Transustanciacion .......?

Bueno ahora seguimos con el debate

Bueno ahora seguimos con el debate

Hubo un Arbol de la Vida que estaba en el huerto de Eden del cual NO estaba prohibido comer de él, en ese Arbol estaba la Vida Eterna, ahora comparemos:

Juan 1:4 En Él estaba la Vida y la Vida era la Luz de los hombres.

¡Pero! Ahora para nosotros nuestro Señor Jesucristo viene siendo lo que aquel Arbol era para Adan y Eva. Asi que si la Vida Eterna es por creer en Él y no por comer literalmente algo, no podemos pensar que si comemos un pan metafisicamente transformado, obtendremos la Vida mas bien es como dice Pablo:

Romanos 14:17 porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo.



Nota:
No piensen ustedes que no tenemos mas argumentos del por que no creemos en la "transustanciación", nuestras bases son bastante firmes, lo que pasa que en lo personal me gusta ser corto en mis aportes de modo que no sean solo un montón de palabras, si no mas bien una intercambio de pensamientos y hay muchos.
 
En cuanto a lo de la substancia metafisica, ¿no se da cuenta que esto niega la transubstanciación? Sin la transformación de la materia pan en el cuerpo real y no metafísico de Cristo no ha lugar.
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De ningún modo, porque la transustanciación significa el paso de una sustancia a otra, y la sustancia puede ser física o metafísica, y en el caso de la Eucaristía, es metafísica.
¿Acaso no es real lo metafísico? ¿Acaso no es real lo espiritual?
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Tobi
Solo que el pan y el vino son físicos y no metafísicos y el cambio no está enseñado en ningun lugar de las Escrituras, solo se trata de un "invento" tergiversando el pensamiento aristotélico. un mal remedo del mismo por el visionario Tomas de Aquí-no
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quote:
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Cuando Cristo celebró la pascua y la correspondiente pronunciación sobre el pan y el vino no dijó: "esto será", sino "esto és" y si se transformó los apóstoles comieron y bebieron carne y sangre humanas.
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Esto sucedería si Cristo fuera sólo hombre, pero Cristo es el Alfa y el Omega, el Principio y el Fin, el Dios Eterno y Omnipotente, y por lo tanto, aún siendo hombre, tenía naturaleza como Dios, porque siendo hombre, no dejó de ser Dios.
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Tobi
Si esto fuera tal como dices Cristo no hubiese podido morir en la cruz. ¿Pertendes que Dios está sujeto a la muerte?
Este pensamiento tuyo está muy cerca del gnosticismo que pretendían que la pasión, muerte y resurrección de Cristo fué una especie de representacion teatral. Precisamente usaban este mismo argumento que usas tu. Además, esto es lógico toda vez que fue extraido por el de Aqui-no de la filosofía aristotélica. Tanto a Golan como al Tomasito mejor les fuese basarse en la filosofía hebrea que no contiene este fárrago de matices que enturbian el recto discernir.
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quote:
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Una cosa más. Usted, Sr, Golan constantemente pide bases blíbicas sobre tal o cual cosa. Bien, deme las bases bíblicas de la transformación "metafísica". Donde estén en el Nuevo Testamento
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No es necesario dar las citas exactas. Pero Cristo dijo: "Este es mi Cuerpo", "Esta es mi Sangre", "La carne no aprovecha para nada, las palabras son espíritu y son vida", "Es necesario que los cielos lo retengan..."
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Tobi

¿Quien determina el dar o no dar las citas exactas? ¿Usted? ¿En virtud de que?
Cuando Jesus dijo que la carne para nada servía les dijo a los apostoles que aquella carne era una señal lo mismo que lo fué el maná en el desierto. Estas analogías son propias de pensamiento hebreo el cual esta absolutamente opuesto al griego-filosófico. No admite las dualidades de aquella filosofía. Le repito que el de Aqui-no se nutrió de un pensamiento ajeno a las Escrituras y por ello és que eludes el dar una respuesta basada en ellas.
En el pensamiento hebreo (que Cristo jamás cuestionó) no hay esta dualidad de cuerpo, alma o espíritu. El ser humano es una totalidad en la que no hay compartimentos estanco, una para el cuerpo y otro para el alma. Cuando en Gén. 2:7 se nos dice:"Entonces el Señor Dios modeló al hombre de arcilla del suelo, y soplo en su nariz aliento de vida, y fué el hombre un ser viviente".
Dios "forma" al hombre de la tierra. El vínculo vital que desde la creación liga al hombre con la tierra se expresa de modo especialmente concluyente en el empleo de dos palabras hebreas "adam" y "adamá" (aliento) que corresponde a nuestro "aliento, hálito, resuello". De modo que el v. 7 se convierte en un locus clasicus de la antropologia veterotestamentaria; pero debes notar, amigo Golan que no se distingue aquí entre "cuerpo" y "alma"
Seguidamente en la frase que sigue haces la misma aportación sacada mediante el cut&paste pero aplicando en ella la filosofia griega, donde si se distingue entre alma y cuerpo.
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Helo aquí:
Pero el hombre formado de la materia terrena no se convierte en ser vivo hasta que recibe el divino aliento en la cara: nëSamá
De esto podemos deducir que el alimento que nos da Cristo no puede ser físico, porque la carne no aprovecha para nada, por lo tanto, el alimento es espiritual, la verdadera comida y verdadera bebida son espirituales. Si a esto le añadimos que el cielo lo retendrá como hombre hasta que vuelva como lo vieron marcharse los discípulos, de esto se deduce que Su Cuerpo y Su Sangre humanas están en el cielo, y no pueden estar en la tierra, por lo tanto, si el alimento es espiritual, y si su cuerpo físico está en la tierra, no cabe más que decir que la sustancia en la Eucaristía NO puede ser física.
La palabra "Metafísica" se aplica no a la naturaleza del Cuerpo y la Sangre de Cristo, sino a las características de la sustancia misma, ya que es invisible e imperceptible para los hombres, alimento espiritual, como ya coincidieron algunos evangélicos, y como creemos los católicos.
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Tobi
Siguiendo esta razonamiento extraido de la filosofia greco-gnóstica cabe preguntarse como compaginarlo con el "este es Mi cuerpo" y esta es "mi sangre" No dijo "esta es la substancia metafísica de mi cuerpo y sangre" Bien dices "que la sustancia en la Eucaristía NO puede ser física". Pues claro que no puede serlo y de aquí nuestras objeciones ya que lo metafísico no tiene cuerpo y Jesús dijo con claridad que era su C U E R P O, que era su C A R N E y su S A N G R E
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Ahora bien, siendo que la sustancia no es física, es de naturaleza espiritual, pero de propiedades metafísicas, por eso se le llama presencia metafísica de la sustancia.
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Tobi
Sigue, sigue mareando la mona, y dinos cuales son "las propiedades metafísicas"
Ten presente esto. La filosofía griega era pagana. Este ha sido el gran problema del cristianismo el mezclarla con el pensamiento bíblico cuyo resultado no ha sido el de cristianizarlo, sino el de paganizar al cristianismo, de lo cual vuestra Institución es uno de sus resultados.
Como punto final (y como ejemplo) para que te des cuenta (cosa que dudo te sea posible a menos que cambies de mentalidad) te diré que tu niegas, junto a tu Institución, la resurrección de Cristo y tambien la resurrección final de los creyentes. La niegas puesto que lo realmente enseñais es la REENCARNACIÓN. (Eso es a lo que lleva tu famosa metafísica) Acaso no creeis en la "inmortalidad" del alma? (la dualidad filosófica griega) Si el alma es inmortal lo que ocurrirà no es resurreción sino REENCARNACION y eso no es lo que nos dice la Bíblia. Alma en las escrituras significa VIDA y nada más.


Saludos!!!!!!!!:D :D :D
 
Originalmente enviado por: Tobi

Como punto final (y como ejemplo) para que te des cuenta (cosa que dudo te sea posible a menos que cambies de mentalidad) te diré que tu niegas, junto a tu Institución, la resurrección de Cristo y tambien la resurrección final de los creyentes. La niegas puesto que lo realmente enseñais es la REENCARNACIÓN. (Eso es a lo que lleva tu famosa metafísica) Acaso no creeis en la "inmortalidad" del alma? (la dualidad filosófica griega) Si el alma es inmortal lo que ocurrirà no es resurreción sino REENCARNACION y eso no es lo que nos dice la Bíblia. Alma en las escrituras significa VIDA y nada más.


Saludos!!!!!!!!:D :D :D

???! Podrias ampliar este parrafo?
 
Originalmente enviado por: lulis
???! Podrias ampliar este parrafo?

¿Te ha llamado la atención, no es cierto?

Respècto al cristianismo hay dos tipos de lo que bien podemos llamar cultura: La judeo cristiana y la greco cristiana.
Todos los escritores de la Biblia, excepto los de Lucas, eran judios. Su forma de pensar y razonar era eminentemente judia y no griega. De aquí que los libros apocrifos nunca fueron aceptados por el judaismo rabínico de Jerusalen puesto que eran de mentalidad griega y no judía. Esta fué tambien la opinión de Jerónimo y por ello los excluyó de los libros "inspirados".
Esta mentalidad griega forma parte de nuestra cultura y por ello muchoa evangélicos siguen creyendo en la pretendida inmortalidad del alma cuando esto no es bíblico. Alma en la Sagrada Escritura es simplemente vida
Observa estas frases:
Job 36:14:

Fallecerá el alma de ellos en su juventud, Y su vida entre los sodomitas. Si el alma puede fallecer ya no es inmortal. Alma es simplemente vida.
Salmo 7:2 No sea que desgarren mi alma cual león, De nuevo el alma (vida) puede ser desgarrada.
Salmo 16:10 Porque no dejarás mi alma en el Seol, Ni permitirás que tu santo vea corrupción ¿El alma en el Seol? Luego, ¿donde su inmortalidad? No olvides que Seol es sepulcro.
La lista es tremendamente amplia.
Toda la argumentación romanista se fundamenta en la filosofia griega y no en la Revelación Bíblica. Mediante un alma pretendidamente inmortal pueden justificar la existencia del purgatorio y sin esta inmortalidad ya no hay purgatorios con lo cual habrían perdido la mayor y mejor fuente de ingresos durante siglos. Ahora ya no les sirve puesto que la gente ha perdido la credibilidad en su magisterio eclesiástico.
Hay una pregunta clave: ¿Que es necesario para que alguien resucite? Evidente: que esté muerto
En la santa cena ¿que es lo que anunciamos? (1. Cor. 11: 26)Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la MUERTE del Señor anunciáis hasta que él venga. Luego la muerte del Señor fué absoluta y total y por ello se nos habla de resurrección y no de reencarnación que sería lo que habria sucedido si su alma hubiese sido inmortal. "El gusto la muerte para que nosotros gustásemos la vida". Que esto es un "misterio"...evidente y mas evidente es que un misterio no puede ser desvelado, una incognita si. Pero para el cristiano el misterio es una cuestión de fe y no de razonamiento lógico.
Ahora bien, racionalizarlo mediante la filosofía griega conduce a la negación del cristianismo y a la entronización del paganismo. Cuando un católico defiende el culto a santos, vírgenes y otras zarandajas por el estilo le aplica vocablos greco-latinos como "latria" "dulia" "hiperdulia" "veneración", etc. Cuando todos ellos, exceptuando el de "hiperdulia" significan adoración. Luego a sus pretendidas vírgenes le rinden un culto superior al que rinden a Dios puesto que hiper es superadoración.
Espero haberte ayudado.
 
Originalmente enviado por: Tobi
¿Te ha llamado la atención, no es cierto?

Respècto al cristianismo hay dos tipos de lo que bien podemos llamar cultura: La judeo cristiana y la greco cristiana.

Esta mentalidad griega forma parte de nuestra cultura y por ello muchoa evangélicos siguen creyendo en la pretendida inmortalidad del alma cuando esto no es bíblico. Alma en la Sagrada Escritura es simplemente vida
Observa estas frases:
Job 36:14:

Toda la argumentación romanista se fundamenta en la filosofia griega y no en la Revelación Bíblica.

En la santa cena ¿que es lo que anunciamos? (1. Cor. 11: 26)Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la MUERTE del Señor anunciáis hasta que él venga. Luego la muerte del Señor fué absoluta y total y por ello se nos habla de resurrección y no de reencarnación

Ahora bien, racionalizarlo mediante la filosofía griega conduce a la negación del cristianismo y a la entronización del paganismo.

De aceurdo contigo Tobi.

Desde que estoy en el foro nunca había visto yo mas acentuado pensamiento aristotélico que el de nuestro querido forista y amigo Golan; jamas habia visto tal evidencia de argumentación tan aristotélica para "fundamentar" la trasustanciación...es un vivo ejemplo de la contminación de la mismisima lógica y filosofía griegas. ¡que mal le ha hecho al cristianismo el pensamiento aristotélico!

Un saludo
 
Hermanos TOBI y OSO:

Hermanos TOBI y OSO:

Hermanos TOBI y OSO:
Coincidimos nosotros en muchos temas, incluido el de este epígrafe, en cuanto a rechazar cualquier idea de transustanciación.
Pero yo soy uno que cree en la inmortalidad del alma.
No quisiera discutir por discutir nomás, pero sí aprender si como resultado del debate afirmo mis convicciones, o de estar equivocado, depongo mi error y abrazo la verdad.
Si este tema ya hubiese sido discutido en algún viejo epígrafe y ustedes pueden traerlo de vuelta, comenzaré su lectura desde el principio y proseguiremos luego.
De no ser posible, entonces yo les invito a que abramos un epígrafe nuevo para conversar específicamente sobre ese punto.
Espero aquí vuestra reacción a mi propuesta deseando que el Señor nos ilumine en la elucidación del tema.
Ricardo.
 
Re: Hermanos TOBI y OSO:

Re: Hermanos TOBI y OSO:

Originalmente enviado por: Ricardo
Hermanos TOBI y OSO:
Coincidimos nosotros en muchos temas, incluido el de este epígrafe, en cuanto a rechazar cualquier idea de transustanciación.
Pero yo soy uno que cree en la inmortalidad del alma.
No quisiera discutir por discutir nomás, pero sí aprender si como resultado del debate afirmo mis convicciones, o de estar equivocado, depongo mi error y abrazo la verdad.
Si este tema ya hubiese sido discutido en algún viejo epígrafe y ustedes pueden traerlo de vuelta, comenzaré su lectura desde el principio y proseguiremos luego.
De no ser posible, entonces yo les invito a que abramos un epígrafe nuevo para conversar específicamente sobre ese punto.
Espero aquí vuestra reacción a mi propuesta deseando que el Señor nos ilumine en la elucidación del tema.
Ricardo.

Noble y sensata postura, Ricardo.
Cuano cursava estudios en nuestro Seminario Bautista de Bacelona, tuvimos la suerte de recibir al Dr. Wagner profesor de Teologia en el Seminario Bautista de Ruhslikon (Suiza) donde se impartia el Bachiller en Divinidades e incluso el Master en Teología. Estaba refrendado por la Univesidad de Zurich si mis informes son exactos.
El fué quien nos mostró que eso del alma como ente independiente del cuerpo tenía su procedencia de la dualidad griega y que no se sostenía en la Sagrada Escritura.
Causó una fuerte conmoción puesto que rompía unos esquemas que hasta entonces nadie ponía en duda. Es más, ni siquiera era considerado. Pero esta es una "herencia" romanista y también de los ortodoxos, pero insisto en que no es bíblica.
Uno de los argumentos más sólidos es el de la Resurrección en contra de la reencarnación puesto que si el alma fuese un ente siempre vivo se reencarnaria en un cuerpo, fuese cual fuese la naturaleza de dicho cuerpo.
En ocasiones se me ha puesto esta objeción. En Hebr. 9:27-28 leemos:
Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio, así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan. El "despues de esto el juicio" muestra una inmediatez y se me argumentó que era una evidente prueba de la inmortalidad del alma. Pero esta argumentación choca de lleno con el concepto del juicio al final de los tiempos. ¿Cual puede ser la explicación lógica? No es nada facil pero si convincente. Cuando uno muere deja de exister en el Tiempo Como bien dijo Agustin de Hipona, el tiempo es una propiedad de nuestro universo y en la eternidad no existe el tiempo. El tiempo es un continuo fluir del pasado hacia el futuro, pero no tiene presente puesto que este fluir nunca se para. En realidad venimos de un pasado que no existe, puesto que pasó, y nos dirigimos a un futuro que tampoco existe porque aun no ha llegado y como no tenemos presente ¿que nos queda de la existencia? NADA Shakespeare lo intuyó y lo reflejo en una de sus versos, el del "ser o no ser" he aqui el dilema, vivir, morir, tal vez soñar..."
En cambio la eternidad no tiene tiempo es un Presente absoluto y cuando uno muere sale del tiempo y entra en la eternidad y desde aquella prespectiva todas las cosas se han cumplido en dicho presente absoluto
Bendiciones, Ricardo
 
Bueno, lo prometido es deuda. Antes de seguir debatiendo, colocaré aquí el modo en que la Teología Dogmática estudia el carácter sacrificial de la Eucaristía:

LA EUCARISTÌA COMO SACRIFICIO
1.– Doctrina de la Iglesia
La Santa Misa es verdadero y propio sacrificio (es de FE)

Contra los ataques de los reformadores, que rechazaban el carácter sacrificial de la eucaristía, y solamente la consideraban como sacrificio en sentido impropio, el Concilio de Trento declaró que la eucaristía era verdadero y propio sacrificio: “Si quis dixerit in Missa non offeri Deo verum et proprium sacrificium, aut quod offeri non sit aliud quam nobis Christm ad manducandum dari, a.s.” Antes de los reformadores, impugnó Wicleff la institución por Cristo del sacrificio de la misa.

