Testigos de Jehová...¿restauración del cristianismo original?

¿En qué sentido era único Isaac?

¿En qué sentido era único Isaac?

¿Cuantos hijos tenía Abraham??


Gen 22:2 Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré.

Gen 22:12 Y dijo: No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; porque ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único.

Gen 22:16 y dijo: Por mí mismo he jurado, dice Jehová, que por cuanto has hecho esto, y no me has rehusado tu hijo, tu único hijo;

¿Esta implicito el hecho de que Ismael tambien es hijo de Abraham?

*** Perspicacia para comprender las Escrituras, tomo 2 pág. 1173

Pablo llamó a Isaac el “hijo unigénito” de Abrahán (Heb 11:17), aunque Abrahán engendró a Ismael por medio de Agar, así como a varios hijos más por medio de Queturá. (Gé 16:15; 25:1, 2; 1Cr 1:28, 32.) Sin embargo, el pacto de Dios solo se hizo por medio de Isaac, el único hijo de Abrahán que vino por la promesa de Dios y el único hijo de Sara. (Gé 17:16-19.) Además, cuando Abrahán ofreció a Isaac, él era el único hijo en la casa de su padre, pues todavía no le habían nacido hijos a Queturá, e Ismael, que se había marchado unos veinte años antes, ya estaría casado para ese tiempo y sería cabeza de su propia casa. (Gé 22:2.)​

Como se verá, Isaac fue "único" en varios sentidos, es decir, no tenía igual.

¿Qué sentido tiene relacionar esas palabras con Marcos 13:32? El texto dice con claridad "solo el Padre" sabe el día y la hora, y se enumeran a seres celestiales, como los ángeles. El texto no dice "solo el Padre", sino que excluye a todo otro: "nadie sabe".
Claramente hay pruebas de que Isaac no fue el único hijo de Abrahán, pues se sabe que ya había engendrado a Ismael.
En Marcos 13:32 no hay pruebas de que el espíritu santo esté implícito. De modo que no hay razón para contradecir a Jesús: "El día y la hora, nadie sabe [...] sino solo el Padre" (Marcos 13:32)
 
Re: 1 Corintios 2:10 no muestra que el espíritu santo sea una persona...

Re: 1 Corintios 2:10 no muestra que el espíritu santo sea una persona...

El asunto aqui es que uds son unos engañadores, pues dicen que porque no es nombrado entonces el Espiritu Santo no es persona, no tiene relación, en vez de decir que no es omnisciente. De todas formas todas esas mentiras caen con saber que el Espiritu Santo es Dios.

Jesús dijo una gran verdad que solo en la Padre sabe el día y la hora. Todo el que diga lo contrario es un mentiroso.
 
Re: 1 Corintios 2:10 no muestra que el espíritu santo sea una persona...

Re: 1 Corintios 2:10 no muestra que el espíritu santo sea una persona...

Apolos,
Nuestros amigos están tratando de desviar el tema y no contestar nuestra pregunta sobre Marco 13:32.
 
Corrección del mesnaje anterior...

Corrección del mesnaje anterior...

Incluír las palabras en rojo...

El texto no solo dice "solo el Padre", sino que además excluye a todo otro: "nadie sabe".
 
Re: Evades la conclusión inevitable...

Re: Evades la conclusión inevitable...

Le contesto a tal cual es debido, y no hay más respuesta que esta:

1Tim. 2:5 Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre,​

Quiere tomar, toma. No quiere, desparrame.
 
Re: ¿Qué cantidad de personas adoran?

Re: ¿Qué cantidad de personas adoran?

¿Cuántas PERSONAS adoras tú Remmo?

Contesten sin rodeos...
¿Qué cantidad de personas adoran?

La respuesta es un número entero... digan...

Las personas no se adoran..
se adoran los dioses..
y como solo existe un único Dios verdadero, a ese Dios es a quien yo adoro.
 
Re: 1 Corintios 2:10 no muestra que el espíritu santo sea una persona...

Re: 1 Corintios 2:10 no muestra que el espíritu santo sea una persona...

Jesús dijo una gran verdad que solo en la Padre sabe el día y la hora. Todo el que diga lo contrario es un mentiroso.

Es que verá, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo: UNO SON. Y verá, el Hijo ha de volver, pero su venida NO SERÁ ANUCIADA POR ÉL. Sino POR DIOS PADRE, QUE A SU VEZ ES EL ESPÍRITU SANTO. No lo entiende, pero así es. :)
 
Re: ¿En qué sentido era único Isaac?

Re: ¿En qué sentido era único Isaac?

*** Perspicacia para comprender las Escrituras, tomo 2 pág. 1173

Esto es todo cuanto tienen, su vida depende de unos panfletos, sean o no verdaderos, su vida depende de unos panfletos. Ahí está todo cuanto son, cuanto tienen, y cuanto puede dar a conocer NADA MÁS SON QUE COPIAS REPETITIVAS DE AQUELLOS QUE LES TIENEN SUJETOS A SUS INTERESES.

Para nada más sirven, que para copiar y difundir los único que tienen y dependen. NI TAN SIQUIERA LES HACE FALTA LA FE, con sus obras de reparto, y demás servicios mundanos, resuelven todos sus actos.

Quien tenga ojos para ver, que vea. Pero el único propósito del Apolos es verter, y verter, y verter estos folletitos en base a arrianos, herejes, excomulgados, apostatas, espiritistas, y todo cuanto conocimiento mundano han podido tomar para retorcer la que es un única verdad: ni tienen la más remota idea de cual es.
 
Re: ¿Qué cantidad de personas adoran?

Re: ¿Qué cantidad de personas adoran?

Las personas no se adoran..
se adoran los dioses..
y como solo existe un único Dios verdadero, a ese Dios es a quien yo adoro.

Ahora contestame tu..
¿Es paganismo rendirle culto a un ángel?

Solo hay dos posibles respuestas:
Si me contestas que SI, entonces los TJ predican paganismo.

Si me contestas que NO, entonces la biblia se contradice.
 
Re: Corrección del mesnaje anterior...

Re: Corrección del mesnaje anterior...

Incluír las palabras en rojo...

El texto no solo dice "solo el Padre", sino que además excluye a todo otro: "nadie sabe".

No excluye a nadie pues EL ESPÍRITU SANTO ES DIOS, POR LO TANTO ES EL PADRE, POR LO TANTO... DIOS ES ESPÍRITU... solo usted pretende hacer ver esta falacia, por la sencilla razón QUE NADA VE. Si no sabe si el Hijo es un dios menor, o Dios, o un ángel, o un arcángel, o... ¿que pretende dar a conocer?... no sabe en que creee y que pretende?????
 
Re: 1 Corintios 2:10 no muestra que el espíritu santo sea una persona...

Re: 1 Corintios 2:10 no muestra que el espíritu santo sea una persona...

Apolos,
Nuestros amigos están tratando de desviar el tema y no contestar nuestra pregunta sobre Marco 13:32.

El Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo: UNO SON. Por lo tanto, en este versículo no está citado el Espíritu Santo, pero si el Padre, y como el Padre y el Espíritu Santo UNO SON. Solo los necios y apostas pretenden dividir a Dios de Su Propio Espíritu, y más cuando DIOS ES ESPÍRITU. Y más CUANDO USTEDES NO TIENEN NI LA MÁS REMOTA IDEA DE QUIEN ES EL ESPÍRITU DE DIOS, PUES NI LO CONOCEN, NI JAMÁS LES HA SIDO MANIFESTADO. ¿LE QUEDÓ CLARO?... si no saben si el Hijo es un dios menor, o Dios, o un ángel, o un arcángel... ¿como pretenden saber quien es Dios?...
 
Re: Testigos de Jehová...¿restauración del cristianismo original?

¿Quiénes son politeístas?

¿Los Testigos de Jehová?

Vemos que siempre es lo mismo, un repetir su IDOLATRA revistita ATALAYA... nada más tienen, y a la vez, estos politeistas... leamos:

Tenga Papias, ya que le gusta citar expertos, por qué nunca nos habla de estos. (atentos al primero):

Para muetra un botón:

Para fomentar el argumento que la Traduccion del Nuevo Mundo es mala, aqui estan las observaciones escritas por famosos eruditos del griego y del Nuevo Testamento sobre el modo en que la TNM vierte Juan 1:1, pero tambien son indicativos de las opiniones acerca de la TNM en general:

Dr. B.F. Westcott (cuyo Nuevo Testamento en griego es usado en la Traduccion Interlineal del Reino de la Sociedad Watchtower): "El predicado (Dios) sobresale enfaticamente primero, como en Juan 4:24. Necesariamente no tiene el articulo... No se sugiere inferioridad de naturaleza por esta forma de expresion, la cual sencillamente afirma deidad verdadera de la Palabra... en la tercera clasula se declara que 'la Palabra' es 'Dios' y de ese modo se le incluye en la Deidad."

