En realidad, al enseñar que Dios es omnipresente la cristiandad ha confundido los asuntos y ha hecho más difícil que Dios sea una realidad para los que le adoran. ¿Cómo podría Dios estar presente en todo sitio a la misma vez? Dios es una Persona de la región espiritual o celestial, lo cual significa que no tiene cuerpo material, sino espiritual. ¿Tiene cuerpo un espíritu? Sí, pues leemos: “Si hay cuerpo físico, también lo hay espiritual.” (1 Cor. 15:44; Juan 4:24)
Dado que Dios es un ser individual, una Persona con cuerpo espiritual, él tiene un lugar de habitación y por lo tanto no podría estar en ningún otro sitio a la misma vez. Por eso leemos en 1 Reyes 8:43 que los cielos son el ‘lugar establecido de su morada.’ También se nos dice en Hebreos 9:24 que “Cristo entró ... en el cielo mismo, para comparecer ahora delante de la persona de Dios a favor nuestro.”
Además, el discípulo Esteban y el apóstol Juan tuvieron visiones del cielo en las cuales vieron tanto a Dios como a Jesucristo. Por lo tanto, Jehová Dios debe ser una persona, un ser individual, tal como lo es Jesucristo. (Hech. 7:56; Rev. 5:1, 9)
Bien puede ser que algunas personas hayan caído en confusión debido a que Dios lo ve todo; además, su poder se puede sentir en todas partes. (2 Cró. 16:9) Él tiene una ubicación en los cielos más altos, pero su fuerza activa, su espíritu santo, su fuerza, puede sentirse en todas partes, en todo el universo.
No se debe confundir los antropomorfismos que usan los escritores bíblicos, es decir, atribución a Dios de características humanas. Así, la Biblia habla acerca del rostro de Dios, sus ojos y oídos, sus narices y su boca, sus brazos y pies. (Deu. 4:15-20; Sal. 27:8; 1 Ped. 3:12; Sal. 18:15; Isa. 1:20; Deu. 33:27; Isa. 41:2)
Claro, tal lenguaje descriptivo no quiere decir que el cuerpo espiritual de Dios tenga la misma clase de miembros que el cuerpo humano. Pero estas expresiones nos ayudan a entender a Dios, puesto que mediante ellas Dios se hace una realidad más vívida para nosotros.
Sí, la Palabra de Dios muestra que Dios es una personalidad distintiva, que tiene sentimientos, que puede sentirse complacido o sentir desagrado, que puede reír, que puede enojarse, que es misericordioso y tierno en cariño. Se interesa personalmente en cada miembro de la humanidad.
De hecho, tanto amó al mundo de la humanidad que envió a su Hijo unigénito, no que Dios se hizo carne, a la Tierra para que éste muriera como sacrificio, de modo que cualquiera que ejerciera fe en él pudiera adquirir vida eterna. Sal. 2:4, 12; Juan 3:16; Heb. 10:38; Sant. 5:11; 1 Ped. 5:7.
Como Hijo perfecto de Dios, Jesucristo sí poseía excelencia moral o bondad. Sin embargo, no aceptó “Bueno” como parte de un título, porque él mismo solo estaba amoldándose a la norma máxima de bondad, la que tenía su origen en su Padre.
Al rehusar aceptar “Bueno” como parte un título, Jesucristo glorificó a su Padre como la verdadera norma de bondad, y sus palabras demuestran con claridad que no era Dios. Tambien, Jesús mismo no se consideraba "Dios en la carne" porque le pidió a sus discípulos que ejercieran fe en Dios y en él: "No se les perturbe el corazón. Ejerzan fe en Dios, ejerzan fe también en mí" (Juan 14:1)
Como un hijo, Jesús atribuyó a su Padre autoridad, conocimiento y grandeza superiores. Declaró: “Esto de sentarse a mi derecha y a mi izquierda no es mío darlo, sino que pertenece a aquellos para quienes ha sido preparado por mi Padre.” (Mat. 20:23) “Respecto a aquel día o la hora, nadie sabe, ni los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre.” (Mar. 13:32) “¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno, sino uno solo, Dios.” (Mar. 10:18) “El Padre es mayor que yo.” (Juan 14:28)
Jesús reconoció a su Padre como a su Dios. Precisamente antes de morir clamó: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” (Mat. 27:46) Entonces, después de su resurrección, le dijo a María Magdalena: “Asciendo a mi Padre y Padre de ustedes y a mi Dios y Dios de ustedes.” (Juan 20:17)
Finalmente, en una revelación al apóstol Juan, Jesucristo se identificó a sí mismo como el primero de las creaciones de Dios, diciendo: “Estas son las cosas que dice el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación por Dios.”—Rev. 3:14; Juan 1:14; Col. 1:15.
Por lo tanto el testimonio de Jesucristo respecto a sí mismo mientras estuvo en la Tierra revela que él no fue solo un hombre sabio y que tampoco fue Dios en la carne, sino que fue el Hijo humano perfecto de Dios.
La Vulgara y todas la traducciones protestantes pasadas y presentes están equivocadas en Lucas 23:43, y la VNM la correcta. El Dr. George Lamsa afirma:
“
Como ya se dijo, no es posible que el malechor arrepentido estuviera con Jesús en su reino si estuvo muerto por tres días, y aun después de ser resucitado estuvo en la tierra por 40 días más antes de ascender a los cielos. Poco después de su resurrección dijo a María: “Todavía no he ascendido al Padre.” Esto también está relacionado con la pregunta respecto a cuándo aplica lo que Jesús le dijo al malhechor.(Juan 20:17)