2.– Diferencia entre sacramento y sacrificio
Aunque el sacramento y el sacrificio de la eucaristía se realizan por medio de la misma consagración, no obstante existe entre ellos una distinción conceptual. La eucaristía es Sacramento, en cuanto Cristo se nos da en ella como manjar del alma, y es sacrificio, en cuanto en ella Cristo se ofrece a Dios como hostia: “rationem sacrificci habet, inquantum offertur, menti habet in eo, qui sumit, effectum autem sacrificci in eo, qui offert vel in his, pro quibus offertur”. El sacramento tiene por fin primario la santificación del hombre, y el sacrificio la glorificación de Dios.
La eucaristía como sacramento es una realidad permanente (res permanes), y como sacrificio es una acción transistoria (actio transiens).

3.– Pruebas del Antiguo Testamento sobre la Realidad del Sacrificio de la Misa
A) El sacrificio de Melquisedec como figura del sacrificio de la Misa.
Según la interpretación común, Melquisedec sacó pan y vino, para ofrecer a Dios un sacrificio como era corriente al celebrar una victoria. La interpretación tradicional se ve corroborada por la alusión expresa al carácter sacerdotal de Melquisedec. El ejercicio específicamente sacerdotal es el sacrificio. Cristo, según la profecía mesiánica del Salmo 109, 4, y Hebreos 5, 6 y 7, 1), es sacerdote al modo de Melquisedec.
La interpretación eclesiástica alude al hecho de que Cristo ofrece un sacrificio parecido al de Melquisedec. Y tal sacrificio no puede ser sino la oblación de Su Cuerpo y Su Sangre bajo las especies de pan y vino, en la Última Cena y en la Santa Misa.

La tradición judaica (Filón), admite que Melquisedec ofreció a Dios un sacrificio con el pan y el vino. Los Padres de la Iglesia lo consideraron figura del sacrificio eucarístico. San Agustín dice: “Allí apareció por vez primera el sacrificio que ahora ofrecen los cristianos a Dios en toda la redondez de la tierra” (de Civ. Dei XVI 22), San Cipriano, Ep. 63, 4; San Jerónimo, In Matth, IV 26, 26; la oración del canon “Supra quae”.

B) La Profecía de Malaquías

Cuando Dios habló por boca de los profetas a los sacerdotes de los judíos, Malaquías 1, 10 dice:
“No tengo en vosotros complacencia alguna, dice Yahvé de los ejércitos, no me son gratas las ofrendas de vuestras manos. Porque desde el orto del sol hasta el ocaso es grande mi nombre entre las gentes, y en todo lugar se ofrece a mi nombre un sacrificio humeante y una oblación pura; pues grande es mi nombre entre las gentes, dice Yahvé de los ejércitos”.

Dios anuncia la abolición del culto judaico, y presenta en perspectiva un sacrificio nuevo y puro. Los sacrificios de los gentiles y de los prosélitos y judíos de la diáspora no pueden constituir este nuevo sacrificio, pues los de los gentiles no eran puros al estar mancillados de idolatría (1Corintios 10, 20).
La universalidad anunciada en Malaquías sobre el culto divino y el nuevo sacrificio, alude claramente a los tiempos mesiánicos. El nuevo sacrificio universalmente ofrecido no se puede referir tampoco al de la Cruz, porque éste fue en un solo lugar. Esta profecía, empero, se cumple en el sacrificio de la Misa, ofrecido en todo lugar, en sentido de totalidad moral, es puro en cuanto a la hostia y al sacerdote primario que la ofrece.
La tradición cristiana ya atribuyó la profecía de Malaquías a la Eucaristía. Cf, Didajé 14, 3, San Justino, Dial. 41, San Ireneo Adv. Haer. IV, 17, 5, San Agustín, Tract. Adv. Iud. 9, 13.

C) La profecía de Isaías
Isaías profetizó que Dios elegiría sacerdotes y levitas entre los gentiles, (Isaías 66, 21), y según la mentalidad paleotestamentaria, no es concebible un estado sacerdotal sin sacrificio.

4.– Pruebas del Nuevo Testamento sobre la Realidad del Sacrificio de la Misa
Especulativamente, se encuentra el carácter sacrificial de la Eucaristía en el sólo hecho de que Cristo hiciera presente Su Cuerpo y Su Sangre bajo especies separadas, y por lo tanto, en forma de sacrificio. Las especies así separadas simbolizan la separación real del cuerpo y la sangre de Cristo en el sacrificio de la Cruz.
Las palabras de la institución testifican el carácter sacrificial de la Eucaristía. Cristo designa a su cuerpo como cuerpo de sacrificio, y a su sangre como sangre de sacrificio, pues dice: “Éste es mi cuerpo, que es entregado por vosotros”, “Esta es mi sangre, que es derramada por vosotros”. Las expresiones “entregar el cuerpo” y “derramar la sangre”, técnicamente expresan un sacrificio verdadero y propio.

Cristo llama a Su sangre “Sangre de la Alianza”, y en el Antiguo Testamento, la Alianza entre Dios e Israel se contrajo con la ofrenda de sacrificios de sangre (Éxodo 24, 8), por lo tanto, el estilo bíblico de “Sangre de la Alianza”, es sinónimo de “sangre del sacrificio”.
Los términos usados en presente indican la realización presente de dicho sacrificio, aunque en Lucas 22, 20, traduce como “se está derramando”.
Por último, el encargo de Cristo de “Haced esto en memoria mía”, indica la institución permanente de dicho sacrificio eucarístico.

El Nuevo Testamento refiere también alusiones al sacrificio ya instituido:
En Hebreos 13, 10 dice: “Nosotros tenemos un altar del que no tienen facultad de comer los que sirven en el tabernáculo”. La frase, tomada literalmente, parece hacer alusión directa a la Eucaristía, y tomada de modo traslaticio, hace referencia al fruto del sacrificio redentor en la Cruz. El contexto aboga por esta segunda interpretación.
1Corintios 10, 16-21 hace paralelo entre la recepción de la eucaristía y la recepción de manjares provenientes de sacrificios no-cristianos. “No podéis beber del cáliz del Señor y el cáliz de los demonios”, esto significa que no es posible participar de la mesa del Señor y de la mesa de los demonios. Esta argumentación presupone que la eucaristía es manjar de sacrificio, y no es posible un banquete sacrificial si antes no ha habido oblación del manjar que se come.

5.– El Sacrificio de la Misa en la Sagrada Tradición

Entre los testimonios más antiguos se encuentra el de la Didajé: “Reuníos el día del Señor y romped el pan y dad gracias después de haber confesado vuestros pecados, a fin de que vuestro sacrificio sea puro. Nadie que haya reñido con su hermano debe reunirse con vosotros hasta haberse reconciliado con él, a fin de que se mancille vuestro sacrificio. Porque este es el sacrificio del que habló el Señor: (Cita a Malaquías 1, 11 y 14). La equiparación del sacrificio eucarístico con el predicho por Malaquías y la alusión a Mateo 5, 23, atestiguan la concepción de la Eucaristía como sacrificio externo.
San Clemente Romano alude al oficio de los obispos, diciendo que ellos hacen la oblación de los dones (Primera Carta de San Clemente a los Corintios 44, 4). La expresión “ofrecer los dones” denota la existencia de un sacrificio objetivo.
San Ignacio de Antioquía indica el carácter sacrificial de la Misa al hablar de la Eucaristía y el Altar: “tened pues, buen cuidado de no celebrar más que una sola Eucaristía, porque una sola es la carne de nuestro Señor Jesucristo, y uno sólo el cáliz para la reunión de su sangre, y uno solo el altar, y de la misma manera hay un solo obispo con los presbíteros y diáconos”.
San Justino Mártir considera como figura de la eucaristía, el sacrificio de flor de harina que tenían que hacer quienes sanaban de lepra. El sacrificio puro profetizado por Malaquías, que es ofrecido en todo lugar, no es otro-dice el santo– que el pan y el cáliz de la Eucaristía (Dial. 41).
San Ireneo de Lyon enseña que la carne y la sangre de Cristo son “el nuevo sacrificio de la Nueva Alianza”, y coincide con los anteriores al señalarlo como cumplimiento de la profecía de Malaquías.
Tertuliano designa la participación en la solemnidad eucarística como “estar junto al altar de Dios”, y la sagrada comunión como “participar en el sacrificio” (“participatio sacrificci”); De Orat.19
San Cipriano enseña que Cristo, como sacerdote según el orden de Melquisedec, “ofreció a Dios Padre un sacrificio, y por cierto el mismo que había ofrecido Melquisedec, consistente en pan y vino, es decir que ofreció su Cuerpo y su Sangre”.
San Cirilo de Jerusalén, en su quinta catequesis mistagógica, describe la solemnidad eucarística tal y como se celebraba en sus tiempos en Jerusalén. La celebración de la Eucaristía la designa como “sacrificio espiritual, de oficio divino incruento, de sacrificio de reconciliación”. La hostia es Cristo inmolado por nuestros pecados.
San Juan Crisóstomo pondera la sublime dignidad del sacerdocio católico fundándola en la sublimidad del sacrificio eucarístico, cuya hostia es el mismo Cristo nuestro Señor. Su exhortación dice: “Reverenciad, pues, a esta mesa de la cual participamos todos, reverenciad a Cristo inmolado por nuestra causa, reverenciad al sacrificio que se encuentra sobre esta mesa”.
San Ambrosio enseña que en el sacrificio de la Misa Cristo es al mismo tiempo ofrenda y sacerdote: “Aunque ahora no se ve a Cristo sacrificarse, sin embargo, Él se sacrifica sobre la tierra siempre que se ofrenda el cuerpo de Cristo, más aún, es manifiesto que Él ofrece incluso un sacrificio en nosotros, pues su palabra es la que santifica el sacrificio que es ofrecido”.
San Agustín da testimonio de que “el sacrificio diario de la Iglesia”, es el sacramento, la reproducción misteriosa del singular sacrificio de Cristo en la cruz, en el cual Cristo fue una sola persona, hostia y sacerdote al mismo tiempo. El sacrificio de los cristianos es el sacrificio universal predicho por Malaquías (Tract.adv.Iud. 9, 13).

6.– Relación entre el Sacrificio de la Misa y el Sacrificio de la Cruz

En el sacrificio de la misa se representa y conmemora el sacrificio de la cruz, y se aplica su virtud salvadora (es de FE)

Mientras que el de la cruz es sacrificio absoluto, por no ser figura de ningún otro, ni renovación de ninguno anterior, el sacrificio de la Misa es un sacrificio relativo, porque encierra una relación esencial con el Sacrificio de la Cruz. El concilio de Trento enseña: “Cristo dejó a Su Iglesia un sacrificio visible en el cual se representase aquel sacrificio cruento que había de realizar una vez en la cruz, se conservase su memoria hasta el fin de los siglos y se nos aplicase su virtud salvadora para remisión de los pecados que cometemos a diario”; Dz. 938.

Según esta declaración, podemos precisar la relación del sacrificio de la misa con el de la cruz como representación (representatio), conmemoración (memoria) y aplicación (applicatio). El sacrificio de la misa es representación del sacrificio de la cruz, en cuanto el cuerpo y la sangre del sacrificio de Cristo se hacen presentes bajo especies separadas, que representan simbólicamente la separación real del cuerpo y la sangre de Cristo en la Cruz.
Del carácter esencialmente relativo del sacrificio de la misa se sigue que en nada menoscaba el valor del sacrificio redentor de Cristo en la Cruz. El sacrificio de la misa obtiene toda su virtud del sacrificio de la cruz, aplicando los frutos de éste a cada hombre en particular.

En la Sagrada Escritura dicha relación está indicada por las palabras de Cristo: “entregar el cuerpo”, “derramar la sangre”, y por el encargo “Haced esto en memoria mía”, y sobre todo, por el comentario de San Pablo: “Cuantas veces comáis de este pan y bebáis de este cáliz, anunciáis la muerte del Señor hasta que Él venga” (1Corintios 11, 26)

En el sacrificio de la misa y en el de la cruz son idénticos la hostia y el sacerdote primario, lo que difiere únicamente es el modo de hacer la oblación (Es de FE)

El concilio de Trento declaró: “Una eademque est hostia, idem nunc offerens sacerdotum ministerio, qui se ipsum tunc in cruce obtulit, sola offerendi ratione diversa”; Dz. 940.

La hostia es el cuerpo y la sangre de Cristo. Las especies sacramentales dan presencia sensible a la hostia, pero no pertenecen a la hostia misma. El sacerdote primario es Jesucristo, el cual se sirve del sacerdote humano como de ministro y vicario para efectuar, por medio de él, la consagración. Según la sentencia tomista, Cristo realiza en cada misa una inmediata y actual acción sacrificial, que no debe concebirse como una suma de muchos actos sucesivos de entrega, sino como un único acto sacrificial ininterrumpido realizado por Cristo glorioso. El fin sacrificial es el mismo en la misa y en el sacrificio de la cruz; el fin primario es la glorificación de Dios, y el secundario la propiciación, la acción de gracias y la impetración. En la cruz la hostia se ofrecí de modo cruento por una separación real del cuerpo y la sangre (inmolatio realis); en la santa misa se ofrece de modo incruento por una separación mística del cuerpo y la sangre (inmolatio mystica).

Saludos!!!!!!!:D
 
A la afirmación de lo transcrito por Golan

"La hostia es el cuerpo y la sangre de Cristo"

La hostia es una oblea de pan, el cuerpo de Cristo es el cuerpo de Cristo y está glorificado a la diestra dle Padre y la sangre de Cristo juntamente con El; y los hombres no podemos ofrecer el cuepro de Cristo y recordar que El se ofreció a si mismo. No hay recipiente que lo contenga ..."ni el cielo ni el espacio te pueden contener", no hay manos humanaqs que lo puedan tocar ahora, lo siento, te han timado como a un chico.

Un saludo
 
Fe de erratas

Fe de erratas

En donde dice

y recordar que El se ofreció

Debe decir:

sino recordar que El se ofreció...

Gracias
 
Re: Hermanos TOBI y OSO:

Re: Hermanos TOBI y OSO:

Originalmente enviado por: Ricardo
Hermanos TOBI y OSO:
Coincidimos nosotros en muchos temas, incluido el de este epígrafe, en cuanto a rechazar cualquier idea de transustanciación.
Pero yo soy uno que cree en la inmortalidad del alma.
No quisiera discutir por discutir nomás, pero sí aprender si como resultado del debate afirmo mis convicciones, o de estar equivocado, depongo mi error y abrazo la verdad.
Si este tema ya hubiese sido discutido en algún viejo epígrafe y ustedes pueden traerlo de vuelta, comenzaré su lectura desde el principio y proseguiremos luego.
De no ser posible, entonces yo les invito a que abramos un epígrafe nuevo para conversar específicamente sobre ese punto.
Espero aquí vuestra reacción a mi propuesta deseando que el Señor nos ilumine en la elucidación del tema.
Ricardo.

Dios te bendiga hermano Ricardo

Y de acuerdo que sea en otro epígarfe, yo tampoco se si se ha tratado el punto, y creo depende mucho de a que le llamemos alma...si Uds. gustan en otro epígarfe, adelante

Reciban ambos un saludo fraterno.
 