Dr. J.R. Mantey (que es citado en las paginas 1158-1159 de la Traduccion Interlineal del Reino de la Sociedad Watchtower en ingles): "Una sorprendente mala traduccion". "Obsoleta e incorrecta","No es ni erudito ni razonable traducir Juan 1:1 'La palabra era un dios'".

Dr. William Barclay de la Universidad de Glasgow, Escocia: "El modo en que esta secta tuerce deliberadamente la verdad se puede ver en sus traducciones del Nuevo Testamento. Juan 1:1 es traducido:"la Palabra era un dios." Una traduccion que es gramaticamente imposible. Es abundantemente claro que una secta que traduce el Nuevo Testamento de esta manera carece de honradez desde el punto de vista intelectual."

Dr. Bruce M. Metzger de la Universidad de Princeton (profesor de Lenguaje y Literatura del Nuevo Testamento): "Una horriblemente mala traduccion...""erronea", "perniciosa..." "reprensible". "Si los Testigos de Jehova toman esta traduccion en serio son politeistas."

Dr. Samuel J. Mikolasky de Zurich, Suiza: "Esta construccion anartrica (usada sin el articulo) no tiene el mismo significado que el articulo indefinido "un" tiene en ingles. Es algo monstruoso traducir esta frase como 'la Palabra era un dios'".

Dr. James L. Boyer del Seminario Teologico de Winona Lake, Indiana: "Nunca he oido, ni leido ningun erudito del griego que concuerde con la interpretacion de este versiculo (Juan 1:1) en la que insisten los Testigos de Jehova. Nunca me he encontrado con uno de ellos (miembros de la Sociedad Watchtower) que tenga conocimiento del idioma griego."

Dr. Philip B. Harner de la Universidad de Heidelberg: "El verbo precedente a una forma anartrica probablemente significaria que el LOGOS era 'un dios' o persona divina de cierta clase, perteneciente a la categoria general de TEOS, pero un ser distinto de HO TEOS. En la forma que Juan uso, la palabra TEOS esta colocada al principio para enfasis (lo cual descarta por completo la traduccion 'un dios')."

Dr. Eugene A. Nida - Director del Departamento de Traduccion de la Sociedad Biblica Americana y responsable por la Version Popular -- el comite trabajo bajo su direccion: "Respecto a Juan 1:1 hay una complicacion solo porque evidentemente la Traduccion del Nuevo Mundo fue hecha por personas que no toman en serio la sintaxis del griego."

Dr. J.J. Griesbach
(cuyo Nuevo Testamento griego fue usado por la Sociedad Watchtower en su publicacion de The Emphatic Diaglott ): "Son tan numerosos y claros los argumentos y testimonios de la Escrituras a favor de la verdadera deidad de Cristo, que a penas puedo imaginar como, reconociendo la autoridad divina de la Escritura y con respecto a las reglas justas de la interpretacion, puede esta doctrina ser puesta en duda por hombre alguno. Especialmente el pasaje de Juan 1:1-3 es tan claro y tan superior a toda excepcion, que ningun esfuerzo, ya sea de comentadores o de criticos, puede arrebatarlo de las manos de los defensores de la verdad."

Otros famosos eruditos del griego y hebreo que tambien critican la Traduccion del Nuevo Mundo son: Dr. Edgar J. Goodspeed, Dr. Paul L. Kauffman, Dr. Charles L. Feinberg, Dr. Walter Martin, Dr. F.F. Bruce, Dr. Ernest C. Colwell, Dr. J. Johnson, Dr. H.H. Rowley y Dr. Anthony Hoekema


En fin, que siempre es lo mismo, toman de donde les conviene, y niegan al común de los eruditos. Y así, sin lugar a duda, se cumple la profecía:

2Tim. 4:3 Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias,

Que Dios les tenga misericordia.
 
Re: RE: APOLOS TIENE CUENTAS PENDIENTES...

Re: RE: APOLOS TIENE CUENTAS PENDIENTES...

Apolos, tiene cuentas pedientes, hasta que no se ponga al día, ante ello, por andar en astucias y falacias, ante ello, siendo pecado. NADA MERECE POR MI PARTE. Pues bien se quien y como obra el que le está gobernando. Pongase al día con sus cuentas pendientes, y después y quizás, hablaremos de esto.

Le llamo Padre. Pues así el Espíritu me enseña, y es por el Espíritu que le llamo Abba. ¿algo que objetar?... ¿la Escritura me condena?... demuéstrelo.

Para usted, mi Padre, ES DIOS. Y así le hablo de Él.

DEMUÉSTRELO. DEMUESTRE QUE LOS MÁS DE 5000 MANUSCRITOS DEL N.T [HAN SIDO MANIPULADOS], ASÍ COMO LA SEPTUAGINTA NO NOMBRA [A YAHVÉ], ASÍ COMO TODAS SUS FALACIAS SON VERDAD. [Y COMO NO, QUE EN EL CANON NO ESTÉ INCLUIDO EL A.T A TAL CUAL ES DEBIDO]

Si Apolos no responde este mensaje y demuestra con hechos que tiene pruebas de lo que dijo, está admitiendo tácitamente que se equivocó y estuvo engañando a la gente de manera descarada... [...]

Ahora, como no, mostremos y de nuevo las que eran sus intenciones [falsas] primeras, y ante las cuales nos está mostrando y en verdad quien es y a quien sigue al omitir una vez y otra, y otra el dar debida respuesta, o en su debido defecto, reconocer sus falacias.

A ver, a ver.
Primero, antes de leer cualquier mensaje que le exponga de ahora en adelante, querido lector sediento de la verdad de Dios, haga lo siguiente:

1) Conscientemente medite para sus adentros esto:
a) "Si tengo algún prejuicio religioso, eso perjudicará mis conclusiones pues solo veré lo que deseo, pero perderé la oportunida de ver la realidad como realmente es."
b) "Por un momento me esforzaré por examinar toda prueba que se me presente desde un punto de vista totalmente imparcial. Si tengo la razón, mi verdad continuará mía. Pero si veo que mi "verdad" no concuerda con las pruebas bíblicas, eso demostrará que mi "verdad" no era tal, y por tanto sé que Dios me bendecirá por mi humildad de cambiar de para mejor"​

2) Pongase en la posicion que prefiera, que bien pudiera ser arrodillado.

3) Ore fervientemente a Dios para que le dé una mente imparcial, y que su espíritu santo lo dirija a la verdad, y que le dé fuerzas para detectar y rechazar la mentira venga de donde venga, hasta si viene de usted mismo. Si quiere hasta ore como el salmista “Envía tu luz y tu verdad. Que estas mismas me guíen” (Salmo 43:3)

Ahora piense en esto:
(Esto va contigo Raul68)

El hombre es carne. Pero es absurdo decir que la "carne" sea una persona.

Asímismo, tu argumento de que como Dios es espíritu, el espíritu tiene que ser una persona, ¿te parece lógico?
 
Re: ¿Qué cantidad de personas adoran?

Re: ¿Qué cantidad de personas adoran?

¿De verdad? ¿Y quién es ese único Dios verdadero para usted según Juan 17:3?

Aquel Dios que es dado a conocer y manifestado por el Hijo, que a su vez es dado a conocer por el Espíritu Santo. Indivisibles, inseparables, imposible... leamos:

El SEÑORÍO DEL DIOS ÚNICO


Pronunciada en Jerusalén, «sobre la monarquía de Dios» (o el señorío del Dios único), basándose en el «Creo en un solo Dios», pero tratando «acerca también de las herejias». La lectura es de Is 45, 16, 17 (LXX): «Renovaos conmigo, ¡oh islas! Israel será salvado por Yahvé con salvación perpetua. No quedaréis abochornados ni afrentados nunca jamás».

