cargada? Eso sí creo que no es violencia, sobre todo si hay amistad, emoción y cercanía. Considerarlo acoso es exagerado.
Pero va a ganar el feminismo y Rubiales va a perder su carrera como Johnny Depp. Y todo por decir o hacer lo que la “autoridad moral” del presente dice que no se debe decir o hacer. Como decir “soy ateo” en Afganistán o decir “me gusta gozar el sexo” siendo mujer durante el Renacimiento.
Karina.