Originalmente enviado por: Golan Trevize
Bueno, lo prometido es deuda. Antes de seguir debatiendo, colocaré aquí el modo en que la Teología Dogmática estudia el carácter sacrificial de la Eucaristía:

LA EUCARISTÌA COMO SACRIFICIO
1.– Doctrina de la Iglesia
La Santa Misa es verdadero y propio sacrificio (es de FE)

Contra los ataques de los reformadores, que rechazaban el carácter sacrificial de la eucaristía, y solamente la consideraban como sacrificio en sentido impropio, el Concilio de Trento declaró que la eucaristía era verdadero y propio sacrificio: “Si quis dixerit in Missa non offeri Deo verum et proprium sacrificium, aut quod offeri non sit aliud quam nobis Christm ad manducandum dari, a.s.” Antes de los reformadores, impugnó Wicleff la institución por Cristo del sacrificio de la misa.
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Tobi
Primera falsa apreciación. No fueron los reformadores quienes rechazaron el caracter sacrificial sino la tradición apostólica.
En esta encontramos que despues del Sacrificio de Cristo ya no hay mas sacrificios por el pecado. Es el autor de la Carta a los Henreos quien lo dice y no Wiclef. ¿Es que la web de donde copias no lo aclara?
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2.– Diferencia entre sacramento y sacrificio
Aunque el sacramento y el sacrificio de la eucaristía se realizan por medio de la misma consagración, no obstante existe entre ellos una distinción conceptual. La eucaristía es Sacramento, en cuanto Cristo se nos da en ella como manjar del alma, y es sacrificio, en cuanto en ella Cristo se ofrece a Dios como hostia: “rationem sacrificci habet, inquantum offertur, menti habet in eo, qui sumit, effectum autem sacrificci in eo, qui offert vel in his, pro quibus offertur”. El sacramento tiene por fin primario la santificación del hombre, y el sacrificio la glorificación de Dios.
La eucaristía como sacramento es una realidad permanente (res permanes), y como sacrificio es una acción transistoria (actio transiens).
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Tobi
Sigues copiando. Este párrafo no tiene sentido ni siquiera para vosotros, como lo va a tener para aquello que conocen las Escrituras?
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3.– Pruebas del Antiguo Testamento sobre la Realidad del Sacrificio de la Misa
A) El sacrificio de Melquisedec como figura del sacrificio de la Misa.
Según la interpretación común, Melquisedec sacó pan y vino, para ofrecer a Dios un sacrificio como era corriente al celebrar una victoria. La interpretación tradicional se ve corroborada por la alusión expresa al carácter sacerdotal de Melquisedec. El ejercicio específicamente sacerdotal es el sacrificio. Cristo, según la profecía mesiánica del Salmo 109, 4, y Hebreos 5, 6 y 7, 1), es sacerdote al modo de Melquisedec.
La interpretación eclesiástica alude al hecho de que Cristo ofrece un sacrificio parecido al de Melquisedec. Y tal sacrificio no puede ser sino la oblación de Su Cuerpo y Su Sangre bajo las especies de pan y vino, en la Última Cena y en la Santa Misa.
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Tobi
Los autores de la webs se les ha olvidado decirnos el por que de esta interpretación eclesiastica. En cuanto a que el ofrecimiento de Melquisedec a Abraham (no ha Dios) del pan y del vino ¿en que fué un sacrificio? Solo en la calenturienta imaginación de los autores de los cuales te nutres. En Gén 14:17-20 No vemos ninguna mención de sacrificio.
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La tradición judaica (Filón), admite que Melquisedec ofreció a Dios un sacrificio con el pan y el vino. Los Padres de la Iglesia lo consideraron figura del sacrificio eucarístico. San Agustín dice: “Allí apareció por vez primera el sacrificio que ahora ofrecen los cristianos a Dios en toda la redondez de la tierra” (de Civ. Dei XVI 22), San Cipriano, Ep. 63, 4; San Jerónimo, In Matth, IV 26, 26; la oración del canon “Supra quae”.
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Tobi
Aquí te falta algo imprescindible. Las citas hay que empezar por dar lo que en ellas se ecribió. De esta manera no es de recibo, puesto que bien puedo responder: Cipriano Pereda dice lo contrario en Act, 15:15. Desmientalo si te atreves.
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B) La Profecía de Malaquías

Cuando Dios habló por boca de los profetas a los sacerdotes de los judíos, Malaquías 1, 10 dice:
“No tengo en vosotros complacencia alguna, dice Yahvé de los ejércitos, no me son gratas las ofrendas de vuestras manos. Porque desde el orto del sol hasta el ocaso es grande mi nombre entre las gentes, y en todo lugar se ofrece a mi nombre un sacrificio humeante y una oblación pura; pues grande es mi nombre entre las gentes, dice Yahvé de los ejércitos”.
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Tobi
De nuevo el Cut&Paste sin sentido rinzando el rizo de elucubraciones sin un sentido directo.
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Dios anuncia la abolición del culto judaico, y presenta en perspectiva un sacrificio nuevo y puro. Los sacrificios de los gentiles y de los prosélitos y judíos de la diáspora no pueden constituir este nuevo sacrificio, pues los de los gentiles no eran puros al estar mancillados de idolatría (1Corintios 10, 20).
La universalidad anunciada en Malaquías sobre el culto divino y el nuevo sacrificio, alude claramente a los tiempos mesiánicos. El nuevo sacrificio universalmente ofrecido no se puede referir tampoco al de la Cruz, porque éste fue en un solo lugar. Esta profecía, empero, se cumple en el sacrificio de la Misa, ofrecido en todo lugar, en sentido de totalidad moral, es puro en cuanto a la hostia y al sacerdote primario que la ofrece.
La tradición cristiana ya atribuyó la profecía de Malaquías a la Eucaristía. Cf, Didajé 14, 3, San Justino, Dial. 41, San Ireneo Adv. Haer. IV, 17, 5, San Agustín, Tract. Adv. Iud. 9, 13.
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Tobi
De nuevo una interpretación que no se sostiene ni en las Escrituras ni en las prácticas del cristianismo geuninos. El Sacrificio a que alude Malaquias es el de Cristo y no el vuestros sacerdotes. ¿Acaso lo son segun el orden de Melquisedec? Demuestra en que.
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C) La profecía de Isaías
Isaías profetizó que Dios elegiría sacerdotes y levitas entre los gentiles, (Isaías 66, 21), y según la mentalidad paleotestamentaria, no es concebible un estado sacerdotal sin sacrificio.
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Tobi
Esto es ya el colmo de los colmos. Isaias no dice nada de eso lo que realmente dice esta en el Verso 20. ¿Lo quieres leer directamente en la Biblia? ¿Hasta aquí llegan vuestras Webs? ¿Ha tergiversar los textos bíblicos? ¿Este es el magisterio infalible de vuestra Institución?
VADE RETRO, SATANAS.
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4.– Pruebas del Nuevo Testamento sobre la Realidad del Sacrificio de la Misa
Especulativamente, se encuentra el carácter sacrificial de la Eucaristía en el sólo hecho de que Cristo hiciera presente Su Cuerpo y Su Sangre bajo especies separadas, y por lo tanto, en forma de sacrificio. Las especies así separadas simbolizan la separación real del cuerpo y la sangre de Cristo en el sacrificio de la Cruz.
Las palabras de la institución testifican el carácter sacrificial de la Eucaristía. Cristo designa a su cuerpo como cuerpo de sacrificio, y a su sangre como sangre de sacrificio, pues dice: “Éste es mi cuerpo, que es entregado por vosotros”, “Esta es mi sangre, que es derramada por vosotros”. Las expresiones “entregar el cuerpo” y “derramar la sangre”, técnicamente expresan un sacrificio verdadero y propio.

Cristo llama a Su sangre “Sangre de la Alianza”, y en el Antiguo Testamento, la Alianza entre Dios e Israel se contrajo con la ofrenda de sacrificios de sangre (Éxodo 24, 8), por lo tanto, el estilo bíblico de “Sangre de la Alianza”, es sinónimo de “sangre del sacrificio”.
Los términos usados en presente indican la realización presente de dicho sacrificio, aunque en Lucas 22, 20, traduce como “se está derramando”.
Por último, el encargo de Cristo de “Haced esto en memoria mía”, indica la institución permanente de dicho sacrificio eucarístico.

El Nuevo Testamento refiere también alusiones al sacrificio ya instituido:
En Hebreos 13, 10 dice: “Nosotros tenemos un altar del que no tienen facultad de comer los que sirven en el tabernáculo”. La frase, tomada literalmente, parece hacer alusión directa a la Eucaristía, y tomada de modo traslaticio, hace referencia al fruto del sacrificio redentor en la Cruz. El contexto aboga por esta segunda interpretación.
1Corintios 10, 16-21 hace paralelo entre la recepción de la eucaristía y la recepción de manjares provenientes de sacrificios no-cristianos. “No podéis beber del cáliz del Señor y el cáliz de los demonios”, esto significa que no es posible participar de la mesa del Señor y de la mesa de los demonios. Esta argumentación presupone que la eucaristía es manjar de sacrificio, y no es posible un banquete sacrificial si antes no ha habido oblación del manjar que se come.

5.– El Sacrificio de la Misa en la Sagrada Tradición

Entre los testimonios más antiguos se encuentra el de la Didajé: “Reuníos el día del Señor y romped el pan y dad gracias después de haber confesado vuestros pecados, a fin de que vuestro sacrificio sea puro. Nadie que haya reñido con su hermano debe reunirse con vosotros hasta haberse reconciliado con él, a fin de que se mancille vuestro sacrificio. Porque este es el sacrificio del que habló el Señor: (Cita a Malaquías 1, 11 y 14). La equiparación del sacrificio eucarístico con el predicho por Malaquías y la alusión a Mateo 5, 23, atestiguan la concepción de la Eucaristía como sacrificio externo.
San Clemente Romano alude al oficio de los obispos, diciendo que ellos hacen la oblación de los dones (Primera Carta de San Clemente a los Corintios 44, 4). La expresión “ofrecer los dones” denota la existencia de un sacrificio objetivo.
San Ignacio de Antioquía indica el carácter sacrificial de la Misa al hablar de la Eucaristía y el Altar: “tened pues, buen cuidado de no celebrar más que una sola Eucaristía, porque una sola es la carne de nuestro Señor Jesucristo, y uno sólo el cáliz para la reunión de su sangre, y uno solo el altar, y de la misma manera hay un solo obispo con los presbíteros y diáconos”.
San Justino Mártir considera como figura de la eucaristía, el sacrificio de flor de harina que tenían que hacer quienes sanaban de lepra. El sacrificio puro profetizado por Malaquías, que es ofrecido en todo lugar, no es otro-dice el santo– que el pan y el cáliz de la Eucaristía (Dial. 41).
San Ireneo de Lyon enseña que la carne y la sangre de Cristo son “el nuevo sacrificio de la Nueva Alianza”, y coincide con los anteriores al señalarlo como cumplimiento de la profecía de Malaquías.
Tertuliano designa la participación en la solemnidad eucarística como “estar junto al altar de Dios”, y la sagrada comunión como “participar en el sacrificio” (“participatio sacrificci”); De Orat.19
San Cipriano enseña que Cristo, como sacerdote según el orden de Melquisedec, “ofreció a Dios Padre un sacrificio, y por cierto el mismo que había ofrecido Melquisedec, consistente en pan y vino, es decir que ofreció su Cuerpo y su Sangre”.
San Cirilo de Jerusalén, en su quinta catequesis mistagógica, describe la solemnidad eucarística tal y como se celebraba en sus tiempos en Jerusalén. La celebración de la Eucaristía la designa como “sacrificio espiritual, de oficio divino incruento, de sacrificio de reconciliación”. La hostia es Cristo inmolado por nuestros pecados.
San Juan Crisóstomo pondera la sublime dignidad del sacerdocio católico fundándola en la sublimidad del sacrificio eucarístico, cuya hostia es el mismo Cristo nuestro Señor. Su exhortación dice: “Reverenciad, pues, a esta mesa de la cual participamos todos, reverenciad a Cristo inmolado por nuestra causa, reverenciad al sacrificio que se encuentra sobre esta mesa”.
San Ambrosio enseña que en el sacrificio de la Misa Cristo es al mismo tiempo ofrenda y sacerdote: “Aunque ahora no se ve a Cristo sacrificarse, sin embargo, Él se sacrifica sobre la tierra siempre que se ofrenda el cuerpo de Cristo, más aún, es manifiesto que Él ofrece incluso un sacrificio en nosotros, pues su palabra es la que santifica el sacrificio que es ofrecido”.
San Agustín da testimonio de que “el sacrificio diario de la Iglesia”, es el sacramento, la reproducción misteriosa del singular sacrificio de Cristo en la cruz, en el cual Cristo fue una sola persona, hostia y sacerdote al mismo tiempo. El sacrificio de los cristianos es el sacrificio universal predicho por Malaquías (Tract.adv.Iud. 9, 13).

6.– Relación entre el Sacrificio de la Misa y el Sacrificio de la Cruz

En el sacrificio de la misa se representa y conmemora el sacrificio de la cruz, y se aplica su virtud salvadora (es de FE)

Mientras que el de la cruz es sacrificio absoluto, por no ser figura de ningún otro, ni renovación de ninguno anterior, el sacrificio de la Misa es un sacrificio relativo, porque encierra una relación esencial con el Sacrificio de la Cruz. El concilio de Trento enseña: “Cristo dejó a Su Iglesia un sacrificio visible en el cual se representase aquel sacrificio cruento que había de realizar una vez en la cruz, se conservase su memoria hasta el fin de los siglos y se nos aplicase su virtud salvadora para remisión de los pecados que cometemos a diario”; Dz. 938.

Según esta declaración, podemos precisar la relación del sacrificio de la misa con el de la cruz como representación (representatio), conmemoración (memoria) y aplicación (applicatio). El sacrificio de la misa es representación del sacrificio de la cruz, en cuanto el cuerpo y la sangre del sacrificio de Cristo se hacen presentes bajo especies separadas, que representan simbólicamente la separación real del cuerpo y la sangre de Cristo en la Cruz.
Del carácter esencialmente relativo del sacrificio de la misa se sigue que en nada menoscaba el valor del sacrificio redentor de Cristo en la Cruz. El sacrificio de la misa obtiene toda su virtud del sacrificio de la cruz, aplicando los frutos de éste a cada hombre en particular.

En la Sagrada Escritura dicha relación está indicada por las palabras de Cristo: “entregar el cuerpo”, “derramar la sangre”, y por el encargo “Haced esto en memoria mía”, y sobre todo, por el comentario de San Pablo: “Cuantas veces comáis de este pan y bebáis de este cáliz, anunciáis la muerte del Señor hasta que Él venga” (1Corintios 11, 26)

En el sacrificio de la misa y en el de la cruz son idénticos la hostia y el sacerdote primario, lo que difiere únicamente es el modo de hacer la oblación (Es de FE)

El concilio de Trento declaró: “Una eademque est hostia, idem nunc offerens sacerdotum ministerio, qui se ipsum tunc in cruce obtulit, sola offerendi ratione diversa”; Dz. 940.

La hostia es el cuerpo y la sangre de Cristo. Las especies sacramentales dan presencia sensible a la hostia, pero no pertenecen a la hostia misma. El sacerdote primario es Jesucristo, el cual se sirve del sacerdote humano como de ministro y vicario para efectuar, por medio de él, la consagración. Según la sentencia tomista, Cristo realiza en cada misa una inmediata y actual acción sacrificial, que no debe concebirse como una suma de muchos actos sucesivos de entrega, sino como un único acto sacrificial ininterrumpido realizado por Cristo glorioso. El fin sacrificial es el mismo en la misa y en el sacrificio de la cruz; el fin primario es la glorificación de Dios, y el secundario la propiciación, la acción de gracias y la impetración. En la cruz la hostia se ofrecí de modo cruento por una separación real del cuerpo y la sangre (inmolatio realis); en la santa misa se ofrece de modo incruento por una separación mística del cuerpo y la sangre (inmolatio mystica).
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Tobi
¡Basta ya de este abuso del Cut&Paste al que ni siguiera le añades de donde lo sacas. Resulta indignante e intolerable. Solo sirve para detectar las barbaridades de vuestras Webs. ¿Con que la sentencia tomista. No te dije que este sujeto se nutrio de la filosofia pagaba de los griegos. Estos son vuestros dioses, Que os aprovechen.

Saludos!!!!!!!:D
 
Hay hermanos si yo tuviera un pensamiento aritotélico o no , jamas podría detectarlo, si he estado en contacto no he absorbido y si he absorbido no se qué fue, asi que cuando Tobi habla tan claramente de esta diferencia o más bien mezcla de filosofias con la escritura, bueno a mi sinceramente ya me había causado extrañeza que en el antiguo Testamento hablan exactamente asi, de morir, de que alma se muere, de que le rompen el alma y se muere… en el Nuevo Testamente es un poco más de pasar a la eternidad justo después de morir, sabiendo que es un error interpretativo de mi parte desde hace tiempo, me atreví a preguntar, y me pregunto, será que hay mucha influencia de griego en la traducción al español de la biblia?

2ª Timoteo 1:10-11 pero que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio, del cual yo fui constituido predicador, apóstol y maestro de los gentiles.

No se, creo que si mejor abrimos otro tema con esto, sería mejor, ademas que dejamos que Mr. Golan se explaye con sus…creencias, demostrando que no conoce lo que debería conocer. El fundamento de Su Fe que es en Cristo Jesús. Sabe el fundamento de la religión, su religión, pero no de Jesucristo.

Lulis.
 
La pregunta es ¿Crees tu que el cuerpo de nuestro Señor era divino? No te pregunto si el Señor Jesús era divino, sino si su cuerpo lo era...¿angelical quizás? ¿espiritual? O era un cuerpo humano con sangre, olor, sudor, fatiga, dolor y lágrimas.

El Cuerpo (humano) de Cristo es físico, en tanto que está sujeto a las mismas leyes naturales que el cuerpo de los demás humanos. Pero es divino en tanto que contiene a Dios mismo. La dación de Su Cuerpo y Su Sangre es real y espiritual.

No uds no los amenazaban los quemaban sencillamente despues claro de quitarles sus propiedades y atormentarlos y no se que tantas cosas..
No es correcto desviar el tema. Resulta que este hermano, Omar Moreno, en vez de centrarse en el tema del epígrafe, nos lanza ataques por otros lados.

A los demás puntos comentados por el hermano Omar Moreno no voy a contestar, porque se salen por completo del tema del epígrafe.

En otro mensaje:

2 - No tenemos nosotros necesidad alguna de explicar por qué no hay transubstanciación, pues no la negamos por necia porfía
como si estuviese claramente establecida en la Biblia, sino porque la ausencia de tal idea en las Escrituras no nos provoca a
pelear contra fantasmas.