Glorificación conjunta de Padre, Hijo y Espíritu Santo

1. Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo (2 Cor 1, 3). Bendito también su Hijo Unigénito (Rm 9, 5). Cada vez que se piensa en «Dios», se piensa en el «Padre», para celebrar de modo indiviso la glorificación del Padre y del Hijo juntamente con el Espíritu Santo. Pues no tiene una gloria el Padre y otra el Hijo, sino una única e idéntica (y juntamente con el Espíritu Santo). Y es que realmente se trata del Hijo unigénito del Padre de modo que, cuando es glorificado el Padre, comunica también al Hijo, juntamente con él, la gloria. Pues si la gloria del Hijo brota del honor del Padre(1), a su vez, al ser glorificado el Hijo, se honra con el máximo honor al Padre de tanta bondad.

Alabanza al Dios único

2. Pero si la mente entiende las cosas muy rápidamente, la lengua procede laboriosamente con las palabras y con el enunciado de proposiciones intermedias. También el ojo abarca de un golpe un numeroso coro de astros, pero cuando alguien quiere explicar cuál es el lucero de la mañana, cuál el de la tarde o cuál cada uno de ellos, necesita de muchas palabras. Del mismo modo abarca el pensamiento, en un velocísimo instante, la tierra, el mar y todos los confines del mundo; pero lo que se expresa en un instante no se expresa más que con palabras muy amplias. Y todo esto que acabamos de exponer es un gran ejemplo, aunque todavía pobre y débil. Pues de Dios no decimos lo que se debe, sino lo que cada uno conoce, aunque es lo que la naturaleza humana percibe y cuanto puede soportar nuestra debilidad. Pues no decimos qué es Dios, sino que inocentemente confesamos que nos falta un detallado conocimiento acerca de él; pues en lo que respecta a Dios es gran ciencia confesar la ignorancias. Por tanto, «Cantad conmigo al Señor, cantemos juntos a su nombre» (Sal 34, 4), todos juntos, pues no basta que cante uno solo. Incluso, aunque nos reunamos todos a la vez, tampoco basta para lo que hemos de hacer. Y no me refiero sólo a los que estáis aquí, pues incluso, aunque estuviesen juntos todos los miembros de la Iglesia universal presente y futura, no serían, sin embargo, suficientes para alabar al Pastor de acuerdo con su dignidad(2).

Alabanza a Dios desde la pequeñez del hombre

3. Grande y honorable era Abraham, pero grande para los hombres. Y cuando se acercó a Dios, dijo ingenuamente confesando la verdad: «Soy tierra y ceniza» (Gén 18, 27) (3). Y no dijo «tierra», callándose a continuación, para que no pareciese que se estaba refiriendo a algo grande, sino que añadió «y ceniza» para dar a entender algo con poca solidez y fácil de disolver. ¿Hay acaso algo más débil y endeble que la ceniza? Compara, por ejemplo, la ceniza con una casa, y la casa con una ciudad, la ciudad con una provincia, la provincia con el territorio de los romanos y el territorio de los romanos con el mundo entero y, por último, toda la tierra, con todos sus detalles, con el cielo que la envuelve en su regazo: en proporción al cielo, la tierra es como el centro de una rueda comparada con toda la extensión de ésta. Tal es la comparación entre la tierra y el cielo. Pero, además, el cielo que observamos es el primero, que tiene menos importancia que el segundo, y éste menos que el tercero. Estos son los que la Escritura denominó como cielos(4), pero ello no quiere decir que ése sea su número exacto. Pero aunque con tu inteligencia percibieses todos los cielos, ni siquiera ellos bastarían para alabar a Dios como él es, y tampoco aunque resonasen con mayor fuerza que el trueno. Pero si toda la grandeza de los cielos no es capaz de celebrar a Dios cuanto éste se merece, ¿podrán acaso «la tierra y la ceniza», lo más pequeño y exiguo de todas las cosas, entonar a Dios un himno digno de él o hablar con dignidad del Dios que «está sentado sobre el orbe terrestre, cuyos habitantes son como saltamontes» (Is 40, 22)?

4. Quien intente hablar de lo referente a Dios, exponga en primer lugar los límites de la tierra. Habitas la tierra, pero desconoces los límites de esta tierra que es tu domicilio: ¿cómo podrás entender a su autor debidamente en tu interior? Ves las estrellas, pero no a su autor. Enumera primeramente aquellas que puedes ver y entonces conocerás al invisible, al que «cuenta el número de las estrellas, y llama a cada una por su nombre» (Sal 147, 4). El agua recientemente caída en unas fuertes lluvias nos puso perdidos; cuenta ahora las gotas caídas en esta ciudad. Pero no digo ya en esta ciudad: cuenta, si puedes, las que cayeron en tu tejado durante una hora. No, no puedes: reconoce tu impotencia. De ahí aprenderás el poder de Dios: «El atrae(5) las gotas de agua» (Job 36, 27), las que se derraman en todo el orbe y no sólo en este sino en todo tiempo. Obra de Dios es el sol, realmente algo grande, pero mínimo si se le compara con todo el cielo. Pues mira en primer lugar hacia el sol y busca después, con más curiosidad, al Señor. «No busques lo que es más profundo ni investigues lo que es más fuerte que tú: limítate a conocer lo que se te ha mandado» (Ecl 3, 22 LXX).

El Hijo y el Espíritu Santo conocen al Padre y lo revelan

6. Alguno dirá: ¿Acaso no está escrito: «Los ángeles (de los niños) ven siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos» (cf. Mt 18, 10). Pero los ángeles ven a Dios, no como él es, sino en cuanto pueden captarlo(6). Pues el mismo Jesús es quien dice: «No que nadie haya visto al Padre, excepto el que ha venido de Dios; éste ve al Padre» (Jn 6, 46). Lo ven los ángeles en cuanto son capaces y, en cuanto pueden, los arcángeles (7) y, de un modo más excelente que los primeros, también los tronos y las dominaciones, a quienes son aquellos inferiores en dignidad. En realidad, sólo el Espíritu Santo puede, juntamente con el Hijo, ver a Dios como es. Pues «él lo escruta todo y lo conoce todo, hasta las profundidades de Dios» (I Cor 2, 10); de manera que es cierto que incluso el Hijo unigénito, en cuanto conviene, también conoció al Padre a una con el Espíritu Santo, pues dice: «tampoco al Padre le conoce bien nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar» (Mt 11, 27). Ve él a Dios, como es debido, y lo revela, con el Espíritu Santo y por el Espíritu Santo, a cada uno según su capacidad. Por otra parte, de la divina eternidad participa también, juntamente con el Espíritu Santo, el Hijo, el cual «desde toda la eternidad» (2 Tim 1, 9) fue engendrado sin esfuerzo y conoció al Padre, conociendo el engendrador al engendrado. Pero, en cuanto a los ángeles, siendo limitado su conocimiento —pues como dijimos, es el Unigénito el que según su capacidad les revela (a Dios) juntamente con y por medio del Espíritu Santo, que ningún hombre se avergüence de confesar su ignorancia. Ahora estoy yo hablando y cualquier otro lo hará en su momento, pero no podemos expresar con palabras cómo sucede todo esto: ¿cómo podría yo explicar a aquel que nos dio el poder hablar? Tengo yo un alma, pero no puedo aclarar sus características. A quien me concedió el alma, ¿cómo podré yo explicarlo?

Sólo hay Dios único, eterno e infinito. Propiedades de Dios

7. Para nuestra piedad nos basta una sola cosa, saber que tenemos a Dios: el Dios único, el Dios que existe desde la eternidad, sin variación alguna en sí mismo, ingénito, más fuerte que ningún otro y a quien nadie expulsa de su reino. Se le designa con múltiples nombres, todo lo puede y permanece invariable en su sustancia. Y no porque se le llame bueno, justo, omnipotente, «Dios de los ejércitos»(8) , es por ello variable y diverso, sino que, siendo uno y el mismo, realiza innumerables operaciones divinas. Y no tiene más de alguna parte y menos de otra, sino que en todas las cosas es semejante a sí mismo. No es grande sólo en la bondad, pero inferior en la sabiduría, sino que es semejante en sabiduría y bondad. Tampoco es que en parte vea y en parte esté privado de visión, sino que todo lo ve, todo lo oye y todo lo entiende. No es que, como nosotros, comprenda en parte las cosas y en parte las ignore: este modo de hablar es blasfemo e indigno de la personalidad divina. Conoce previamente lo que existe, es santo y ejerce su poder sobre todo; es mejor, mayor y más sabio que todas las cosas. No se le puede señalar principio ni forma ni figura. Pues «no habéis oído nunca su voz, ni habéis visto nunca su rostro», dice la Escritura (Jn 5, 37). Por lo cual también Moisés dice a los israelitas: «Tened mucho cuidado de vosotros mismos: puesto que no visteis figura alguna» (Dt 4, 15)(9). Pues si la mente no puede imaginar algo que se le parezca(10), ¿podrá acaso penetrar en lo propio de su persona?

