Re: Tú eres Pedro
Quizás uno de los ejemplos más evidentes de la autoridad de Pedro sobre TODA la Iglesia lo tenemos en el primer concilio de la historia. Se celebró en Jerusalén. Podemos leer lo que ocurrió en Hechos 15
Hechos 15,5
Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían creído, se levantaron diciendo: Es necesario circuncidarlos, y mandarles que guarden la ley de Moisés.
Bien, ahí tenemos el conflicto planteado. Unos cuantos de entre los fariseos que HABÍAN CREÍDO -es decir, eran cristianos- plantearon la necesidad de que los gentiles se circuncidaran y guardaran la Ley. Conviene decir que Pablo ya había escrito Gálatas cuando se produce dicho concilio. Es decir, Pablo ya había dicho aquello de que al que se circuncide de nada le vale Cristo. Con todo, es evidente que el hecho de que Pablo hubiera escrito tal cosa no era suficiente para que la Iglesia lo aceptara sin más ni más. Ahora veamos qué ocurre después de esa petición de los hermanos que creían necesario la circuncisión y la observancia de la ley mosaica para los gentiles
Hechos 15,6
Y se reunieron los apóstoles y los ancianos para conocer de este asunto.
Bien, bueno es saber que no toda la Iglesia se puso a discutir el asunto. Sólo lo hicieron los que estaban en autoridad
Hechos 15,7a
Y después de mucha discusión, Pedro se levantó y les dijo:
¿Quién se levanta para acabar con la mucha discusión?
¿Santiago? ¿Juan? ¿Pablo?
NO, ¡¡¡¡SE LEVANTA PEDRO!!!!
El que acaba con toda la polémica es ni más ni menos que Pedro. Vemos lo que dice:
Hechos 15,7b-11
Varones hermanos, vosotros sabéis cómo ya hace algún tiempo que Dios escogió que los gentiles oyesen por mi boca la palabra del evangelio y creyesen. Y Dios, que conoce los corazones, les dio testimonio, dándoles el Espíritu Santo lo mismo que a nosotros; y ninguna diferencia hizo entre nosotros y ellos, purificando por la fe sus corazones. Ahora, pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar? Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos salvos, de igual modo que ellos.
Pedro habla con autoridad y zanja la cuestión. Somos salvos por gracia y por tanto no hay que poner a los discípulos el yugo de la ley mosaica.
¿cuál es la primera reacción de la Iglesia ante las palabras de Pedro?
Hechos 15,12
Entonces toda la multitud calló y oyeron a Bernabé y a Pablo, que contaban cuán grandes señales y maravillas había hecho Dios por medio de ellos entre los gentiles.
Más claro, agua. Pedro habla, el resto se calla. Y sólo entonces es cuando intervienen Bernabé y Pablo para contar las señales y maravillas que se hicieron entre los gentiles.
¿A quién le toca turno ahora?
A Santiago
Hechos 15,13-15
Y cuando ellos callaron, Jacobo respondió diciendo: Varones hermanos, oídme. Simón ha contado cómo Dios visitó por primera vez a los gentiles, para tomar de ellos pueblo para su nombre. Y con esto concuerdan las palabras de los profetas, como está escrito:
Curioso, ¿a qué hace primero referencia Santiago?
A las palabras de Simón. Es decir, el discurso de Santiago empieza basándose en lo que ha dicho Simón. Y después, NO ANTES, hace referencia a las Escrituras para reafirmar lo dicho por Pedro. Ahora bien, veamos qué versículo del AT cita:
Hechos 15,16-18
Después de esto volveré
Y reedificaré el tabernáculo de David, que está caído;
Y repararé sus ruinas,
Y lo volveré a levantar,
Para que el resto de los hombres busque al Señor,
Y todos los gentiles, sobre los cuales es invocado mi nombre,
Dice el Señor, que hace conocer todo esto desde tiempos antiguos.
Ojo al dato. En esa cita del libro de Amos (Am 9,11-12) no hay ninguna referencia a si los gentiles deben o no deben circuncidarse y guardar la Ley. Es decir, Santiago no usa la Escritura para apoyar el que los gentiles no deban judaizarse sino para mostrar que también a ellos se les permitiría ser parte del pueblo de Dios. Es más, si vamos a ver, el Antiguo Testamento daba en teoría la razón a los judaizantes. Veamos Éxodo 12,48-49
Mas si algún extranjero morare contigo, y quisiere celebrar la pascua para Jehová, séale circuncidado todo varón, y entonces la celebrará, y será como uno de vuestra nación; pero ningún incircunciso comerá de ella. La misma ley será para el natural, y para el extranjero que habitare entre vosotros.
Por tanto, vemos que es la intervención de Pedro la que prevalece sobre una evidencia bíblica que parecía apoyar la idea de la necesidad de judaizar a los gentiles ya que el versículo citado por Santiago no dice nada acerca de la observancia de la ley sino sobre la apertura del Reino de Dios a los gentiles.
En otra palabras, Santiago reconoce la autoridad de las palabras de Pedro y las refiere al hecho de que en Amos se profetiza la entrada de los gentiles en el reino. Pero el tema de discusión no era si los gentiles podían o no podían entrar en la Iglesia, sino cuál eran las condiciones de entrada y permanencia. Y ahí es Pedro el que zanjó la discusión.
Una vez que Santiago ha reconocido quién marca los pasos a seguir, dice lo siguiente:
Hechos, 15,19-21
Por lo cual yo juzgo que no se inquiete a los gentiles que se convierten a Dios, sino que se les escriba que se aparten de las contaminaciones de los ídolos, de fornicación, de ahogado y de sangre. Porque Moisés desde tiempos antiguos tiene en cada ciudad quien lo predique en las sinagogas, donde es leído cada día de reposo.
Es decir, retoma lo dicho por Pedro y sugiere que se impongan unas limitaciones que seguramente tenían como fin el que los judíos no se escandalizaran ante los cristianos: ídolos, fornicación -probablemente está haciendo referencia a los matrimonios consanguíneos prohibidos en la Ley- ahogado y sangre.
El resto de la historia es bien conocido. Se dispone enviar a unos hermanos para comunicar las decisiones del concilio que son de obligatorio cumplimiento para el resto de la Iglesia. Eso sí, conviene dejar muy clarito que la autoridad del concilio es exactamente la misma que la del Espíritu Santo. No en vano dicen "Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros....", es decir, la autoridad de la Iglesia reunida en concilio es exactamente la misma que la autoridad de Dios. Y, curiosamente, en el primer concilio de la Iglesia, el que se levanta para zanjar la discusión y marcar el camino a seguir se llamaba Simón, el mismo a quien Cristo puso el sobrenombre de Pedro. El mismo a quien dio las llaves del Reino de los cielos. El mismo a quien dijo que confirmara a sus hermanos. El mismo a quien dijo que pastoreara su rebaño. El mismo de quien la Biblia dice que es el protos entre los apóstoles.