Su razonamiento es correcto, pero sólo si incluye la siguiente premisa: "Bajo la interpretación particular de la Biblia, por parte de los evangélicos, es que hay "ausencia" de la idea de la transustanciación en las Escrituras".

Pablo luego lo dirá explícitamente: “...la muerte del Señor anunciáis hasta que Él venga” (1Co.11:26).
Recalque que en la misma Carta (1Corintios), San Pablo menciona que la copa y el pan son comunión con el Cuerpo y la Sangre de Cristo.

4 – Ya fue explicado suficientemente que toda la enseñanza de Juan 6 nada tiene que ver con la Cena del Señor, y de nada sirve
repetir vuestra conocida posición cuando no ha sido refutada ni mucho menos la explicación que hemos dado
No se trata de una relación con la Cena del Señor, sino con el Cuerpo y la Sangre de Cristo, cuyo significado explica Juan 6 (verdadera comida y verdadera bebida), y en la Cena, Cristo da a Sus discípulos Su Cuerpo y Su Sangre, cuyo significado había quedado explicado en Juan 6.

Procure usted hacer las suyas sin escoger monjas y curas, sino el pueblo común.
La sugerencia es buena, pero no puedo esperar que me respondan bien sobre la doctrina católica, quienes no la conocen bien.

Solo que el pan y el vino son físicos y no metafísicos y el cambio no está enseñado en ningun lugar de las Escrituras, solo se trata de un "invento" tergiversando el pensamiento aristotélico. un mal remedo del mismo por el visionario Tomas de Aquí-no
Exacto. La Iglesia mantiene como Doctrina de certidumbre teológica de Fe, que el pan y el vino (accidentes), permanecen inmutables después de la consagración. El cambio está enseñado cuando Cristo dice: "Tomad y comed, este es mi Cuerpo", lo cual significa que el pan ya no es pan, sino el Cuerpo de Cristo", he ahí el cambio.
Santo Tomás de Aquino no era ningún visionario, sino un santo.

La hostia es una oblea de pan, el cuerpo de Cristo es el cuerpo de Cristo y está glorificado a la diestra dle Padre y la sangre de Cristo juntamente con El; y los hombres no podemos ofrecer el cuepro de Cristo y recordar que El se ofreció a si mismo. No hay recipiente que lo contenga ..."ni el cielo ni el espacio te pueden contener", no hay manos humanaqs que lo puedan tocar ahora, lo siento, te han timado como a un chico.
La hostia en sí es la víctima de un sacrificio, como bien lo explica la siguiente dirección:
Hostia

Poesía a Jesús Hostia

¡Basta ya de este abuso del Cut&Paste al que ni siguiera le añades de donde lo sacas. Resulta indignante e intolerable.
Una disculpa y una explicación: No hay ningún Cut&Paste, yo mismo capturé dicho artículo, tomándolo principalmente del libro "Manual de Teología Dogmática, de Ludwig Ott", y confirmando las citas bíblicas en la Nueva Biblia de Jerusalén.

Solo sirve para detectar las barbaridades de vuestras Webs.
Este artículo no está, que yo sepa, en ninguna Web, aunque espero colocarlo en la mía cuando la publique.

No te dije que este sujeto se nutrio de la filosofia pagaba de los griegos. Estos son vuestros dioses, Que os aprovechen.
+
Santo Tomás de Aquino recurrió a la filosofía griega, pero quitándole todo el paganismo que contenía, salvando los pensamientos filosóficos de la antigüedad. Gracias a Dios, los católicos son herederos de dicho gran pensamiento doctoral.

En cuanto al otro punto: Los católicos no tenemos ningunos "dioses", sino sólo uno, el Dios Trino y Uno, Yahvé, Cristo, Jehová, o como quieran llamarlo ustedes.

Saludos!!!!!!!!:D
 
Originalmente enviado por: Golan Trevize
El Cuerpo (humano) de Cristo es físico, en tanto que está sujeto a las mismas leyes naturales que el cuerpo de los demás humanos. Pero es divino en tanto que contiene a Dios mismo. La dación de Su Cuerpo y Su Sangre es real y espiritual.


No es correcto desviar el tema. Resulta que este hermano, Omar Moreno, en vez de centrarse en el tema del epígrafe, nos lanza ataques por otros lados.

A los demás puntos comentados por el hermano Omar Moreno no voy a contestar, porque se salen por completo del tema del epígrafe.

En otro mensaje:



Su razonamiento es correcto, pero sólo si incluye la siguiente premisa: "Bajo la interpretación particular de la Biblia, por parte de los evangélicos, es que hay "ausencia" de la idea de la transustanciación en las Escrituras".


Recalque que en la misma Carta (1Corintios), San Pablo menciona que la copa y el pan son comunión con el Cuerpo y la Sangre de Cristo.
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Tobi
Ahora díganos que es "comunión". Como es común a la mayoria de católicos (me refieron a los pocos que aun son practicantes, la mayoria de los bautizados sin el concurso de su voluntad, es decir "a traicion" les importan muy poco las farragosas doctrinas y el uso de vocablos a los que les han cambiado su auténtico sentido. Un ejemplo de ellos lo tenemos en este de "comunión" al que podemos añadir lo de latria, dulia, hiperdulia y veneración que todos significan lo mismo ADORACION)
Cuando sepa el auténtico sentido de "comunión" puede que entienda el alcance de la enseñanda de Pablo.
¿Responderá?
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No se trata de una relación con la Cena del Señor, sino con el Cuerpo y la Sangre de Cristo, cuyo significado explica Juan 6 (verdadera comida y verdadera bebida), y en la Cena, Cristo da a Sus discípulos Su Cuerpo y Su Sangre, cuyo significado había quedado explicado en Juan 6.


La sugerencia es buena, pero no puedo esperar que me respondan bien sobre la doctrina católica, quienes no la conocen bien.


Exacto. La Iglesia mantiene como Doctrina de certidumbre teológica de Fe, que el pan y el vino (accidentes), permanecen inmutables después de la consagración. El cambio está enseñado cuando Cristo dice: "Tomad y comed, este es mi Cuerpo", lo cual significa que el pan ya no es pan, sino el Cuerpo de Cristo", he ahí el cambio.
Santo Tomás de Aquino no era ningún visionario, sino un santo.
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Tobi
Si usted conoce bien la doctrina :confused: :confused: :confused:

¿Me dice que el pan y el vino SON ACCIDENTES? ¿Entonces pan y vino no tienen SUBSTANCIA? Observe lo que acaba de decir:
que el pan y el vino (accidentes), permanecen inmutables después de la consagración.
¡¡¡Eureka!!! ¡¡¡Acaba de negar la dichosa transubstanciación!!!
El pan y el vino permanecen inmutables. ¡¡¡Pues claro!!! ¿¿¿No es eso lo que decimos nosotros??? ¿¿¿Que milagro se ha producido que le ha llevado a la sensatez???
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La hostia en sí es la víctima de un sacrificio, como bien lo explica la siguiente dirección:
Hostia

Poesía a Jesús Hostia
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Tobi
¿Sabe que esto esta prohibido por el Apart 9b de las normas del foro, especialmente el largo mamotreto propagandista y menos mal que ahora solo nos pone los links. Helo aquí:
9b. "Dados los abusos que habitualmente se cometen, utilizando la práctica de "Copiar&Pegar" fragmentos exagerados de texto y luego no entrando a discutir el tema o temas que se ha Pegado, convirtiendo dichos textos en simple propaganda (no edificante), queda a criterio del Webmaster borrar dichos mensajes".


Una disculpa y una explicación: No hay ningún Cut&Paste, yo mismo capturé dicho artículo, tomándolo principalmente del libro "Manual de Teología Dogmática, de Ludwig Ott", y confirmando las citas bíblicas en la Nueva Biblia de Jerusalén.


Este artículo no está, que yo sepa, en ninguna Web, aunque espero colocarlo en la mía cuando la publique.
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Tobi
Coloquelo en la suya y verá como se queja si se la saturan con páginas y mas páginas de propaganda contraria a sus creencias.
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+
Santo Tomás de Aquino recurrió a la filosofía griega, pero quitándole todo el paganismo que contenía, salvando los pensamientos filosóficos de la antigüedad. Gracias a Dios, los católicos son herederos de dicho gran pensamiento doctoral.
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Tobi
¿De veras? ¿Y como sabe lo que quitó del paganismo? ¿Me puede dar detalles? ¿O solo es su interesado parecer? Algun que otro teologo, (tomista y de octava categoria, por supuesto) afirma que su maestro cristianizó a Aristóteles. Pero ninguno de ellos demuestra en que le cristianizó. Estas fracesitas sonaban muy bien en las Edades Medias, pero resulta que estamos en el siglo 21 y resulta tambien que cualquier filosofo entendido no puede leerlo porque sus carcajadas acaban perjudicando su salud. Esta es la triste realidad de tu insigne Doctor.
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En cuanto al otro punto: Los católicos no tenemos ningunos "dioses", sino sólo uno, el Dios Trino y Uno, Yahvé, Cristo, Jehová, o como quieran llamarlo ustedes.
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Tobi
¿Y diosas? ¿Cuantas tienen? ¿No se ha dado cuenta que la mayoria de vuestros templos, basílicas y demás (90 a 10 como mínimo) estan dedicados a una diosa? ¿Acaso no le rinden culto de Hiperdulia que literalmente significa superadoración?

Saludos!!!!!!!!:D :D :D :D :D
 
Nuestro amigo Golan afirma:

"Santo Tomás de Aquino recurrió a la filosofía griega, pero quitándole todo el paganismo que contenía, salvando los pensamientos filosóficos de la antigüedad. Gracias a Dios, los católicos son herederos de dicho gran pensamiento doctoral."

Agregaría:

"pensamiento doctoral" que se resume en "solo filosofía" griega tomada del penamiento griego a la vez, tomado de la cosmología griega que a su vez es tomada del paganismo y politeismo griego, nada mal para este "doctor" en filosofía...resultado: un verdadero lío mezcla de cristianismo y paganismo (con lo que le disgusta a Dios las mezclas), conocido como catolicismo romano del que te enorgulleces como "gran heredero"...¡que cosas se leen por aquí!...¿a cual de los dioses de la filosofia griega habrás de "agradecerle" ? ¿al dios pan, por ejemplo? Porque al Dios "no conocido" continuan sin conocerle, por sus vanas filosofias.

Un saludo.
 
Sr. Golan Trevize:

Sr. Golan Trevize:

Sr. Golan Trevize:
1 - Más propio parece ser darle vuelta a su argumento: “Bajo la interpretación particular de la Biblia, por parte de los católicos, es que podría estar presente la idea de la transustanciación en las Escrituras".
2 – El texto de 1Co.10:16 implica la comunión de los redimidos con la sangre de Cristo que beben el vino de la copa, y la comunión de los que participan de un único pan (v.17) como el cuerpo de Cristo (no solo como el cuerpo que llevó nuestros pecados en la cruz, sino de la iglesia, de la cual Él es la cabeza).
3 – El significado de la carne y sangre del Señor como verdadera comida y bebida sí está claramente expuesto en Juan 6 (para quien quiera entenderlo); así como el pan y el vino de la copa en la Cena apunta al cuerpo que iba a ser ofrecido (pero al momento no) y a la sangre que sería derramada (pero no todavía).
4 - Sería de esperar que no solamente los religiosos conocieran bien la doctrina católica, sino la feligresía en general, a lo menos, en forma mayoritaria. No pocas veces me ha tocado tener que explicar sus propias doctrinas a los católicos, que profesan creerlas y a la vez admiten que no las conocen.
Ricardo.
 
Ahora díganos que es "comunión".
Cuando sepa el auténtico sentido de "comunión" puede que entienda el alcance de la enseñanda de Pablo.

La definición es Participación de varios, o todos, en algo común, como es una doctrina, o un sacramento, como el de la Eucaristía:

¿Qué es "comunión"?

¿Me dice que el pan y el vino SON ACCIDENTES? ¿Entonces pan y vino no tienen SUBSTANCIA? Observe lo que acaba de decir:
Usted evidentemente necesita una explicación sobre lo que son los accidentes de pan y vino. Los accidentes, o especies sacramentales, son el pan de trigo y el vino de uva, cuya figura exterior, junto con todas sus propiedades físicas, contiene metafísicamente el pan al Cuerpo de Cristo, y el vino a la Sangre de Cristo, después de la consagración.

¡¡¡Eureka!!! ¡¡¡Acaba de negar la dichosa transubstanciación!!!
¿What??!!!! ¡Por poco me da un ataque de diabetes al leer esto!, yo jamás he negado la transustanciación, simplemente confirmo lo que dice mi Iglesia como Doctrina de Fe, que el pan de trigo y el vino de uva, como accidentes de la Eucaristía, permanecen inmutables (en sus propiedades físicas), vale la pena aclarar.

¿¿¿No es eso lo que decimos nosotros???
Ustedes lo que dicen es que la doctrina está mal y ya.

¿¿¿Que milagro se ha producido que le ha llevado a la sensatez???
Sospecho que en mi Confirmación se produjo un milagro, al recibir los Siete Dones del Espíritu Santo, que si bien no incluyen la Sensatez, si incluyen la Sabiduría, el Entendimiento, y la Ciencia.

Coloquelo en la suya y verá como se queja si se la saturan con páginas y mas páginas de propaganda contraria a sus creencias.
No me importa lo que hagan los evangélicos; allá ellos, Dios los ayude.

¿Y diosas? ¿Cuantas tienen? ¿No se ha dado cuenta que la mayoria de vuestros templos, basílicas y demás (90 a 10 como mínimo) estan dedicados a una diosa?
Lo que usted llama "diosas", yo le llamo Santa María siempre Virgen, Madre de Dios y de la Iglesia, y las santas que vivieron y murieron en la Fe en Cristo, léase Santa Teresa, Santa Catalina de Siena, Santa Isabel de Hungría, Santa Juana de Arco, Santa Rita de Casia, Santa Rosa de Lima, etc.

¿Acaso no le rinden culto de Hiperdulia que literalmente significa superadoración?
Significa superveneración, hermano.

Porque al Dios "no conocido" continuan sin conocerle, por sus vanas filosofias
Yo pongo esto muy en duda. Actualmente, podría apostar a que yo hay quien adore a los dioses griegos, y en cuanto a la filosofía, ciertamente hay que tomar lo bueno y desechar lo malo, es hacer filosofía cristiana.

1 - Más propio parece ser darle vuelta a su argumento: “Bajo la interpretación particular de la Biblia, por parte de los católicos, es que podría estar presente la idea de la transustanciación en las Escrituras".
Exacto, como no pueden defender su postura, se limitan a atacar la mía, y como no tienen argumentos propios, me devuelven los míos. Hum.....

3 – El significado de la carne y sangre del Señor como verdadera comida y bebida sí está claramente expuesto en Juan 6 (para quien quiera entenderlo); así como el pan y el vino de la copa en la Cena apunta al cuerpo que iba a ser ofrecido (pero al momento no) y a la sangre que sería derramada (pero no todavía).
Voy a intentar colocar las palabras en griego, cuya conjugación está en presente: "Es entregado por vosotros", "Es derramada por vosotros". Así aparece en el griego de San Marcos, y en la traducción griega del arameo de San Mateo.

Saludos!!!!!!!:D
 
Golan


Entreténgase un rato con lo que dicen algunos de los primeros cristianos, conocidos como "padres de la iglesia" y en algunos casos hasta formaran parte del Magisterio.

El aporte es de Jetonius :D




Estimados coforistas:
He compilado citas de escritores de los primeros tres siglos del cristianismo sobre la Cena del Señor o Eucaristía.
Bendiciones en Cristo,
Jetonius
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Didajé
La Didajé o “Doctrina de los Doce Apóstoles” es probablemente el documento cristiano más primitivo conocido. Es anónima, y fue compuesta probablemente en Palestina o Siria en la segunda mitad del primer siglo.
Cito según la edición bilingüe de Daniel Ruiz Bueno.

9. (1) Respecto a la acción de gracias [eujaristias], daréis gracias de esta manera:
(2) Primeramente, sobre el cáliz:
Te damos gracias, Padre nuestro, por la santa viña de David, tu siervo, la que nos diste a conocer por medio de Jesús, tu siervo. A ti sea la gloria por los siglos.
(3) Luego, sobre el fragmento:
Te damos gracias, Padre nuestro, por la vida y el conocimiento que nos manifestaste por medio de Jesús, tu siervo. A ti sea la gloria por los siglos de los siglos.
(4) Como este fragmento estaba disperso sobre los montes y reunido se hizo uno, así sea reunida tu Iglesia de los confines de la tierra en tu reino. Porque tuya es la gloria y el poder por Jesucristo eternamente.
(5) Que nadie, empero, coma ni beba de vuestra Eucaristía, sino los bautizados en el nombre del Señor, pues acerca de ello dijo el Señor: No deis lo santo a los perros.
10. (1) Después de saciaros, daréis gracias así:
(2) Te damos gracias, Padre santo, por tu santo Nombre, que hiciste morar en nuestros corazones, y por el conocimiento y la fe y la inmortalidad que nos diste a conocer por medio de Jesús, tu siervo. A ti sea la gloria por los siglos de los siglos.
(3) Tú, Señor omnipotente, creaste todas las cosas por causa de tu Nombre y diste a los hombres comida y bebida para su disfrute. Mas a nosotros nos hiciste gracia de comida y bebida espiritual y de vida eterna por tu siervo.
(4) Ante todo, te damos gracias porque eres poderoso. A ti sea la gloria por los siglos de los siglos.
(5) Acuérdate, Señor, de tu Iglesia, para librarla de todo mal y hacerla perfecta en tu amor, y reúnela de los cuatro vientos, santificada, en el reino tuyo que has preparado. Porque tuyo es el poder y la gloria por los siglos.
14. (1) Reunidos cada día del Señor, romped el pan y dad gracias, después de haber confesado vuestros pecados, para que vuestro sacrificio sea puro.
(2) Todo aquel, empero, que tenga contienda con su compañero, no se junte con vosotros hasta tanto no se haya reconciliado, a fin de que no profane vuestro sacrificio.
(3) Porque éste es el sacrificio del que dijo el Señor: En todo lugar y en todo tiempo se me ofrece un sacrificio puro, porque yo soy rey grande, dice el Señor, y mi nombre es admirable entre las naciones. [Mal 1:11,14].