Errores acerca de Dios

8. Muchos se imaginaron muchas cosas, pero todos erraron. Algunos pensaron que el fuego es Dios (cf. Sab 13, 2), otros que Dios es como un hombre alado por aquello que está escrito: «Escóndeme a la sombra de tus alas» (Sal 17, 8)(11). Se han olvidado de nuestro Señor Jesucristo unigénito que, refiriéndose a sí mismo, clama de modo idéntico a Jerusalén: «¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina reúne a sus pollos bajo sus alas, y no has querido!» (Mt 23, 37). Pues al indicar con el nombre de las alas el poder de alguien que protege, éstos, en un malentendido y cayendo en los hábitos humanos, valoraron al modo humano al que es inescrutable. Otros no dudaron en señalarle siete ojos, por aquello que está escrito: «Los siete ojos del Señor, mirando sobre toda la tierra» (Zac 4, 10, LXX); pero si los siete ojos le estuviesen puestos alrededor de manera diferente, Dios vería las cosas en parte, pero no totalmente. Pero decir esto de él sería blasfemo e insultante. Pues se ha de creer que Dios es perfecto en todo, según aquella palabra del Salvador: «Vuestro padre celestial es perfecto» (Mt 5, 48): perfecto en el ver, perfecto en su poder, perfecto en su grandeza, perfecto en su conocimiento previo, perfecto en la bondad, perfecto en la justicia, perfecto en la benignidad: no limitado a un lugar, sino autor de los lugares; existente en todos los lugares, pero no circunscrito a ninguno. «Los cielos son mi trono» -y el que destaca es aquel que está sentado- «y la tierra el estrado de mis pies» (Is 66, 1; cf. Hech 7, 49). Su poder llega, sin embargo, hasta las regiones inferiores de la tierra.

La grandeza de Dios, fuente y origen por medio de Cristo de toda la realidad

9. El es el único que está presente en todas partes, viendo todo, comprendiendo todo, construyéndolo todo por medio de Cristo. Pues «todo se hizo por él, y sin él nada se hizo de cuanto existe» (Jn 1,3; cf. Col 1,15 ss). El es la fuente máxima e indeficiente de todo bien, río de beneficios, luz eterna que brilla sin cesar, fuerza insuperable destinada a nuestras debilidades, de quien ni siquiera podemos oír su nombre. Dice Job: «¿Pretendes alcanzar las honduras de Dios, llegar hasta la perfección del Omnipotente?» (Job 11, 7). Si ni sus obras grandes y pequeñas pueden abarcarse, ¿podrá acaso abarcarse al que todo lo hizo? «Lo que ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni al corazón del hombre llegó lo que Dios ha preparado para los que le aman» (Is 64, 3, citado según I Cor 2, 9). Si lo que Dios ha preparado supera la capacidad de nuestros pensamientos, ¿podremos acaso abarcar en nuestro ánimo a quien lo preparó? «¡Oh abismo de la riqueza, de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus designios e irrastreables sus caminos!», dice el Apóstol (Rm 11, 33). Y si sus juicios y sus caminos no pueden comprenderse, ¿por ventura se le comprenderá a él mismo?

Diversos tipos de idolatría

10. Siendo Dios, por consiguiente, tan grande, e incluso más todavía(12); siendo, pues, tan inmenso el Dios bueno y grande, no se arredra el hombre al decir a una piedra esculpida por él: «Tú eres mi dios» (Is 44, 17)(13). ¡Gran ceguera, que desde tanta majestad cayó en tan gran indignidad y vileza!» Árbol que Dios hizo, crecido con las lluvias y que luego, quemado por el fuego, se convierte en ceniza; y a esto, digo, le llaman dios, mientras se desprecia al Dios verdadero. Ha florecido la perversidad de la idolatría. Incluso el gato, el perro y el lobo han sido adorados como si fuesen Dios; y también el león, devorador de los hombres, ha sido adorado en lugar del Dios que tanto los ama. También han sido adorados la serpiente y el dragón, émulos de aquel que nos arrojó del paraíso, mientras el que creó el paraíso ha sido despreciado. Incluso —vergüenza da decirlo, pero lo diré— algunos han adorado a la cebolla. El vino ha sido dado para alegrar el corazón del hombre (cf. Sal 104, 15). Pues bien, en lugar de Dios se adora a Baco(14). El trigo lo hizo Dios diciendo: «Produzca la tierra vegetación: hierbas que den semillas y árboles frutales que den fruto, de su especie, con su semilla dentro, sobre la tierra» (Gén 1, 111 )(15), con la intención de que el pan fortaleciese el corazón del hombre. ¿Por qué, pues, se ha adorado a Ceres? También el fuego se enciende hasta hoy mediante el choque de dos piedras. ¿Por qué, pues, se considera a Vulcano creador del fuego?

Idolatría, politeísmo y errores sobre Dios

11. ¿Y de dónde viene el error de los griegos de admitir una pluralidad de dioses? Dios es incorpóreo. ¿De dónde, pues, se imputan estupros y adulterios a los que ellos llaman dioses?(16). No menciono las transmutaciones de Júpiter en un cisne; y me ruborizo al referirme a las transformaciones en oro, pues los ungidos son indignos de Dios. Por convicto de adulterio se ha tenido al dios de los griegos, pero, si lo es, no se le llame Dios. Cuentan también, de aquellos a quienes llaman sus dioses, sus muertes, sus descalabros y sus fulminaciones. ¿Ves en qué ha ido a parar tanta majestad? ¿No fue real el motivo por el que descendió del cielo el Hijo de Dios para sanar tanta herida? ¿Fue acaso en vano la venida del Hijo para conocer al Padre? Sabes qué es lo que movió al Hijo único para descender desde la diestra del Padre. Se despreciaba al Padre y hubo que enmendar el error por medio del Hijo. Pues fue conveniente que él, por quien todo fue hecho, ofreciese todas las cosas al Señor de todo. Había que curar la herida. ¿Y qué podía ser más grave que esta enfermedad por la que se daba culto a una piedra como si fuese Dios?(17).

Dios nos libre del error

35. Pero Dios nos guarde de semejante error. Y os pague por vuestra enemistad con el dragón, para que, como ellos están al acecho de vuestro talón, también vosotros aplastéis su cabeza (cf. Gén 3, 15). Acordaos de lo que se os dice. ¿Qué acuerdo puede haber de nuestras cosas con las suyas? ¿Cómo pueden compararse luz y tinieblas, o la seriedad y la santidad de la Iglesia con las execrables instituciones de los maniqueos? Aquí hay orden, disciplina, seriedad, castidad. Aquí es malo incluso mirar a una mujer para satisfacer la pasión. Aquí el matrimonio es algo muy santo; hay aceptación de la continencia (quiero decir la viudedad) y la dignidad de la virginidad compite con los ángeles; aquí se reciben los alimentos con acción de gracias; aquí existe un ánimo agradecido hacia el autor de todas las cosas. Aquí se adora al Padre de Cristo: se enseñan la reverencia y el temor a quien envía la lluvia. Al Dios que truena y brilla le tributaremos gloria y honor.

