Re: Triteísmo Adventista
Estimado javierandrés. Saludos cordiales.
Tú dices:
CONCLUSION
Podemos concluir este tema con que el Adventismo adora una trinidad diferente ya que Cristo es el árcangel Miguel para ellos y asumio una naturaleza caída según su profeta Elena G. de White.
Respondo. La Biblia es clara javierandrés y nos dice:
"Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo.
En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios;
y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo." 1 Juan 4:1-3
Jesús vino en carne, tomó la naturaleza de Adán luego del pecado.
La tesis contraria es la inmaculada concepción:
La Inmaculada Concepción de María es el dogma de fe que declara que por una gracia singular de Dios, María fue preservada de todo pecado, desde su concepción.
El dogma fue proclamado por el Papa Pío IX el 8 de diciembre de 1854, en su bula Ineffabilis Deus.
"...declaramos, proclamamos y definimos que la doctrina que sostiene que la beatísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de la culpa original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús Salvador del género humano, está revelada por Dios y debe ser por tanto firme y constantemente creída por todos los fieles..."
(Pío IX, Bula Ineffabilis Deus, 8 de diciembre de 1854)
Pregunta del franciscano Juan Duns Escoto, al principio del siglo XIV.
¿A Dios le convenía que su Madre naciera sin mancha del pecado original? -
Sí, a Dios le convenía que su Madre naciera sin ninguna mancha. Esto es lo más honroso, para Él.
A la aseveración de que la Inmaculada Concepción contradice la enseñanza de San Pablo:
"todos han pecado y están lejos de la presencia salvadora de Dios" (Romanos 3:23).
Respuesta católica: Si fuéramos a tomar las palabras de San Pablo "todos han pecado" en un sentido literal absoluto, Jesús también quedaría incluido entre los pecadores. Sabemos que esta no es la intención de S. Pablo ya que después menciona que Jesús "no conoció pecado" (2Cor 5,21; Cf. Hebreos 4:15; 1 Pedro 2:22).
Entonces javierandrés, nuestro Señor no pecó, fue afectado, pero no infectado por el pecado tomó nuestra naturaleza para rescatarnos, el se encarnó.
Hebreos 4:15? ¿Fue Jesús realmente tentado como lo somos nosotros?
Examinemos cierta evidencia inspirada. Jesús dijo:
No busco mi voluntad, sino la voluntad del Padre, que me envió (Juan 5:30).
¿Por qué dijo Jesús que no buscaba su propia voluntad? La voluntad
humana de Cristo nunca lo habría llevado al desierto de la tentación... no lo habría llevado a sufrir la humillación, burla, reproche, aflicción y muerte. Su
naturaleza humana rehuía todas esas cosas tan decididamente como lo hace la nuestra (Signs of the Times, 29 octubre 1894). Si Cristo hubiera seguido
los deseos naturales de su voluntad humana habría abandonado su misión y el plan de Dios para él. En otras palabras, su voluntad humana habría desobedecido a Dios, y él estaba en necesidad de negar su propia voluntad a fin de cumplir la voluntad de su Padre. ¿No es acaso exactamente esa nuestra situación?
De forma natural, nuestra voluntad y deseos están en oposición con la voluntad de Dios, y hemos de someter la complacencia de nuestra propia voluntad a fin de obedecer a Dios.
Hay un mundo de significado en este pensamiento inspirado: Experimentando en sí mismo la fuerza de las tentaciones de Satanás (Review and Herald, 18 marzo 1875). ¿Dónde reside la fuerza de las tentaciones de Satanás? Sus [nuestras] tentaciones más poderosas vendrán del interior, ya que debe batallar contra las inclinaciones del corazón natural (Christ Tempted As We Are, p. 11). Si nuestras tentaciones más fuertes se dan en nuestro batallar contra las inclinaciones del corazón natural, y si Cristo experimentó en su propio interior la fuerza de las tentaciones de Satanás, es evidente que esas inclinaciones afectaban también a Cristo. Si tuviéramos que soportar algo que Jesús no soportó, en este detalle Satanás representaría el poder de Dios como insuficiente para nosotros. Por lo tanto, Jesús fue tentado en todo punto, así como nosotros (Heb. 4:15). Soportó toda prueba a la cual estemos sujetos (El Deseado de todas las gentes, p. 15 y 16). ¿Es el poder de Dios realmente suficiente para vencer las inclinaciones del corazón natural? Si Jesús no estuvo afectado por dichas inclinaciones, entonces las acusaciones de Satanás no habrían sido jamás respondidas, y nuestra salvación sería más que incierta.
Las dudas asaltaron al moribundo Hijo de Dios (Joyas de los Testimonios, vol. I, p. 226). Cristo fue tentado por sus propios pensamientos a dudar a no
creer- las promesas de su Padre.
Bendijo a niños que poseían pasiones como las de él mismo (Signs of the Times, 9 abril 1896).
¿Poseen todos los niños deseos heredados hacia el egoísmo? Cristo estuvo afectado por pasiones como las de ellos.
En su humanidad, el Hijo de Dios luchó con las mismísimas terribles y aparentemente abrumadoras tentaciones que asaltan al hombre: tentaciones a complacer el apetito, a aventurarse atrevidamente donde Dios no nos conduce, y a adorar al dios de este mundo, a sacrificar una eternidad de bienaventuranza por los placeres fascinadores de esta vida (Mensajes Selectos, vol. I, p. 111 y 112). ¿Acaso no resultamos nosotros atraídos por nuestros deseos a hacer esas mismas cosas? Lo que hace que nuestras
tentaciones sean tan terribles y abrumadoras es la intensidad de nuestro deseo por ellas, y aquí se nos dice claramente que Cristo experimentó esas mismas tentaciones.
¿Quién conoce la intensidad de las inclinaciones del corazón natural? (Testimonies, vol. V, p. 177).
¿Cómo las conoce Cristo? Conoce por experiencia... dónde radica la fuerza de nuestras tentaciones (Ministry of Healing, p. 71). Jesús experimentó sin
duda alguna la fuerza de las inclinaciones del corazón natural.
En Getsemaní sucedió que le abandonaron su depresión y desaliento (El Deseado, p. 643). ¿No fueron sus propios pensamientos e inclinaciones naturales los que lo habían llevado al desaliento?
Tenía la misma naturaleza que el pecador (Manuscript Releases, vol. X, p. 176).
Se hace necesario responder a la pregunta: ¿Era Adán en el Edén un
pecador ? ¿Es acaso la misma naturaleza que [tiene] el pecador en parte como la de Adán y en parte como la nuestra? Lo cierto es que todo pecador tiene naturaleza caída y es fuertemente tentado por ella.
La diferencia entre Cristo y nosotros no consiste en ninguna exención por su parte de las inclinaciones naturales hacia el pecado, propias de la naturaleza
caída. La diferencia consiste en que jamás consintió esas inclinaciones ni las incorporó a su carácter, tal como hacemos nosotros. Las tentaciones del corazón natural fueron tan fuertes para Cristo como lo son para nosotros.
Al margen del vocabulario que prefieran usar los defensores de una supuesta naturaleza previa a la caída en Cristo, si él carecía de inclinaciones naturales
a pecar, sencillamente no pudo ser tentado como nosotros, y queda así destruido uno de los mayores vínculos de Cristo con la raza humana caída.
Bendiciones.
Luego todo Israel será salvo.