Clemente de Roma

Este obispo de Roma escribió hacia fines del primer siglo una carta a la Iglesia de Corinto. En ella no trata de la Eucaristía, pero hace alusión al sacrificio de Cristo como algo singular y ya cumplido.
1 Corintios (ed. Ruiz Bueno)
7. (4) Fijemos nuestra mirada en la sangre de Cristo, y conozcamos cuán preciosa es a los ojos del Dios y Padre suyo, pues, derramada por nuestros pecados, alcanzó gracia de arrepentimiento para todo el mundo.
21. (6) Reverenciemos al Señor , cuya sangre fue derramada por nosotros...



Ignacio de Antioquía

Este obispo, quien falleció antes de 117, escribió siete cartas en camino de su martirio en Roma. Es afecto a un lenguaje ricamente simbólico, por lo cual sus declaraciones concernientes a la Eucaristía deben valorarse cautelosamente. Por ejemplo, dijo a los Romanos: “Permitidme ser pasto de las fieras, por las que me es dado alcanzar a Dios. Trigo soy de Dios, y por los dientes de las fieras he de ser molido, a fin de ser presentado como limpio pan de Cristo” (Romanos 4:1).
También presenta un punto de vista del episcopado que no se halla en el Nuevo Testamento pero que al parecer se desarrolló tempranamente.
En la carta a los tralianos, citada más abajo, llama a la fe, la carne de Cristo, y al amor, su sangre.
Las citas son de la edición de Ruiz Bueno.
Efesios 13:1.
Por lo tanto, poned empeño en reuniros con más frecuencia para celebrar la Eucaristía de Dios y tributarle gloria. Porque, cuando apretadamente os congregáis en uno, se derriban las fortalezas de Satanás y por la concordia de vuestra fe se destruye la ruina que él os procura.
Efesios 20:2.
Si os congregáis, repito, para mostrar vuestra obediencia al obispo y al colegio de ancianos con indivisible pensamiento, rompiendo un solo pan, que es medicina de inmortalidad, antídoto contra la muerte y alimento para vivir por siempre en Jesucristo.
Tralianos 8:1.
... Así, pues, revestidos de mansedumbre, convertíos en nuevas criaturas por la fe, que es la carne del Señor, y por la caridad, que es la sangre de Jesucristo.
Romanos 7:3.
No siento placer por la comida corruptible ni me atraen los deleites de esta vida. El pan de Dios quiero, que es la carne de Jesucristo, del linaje de David; su sangre quiero por bebida, que es amor incorruptible.
Filadelfos 4:1.
Poned, pues, todo ahínco en usar de una sola Eucaristía, pues una sola es la carne de nuestro Señor Jesucristo y un solo cáliz para unirnos con su sangre; un solo altar, así como no hay más que un solo obispo, juntamente con el colegio de ancianos y con los diáconos, consiervos míos. De esta manera, todo cuanto hiciereis, lo haréis según Dios.
Esmirniotas 7.
(1) [los que profesan doctrinas ajenas a la gracia de Jesucristo] Apártanse también de la Eucaristía y de la oración, porque no confiesan que la Eucaristía es la carne de nuestro Señor Jesucristo, la misma que padeció por nuestros pecados, la misma que, por su bondad, resucitóla el Padre. Así, pues, los que contradicen al don de Dios, mueren y perecen entre sus disquisiciones. ¡Cuánto mejor les fuera celebrar la Eucaristía, a fin de que resucitaran!
(2) Conviene, por tanto, apartarse de tales gentes, y ni privada ni públicamente hablar de ellos, sino prestar toda atención a los profetas, y señaladamente al Evangelio, en el que la pasión se nos hace patente y vemos cumplida la resurrección. Toda escisión, en cambio, huidla, como principio de males.
8. (1)... Sólo aquella Eucaristía ha de tenerse por válida que se celebre por el obispo o por quien de él tenga autorización.
(2) ... Sin contar con el obispo, no es lícito bautizar ni celebrar la Eucaristía ...



Justino Mártir

De origen palestino, hijo de padres paganos, Justino fue uno de los grandes defensores de la fe cristiana del segundo siglo. Fundó una escuela en Roma, donde murió mártir hacia 165.
En sus escritos se hallan varias referencias ala Eucaristía, cómo era practicada y cuál era su significado. El pan y el vino, que son capaces de nutrir el cuerpo, nutren también las almas al ser consagrados por la acción de gracias. Es precisamente esta acción de gracias lo que constituye un sacrificio agradable a Dios (Diálogo con Trifón, 117).
Cito de la edición de Padres Apologetas Griegos de Ruiz Bueno.
Apología I
65. (2) Terminadas las oraciones, nos damos mutuamente el ósculo de paz.
(3) Luego, al que preside a los hermanos, se le ofrece pan y un vaso de agua y vino, y tomándolos él tributa alabanzas y gloria al Padre del universo por el nombre de su Hijo y por el Espíritu Santo, y pronuncia una larga acción de gracias, por habernos concedido esos dones que de Él nos vienen. Y cuando el presidente ha terminado las oraciones y la acción de gracias, todo el pueblo presente aclama diciendo: Amén.
(4) “Amén”, en hebreo, quiere decir “así sea.”
(5) Y una vez que el presidente ha dado gracias y aclamado todo el pueblo, los que entre nosotros se llaman “ministros” o diáconos, dan a cada uno de los asistentes parte del pan y del vino y del agua sobre que se dijo la acción de gracias y lo llevan a los ausentes.
66. (1) Y este alimento se llama entre nosotros “Eucaristía”, de la que a nadie le es lícito participar, sino al que cree verdaderamente nuestras enseñanzas y se ha lavado en el baño que da la remisión de los pecados y la regeneración, y vive conforme a lo que Cristo nos enseñó.
(2) Porque no tomamos estas cosas como pan común ni bebida ordinaria, sino que, a la manera que Jesucristo, nuestro Salvador, hecho carne por virtud del Verbo de Dios, tuvo carne y sangre por nuestra salvación; así se nos ha enseñado que por virtud de la oración al Verbo que Dios procede, el alimento sobre que fue dicha la acción de gracias –alimento del que, por transformación, se nutren nuestra sangre y nuestras carnes- es la carne y la sangre de Aquel mismo Jesús encarnado.
(3) Y es así que los Apóstoles en los Recuerdos, por ellos escritos, que se llaman Evangelios, nos transmitieron que así les fue a ellos mandado, cuando Jesús, tomando el pan y dando gracias, dijo: Haced esto en memoria mía, éste es mi cuerpo. E igualmente, tomando el cáliz y dando gracias, dijo: Esta es mi sangre, y que sólo a ellos les dio parte.
67. (3) El día que se llama del sol se celebra una reunión de todos los que moran en las ciudades o en los campos, y allí se leen, en cuanto el tiempo lo permite, los Recuerdos de los Apóstoles o los escritos de los profetas.
(4) Luego, cuando el lector termina, el presidente, de palabra, hace una exhortación e invitación a que imitemos estos bellos ejemplos.
(5) Seguidamente, nos levantamos todos a una y elevamos nuestras preces, y éstas terminadas, como ya dijimos, se ofrece pan y vino y agua, y el presidente, según sus fuerzas, hace igualmente subir a Dios sus preces y acciones de gracias y todo el pueblo exclama diciendo “amén”. Ahora viene la distribución y participación, que se hace a cada uno, de los alimentos consagrados por la acción de gracias y su envío por medio de los diáconos a los ausentes.
Diálogo con Trifón
41. (1) La ofrenda de la flor de harina, señores –proseguí- que se mandaba a hacer por los que se purificaban de la lepra, era figura del pan de la Eucaristía que nuestro Señor Jesucristo mandó ofrecer en memoria de la pasión que él padeció por todos los hombres que purifican sus almas de toda maldad, a fin de que juntamente demos gracias a Dios por haber creado el mundo y cuanto en él hay por amor del hombre, por habernos a nosotros librado de la maldad en que nacimos y haber destruido con destrucción completa a los principados y potestades de aquel que, según su designio, nació pasible.
(2) De ahí que sobre los sacrificios que vosotros entonces ofrecíais, dice Dios, por boca de Malaquías, uno de los doce profetas: No está mi complacencia en vosotros –dice el Señor- , y vuestros sacrificios no los quiero recibir de vuestras manos. Porque desde donde nace el sol hasta donde se pone, mi nombre es glorificado entre las naciones, y en todo lugar se ofrece a mi nombre incienso y sacrificio puro. Porque grande es mi nombre en las naciones –dice el Señor-, y vosotros lo profanáis [Malaquías 1:10-12].
(3) Ya entonces, anticipadamente, habla de los sacrificios que nosotros, las naciones, le ofrecemos en todo lugar, es decir, del pan de la Eucaristía y lo mismo del cáliz de la Eucaristía, a par que dice que nosotros glorificamos su nombre y vosotros lo profanáis.
117. (1) Así, pues, Dios atestigua de antemano que le son agradables todos los sacrificios que se le ofrecen por el nombre de Jesucristo, los sacrificios que éste nos mandó ofrecer, es decir, los de la Eucaristía del pan y del vino, que celebran los cristianos en todo lugar de la tierra. En cambio, Dios rechaza los sacrificios que vosotros le ofrecéis por medio de vuestros sacerdotes, cuando dice: Y no recibiré de vuestras manos vuestros sacrificios, porque desde el nacimiento del sol hasta donde se pone, mi nombre es glorificado –dice- en las naciones y vosotros lo profanáis.
(2) Vosotros seguís aún ahora diciendo porfiadamente que Dios dice no recibir los sacrificios que se le ofrecían en Jerusalén por los israelitas que en aquel tiempo la habitaban; sí, en cambio, las oraciones que le hacían los hombres de aquel pueblo que se hallaban en la dispersión, y estas oraciones son las que llama sacrificios. Ahora bien, que las oraciones y acciones de gracias hechas por hombres dignos son los únicos sacrificios perfectos y agradables a Dios, yo mismo os lo concedo.
(3) Justamente ésos solos son los que los cristianos han aprendido a ofrecer hasta en la consagración del pan y del vino, en que se recuerda la Pasión que por su amor sufrió el Hijo de Dios...
(5) En cambio, no hay raza alguna de hombres, llámense bárbaros o griegos o con otros nombres cualesquiera, ora habiten en casas o se llamen nómadas sin viviendas o moren en tiendas de pastores, entre los que no se ofrezcan por el nombre de Jesús crucificado oraciones y acciones de gracias al Padre y hacedor de todas las cosas.