La Iglesia os mantendrá en la verdad

36. Estás agregado a las ovejas: huye de los lobos; no te apartes de la Iglesia. Odia también a quienes pusieron en duda todo esto y no te fíes incautamente de ellos si no es tras un larguísimo tiempo de penitencia(18). Se te ha transmitido la verdad del señorío del Dios único. Distingue las explicaciones como se pueden distinguir las hierbas. «Sé un buen administrador(19), quedándote con lo bueno y absteniéndote de todo género de mal» (cf. I Tes 5, 21-22). Y si alguna vez has caído en todo esto, odia el error una vez reconocido. Pues te será un camino de salvación si expulsas el vómito: si lo aborreces en tu interior, si te apartas de estas cosas no sólo con los labios sino con el corazón; si adoras al Padre de Cristo, Dios de la Ley y los Profetas; si reconoces que es bueno y justo el Dios uno e idéntico. El cual os conserva a todos estables en la fe, protegiéndoos de toda caída y de toda ofensa: en nuestro Señor Jesucristo, a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
 
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DIOS PADRE


Pronunciada en Jerusalén, sobre la palabra «Padre» del Símbolo. La lectura de base es de la epístola a los Efesios: «Por eso doblo mis rodillas ante el Padre, de quien toma nombre toda paternidad en el cielo y en la tierra» (Ef 3,14-15)(1)


Transición al nuevo tema: Dios Padre

1. El día de ayer os hablamos suficientemente del señorío del único Dios(2). Digo «suficientemente» y no lo que pedía la dignidad del tema, pues llegar hasta ahí es totalmente imposible a la naturaleza mortal; en cuanto nos fue concedido a nuestra debilidad, perseguimos, apoyados en la fe, las erróneas desviaciones de los herejes sin Dios. Una vez expulsada su basura, pernicioso veneno para las almas, y reteniendo sus hechos en la memoria, no nos sentimos como heridos sino que concebimos un mayor odio hacia ellos. Pero volvamos ahora a nosotros mismos y acojamos los dogmas saludables de la verdadera fe, uniendo a la dignidad del Dios único la prerrogativa paterna y creyendo en un único Dios Padre. No se debe creer simplemente en un Dios único: acojamos también piadosamente al Padre de su único Hijo nuestro Señor Jesucristo.

La afirmación de que Dios es Padre de Cristo, más allá de la imagen de Dios en los judíos

2. Y es por razón de los judíos por lo que hemos de sentir estas cosas más sublimes. Pues ellos admiten en sus enseñanzas que sólo hay un único Dios (a pesar de que a veces lo han negado mediante el culto a los ídolos). Pero no lo aceptan como Padre de nuestro Señor Jesucristo. Con lo cual son de sentir contrario a sus propios profetas, que afirman en la Sagrada Escritura: «Tú eres mi hijo, yo te he engendrado hoy» (Sal 2, 7)(3). Viven agitados hasta el día de hoy y «conspiran aliados contra Dios y contra su Ungido» (Sal 2, 2), creyendo Fpoder conseguir el favor del Padre sin mostrar piedad hacia el Hijo. Con ello ignoran que nadie va al Padre sino por el Hijo (cf. Jn 14, 6), que dice: «Yo soy la puerta» (Jn 10, 9) y «Yo soy el camino» (Jn 14, 6). Así, pues, quien rechaza el camino que conduce al Padre y niega la puerta, ¿cómo podrá tener con honor acceso hasta Dios? Contradicen lo que está escrito en el Salmo 89: «El me invocará: ¡Tú, mi Padre, mi Dios y roca de mi salvación! Y yo haré de él el primogénito, el Altísimo entre los reyes de la tierra»(4). Si estas cosas se hubiesen dicho en referencia a David o a Salomón o a cualquier sucesor suyo, que muestren cómo «su trono» (Sal 89,30), que, en su opinión, es a lo que se refiere el profeta, es como los días del cielo, y «su trono será como el sol ante mí» y «por siempre se mantendrá como la luna» (vv. 37-38). ¿Cómo no sienten temor ante aquello que está escrito: «Desde el seno, antes de la aurora, te he engendrado» (Sal 110, 3)(5). Y aquello otro: «Durará tanto como el sol, como la luna de edad en edad» (Sal 72, 5). Pero esto, referido al hombre, es expresión de máxima ingratitud.

Centrarse en que Dios es Padre de Cristo

3. Pero los judíos son a menudo víctimas, y ello voluntariamente, de la enfermedad de la incredulidad según los pasajes aducidos u otros de la Escritura. Acojamos nosotros, sin embargo, la piedad que la fe nos enseña, adorando al Dios único, Padre de Cristo, que concede a todos la fuerza de engendrar (cf. Ef 3, 15) y a quien no se podría con buena conciencia suplantarlo en tal dignidad. Y creamos en un único Dios Padre ya antes de que pongamos en claro las cuestiones acerca de Cristo. La fe en el Hijo único debe quedar grabada en el alma de los que escuchan sin que se pueda separar lo más mínimo de lo que se diga acerca del Padre.

Un solo Dios, pero Dios Padre y Dios Hijo

4. Pues el nombre de Padre, por su misma denominación, fija en el ánimo a la vez el conocimiento del Hijo, del mismo modo que también quien pronunció el nombre del Hijo ha tenido inmediatamente también la idea del Padre: pues el Padre es Padre del Hijo, y el Hijo es Hijo del Padre. Por tanto, que nadie por el hecho de que decimos «en un solo Dios, Padre todopoderoso; creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible», y porque después añadimos: «y en un solo Señor Jesucristo», sospeche alevosamente que es posterior en lugar y orden al cielo y a la tierra. Por consiguiente, antes de llamar Dios a cada uno de ellos, hemos hablado del Padre, pero de modo que, a la vez que pensamos en el Padre, en el mismo acto pensemos en el Hijo. Y entre el Hijo y el Padre no existe ninguna otra realidad intermedia(6).

Dios es por naturaleza Padre de Cristo desde toda la eternidad

5. De manera abusiva se considera padre de muchas cosas a Dios, pero por naturaleza y en verdad es Padre de su Hijo único nuestro Señor Jesucristo. Y no es que haya llegado a ser Padre en el transcurso del tiempo, sino que existe eternamente como Padre de su Hijo unigénito. Pues no ha sucedido que, no teniendo anteriormente descendencia, haya llegado después a ser Padre, sino que Dios tiene toda la dignidad paterna anteriormente a toda sustancia y a todo sentido, antes de los tiempos y de todos los siglos. Y la tiene en mayor medida que todos los demás títulos. No ha recibido la paternidad de un modo pasivo(7) o por una mutación de sí mismo; no por un añadido o por ignorancia; tampoco porque haya fluido algo de sí ni porque se haya hecho más pequeño o haya sufrido alteración. Pues «toda dádiva buena y todo don perfecto viene de lo alto, desciende del Padre de las luces, en quien no hay cambio ni sombra de rotación» (Sant 1, 17)(8). El Padre, perfecto, engendró perfecto al Hijo entregándole todo a quien engendró: «Todo me ha sido entregado por mi Padre» (Mt 11, 27), y el Padre es honrado por el Hijo único; pues «yo, dice el Hijo, honro a mi Padre» (Jn 8, 49) y, además: «... como yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor» (Jn 15, 10). Decimos así, pues, a una con el Apóstol: «¡Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de las misericordias y Dios de todo consuelo!» (2 Cor 1, 3), y aquello de «doblo mis rodillas ante el Padre, de quien toma nombre toda paternidad en el cielo y en la tierra» (Ef 3, 14-15). Lo glorificamos juntamente con su único Hijo(9), reconociendo a Cristo Jesús como Señor «para gloria de Dios Padre» (c. Flp 2, 11). [...]
 
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UN SOLO SEÑOR JESUCRISTO


Sobre aquello de «Y en un solo Señor Jesucristo». Se parte del pasaje de 1 Co 8,5-6: «Pues aun cuando se les dé el nombre de dioses, bien en el cielo bien en la tierra, de forma que hay multitud de dioses y de señores, para nosotros no hay más que un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas y para el cual somos; y un solo Señor, Jesucristo, por quien son todas las cosas y por el cual somos nosotros»(1).

El Hijo, puerta para llegar al Padre

1. Aquellos a quienes se ha enseñado a creer en «un solo Dios, Padre todopoderoso», deben creer también en el Hijo unigénito. Pues «todo el que niega al Hijo tampoco posee al Padre» (I Jn 2, 33). «Yo soy la puerta» (Jn 10, 9), dice Jesús. «Nadie va al Padre sino por mí» (Jn 14, 6). Si niegas la puerta, te permanecerá cerrado el conocimiento que lleva al Padre. «Nadie conoce bien al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar» (Mt I 1, 27b). Pues si niegas a aquel que revela, permanecerás en la ignorancia. Dice una sentencia en los Evangelios: «El que cree en el Hijo tiene vida eterna; el que rehúsa creer en el Hijo, no verá la vida, sino que la cólera de Dios permanece sobre él» (Jn 3, 36). El Padre se indigna cuando el Hijo unigénito es privado de su honor. Un rey considera grave que alguien insulte a un simple soldado. Por tanto, si se trata indecorosamente a alguien de las personas más honorables, compañeros o amigos, más se enciende la propia cólera. Y si alguien injuria al Hijo único del Rey, ¿quién aplacará y suavizará al Padre del Hijo unigénito de tal modo conmovido?