Ireneo de Lyon

De origen asiático, Ireneo (c. 140- c. 202) llegó a ser obispo de Lyon en las Galias. Escribió una “Refutación de la falsa gnosis” más conocida como “Contra las Herejías.” En los libros 4 y 5, al tratar de los sacrificios y la resurrección corporal , se refiere a la Eucaristía. Emplea el hecho de que la acción del Señor de ofrecer elementos materiales es prueba de que nuestros cuerpos han de ser redimidos, resucitando incorruptibles.
Adversus Haereses
4.17. (4) De todos estos es evidente que Dios no buscaba sacrificios y holocaustos de ellos [los creyentes del Antiguo Pacto], sino fe, y obediencia, y rectitud, por causa de su salvación. Como Dios, al enseñarles su voluntad en Oseas el profeta, dijo: “Deseo misericordia más que sacrificios, y el conocimiento de Dios más que holocaustos” [Oseas 6:6]. Además, nuestro Señor también les exhortó con el mismo fin cuando dijo: “Si hubiéreis conocido lo que significa Misericordia quiero, y no sacrificios, no hubiéseis condenado al inocente” [Mateo 12:7]. Así El da testimonio a los profetas, que ellos predicaron la verdad; pero acusa a estos hombres (sus oyentes) de ser necios a causa de las faltas de ellos.
(5) De nuevo, dando instrucciones a sus discípulos para ofrecer a Dios las primicias de sus propias cosas creadas –no como si él tuviese necesidad de ellas, sino para que ellos mismos no fuesen ni infructuosos ni ingratos-, él tomó aquella cosa creada, pan, y dio gracias, y dijo: “Este es mi cuerpo.” Y del mismo modo la copa, la cual es parte de la creación a la que pertenecemos, él confesó ser su sangre, y enseñó la nueva oblación del nuevo pacto; la cual la Iglesia, habiéndola recibido de los Apóstoles, ofrece a Dios en todo el mundo, a Aquel que nos da como medios de subsistencia las primicias de sus propios dones en el Nuevo Testamento, concerniente a lo cual Malaquías, entre los doce profetas, así habló de antemano: “No tengo placer en vosotros, dijo el Señor omnipotente, y no aceptaré sacrificio de vuestras manos. Pues desde el nacimiento del sol hasta donde se pone, mi nombre es glorificado entre los gentiles, y en cada lugar incienso es ofrecido a mi nombre, y un sacrificio puro; pues grande es mi nombre entre los gentiles, dijo el Señor omnipotente”; indicando del modo más claro, por estas palabras, que el pueblo anterior [los judíos] cesarán ciertamente de ofrendar a Dios, pero que en todo lugar se le ofrecerá sacrificio, y uno puro; y que su nombre es glorificado entre los gentiles.
(6) ¿Pero qué otro nombre hay que sea glorificado entre los gentiles que aquel de nuestro Señor, por quien el Padre es glorificado, y el hombre también? Y porque es [el nombre] de su propio Hijo, quien fue hecho hombre por El, el lo llama como suyo propio ... Ya que, por tanto, el nombre del Hijo le pertenece al Padre, y ya que en el Dios omnipotente la Iglesia ofrenda a través de Jesucristo, Él dice bien sobre ambas bases: “Y en cada lugar se ofrece incienso a mi nombre, y un sacrificio puro.” Ahora Juan, en el Apocalipsis, declara que el “incienso” son “las oraciones de los santos.”
4.18. (1) La oblación de la Iglesia, por tanto, la cual el Señor dio instrucciones que fuese ofrecida en todo el mundo, cuenta como un sacrificio puro para Dios, y le es aceptable; no que Él necesite un sacrificio de nosotros, sino que quien lo ofrece es él mismo glorificado en lo que ofrece, si su don es acepto. Pues por el don se demuestra tanto honor como afecto hacia el Rey; y el Señor, deseando que lo ofreciésemos en toda simplicidad e inocencia, se expresó así: “Por tanto, cuando ofrezcas tu don sobre el altar, y recuerdes que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda ante el altar y ve; primero recocíliate con tu hermano, y luego retorna a ofrecer tu don.” [Mateo 5: 23-24]. Estamos obligados, pues, a ofrecerle a Dios las primicias de su creación, como asimismo dice Moisés: “No comparecerás en la presencia del Señor tu Dios con las manos vacías” [Deuteronomio 16:16]; de modo que el hombre, siendo contado como agradecido, pueda recibir el honor que fluye de Él.
(2) Y la clase de las oblaciones en general no ha sido dejada de lado; pues hay oblaciones allí [entre los judios] y aquí [entre los cristianos. Sacrificios hubo entre el pueblo; sacrificios hay, también, en la Iglesia; pero sólo la especie ha sido cambiada, en la medida en que la ofrenda ahora no es hecha por esclavos, sino por hombres libres. Pues el Señor es uno y siempre el mismo; pero el carácter de una oblación servil es peculiar, como lo es también el de la de los hombres libres, para que, por las mismas oblaciones, pueda manifestarse la libertad. Pues con Él no hay nada sin propósito, ni carente de significación, ni sin designio...
(3) ... Los sacrificios, por tanto, no santifican al hombre, porque Dios no necesita sacrificio; sino que es la conciencia del oferente lo que santifica al sacrificio cuando es pura, y así mueve a Dios a aceptarlo como de un amigo. “Pero el pecador” , dice Él, “que mata un becerro para mí, es como si matase un perro.” [Isaías 66:3].
(4) En la medida, entonces, en que la Iglesia ofrece unánimemente, su don es justamente reconocido como un sacrificio puro para con Dios. Como también le dice Pablo a los filipenses: “Estoy lleno, habiendo recibido de Epafrodito las cosas que enviasteis, el olor de una dulce fragancia, un sacrificio aceptable, que complace a Dios.” [Filipenses 4:18]. Pues debemos hacer una oblación a Dios, y en todas las cosas ser hallados agradecidos para con Dios nuestro hacedor, en una mente pura, y en fe sin hipocresía, en esperanza bien fundada, en amor ferviente, ofreciendo las primicias de sus propias cosas creadas. Y la Iglesia sola ofrece esta pura oblación al Creador, ofreciéndole a Él, con acción de gracias, de su creación. Pero los judíos no ofrendan así... Ni tampoco ninguna de las sinagogas de los herejes ... ¿Cómo pueden ser coherentes consigo mismos, [al decir] que el pan sobre el cual se ha dado gracias es el cuerpo del Señor, ómo pueden ser coherentes consigo mismos, [al decir] que el pan sobre el cual se ha dado gracias es el cuerpo del Señor, y la copa su sangre, si no le reconocen a él mismo como el Hijo del Creador del universo, esto es, su Verbo, a través de quien el bosque fructifica, y las fuentes fluyen, y la tierra da “primero el tallo, luego la espiga, y luego el grano lleno en la espiga” [Marcos 4:28]?
(5) De nuevo, ¿cómo pueden decir que la carne, la cual es nutrida con el cuerpo del Señor y con su sangre, va a la corrupción y no participa en la vida? Que, por tanto, modifiquen su opinión o cesen de ofrecer las cosas recién mencionadas. Pero nuestra opinión es concordante con la Eucaristía, y a su vez la Eucaristía establece nuestra opinión. Pues le ofrecemos lo que es de Él, anunciando consistentemente la fraternidad y unión de la carne y el espíritu. Porque como el pan, el cual se produce de la tierra, cuando recibe la invocación de Dios, no es más pan común, sino la Eucaristía, consistente en dos realidades, terrenal y celestial, del mismo modo nuestros cuerpos, cuando reciben la Eucaristía, no son ya corruptibles, teniendo la esperanza de la resurrección para la eternidad.
5.1. (3) Vanos son también los ebionitas, quienes no reciben por fe en sus almas la unión de Dios y hombre, sino que permanecen en la vieja levadura del nacimiento [natural], y no quieren entender que el Espíritu Santo vino sobre María, y que el poder del Altísimo la cubrió; de donde lo que fue generado es santo, y el Hijo del Altísimo, Padre de todos, quien efectuó la encarnación de este ser, y mostró una nueva [clase de] generación; que así como por la generación previa recibimos la muerte, así también por esta nueva generación podamos heredar la vida. Por tanto, estos hombres rechazan la mezcla de vino celestial, y desean que sólo sea agua del mundo, no recibiendo a Dios de modo de tener unión con Él, sino que permanecen en aquel Adán que había sido conquistado y fue expulsado del Paraíso. No considerando que, habiendo sido unido a lo que había sido formado, animaba al hombre, y le manifestó como un ser dotado de arzón; de modo que al final, el Verbo del Padre y el Espíritu de Dios, habiéndose tornado unidos con la antigua sustancia de la formación de Adán, tornaron al hombre vivo y perfecto, receptivo al perfecto Padre, para que así como en el natural todos estábamos muertos, en el espiritual todos seamos vivificados [cf. 1 Corintios 15:22]...
5.2. (2) Pero vanos en todo respecto son quienes rechazan la entera economía de Dios, y niegan la salvación de la carne, y tratan con desprecio su regeneración, sosteniendo que no es capaz de incorrupción. Pero si ésta de veras no alcanza la salvación, entonces ni el Señor nos redimió con su sangre, ni es la copa de la Eucaristía la comunión de su sangre, ni el pan que partimos la comunión de su cuerpo. Pues la sangre solamente puede provenir de las venas y la carne, y todo lo demás que constituye la sustancia del hombre, como fue realmente hecho el Verbo de Dios. Por su propia sangre nos redimió, como también su apóstol declara: “En quien tenemos redención por medio de su sangre, la remisión de los pecados.” [Colosenses 1:14]. Y así como somos sus miembros, también somos nutridos por medio de la creación (y Él mismo nos concede la creación, pues causa que el sol salga, y envía la lluvia conforme a su voluntad). Él ha reconocido la copa, la cual es una parte de la creación, como su propia sangre, de la cual Él humedece nuestra sangre: y el pan (también una parte de la creación) Él lo ha establecido como su propio cuerpo, del cual Él da crecimiento a nuestros cuerpos.
(3) Cuando, por tanto, la copa mezclada y el pan manufacturado recibe al Verbo de Dios, y se hace la Eucaristía de la sangre y del cuerpo de Cristo, de las cuales cosas la sustancia de nuestra carne es nutrida y sostenida, ¿cómo pueden afirmar que la carne es incapaz de recibir el don de Dios, que es vida eterna, si es nutrida del cuerpo y sangre del Señor, y es un miembro de Él? –como también lo declara el bendito Pablo en su epístola a los efesios, que “somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos” [Efesios 5:30]. Él no habla estas palabras acerca de algún hombre espiritual e invisible, pues un espíritu no tiene huesos ni carne; sino de la economía [por la cual] un hombre real, consistente de carne, y nervios, y huesos – aquella [carne] que es nutrida por la copa que es su sangre, y recibe alimento del pan que es su cuerpo. Y del mismo modo en que lo cortado de la viña plantada en el suelo fructifica en su sazón, o como un grano de trigo que cae en tierra y se descompone sale con un múltiple aumento por el Espíritu de Dios, quien contiene todas las cosas, y entonces, a través de la sabiduría de Dios, sirve para el uso de los hombres, y habiendo recibido al Verbo de Dios, se torna la Eucaristía, la cual es el cuerpo y la sangre de Cristo; de igual modo nuestros cuerpos, siendo nutridos por ella, y depositados en la tierra, y sufriendo allí descomposición, surgirán a su debido tiempo, concediéndoles resurrección el Verbo de Dios para la gloria de Dios Padre, quien libremente da inmortalidad a esto mortal, y a esto corruptible, incorrupción, pues la fuerza de Dios se hace perfecta en la debilidad, para que nunca nos envanezcamos, como si tuviésemos vida por nosotros mismos, y nos exaltemos contra Dios, haciéndose ingratas nuestras mentes; sino que aprendiendo por experiencia que poseemos duración eterna del poder insuperable de este ser, no por nuestra propia naturaleza, ni subestimemos la gloria que rodea a Dios tal como Él es, ni seamos ignorantes de nuestra propia naturaleza, sino que conozcamos lo que Dios puede hacer, y qué beneficios recibe el hombre, y así nunca nos extraviemos de la verdadera comprensión de cómo son las cosas, esto es, tanto con respecto a Dios como con respecto al hombre. ¿Y no pudiera ser, quizá, como ya he observado, que con este propósito Dios permitió nuestra disolución en el polvo común de la mortalidad, para que, siendo nosotros instruidos en todas las maneras, podamos ser precisos en todas las cosas para el futuro, no siendo ignorantes ni de Dios ni de nosotros?


Aquí va la segunda parte:



Clemente de Alejandría


Probablemente nació en Atenas hacia 150. Recibió formación filosófica antes de su conversión, y cuando se hizo cristiano retuvo mucho de lo aprendido de los filósofos. El cristianismo era para él la verdadera filosofía. Murió hacia 215. Nótese cómo considera simbólicos de la nutrición del alma los dichos de Juan 6.
El Pedagogo, 1, 6
Pues la misma Palabra es fluida y suave como la leche, o sólida y compacta como la carne. Y demorándonos en este enfoque, podemos comparar la proclamación del Evangelio, que está universalmente difundido, como leche; y como carne la fe, por la cual la instrucción se compacta en un fundamento, la cual, siendo más sustancial que el oír, se asemeja a la carne, y aporta al alma misma nutrición de esta clase. En otra parte el Señor, en el Evangelio según Juan, trajo esto mediante símbolos, cuando dijo: “Comed mi carne y bebed mi sangre” [Juan 6:34]; describiendo claramente por metáfora las propiedades bebibles de la fe y la promesa, por medio de la cual la Iglesia, como un ser humano que consta de muchos miembros, se refresca y crece, es ligada y compactada por ambas –por la fe, que es el cuerpo, y la eseranzala cual es el alma.; como también el Señor de la carne y de la sangre. Pues en realidad la sangre de la fe es la esperanza, en la cual la fe es sostenida como por un principio vital. Y cuando expira la esperanza, es como si la sangre se escurriese, y la vitalidad de la fe resulta destruida. Si, pues, alguien se opusiese, diciendo que por leche se signfican las primeras lecciones –como si fuera, el primer alimento- y que por carne se entienden aquellas comprensiones espirituales que ellos alcanzan elevándose al conocimiento, que entiendan que, al decir que la carne es alimento sólido, y la carne y sangre de Jesús, son llevados por su propia sabiduría vana a la verdadera simplicidad. Pues la sangre resulta ser un producto original en el hombre, y algunos se han aventurado a llamarla la sustancia del alma. Y esta sangre, transmutada por un proceso natural de asimilación en el embarazo de la madre ... florece y envejece, para que no haya temor para el niño. La sangre, también, es la parte más húmeda de la carne, siendo una especie de carne líquida; y la leche es la parte más dulce y excelente de la sangre ... ¡Qué absurdo es, entonces, no reconocer que la sangre es convertida por el aliento en aquella blanca y brillante sustancia! El cambio que sufre es en calidad, no en esencia. Ciertamente no hallaréis nada más nutritivo, dulce o blanco que la leche. En todo aspecto, entonces, es como nutrición espiritual, la cual es dulce por la gracia, nutritiva como vida, brillante como el Día de Cristo.
La sangre del Verbo también ha sido exhibida como leche. La leche así provista en el parto, es administrada al bebé ... las mujeres embarazadas, al tornarse madres, secretan leche. Pero el Señor Cristo, el fruto de la Virgen, no pronunció benditas las mamas de las mujeres, ni las seleccionó para dar alimento. ¡Oh mística maravilla! El Padre universal es uno, y uno el Verbo universal; y el Espíritu Santo es uno e igual en todas partes, y una sola es la única madre virgen. Yo amo llamarla la Iglesia. Esta madre, cuando estaba sola, no tenía leche, porque sola no era una mujer. Pero ella es a la vez virgen y madre –pura como una virgen, amante como una madre. Y llamando a sus hijos a ella, los nutre con la leche santa , o sea con la Palabra para la infancia. Por tanto ella no tenía leche; pues la leche era este niño puro y hermoso, el cuerpo de Cristo, el cual nutre por la Palabra a la joven raza, la cual el Señor mismo trajo a luz en espasmos de la carne, la cual el Señor envolvió en su preciosa sangre. ¡Oh, maravilloso nacimiento! ¡Oh santas fajas de bebés! El Verbo es todo para el niño, tanto padre como madre, y tutor y nodriza. “Comed mi carne”, dice, “y bebed mi sangre.” [Juan 6: 53-54]. Tal es el adecuado alimento que el Señor ministra, y Él ofrece su carne y entrega su sangre, y nada falta para el crecimiento de los niños. ¡Oh sorprendente misterio! Nos unimos en expulsar la vieja y carnal corrupción, como también la vieja alimentación, recibiendo a cambio otro nuevo régimen, aquel de Cristo, recibiandole si podemos, para guardarlo en nuestro interior; y que, al guardar al Salvador en nuestras almas como en un santuario, podamos corregir las afecciones de nuestra carne.
Pero no estais inclinados a entenderlo de este modo, sino quizá más generalmente. Oídlo también de la siguiente manera. La carne figurativamente representa para nosotros el Espíritu Santo; pues la carne fue creada por Él. La sangre nos señala a la Palabra, pues como rica sangre ha sido infundida para vida; y la unión de ambas es el Señor, el alimento de los bebés, el Señor que es Espíritu y Verbo. El alimento –esto es, el Señor Jesús – esto es, el Verbo de Dios, el Espíritu hecho carne, es carne celestial santificada. La nutrición es la leche del Padre, por la cual sola nosotros los bebés nos nutrimos. El Verbo mismo, entonces, el Amado, y nuestro alimentador, ha derramado su propia sangre por nosotros, para salvar a la humanidad; y por Él nosotros, creyendo en Dios, huimos hacia el Verbo, “el pecho cariñoso” del Padre. Y Él solo, como corresponde, nos provee a nosotros, niños, con la leche de amor, y solamente son bendecidos los que maman de este pecho.
Además, el Verbo declara ser Él mismo el pan del cielo. “Pues Moisés”, dice, “no os dio el pan del cielo, sino que mi Padre os dio el verdadero pan del cielo. Pues el pan de Dios es Aquel que descendió del cielo, y da vida al mundo. Y el pan que yo daré es mi carne, la cual daré por la vida del mundo.” [Juan 6: 32-33,51]. Aquí ha de notarse el misterio del pan, en la medida en que Él habla de su carne, y como carne, consecuentemente, lo que ha surgido a través del fuego , como el trigo surge a través del decaimiento y la germinación; y, en verdad, ha surgido a través del fuego para el gozo de la Iglesia, como pan horneado... Pero ya que Él dijo “Y el pan que daré es mi carne” y ya que la carne es humedecida con sangre, y la sangre se denomina figurativamente vino, estamos invitados a saber que, como pan, deshecho en una mezcla de vino y agua, atrapa el vino y deja la porción acuosa, así también la carne de Cristo, el pan del cielo, absorbe la sangre; esto es, aquellos de entre los hombres que son celestiales, nutriéndolos para inmortalidad, y dejando para destrucción solamente las concupiscencias de la carne.
Así, de muchas maneras el Verbo es figurativamente descrito, como alimento, y carne, y comida, y pan, y sangre, y leche. El Señor es todos éstos, para darnos disfrute a nosotros que hemos creído en Él. Que nadie piense que es extraño, cuando decimos que la sangre del Señor es figurativamente representada como leche. Pues, ¿no es figurativamente representada como vino? “Quien lava”, se dice, “su vestimenta en vino, su túnica en la sangre de la vid” [Génesis 49: 11]. En su propio Espíritu dice que revestirá el cuerpo del Verbo; como ciertamente por su propio Espíritu nutrirá a quienes tengan hambre del Verbo.
Y que la sangre es el Verbo, es testificado por la sangre de Abel, el justo que intercede con Dios. Pues la sangre nunca hubiese emitido una voz, si no hubiese sido considerada como la Palabra: pues el hombre justo del pasado es el tipo del nuevo justo; y la sangre que antaño intercedía, intercede en el lugar de la nueva sangre. Y la sangre que es el Verbo gime a Dios, ya que anunciaba que el Verbo había de sufrir...
... Porque si hemos sido regenerados en Cristo, Aquel que nos ha regenerado nos nutre con su propia leche, el Verbo... Y como la regeneración era consistentemente espiritual, asimismo la nutrición del hombre es espiritual. En todos los respectos, por tanto, y en todas las cosas, somos llevados a la unión con Cristo, en relación con su sangre, por la cual somos redimidos; y a simpatía, en consecuencia de la nutrición que fluye del Verbo; y en inmortalidad, a través de su guía.
El Pedagogo 2.2
Posteriormente la viña sagrada produjo el racimo profético. Esto fue un signo para ellos, cuando se los llevó de su vagabundeo a su reposo; representando el gran racimo, el Verbo, machacado por nosotros. Pues la sangre de la vid –esto es, el Verbo- deseaba ser mezclada con agua, como su sangre es mexclada con salvación.
Y la sangre del Señor es doble. Pues está la sangre de su carne, por la cual somos redimidos de la corrupción; y la espiritual, por la cual somos ungidos. Y beber la sangre de Jesús es tornarse participante de la inmortalidad del Señor; siendo el Espíritu el principio energético del Verbo, como la sangre lo es de la carne.
Concordantemente, como el vino se mezcla con agua, así es el Espíritu con el hombre. Y la una, la mezcla de vino con agua, nutre para fe; mientras que el otro, el Espíritu, conduce a la inmortalidad.
Y la mezcla de ambos –del agua y del Verbo- es llamada Eucaristía, gracia renombrada y gloriosa; y quienes por fe partricipan de ella son santificados tanto en cuerpo como en alma. Por la mezcla divina, el hombre, la voluntad del Padre la ha compuesto místicamente del Espíritu y del Verbo. Pues en verdad, el espíritu se une al alma, que es inspirada por él; y la carne, por razón de la cual el Verbo se hizo carne, al Verbo.
Stromata (Misceláneas) 10
Por lo cual el Salvador, tomando el pan, primero habló y bendijo. Entonces partiendo el pan, lo presentó, para que pudiésemos comerlo, conforme a la razón, y que conociendo las Escrituras pudiésemos caminar obedientemente.



Tertuliano


Tertuliano de Cartago (c. 160-c. 220) fue un prolífico autor. Hacia el fin de su vida adoptó el montanismo. En sus escritos hay algunas alusiones a la Eucaristía, a la que llama “sacramento”, equivalente latino del griego “mysterion.” Nótese el paralelo entre la nutrición del cuerpo y la del alma, que nos recuerda a lo ya dicho por Justino. El pan que representa a Cristo debe entenderse en sentido espiritual.
Sobre la Corona, 3
Tomamos también, en las congregaciones antes del amanecer, y de la mano de nadie sino de los presidentes, el sacramento de la Eucaristía, el cual el Señor tanto mandó que fuese comido a la hora de las comidas, y dispuso que fuese tomado por todos por igual.
Sobre la resurrección de la carne, 8
Y ya que el alma es, como consecuencia de su salvación, escogida al servicio de Dios, es la carne la que en realidad la torna capaz de tal servicio. La carne, ciertamente, es lavada, para que el alma pueda ser limpiada; la carne es ungida, para que el alma pueda ser consagrada; la carne es señalada (con la cruz) para que el alma pueda ser fortificada; la carne es cubierta con la imposición de manos, para que el alma pueda también ser iluminada por el Espíritu; la carne se alimenta del cuerpo y la sangre de Cristo, para que el alma del mismo modo pueda cebarse en Dios. No pueden separarse en su recompensa, cuando están unidas en su servicio.
Sobre la Oración, 6
... podemos más bien entender “Danos hoy el pan nuestro de cada día” espiritualmente. Pues Cristo es nuestro pan; porque Cristo es vida, y el pan es vida. “Yo soy”, dice Él, “el pan de vida” [Juan 6:35]; y , un poco antes, “El Pan es la Palabra del Dios viviente, quien descendió de los cielos.” Entonces hallamos, también, que su Cuerpo es reconocido en el pan: “esto es mi cuerpo” [Mateo 26:26]. Y así, al pedir “nuestro pan diario” pedimos perpetuidad en Cristo, e indivisibilidad de su cuerpo. Pero debido a que aquella palabra admite también un sentido carnal, no puede ser empleada así sin el recuerdo religioso con disciplina espiritual; pues [el Señor] manda que se ore por el pan, el cual es el único alimento necesario para los creyentes.
Sobre la Oración, 19
Similarmente, también, respecto de los días de Estaciones [¿ayunos?] la mayoría piensa que ellos no deben estar presentes en las oraciones sacrificiales, sobre la base de que la Estación puede interrumpirse por la recepción del Cuerpo del Señor. ¿Es entonces que la Eucaristía cancela un servicio dedicado a Dios, o es que lo une más a Dios?¿No será tu Estación más solemne si junto con ella has estado en el altar de Dios? Cuando el Cuerpo del Señor ha sido recibido y reservado, cada punto está asegurado, tanto la participación en el sacrificio como el cumplimiento del deber.



Hipólito de Roma

Hipólito (c.170-235) fue el último gran escritor romano en escribir en griego. Muchas de sus obras se han perdido, pero en el tema que nos ocupa revisten interés algunas partes de “La Tradición Apostólica”, obra cuyo contenido es esencialmente litúrgico. Ya que escribió en Roma, resulta de particular interés su referencia eucarística a los “símbolos” que “representan” el cuerpo y la sangre del Señor.
La tradición apostólica
4. Cuando se haya convertido en obispo, que todos le ofrezcan el beso de paz, saludándolo porque él se dignificó. Que los diáconos le presenten la oblación y que él, imponiendo las manos sobre ella con todo el presbiterio, diga, dando gracias: “El Señor sea con vosotros”. Y que todos digan: “Y con tu espíritu.” “Elevad vuestros corazones.” “Ya los tenemos levantados hacia el Señor.” “Demos gracias al Señor.” “Este es digno y justo.”
Y que continúe entonces así:
Nosotros te damos gracias, oh Dios, por tu Hijo bienamado, Jesucristo, que nos enviaste en estos últimos tiempos como salvador, redentor y mensajero de tu designio. El es tu Verbo inseparable, por quien has creado todo, el cual, en tu beneplácito, enviaste desde el cielo en el seno de una virgen y, habiendo sido concebido, se encarnó y se manifestó como tu Hijo, nacido del Espíritu Santo y de la Virgen.
El fue quien, cumpliendo tu voluntad y adquiriendo un pueblo santo, extendió las manos para liberar del sufrimiento a quienes tienen confianza en ti.
Mientras él ofrendaba su sufrimiento voluntario a fin de destruir la muerte y romper las cadenas del diablo, para hollar con sus pies el infierno, para conducir a los justos a la luz, para fijar las reglas de la fe y manifestar la resurrección, tomando el pan te agradecía, diciendo: “Tomad, comed, este es mi cuerpo que he partido por vosotros”; y del mismo modo el cáliz, diciendo: “Esta es mi sangre que se ha vertido por vosotros. Cuando hacéis esto, hacedlo en mi memoria.”
Recordando, entonces, su muerte y su resurrección, nosotros te ofrecemos este pan y este cáliz, dándote las gracias por habernos juzgado dignos de estar ante ti y servirte como sacerdotes.
Y te pedimos que envíes tu Espíritu Santo sobre la oblación de la santa Iglesia. Reuniéndolos, da a todos el derecho de participar en tus santos misterios para estar henchidos del Espíritu Santo, para la afirmación de su fe en la verdad, a fin de que te alabemos y glorifiquemos por tu Hijo Jesucristo, que tiene tu gloria y tu honor con el Espíritu Santo en tu santa Iglesia, ahora y por los siglos. Amén.
21.
... Entonces será presentada la oblación al obispo y él dará gracias sobre el pan porque es el símbolo del cuerpo de Cristo; sobre el cáliz de vino mezclado, porque es la imagen de la sangre que se derramó por todos los que creen en él; sobre la leche y la miel mezcladas, indicando la promesa hecha a nuestros padres, al hablarles de la tierra donde abundan la leche y la miel, por cuyo cumplimiento Cristo dio su carne, de la cual, como niños pequeños, se alimentan los creyentes; sobre el agua presentada en ofrenda para significar el baño, a fin de que el alma del hombre obtenga los mismos efectos que el cuerpo.
Todas estas cosas el obispo las explicará a los que reciben la comunión. Cuando parte el pan, al presentar cada trozo, dir{a: “El pan del cielo en Cristo Jesús” y el que recibe responderá: “Amén.”
... si es necesario recordar alguna otra cosa, el obispo lo dirá bajo el [sello del] secreto a los que recibieron la Eucaristía. Los infieles no deben tener conocimiento de todo esto. Sólo podrán tenerlo después de recibir la Eucaristía. Esta es la piedra blanca de la que Juan dijo: “Un nombre nuevo está escrito allí, que nadie lo conozca a excepción de aquél que recibirá la piedra” [Apocalipsis 2:7].
41.
El que estuviere en su casa, que ore y alabe a Dios en la hora tercera. El que en ese momento estuviera en otra parte, que eleve una plegaria a Dios en su propio corazón, ya que en esa hora se vio a Cristo atado al madero. También en el Antiguo Testamento, la Ley prescribió ofrecer y presentar el pan de la proposición en la hora tercera, como símbolo del cuerpo y de la sangre de Cristo: la inmolación del irracional cordero es la representación del cordero perfecto. Siendo Cristo el Pastor, es también el maná que descendió del cielo.