Es en el Hijo en quien se cumplen los designios de Dios

2. Si alguien, por consiguiente, quiere ser piadoso para con Dios, adore al Hijo; de otro modo, el Padre no admitirá su culto. El Padre exclamó desde el cielo diciendo: «Este es mi Hijo amado, en quien me complazco» (Mt 3, 17). En el Hijo se complugo el Padre. Si tú no encuentras también en él tu complacencia, no tendrás la vida. No te dejes arrastrar por los judíos, que mala y astutamente dicen, sí, que hay un solo Dios. Pero, junto a este reconocimiento de que sólo hay un Dios, reconoce a la vez que existe un Hijo único de Dios. No he sido yo el primero en decir esto, sino que acerca de la persona del Hijo dice el salmista: «Voy a anunciar el decreto de Yahvé: El me ha dicho: "Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy"» (Sal 2, 7)(2). No atiendas, pues, a lo que dicen los judíos, sino a lo que hablan los profetas. ¿Te asombras de que desprecien las voces de los profetas cuando ellos mismos los lapidaron y entregaron a la muerte?

Diversas denominaciones de Cristo en la Escritura

3. Tú cree «en un solo Señor Jesucristo, Hijo unigénito de Dios». Decimos «un solo Señor Jesucristo», porque es una filiación única; decimos «único», para que su actividad múltiple, que se expresa mediante nombres diversos, no te lleve a hablar impíamente de hijos diversos. Se le llama «puerta» (Jn 10, 7), pero no pienses, por esta denominación, que se trata de una puerta de madera, sino racional, viva y que se da cuenta de quiénes pasan. Se le llama «camino» (Jn 14, 6), pero no porque sea pisado por los pies, sino porque conduce hasta el Padre. Se le llama «oveja», pero no desprovista de razón, sino que por su preciosa sangre limpia al mundo de sus pecados: es llevada ante el esquilador y sabe cuándo conviene guardar silencio (cf. Hech 8, 32; vid. Is 53, 7-8). Pero esta misma oveja cambia a la vez su nombre por el de pastor cuando dice: «Yo soy el buen pastor» (Jn10, 11)(3). Es oveja por su humana naturaleza, pero es pastor por el amor a los hombres que muestra su divinidad. Pero, ¿quieres saber cómo nos referimos a ovejas racionales? Dice el Salvador a los apóstoles: «Mirad que yo os envío como ovejas en medio de lobos» (Mt 10, 16). También se le llama «león» (cf. Gén 49, 9)(4), pero no porque sea devorador de hombres, sino que con tal denominación se muestra la dignidad regia de la propia naturaleza y su propio vigor en el que puede confiar. Se le llama también león en oposición al «adversario, el Diablo», que «ronda como león rugiente, buscando a quién devorar» (I Pe 5, 8). Pues viene el Salvador, no mudando su mansedumbre natural, sino como el poderoso león de la tribu de Judá (cf. Apoc 5, 5), trayendo la salvación a los que creen y aplastando al adversario. Se le llama «piedra», no inanimada ni tampoco extraída con manos humanas (cf. Dan 2, 34), sino «piedra angular» (cf. Sal 118, 225; cf. Mt 21, 42 par)(5), en la que quien crea no será confundido (cf. Is 28, 16).

Más denominaciones de Cristo

4. Se le llama «Cristo»(6), aunque no ha sido consagrado por manos humanas, sino ungido por el Padre para un sacerdocio eterno superior a las cosas de los hombres (cf. Hech 4,27). Se le cuenta entre los que han muerto, pero sin permanecer entre los muertos(7), como todos los demás en el Hades (cf. Hech 2, 31), sino el único libre entre los que murieron. Se le llama «Hijo del hombre» (Mt 16, 13); no como cada uno de nosotros, que hemos tenido nuestro nacimiento en esta tierra, sino como quien ha de venir sobre las nubes a juzgar a los vivos y a los muertos (Mt 24, 30)(8). Se le llama «Señor», no de manera abusiva, como a los «señores» que hay entre los hombres, sino como quien tiene un poder natural y eterno(9). Se le llama «Jesús» con nombre apropiado(10), que hace referencia a su labor como médico(11). Se le proclama «Hijo»(12), que no ha llegado a serlo por adopción, sino que por naturaleza ha sido engendrado Son muchas realmente las denominaciones de nuestro Salvador. Pero que esta multitud de nombres no te haga pensar en una multitud de hijos. Y que no pienses, a causa de los errores de los herejes, que dicen que uno es el Cristo, pero otro es Jesús, y otra es la puerta, y así sucesivamente. Frente a todo ello te previene la recta fe: en un solo Señor Jesucristo. Aunque las distintas denominaciones sean muchas, bajo ellas es una única realidad lo que se entiende.

Jesucristo, Salvador y Señor

5. El actúa como Salvador diversamente según las circunstancias de cada uno. Para quienes necesitan de la alegría, él es la viña (cf. Jn 15, 1). Para quienes tienen necesidad de entrar, él es la puerta (Jn 10, 7). Para quienes tienen que presentar sus súplicas, ha sido constituido «único mediador» ( 1 Tim 2, 5) y «Sumo Sacerdote» (Hebr 7, 26). Pero, a su vez, se convierte en oveja en favor de los pecadores para ser sacrificado en su lugar (Is 53, 6-7). Se hace todo para todos permaneciendo él lo que es según su naturaleza. Pues permaneciendo así y detentando una dignidad de hijo que no está sujeta a mutación alguna, desciende hasta nuestras debilidades como médico excelente y maestro bondadoso. Y esto siendo en verdad el Señor, que no ha adquirido el señorío para provecho propio, sino que posee por naturaleza la dignidad de ese señorío(13). No es llamado abusivamente «Señor» nuestro, sino que verdaderamente lo es: cuando por voluntad del Padre domina sobre las propias criaturas. Nosotros ejercemos un derecho de dominio sobre hombres iguales a nosotros en honor y que están sujetos a las mismas debilidades: a menudo mandamos sobre quienes nos sobrepasan en edad y no es raro que un joven gobierne sobre criados más viejos. Pero en nuestro Señor Jesucristo no existe tal tipo de dominio. Pues en primer lugar es Hacedor y, después, Señor: en primer lugar ha hecho la voluntad del Padre, y es después cuando domina sobre las cosas que ha hecho.

Cristo, siempre en unión con el Padre

6. «Cristo Señor»(14) es aquel que «nació en la ciudad de David»(15). ¿Y quieres saber que Cristo el Señor está con el Padre ya antes de hacerse hombre(16), de modo que lo que se dice no lo aceptes sólo por la fe, sino que tengas también una prueba desde el Antiguo Testamento? Busca el primero de los libros, el Génesis, donde dice Dios: «Hagamos al ser humano», no dice a mi imagen, sino «a nuestra imagen» (Gén 1, 26). Y después de que Adán fue hecho, dice: «Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya» (1, 27). No restringió, pues, la dignidad divina a sólo el Padre, sino que también se refirió conjuntamente al Hijo, declarando así que el hombre no es simplemente obra de Dios, sino también de nuestro Señor Jesucristo, que también es verdadero Dios. Este mismo es el Señor, que coopera con el Padre, como lo hizo también en el asunto de Sodoma, según lo dicho por la Escritura: «Entonces Yahvé hizo llover sobre Sodoma y Gomorra azufre y fuego de parte de Yahvé»(17). Y en otra ocasión, se mostró a Moisés en cuanto éste fue capaz de verlo (cf. Ex 3, 2-6; 33, 18-20; 34, 5-6). Pues el Señor es benigno y siempre desciende indulgentemente a nuestras debilidades. [...]
 
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EL HIJO UNIGÉNITO DE DIOS


Sobre las palabras (del Símbolo): «Hijo unigénito de Dios, nacido del Padre, Dios verdadero antes de todos los siglos, por quien todo fue hecho». Se parte de Hebr 1,1 ss: «Muchas veces y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros Padres por medio de los Profetas; en estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo...»(1).