Orígenes


Orígenes (185-254) fue uno de los más grandes eruditos de la antigüedad cristiana. Nació en Alejandría y fue discípulo de Clemente, a quien sucedió. Escribió muchísimo, pero gran parte de su obra se ha perdido. Su punto de vista espiritual acerca de la Eucaristía puede deducirse de las obras remanentes.
Contra Celso 8,57
Celso supone que los hombres “cumplen con las obligaciones de la vida hasta que son liberados de sus ligaduras” cuando, de acuerdo con costumbres comúnmente recibidas, ofrecen sacrificios a cada uno de los dioses reconocidos en el estado; y no percibe el verdadero deber que es cumplido por una diligente piedad. Porque nosotros decimos que cumple verdaderamente con los deberes de la vida el que siempre tiene presente quién es su Creador, y qué cosas le son agradables, y quien actúa en todas las cosas de modo que pueda complacer a Dios. De nuevo, Celso quiere que seamos agradecidos con estos demonios, imaginándose que les debemos ofrendas de agradecimiento. Pero nosotros, si bien reconocemos la obligación del agradecimiento, sostenemos que no mostramos ingratitud al rehusar darle gracias a seres que ningún bien nos hacen, sino que más bien están contra nosotros cuando ni les sacrificamos ni les adoramos. Estamos mucho más preocupados por no ser desagradecidos para con Dios, quien nos ha colmado con sus beneficios, cuya hechura somos, quien nos cuida en cualquier condición que nos hallemos, y quien nos ha dado esperanza de cosas más allá de la vida presente. Y tenemos un símbolo de gratitud a Dios en el pan que llamamos la Eucaristía.
Orígenes
Homilías sobre Éxodo 13,3:
Deseo amonestaros con ejemplos de vuestra religión. Vosotros que estáis acostumbrados a participar en los divinos misterios, cuando recibís el cuerpo del Señor, reverente y minuciosamente guardáis que ninguna partícula caiga al suelo y que nada del don consagrado se pierda. Porque os consideráis culpables, y con razón, si cualquier parte de él se perdiese por negligencia. Pero si observáis tal cuidado en guardar su cuerpo, y apropiadamente, ¿cómo es que pensáis que descuidar la Palabra de Dios sea un crimen menos grave que descuidar su cuerpo?
Comentario sobre el Evangelio de Juan
6,35
Si investigamos más en la significación de que Jesús fuese señalado por Juan, cuando dice: “Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”, podemos situarnos en la economía del advenimiento corporal del Hijo de Dios en vida humana, y en tal caso concebiremos que el cordero no es sino el hombre. Pues el hombre “fue llevado como una oveja al matadero, y como un cordero, mudo ante sus trasquiladores.” De aquí, también, que en el Apocalipsis se ve un cordero, de pie como inmolado. Este cordero inmolado ha sido hecho, según ciertas ocultas razones, una purificación para el mundo entero. por la cual, conforme al amor del Padre por el hombre, él se sometió a la muerte, redimiéndonos por su propia sangre de aquél que nos tenía en su poder, vendidos bajo el pecado. Y aquél que llevó a este cordero al matadero fue Dios en el hombre, el gran Sumo Sacerdote, como lo muestra por las palabras: “Nadie me quita mi vida, sino que la entrego por mí mismo. Tengo poder para entregarla, y tengo poder para volverla a tomar.”
10,13
Hasta qué punto haya cualquier pascua y cualquier fiesta de levadura además de las dos que hemos mencionado, es un punto que debemos examinar más cuidadosamente, ya que estas sirven como un modelo y una sombra de las celestiales de las cuales hablamos, y no solamente tales cosas como comida y bebida y lunas nuevas y sábados, sino también los festivales, son una sombra de las cosas por venir. En primer lugar, cuando el Apóstol dice, “Cristo, nuestra pascua, es sacrificado” , uno puede albergar al respecto dudas como éstas. Si la oveja de los judíos aes un tipo del sacrificio de Cristo, entonces debiera haber sido ofrecida [solamente] una y no una multitud, ya que Cristo es uno; o, si muchas ovejas fueron ofrecidas se ha de seguir el tipo, como si muchos Cristos fuesen sacrificados. Pero para no demorarnos en esto, podemos preguntar cómo la oveja, que era la víctima, contiene una imagen de Cristo, cuando era sacrificada por hombres que estaban cumpliendo la Ley, pero Cristo fue muerto por transgresores de la Ley, y qué aplicación puede hallarse en Cristo de la instrucción, “Comerán la carne esta noche, asada al fuego, y pan ázimo en hierbas amargas comerán”, y “No lo comas crudo, ni hervido, sino asado al fuego; la cabeza con los pies y las entrañas; y no dejarás nada aparte para la mañana, y no le quebrarás ningún hueso. Pero lo que sobre hasta la mañana lo quemarás.” La frase “No le quebrarás ningún hueso” parece haber sido empleada por Juan en su Evangelio, como aplicada a los acontecimientos concernientes a cristo, y conectándolos con la ocasión hablada en la Ley cuando quienes comían la oveja son llamados a no quebrarle ningún hueso.
Traemos a la mente las palabras, “Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”, pues se dice de la pascua, “Lo tomarás de los corderos o de las cabras.” El Evangelista aquí concuerda con Pablo, y ambos están involucrados en las dificultades de las que hablábamos más arriba. Pero por otra parte tenemos que decir que si el Verbo se hizo carne, y el Señor dice, “A menos que comáis la carne del Hijo del hombre, y bebáis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré en el día postrero. Pues mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí, y yo en él” – entonces la carne de la que así se habla es aquella del Cordero que quita el pecado del mundo; y esta es la sangre, parte de la cual había de colocarse en las jambas, y en los dinteles de las casas, en las cuales comemos la pascua. De la carne de este Cordero es necesario que comamos en el mundo, el cual es noche, y la carne ha de ser asada al fuego, y comida con pan ázimo, pues el Verbo de Dios no es solamente carne. El dice, en efecto, de sí mismo “Yo soy el pan de vida” ... No debemos pasar por alto, empero, que por un uso amplio de las palabras, cualquier comida es llamada pan ... Me lleva a esta observación el dicho de Juan, “Y el pan que daré es mi carne, por la vida del mundo.” De nuevo, comemos la carne del Cordero, con hierbas amargas, y pan ázimo, cuando nos arrepentimos de nuestros pecados y nos lamentamos con la pena que es según Dios, un arrepentimiento que opera para nuestra salvación, y del cual no debemos arrepentirnos; o cuando, a causa de nuestras pruebas, nos volvemos hacia las especulaciones que resultan ser aquellas de la verdad, y somos nutridos por ellas. No hemos, sin embargo, de comer la carne del Cordero cruda, como lo hacen quienes son esclavos de la letra, como animales irracionales, y aquellos que están enfurecidos contra hombres verdaderamente razonables, porque éstos desean entender las cosas espirituales; en verdad [aquéllos] comparten la naturaleza de las bestias salvajes. Sino que debemos esforzarnos en convertir la crudeza de la Escritura en alimento bien cocido, no permitiendo que lo escrito se torne fláccido, y húmedo, y magro, como aquéllos que tienen oídos con comezón, y apartan sus oídos de la verdad. Sino que seamos de espíritu ferviente y nos aferremos a las fieras palabras dadas a nosotros por Dios, como las que Jeremías recibió de Aquel que le habló: “He aquí, he hecho mis palabras en tu boca como fuego” , y veamos que la carne del Cordero esté bien cocida, de modo que aquellos que participan de ella puedan decir, mientras Cristo habla en nosotros: “Nuestro corazón ardía en el camino, mientras nos abría las Escrituras.”
... Pero en este comer, debemos comenzar por la cabeza, es decir, en las doctrinas principales y más esenciales acerca de las cosas celestiales, y debemos terminar con los pies, las últimas ramas del conocimiento que investigan la naturaleza última de las cosas, o acerca de cosas más materiales, o acerca de cosas bajo la tierra, o acerca de espíritus malvados o demonios inmundos. Pues puede ser que la relación de estas cosas no sea obvia, como ellas mismas, sino que está dispuesta entre los misterios de la Escritura, de tal modo que puede llamarse, trópicamente, los pies del Cordero. Tampoco debemos dejar de tratar con las entrañas, que están dentro y escondidas de nosotros; debemos acercarnos al conjunto de la Escritura como a un cuerpo, no debemos lacerar ni irrumpir a través de las fuertes y bien entretejidas conexiones que existen en la armonía de toda su composición, como aquéllos que laceran, en la medida que pueden, la unidad del Espíritu que está en todas las Escrituras. Pero esta antedicha profecía del Cordero ha de ser nuestra nutrición solamente durante la noche de esta oscrura vida nuestra; lo que viene después de esta vida es, como si fuera, el amanecer del día, y ¿por qué habríamos de dejar para entonces la comida que solamente puede sernos útil ahora? Pero cuando la noche haya pasado, y el día que la sigue esté a la mano, entonces tendremos para comer un pan que no tiene nada que ver con el pan leudado del antiguo e inferior estado de cosas, sino que es ázimo, y que nos servirá hasta que aquello que viene después del pan ázimo nos sea dado, el maná, el cual es alimento de ángeles más que de hombres.
Cada uno de nosotros, pues, puede sacrificar su cordero en cada casa de nuestros padres, y mientras uno quebranta la ley, no sacrificando en absoluto el cordero, otro puede guardar enteramente el mandamiento, ofreciendo su sacrificio, y cociéndolo correctamente, y evitando quebrarle ningún hueso. Esta es, brevemente, la interpretación de la Pascua sacrificada por nosotros, la cual es Cristo, en conformidad con la interpretación adoptada por los Apóstoles, y con el Cordero en el Evangelio. Pues no debemos suponer que las cosas históricas son tipos de cosas históricas, y las cosas materiales de lo material, sino que las cosas materiales son t´picas de cosas espirituales, y las cosas históricas de la [cosas] intelectuales. No es necesario que nuestro discurso ascienda ahora a aquella tercera pascua que ha de ser celebrada con miríadas de ángeles en el éxodo perfectísimo y más bendito; ya hemos hablado de estas cosas con mayor extensión de la que el pasaje exige.
Comentario sobre Mateo, Libro 10, 14
... como no es la carne, sino la conciencia de aquel que come con duda lo cual mancilla al que come, pues “quien duda es condenado si come, pues no come con fe”, y como nada es puro para quien está mancillado e incrédulo, no en sí mismo, sino que a causa de su mancilla e incredulidad, así lo que es santificado a través de la palabra de Dios y la oración no santifica a quien lo usa por su propia naturaleza, pues de ser así santificaría aun a aquél que come indignamente del pan del Señor, y nadie por esta causa se tornaría débil o enfermo o dormiría pues algo por el estilo representó Pablo al decir, “Por esta causa muchos de entre vosotros estáis débiles y enfermos y no pocos duermen.” Y en el caso del pan del Señor, consecuentemente, hay ventaja para quien lo emplea cuando con mente impoluta y conciencia pura participa del pan. Y de este modo, ni por no comer quiero decir que por el mismo hecho de que no comemos del pan que ha sido santificado por la palabra de Dios y la oración, somos privados de nada bueno, ni que por comer somos mejores en algo bueno; pues la causa de nuestra carencia es la impiedad y los pecados, y la causa de nuestra abundancia es la rectitud y las buenas acciones; así que tal es el significado de lo dicho por Pablo: “No somos mejores si comemos, ni somos peores si no comemos.” Ahora, si “todo lo que entra a la boca va al estómago y es arrojado en la letrina” aún la comida que ha sido santificada a través de la palabra de Dios y la oración, en conformidad con el hecho de que es material, va al estómago y es arrojado en la letrina, pero por causa de la oración que viene sobre ella, conforme a la medida de la fe, deviene un beneficio y es un medio de ver claramente para la mente que busca lo que es beneficioso, y no es la materia del pan sino
la palabra que se dice sobre ella lo que aprovecha al que come no indignamente del Señor. Y estas cosas ciertamente son dichas del cuerpo típico y simbólico. Pero muchas cosas podrían decirse acerca del Verbo mismo que se hizo carne, y verdadera comida de la cual el que come vivirá seguramente por siempre, no siendo capaz de comer de ella ninguna persona indigna; pues si fuese posible para uno que continúa indigno comer de Aquel que se hizo carne, quien era el Verbo y el pan viviente, no se habría escrito que “todo el que come de este pan vivirá para siempre.”
Comentario sobre Mateo serie 85
Este pan que el Verbo de Dios dice ser su cuerpo, es la Palabra que alimenta las almas, el Verbo que procede de Verbo Dios; es pan celestial, que está colocado encima de la mesa, del cual está escrito : “Tú pones ante mí una mesa, enfrente de mis enemigos” [Salmo 22:5]. Y esa bebdida que el Verbo Dios dice ser su sangre, es la Palabra que sacia e inebria los corazones de los que beben; de la bebdida de este cáliz está escrito: ¡Qué bueno es tu embriagador cáliz! ... El Verbo Dios no llamó cuerpo suyo a aquel pan visible que tenía en sus manos, sino a la Palabra, en cuyo misterio debía romperse el pan. No llamó su sangre a aquella bebida visible, sino a la Palabra, en cuyo misterio se serviría esta bebida. Porque ¿qué otra cosa puede ser el cuerpo o la sangre del Verbo Dios sino la palabra que alimenta y alegra los corazones?
(Citado por J. Quasten, Patrología. Madrid: BAC, 1978; 1: 397)
Cipriano de Cartago
Este maestro de retórica nacido c. 200, se convirtió al Evangelio en 246 y poco después fue elegido como obispo. Aunque sus escritos contribuyeron a concebir la Eucaristía como un nuevo sacrificio, un examen de los textos relevantes muestran que eso se debió a una mala comprensión de ellos.
La oración del Señor, 18
Como la plegaria prosigue, pedimos y decimos: “Danos hoy nuestro pan de cada día.” Esto puede entenderse tanto espiritual como simplemente, pues cada entendimiento es provechoso en la utilidad divina para salvación. Pues Cristo es el pan de vida y el pan aqupi es de todos, pero es nuestro. Y como decimos “Padre nuestro”, porque Él es el Padre de quienes entienden y creenm también decimos “pan nuestro” porque Cristo es el pan de aquellos de nosotros que alcanzan su cuerpo. Más aún, pedimos que este pan se nos dé cotidianamente, no sea que nosotros, que estamos en Cristo y recibimos la Eucaristía diariamente como alimento de salvación, con la intervencióm de algún pecado más grave, mientras somos expulsados y como no comunicantes somos privados del pan celestial, seamos separados del cuerpo de Cristo como Él mismo declara, diciendo, “Yo soy el pan de vida que descendió del cielo. Quienquiera que coma de mi pan vivirá por siempre. Además, el pan que daré es mi carne por la vida del mundo.” Ya que dice que, si alguien come de su pan, vive para siempre, como es manifiesto que viven quienes alcanzan su cuerpo y reciben la Eucaristía por derecho de comunión, así por otra parte debemos temer y orar, no sea que cualquiera, cuando es cortado y separado del cuerpo de Cristo, permanezca separado de la salvación, como Él mismo amenaza, diciendo: “A menos que comáis la carne del Hijo del hombre y bebáis su sangre, no tendréis vida en vosotros.” Y así, pedimos que nuestro pan, el cual es Cristo, nos sea dado cotidianamente, de modo que nosotros, que permanecemos en Cristo, no nos alejemos su santificación y cuerpo.
Epistola 62 (Oxford 63) año 253
Carta a Cecilio, sobre el sacramento de la copa del Señor
2. Sabe, entonces, que he sido advertido que, al ofrecer la copa, la tradición del Señor debe ser observada, y que nada debe ser hecho por nosotros sino lo que el Señor hizo primero en nuestro beneficio, como que la copa que se ofrece en memoria de Él debe ofrecerse mezclada con vino. Pues cuando Cristo dice, “Yo soy la vid verdadera”, la sangre de Cristo ciertamente no es agua, sino vino; ni tampoco puede parecer su sangre por la cual somos redimidos y resucitados estar en la copa, si en la copa no hay vino por la cual se demuestre la sangre de Cristo, la cual es declarada por el sacramento y testimonio de todas las Escrituras.
4 ... Pues, ¿quién es más sacerdote del Dios Altísimo que nuestro Señor Jesucristo, quien ofreció un sacrificio a Dios el Padre, y ofreció exactamente la misma cosa que Melkisedek había ofrecido, esto es, pan y vino, es decir, su cuerpo y sangre? ... En el Génesis, por tanto, para que la bendición hacia Abraham por Melkisedek el sacerdote pudiese ser adecuadamente celebrada, precede la figura del sacrificio de Cristo, a saber, como [estaba] ordenada en pan y vino, y así Aquél que es la plenitud de la verdad cumplió la verdad de la imagen prefigurada.
7. En Isaías también el Espíritu Santo testifica esto mismo concerniente a la pasión del Señr, diciendo, “¿Por qué es rojo tu vestido, y tus ropas son como las del que ha pisado un lagar?” Isaías 63:2] ¿Puede el agua tornar rojos los vestidos? ¿O hay agua en el lagar que es hollado por los pies, o comprimido por la prensa? Ciertamente, por tanto, se hace mención del vino, para que pueda entenderse la sangre del Señor, y para que lo que posteriormente fue manifestado en la copa del Señor pueda ser predicho por los profetas que lo anunciaron. Se insiste también repetidamente en el pisoteo y la presión del lagar, porque como no puede lograrse beber el vino a menos que antes el racimo sea pisoteado y exprimido, del mismo modo tampoco nosotros podríamos beber la sangre de Cristo a menos que Cristo hubiese sido primero pisoteado y exprimido , y hubiese primero bebido de la copa de la cual también da de beber a los creyentes.
9 ... [El Señor enseñó] con el ejemplo de su propia autoridad que la copa había de mezclarse con la unión de agua y vino. Pues al tomar la copa en la víspera de su pasión, la bendijo y se la dio a sus discípulos, diciendo: “Bebed todos de esto; porque esta es mi sangre del Nuevo Testamento, la cual será derramada por muchos, para la remisión de pecados. Os digo que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre.” En esta porción hallamos que la copa que el Señor ofreció estaba mezclada, y que era vino aquello que llamó su sangre. De lo cual se nota que no se ofrece la sangre de Cristo si no hay vino en la copa, ni se celebra el sacrificio del Señor con una consagración legítima a menos que nuestra oblación y sacrificio respondan a su pasión. ¿Pero cómo habremos de beber el nuevo vino del fruto de la vid con Cristo en el reino de su Padre, si en el sacrificio de Dios el Padre y de Cristo no ofrecemos vino, ni mezclamos la copa del Señor conforme a la propia tradición del Señor?
10. [Cita 1 Corintios 11: 23-26]. Pero si es tanto mandado por el Señor, y también la misma cosa es confirmada y entregada por su apóstol, que tantas veces bebemos, hacemos en recuerdo del Señor lo mismo que el Señor también hizo; y que al mezclar la copa del Señor de la misma manera no nos apartamos de la enseñanza divina; sino que no debemos apartarnos de los preceptos evangélicos, y que los discípulos deben también observar y hacer las mismas cosas que el Maestro tanto enseñó como hizo.
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11. Ya que, entonces, ni el apóstol mismo ni un ángel del cielo puede predicar nada diferente de lo que Cristo ha una vez enseñado y sus apóstoles han anunciado, me pregunto mucho de dónde se originó esta práctica que, contrariamente a la disciplina evangélica y apostólica, ofrece en algunos lugares agua en la copa del Señor, la cual agua no puede por sí misma expresar la sangre de Cristo. El Espíritu Santo no está silencioso en los Salmos acerca del sacramento de esto, cuando menciona la copa del Señor, y dice: “!Esta copa embriagadora, cuán excelente es!” Ahora, la copa que embriaga es ciertamente mezclada con vino, pues el agua no puede embriagar a nadie. Y la copa del Señor embriaga de tal manera, como Noé se embriagó bebiendo vino, en el Génesis. Pero debido a que la intoxicación de la copa del Señor no es como la intoxicación con el vino del mundo, ya que el Espíritu Santo dijo en el Salmo, “Tu copa embriagadora”, añadió, “Cuán excelente es”, porque sin duda la copa del Señor embriaga de tal modo a los que la beben, que los pone sobrios; que restaura en sus mentes la sabiduría espiritual; que cada uno se recupera del sabor del mundo al entendimiento de Dios; y del mismo modo que, por el vino común la mente se disuelve, y el alma se relaja, y toda tristeza es dejada de lado, así, cuando la sangre del Señor y la copa de salvación ha sido bebida, la memoria del viejo hombre es dejada de lado, y surge un olvido de la anterior conducta mundana, y el acongojado y triste pecho que era oprimido por los atormentadores pecados es alivianado por el gozo de la divina misericordia; porque solamente es capaz de regocijarse quien bebe en la Iglesia la cual, cuando está embriagada, retiene la verdad del Señor.
13. Pues porque Cristo nos cargó a todos, en que cargó también con nuestros pecados, vemos que en el agua se entiende el pueblo, pero en el vino la sangre de Cristo. Pero cuando el agua se mezcla en la copa con vino, el pueblo es hecho uno con Cristo, y la asmablea de creyentes es asociada y reunida con El en quien ella cree; la cual asociación y conjunción de agua y vino está tan mezclada en la copa del Señor, que aquella mezcla no puede ser ya separada jamás. De aquí, más aún, que nada puede separar a la Iglesia –esto es, el pueblo establecido en la Iglesia, fiel y firmemente perseverantes en lo que han creído- de Cristo, en un modo tal que impidiese su amor indiviso de permanecer y adherirse. Así, por tanto, al consagrar la copa del Señor no puede ofrecerse agua sola, como tampoco solamente vino. Pues si alguien ofreciese sólo vino, la sangre de Cristo está disociada de nosotros; pero si el agua estuviese sola, el pueblo está disociado de Cristo; pero cuando ambos están mezclados, y se unen entre sí con un estrecho vínculo, se completa un sacramento espiritual y celestial. Así la copa del Señor no es ciertamente agua sola, ni vino solo, a menos que cada uno se mezcle con el otro; del mismo modo en que, por otra parte, el cuerpo del Señor no puede ser harina sola o agua sola, si ambas no se unen y se compactan en la masa de un pan; en el cual mismísimo sacramento nuestro pueblo demuestra ser uno, de forma que de modo similar a muchos granos, recolectados, y molidos, y mezclados en una masa, hacen un pan; así en Cristo, quien es el pan celestial, podamos saber que hay un cuerpo, con el cual nuestro número es añadido y unido.

14. No hay entonces razón, queridísimo hermano, para que nadie piense que ha de seguirse la costumbre de ciertas personas, que antaño han pensado que en la copa del Señor ha de ofrecerse agua sola. Pues debemos averiguar a quién han seguido ellas mismas. Pues si en el sacrificio que ofreció Cristo nadie ha de ser seguido sino Cristo, ciertamente nos corresponde obedecer y hacer aquello que Cristo hizo, y lo que mandó que fuese hecho, ya que Él mismo dice en el Evangelio: “Si hacéis todo lo que os mando, no os llamaré siervos, sino amigos.” Y que Cristo solo haya de ser oído, también lo testimonia el Padre desde el cielo, diciendo: “Este es mi Hijo amado, en quien me complazco; a Él oíd.” De lo cual, si Cristo solo debe ser oído, no debemos prestar atención a lo que otro antes de nosotros puede haber pensado que deba hacerse, sino a lo que Cristo, quienes antes de todos, hizo primero. Tampoco conviene seguir la práctica del hombre, sino la verdad de Dios, ya que Dios habla por el profeta Isaías , y dice: “En vano me adoran, enseñando mandamientos y doctrinas de hombres.” Y de nuevo en el Evangelio el Señor repite este mismo dicho, y dice, "“echazáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra propia tradición.” Más aún, en otra parte lo establece diciendo: “Quienquiera que quebrantare uno de estos mandamientos muy pequeños, y le enseñase a los hombres a hacerlo, será llamado el menor en el reino de los cielos.” Pero si no podemos quebrantar ni siquiera el menor de los mandamientos del Señor, ¡cuánto más está prohibido infringir los tan importantes, tna grandes, tan relacionados al mismo sacramento de la pasión de nuestro Señor y nuestra propia redención, o cambiarlo por tradición humana en cualquier otra cosa diferente de lo que fue divinamente dispuesto! Pues si Crsito, nuestro Señor y Dios, es él mismo el sumo sacerdote de Dios el Padre, y se ha ofrecido primero a Sí mismo como sacrificio al Padre, y ha mandado que esto sea hecho en memoria de Él mismo, ciertamente cumple con el oficio de Cristo el sacerdote que imita lo que hizo Cristo; y entonces ofrece un verdadero y pleno sacrificio en la Iglesia a Dios el Padre, cuando procede a ofrecerlo conforme a lo que ve que Cristo mismo ofreció.

17. Y porque hacemos mención de su pasión en todos los sacrificios (pues la pasión del Señor es el sacrificio que ofrecemos) no debemos haccer nada fuera de lo que Él hizo. Porque dice la Escritura, “Pues tantas veces como coméis este pan y bebéis esta copa, anunciáis la muerte del Señor hasta que Él venga.” Tantas veces, por tanto, como ofrecemos la copa en conmemoración del Señor y de su pasión, hagamos lo que es sabido que hizo el Señor. Y permite, queridísimo hermano que se arribe a esta conclusión: si entre nuestros predecesores alguno sea por ignorancia o simpleza, no ha observado y guardado esto que el Señor por su ejemplo y enseñanza nos ha instruido que hagamos, puede, por la misericordia del Señor, tener concedido el perdón a su simplicidad. Pero no podemos ser perdonados quienes somos ahora amonestados e instruidos por el Señor para ofrecer la copa del Señor mezclada con vino conforme a lo que el Señor ofreció, y para dirigir cartas a nuestros colegas acerca de esto, de modo que la ley evangélica y la tradición del Señor pueda ser guardada en todas partes, y no haya desviación de lo que Cristo tanto enseñó como hizo.
Epístola 75 a Magnus (Oxford 69); año 255
6. Además, aún los propios sacrificios del Señor declaran ellos mismos que la unanimidad cristaian está ligada en sí misma por un firme e inseparable amor. Pues cuando el Señor llama al pan, el cual es compuesto por la unión de muchos granos, su cuerpo, indica a nuestro pueblo al cual Él cargó como estando unido; y cuando llama al vino, el cual es exprimido de muchas uvas y racimos y recolectado, su sangre, también significa nuestro rebaño reunido por la mezcla de una multitud unida.


Un poco de SINCERIDAD, y una mente liberada de prejuicios "romanistas" vería que NO HAY TRANSUBSTANCIACIÓN...
 
El Señor Jesucristo dijo "esto es mi cuerpo" el pan siguió siendo pan y su cuerpo siguió siendo su cuerpo, tomo una copa y dijo "esto es mi sangre", la copa continuo siendo copa y su sangre continuó estando en El; luego cumplió con lo dicho or El, fue y ofreció su cuerpo y ofreció su sangre. Claro pues cuando dijo "esto es mi cuerpo" hablaba de El, no del pan simbolo d su cuerpo y cuando dijo "es mi sangre" hablaba de su sangre no del vino símbolo de su sangre - pues ni el pan fue crucificado ni la copa tampoco -

Es como decir, asi como es partido este pan yo seré partido por el pecado de vosotros, asi como ven el vino veran mi sangre derramada en la cruz por vosotros.

Ahora el creyente toma pan y dice lo mismo, toma vino y dice lo mismo, solo que no hace lo mismo, termina el culto y se va a su casa.

Lo primero, lo hecho por el Señor Jesúcristo es una relalidad siempre presente, lo segundo solo memoria de aquella realidad.

Un saludo.