1. Con lo que ayer os dijimos se explica suficientemente, por nuestra parte, que esperamos en Jesucristo. Pero no hay que creer en Jesucristo en un modo simple y vulgar, ni hay que aceptarlo como a uno cualquiera de los muchos que, de modo abusivo, han sido llamados «Cristos»>. Ellos eran «cristos» como tipo e imagen, pero es éste el verdadero Cristo, que no fue escogido de entre los hombres y promovido al sacerdocio, sino que recibió del Padre eterno la dignidad sacerdotal. Por eso la fe nos advierte que no pensemos que se trata de uno cualquiera de los «cristos» (ungidos) corrientes: a la confesión de fe se añade que creemos «en un solo Señor Jesucristo, hijo único de Dios».

Hijo de Dios Padre por naturaleza

2. Cuando oyes hablar del Hijo, no pienses en la adopción, sino en un Hijo por naturaleza, Hijo Unigénito que no tiene ningún otro hermano. Por eso se le llama Unigénito, porque no tiene ningún hermano en la dignidad de la deidad y en la generación paterna. Pero no le llamamos Hijo de Dios por nuestro propio impulso, sino porque el Padre mismo le dio el nombre de Hijo, y es verdadero el nombre que los padres ponen a los hijos.

Pedro, en nombre de los apóstoles, reconoce a Jesús como Hijo de Dios

3. Nuestro Señor Jesucristo se revistió en aquel entonces de la naturaleza humana, pero esto era desconocido de muchos. Cuando él, sabiendo que se ignoraba, lo quería enseñar, reuniendo a los discípulos les preguntaba: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?» (Mt 16,13). No buscaba una gloria efimera,sino que deseaba decirles la verdad para que no sucediese que, estando ellos conviviendo con el Hijo unigénito de Dios, y Dios mismo, le despreciasen como a un simple hombre. Cuando ellos dicen: «... unos, que Elías; otros, que Jeremías» (16,14), es como si les respondiera: tienen excusa los que no lo saben pero vosotros, que sois apóstoles y curáis leprosos en mi nombre, expulsáis demonios y devolvéis a muertos a la vida, debéis saber quién es aquel por quien realizáis esas maravillas. Cuando todos se mostraban reticentes (pues esta realidad excedía las fuerzas humanas), Pedro, príncipe de los apóstoles y supremo predicador de la Iglesia, no utilizó palabras propias ni razonamientos humanos, sino que, inundado de luz en su mente iluminada por el Padre, le dice: «Tú eres el Cristo» (Mt 16,16), añadiendo: «El Hijo de Dios vivo» (ibid.). E inmediatamente se añade una declaración de bienaventuranza (superior a lo que el hombre puede captar), conformada con la afirmación de que era una revelación procedente del Padre. Pues dice el Salvador: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos (16,17). Así pues, quien reconoce a nuestro SeñorJesucristo como Hijo de Dios, es hecho partícipe de la bienaventuranza; pero quien niega al Hijo de Dios se hace infeliz y desgraciado3.

Hijo en todo semejante al Padre

4. Cuando se le llama Hijo, no pienses que se trata de una exageración, sino que es hijo verdaderamente, por naturaleza, sin un comienzo. No ha pasado de la servidumbre a la adopción, sino que es Hijo engendrado desde toda la eternidad, mediante un proceso de generación inescrutable e inabarcable. De un modo semejante, cuando oyes hablar de «primogénito» (cfr. Hebr 1,6), no lo entiendas al modo humano, pues los hombres tienen además otros hermanos, y en algún lugar está dicho: «Israel es mi hijo, mi primogénito» (Ex 4,22). Pero así como Rubén fue despojado de su honor de primogénito de Jacob por haberse introducido en el lecho de su padres, también Israel crucificó al Hijo arrojándolo de la viña de Dios Padre (Mt 21,39 ss)4. Y a otros la Escritura dice: «Hijos sois de Yahvé vuestro Dios» (Dt 14,1). Y, en otro lugar: «Yo había dicho: "¡Vosotros, dioses sois, todos vosotros, hijos del Altísimo!"» (Sal 82,6)6. Pone: «Dije», y no: «He engendrado». Pues ellos recibieron por la voz y la palabra de Dios la adopción que no tenían. Pero él (el Mesías) no pasó de ser una cosa a convertirse en otra, sino que desde un principio nació como Hijo del Padre existiendo antes de cualquier comienzo y antes de los siglos. Es Hijo del Padre en todo semejante a su progenitor; eterno del Padre eterno, engendrado como vida de la vida, luz de luz, verdad de la verdad, sabiduría de la sabiduría, Rey de Rey, Dios de Dios, potestad de potestad.

Generación eterna del Hijo

5. Cuando oigas el Evangelio que dice: «Libro de la generación de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham» (Mt 1,1), entiende esto en lo referente a la carne. Pues es realmente hijo de David para siempre, pero es Hijo de Dios antes de todos los siglos y sin un principio7. Y asumió realmente lo que no tenía8, pero lo que tiene lo tiene desde la eternidad como engendrado del Padre. Tiene dos padres: uno, David, según la carne; el otro, según la divinidad, Dios Padre. Aquello que tiene de David está sometido al tiempo, puede constatarse y es un linaje que se puede detallar, pero lo que procede de la divinidad no está sometido al tiempo ni al espacio, ni tiene una ascendencia de la que se pueda dar cuenta:«De su ascendencia, ¿quién se preocupa?»9. Dios es espíritu, y lo que es espíritu se engendra espiritualmente, de modo incorpóreo sin que pueda rastrearse linaje alguno. El mismo Hijo dice del Padre: «El me ha dicho: "Tú eres mi Hijo; yo te he engendrado hoy..."» (Sal 2,7). Ese «hoy» no expresa algo reciente, sino eterno. Es un «hoy» sin tiempo, antes de todos los siglos: «... Desde el seno antes de la aurora te he engendrado» (Sal 110,3, versión clásica griega).

Creer en el Hijo de Dios

6. Cree, por tanto, en Jesucristo Hijo de Dios vivo, Hijo unigénito, según el Evangelio, que dice: «Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna» (Jn 3,16). Y, a su vez: «El que cree en él (el Hijo) no es juzgado» (3,18), sino que ha «pasado de la muerte a la vida» (I Jn 3,14). Pero «el que rehúsa creer en el Hijo, no verá la vida, sino que la cólera de Dios permanece sobre él» (Jn 3,36), «porque no ha creído en el Nombre del Hijo único de Dios» (Jn 3,18). De él daba testimonio Juan diciendo: «Hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad» (Jn 1,14). Con temor ante él decían los demonios: «¿Qué tengo yo contigo, Jesús, Hijo de Dios Altísimo» (Mc 5,7; cf. Lc 4,34).[...]
 
Re: DIOS PADRE, HIJO, Y ESPIRITU SANTO: UNO SON.

Re: DIOS PADRE, HIJO, Y ESPIRITU SANTO: UNO SON.

EL ESPÍRITU SANTO (I)


Pronunciada en Jerusalén sobre: «Y en el Espiritu Santo, Paráclito, que habló por los profetas». La lectura se toma de I Cor 12,1-4: «En cuanto a los dones espirituales no quiero, hermanos, que estéis en la ignorancia...». Y, más adelante: «Hay diversidad de carismas, pero el Espiritu es el mismo» (12,4), etc.(1).


1. Verdaderamente necesitamos de la gracia espiritual para hablar del Espíritu Santo, aunque nunca estaremos a la altura de la cuestión, pues es imposible. Intentaremos, sin embargo, exponer con naturalidad lo que sacamos de ello en la Sagrada Escritura. En los Evangelios se habla de un gran temor cuando Cristo dice abiertamente: «Al que diga una palabra contra el Espíritu Santo, no se le perdonará ni en este mundo ni en el otro» (Mt 12,32)(2). Y hay que temer seriamente que alguien, al hablar por ignorancia o por una mala entendida piedad, se gane la condenación. Cristo, juez de vivos y muertos, anunció que un hombre tal no obtendrá el perdón. Y si alguien le ofende, ¿qué esperanza le queda?

Hablaremos de lo que sobre el Espíritu Santo se dice en la Escritura

2. Es necesario el don de la gracia de Jesucristo, tanto para que nosotros hablemos adecuadamente como para que vosotros oigáis con inteligencia. Pues la inteligencia penetrante no es necesaria sólo para los que hablan, sino también para los que oyen, de modo que no suceda que éstos oigan una cosa y torcidamente entiendan otra. Hablaremos, pues, nosotros del Espíritu Santo sólo lo que está escrito y, si algo no está escrito, que la curiosidad no nos ponga nerviosos. Es el mismo Espíritu Santo el que habló por las Escrituras: él dijo de sí mismo lo que quiso o lo que pudiéramos nosotros entender. Así pues, digamos las cosas que fueron dichas por él, pues con lo que él no dijo no nos atreveremos.

Presente ya desde antiguo, es igual en dignidad al Padre y al Hijo

3. Hay un solo Espíritu Santo Paráclito. Y del mismo modo que hay un solo Dios Padre, y no hay un segundo Padre, y sólo un Hijo unigénito, que no tiene ningún otro hermano, así existe un solo Espíritu Santo, y no existe otro Espíritu Santo que sea igual en honor a él(3). Es, por tanto, el Espíritu Santo, la máxima potestad, realidad divina e inefable. Pues vive y es racional, santificador de todas las cosas que Dios ha hecho por Cristo. El ilumina las almas de los justos. El está también en los profetas y también está, en la nueva Alianza, en los Apóstoles. Odieseles a quienes tienen el atrevimiento de aislar la acción del Espíritu Santo. Pues hay un solo Dios Padre, Señor de la antigua y de la nueva Alianza. Y un solo Señor, Jesucristo, que profetizó en la antigua y ha venido en la nueva. Y un sólo Espíritu Santo que anunció por los profetas a Cristo y que, después que Cristo llegó, lo mostró(4).

Ni se habla de tres dioses ni deben separarse Padre, Hijo y Espíritu Santo

4. Por tanto, nadie separe la antigua de la nueva Alianza: que nadie diga que uno es allí el Espíritu, mientras que aquí lo es otro diferente(5), pues ofende así al mismo Espíritu Santo, a quien se tributa honor juntamente con el Padre y el Hijo y que queda, en el bautismo, incluido dentro de la Santa Trinidad. Pues el mismo Hijo unigénito de Dios dijo claramente a los apóstoles: «Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» (Mt 28, 19)(6). Nuestra esperanza está puesta en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. No anunciamos tres dioses. Callen, pues, los marcionitas(7), porque, juntamente con el Espíritu Santo, por medio de un único Hijo, predicamos un único Dios. La fe es indivisa y la piedad es inseparable(8). Ni separamos la Santísima Trinidad, como hacen algunos, ni hacemos, como Sabelio, una confusión(9). Sino que reconocemos piadosamente a un Padre único, que nos envió un Salvador, el Hijo, Reconocemos a un Hijo, único, que prometió que enviaría desde el Padre al Paráclito (cf. Jn 15, 26). Reconocemos al Espíritu Santo, que habló por los profetas y en Pentecostés descendió sobre los apóstoles en una especie de lenguas de fuego (Hech 2, 3), en Jerusalén, en la iglesia de los apóstoles, la de arriba(10). Aquí tenemos toda clase de prerrogativas. Aquí Cristo y el Espíritu Santo descendieron de los cielos. Y era muy conveniente que, del mismo modo que las cosas que se refieren a Cristo y al lugar del Gólgota las decimos en el mismo Gólgota, así también hablásemos del Espíritu Santo en la iglesia de arriba. Pero puesto que el que allí descendió participa de la gloria del que aquí fue crucificado, por eso es en este lugar donde hablaremos del que allí bajó. El culto piadoso no admite separación.

Expondremos las herejías

5. El propósito es, pues, decir algunas cosas sobre el Espíritu Santo. No, desde luego, exponer detalladamente su persona(11), pues es cosa imposible, sino señalar, acerca de él, diversas aberraciones de algunos para que no seamos, ignorándolas, arrastrados por ellas. También queremos delimitar los caminos del error para que avancemos por un camino real. Y si examinamos con cautela algo de lo que ha sido dicho por los herejes, caiga de nuevo sobre sus cabezas, pero permanezcamos inmunes, tanto nosotros los que hablamos como vosotros que escucháis.

6. Pues los más impíos herejes en todas las materias afilaron también su lengua en contra del Espíritu Santo atreviéndose a decir cosas infames, como escribió Ireneo en sus libros Contra las herejías(12). Algunos no temieron decir que ellos mismos eran el Espíritu Santo. El primero de los cuales es Simón, al que los Hechos de los Apóstoles llaman «Mago». Una vez expulsado, no dudó en enseñar tales cosas(13). Los llamados «gnósticos» son también impíos y han dicho otras cosas en contra del Espíritu, y asimismo han hablado perversamente los valentinianos(14). Pero el criminal Manes se atrevió a decir de sí mismo que era el Paráclito enviado por Cristo. Según los profetas o el Nuevo Testamento, ha habido quienes se imaginaban que unos y otros eran el Espíritu Santo. Su error —o más bien su blasfemia— son muy grandes. A tales hombres, por tanto, ódialos y huye de los que blasfeman contra el Espíritu Santo, para los cuales no hay remisión. ¿Cómo te vas a unir a los que carecen de toda esperanza, tú que ahora has de ser bautizado también en el Espíritu Santo? Si al que se une a un ladrón y realiza correrías con él se le somete a suplicio, ¿qué esperanza habrá de tener quien se enfrenta al Espíritu Santo?

Contra los marcionitas y los gnósticos

7. Odiese también a los marcionistas, que separaron del Nuevo Testamento las palabras del Antiguo. El primero de ellos fue Marción(15), hombre alejadísimo de Dios, que afirmó la existencia de tres dioses. Al ver insertados en el Nuevo Testamento los testimonios de los profetas acerca de Cristo, los suprimió para privar al Rey de estos testimonios(16). Odiese a los que ya mencionados gnósticos, como a ellos les gusta llamarse, pero que están llenos de ignorancia(17). Hicieron sobre el Espíritu Santo afirmaciones que yo no tendría ahora el atrevimiento de recordar.

Contra los montanistas

8. Ódiese a los de la Frigia inferior y a Montano y sus dos profetisas, Maximila y Priscila(18). Pues Montano, fuera de sí y delirante —y no hubiera dicho lo que dijo si no hubiese estado loco—, se abrevió a proclamarse a sí mismo como el Espíritu Santo. Hombre muy abyecto, baste decir, por respeto a las mujeres que aquí están, que estaba cubierto de toda impureza y lascivia. Habiendo ocupado Pepusa, un lugar muy pequeño de Frigia al que dio el falso nombre de Jerusalén, degollaba a los hijos pequeños de algunas mujeres despedazándolos en banquetes criminales. Por este motivo hasta tiempos recientes, en que la persecución se ha ido calmando, estábamos nosotros bajo sospecha de estos crímenes. La razón es que los montanistas, aunque falsamente, eran llamados con nuestro mismo nombre de cristianos. Como digo, se atrevió a llamarse a sí mismo Espíritu Santo, a pesar de rebosar impiedad y crueldad y estar sujeto a una imperdonable condena.

Contra los maniqueos(19)

9. A éste hay que añadir, como anteriormente se dijo, al muy impío Manes, el cual acumuló los vicios de todas las herejías. Siendo él mismo el más profundo abismo de perdición y reuniendo en sí los delirios de todos los herejes juntos, elaboró y propagó el más reciente de los errores. Se abrevió a decir también que él era el Paráclito que Cristo había prometido que enviaría. Y puesto que el Salvador, prometiéndolo, decía a los apóstoles: «Por vuestra parte permaneced en la ciudad hasta que seáis revestidos de poder desde lo alto» (Lc 24, 49). ¿Qué, pues? ¿Acaso, cuando ya habían muerto hacía doscientos años, estaban esperando a Manes los apóstoles para ser revestidos de poder? ¿Quién tendrá la osadía de decir que no se llenaron ya del Espíritu Santo? Pues está escrito: «Entonces les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo?» (Hech 8, 17). ¿Es que no sucedió esto antes de Manes, y muchos años antes de él, cuando el Espíritu Santo descendió el día de Pentecostés? [...]
 
Re: ¿Qué cantidad de personas adoran?

Re: ¿Qué cantidad de personas adoran?

¿De verdad? ¿Y quién es ese único Dios verdadero para usted según Juan 17:3?

Yo adoro al dador de la Vida Eterna:

Joh 17:3 Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.

Los dos son uno..
indivisibles..
es imposible alcanzar vida eterna sin los dos, porque ambos son uno, ambos son Dios.

Ahora contestame, no me evadas..
¿es paganismo rendirle culto a un ángel??