Testigos de Jehová...¿restauración del cristianismo original?

Re: Arrio como que la pegó en muchos aspectos, pero en otros...

Re: Arrio como que la pegó en muchos aspectos, pero en otros...

Demuestralo biblicamente, pues la biblia muestra al Espiritu Santo como una persona divina.

Así es Eidher. Estos arrianos quieren volver a su vómito. Leamos que nos dicen los padres de la Iglesia:

EL ESPÍRITU SANTO (I)


Pronunciada en Jerusalén sobre: «Y en el Espiritu Santo, Paráclito, que habló por los profetas». La lectura se toma de I Cor 12,1-4: «En cuanto a los dones espirituales no quiero, hermanos, que estéis en la ignorancia...». Y, más adelante: «Hay diversidad de carismas, pero el Espiritu es el mismo» (12,4), etc.(1).

1. Verdaderamente necesitamos de la gracia espiritual para hablar del Espíritu Santo, aunque nunca estaremos a la altura de la cuestión, pues es imposible. Intentaremos, sin embargo, exponer con naturalidad lo que sacamos de ello en la Sagrada Escritura. En los Evangelios se habla de un gran temor cuando Cristo dice abiertamente: «Al que diga una palabra contra el Espíritu Santo, no se le perdonará ni en este mundo ni en el otro» (Mt 12,32)(2). Y hay que temer seriamente que alguien, al hablar por ignorancia o por una mala entendida piedad, se gane la condenación. Cristo, juez de vivos y muertos, anunció que un hombre tal no obtendrá el perdón. Y si alguien le ofende, ¿qué esperanza le queda?

Hablaremos de lo que sobre el Espíritu Santo se dice en la Escritura

2. Es necesario el don de la gracia de Jesucristo, tanto para que nosotros hablemos adecuadamente como para que vosotros oigáis con inteligencia. Pues la inteligencia penetrante no es necesaria sólo para los que hablan, sino también para los que oyen, de modo que no suceda que éstos oigan una cosa y torcidamente entiendan otra. Hablaremos, pues, nosotros del Espíritu Santo sólo lo que está escrito y, si algo no está escrito, que la curiosidad no nos ponga nerviosos. Es el mismo Espíritu Santo el que habló por las Escrituras: él dijo de sí mismo lo que quiso o lo que pudiéramos nosotros entender. Así pues, digamos las cosas que fueron dichas por él, pues con lo que él no dijo no nos atreveremos.

Presente ya desde antiguo, es igual en dignidad al Padre y al Hijo

3. Hay un solo Espíritu Santo Paráclito. Y del mismo modo que hay un solo Dios Padre, y no hay un segundo Padre, y sólo un Hijo unigénito, que no tiene ningún otro hermano, así existe un solo Espíritu Santo, y no existe otro Espíritu Santo que sea igual en honor a él(3). Es, por tanto, el Espíritu Santo, la máxima potestad, realidad divina e inefable. Pues vive y es racional, santificador de todas las cosas que Dios ha hecho por Cristo. El ilumina las almas de los justos. El está también en los profetas y también está, en la nueva Alianza, en los Apóstoles. Odieseles a quienes tienen el atrevimiento de aislar la acción del Espíritu Santo. Pues hay un solo Dios Padre, Señor de la antigua y de la nueva Alianza. Y un solo Señor, Jesucristo, que profetizó en la antigua y ha venido en la nueva. Y un sólo Espíritu Santo que anunció por los profetas a Cristo y que, después que Cristo llegó, lo mostró(4).

Ni se habla de tres dioses ni deben separarse Padre, Hijo y Espíritu Santo

4. Por tanto, nadie separe la antigua de la nueva Alianza: que nadie diga que uno es allí el Espíritu, mientras que aquí lo es otro diferente(5), pues ofende así al mismo Espíritu Santo, a quien se tributa honor juntamente con el Padre y el Hijo y que queda, en el bautismo, incluido dentro de la Santa Trinidad. Pues el mismo Hijo unigénito de Dios dijo claramente a los apóstoles: «Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» (Mt 28, 19)(6). Nuestra esperanza está puesta en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. No anunciamos tres dioses. Callen, pues, los marcionitas(7), porque, juntamente con el Espíritu Santo, por medio de un único Hijo, predicamos un único Dios. La fe es indivisa y la piedad es inseparable(8). Ni separamos la Santísima Trinidad, como hacen algunos, ni hacemos, como Sabelio, una confusión(9). Sino que reconocemos piadosamente a un Padre único, que nos envió un Salvador, el Hijo, Reconocemos a un Hijo, único, que prometió que enviaría desde el Padre al Paráclito (cf. Jn 15, 26). Reconocemos al Espíritu Santo, que habló por los profetas y en Pentecostés descendió sobre los apóstoles en una especie de lenguas de fuego (Hech 2, 3), en Jerusalén, en la iglesia de los apóstoles, la de arriba(10). Aquí tenemos toda clase de prerrogativas. Aquí Cristo y el Espíritu Santo descendieron de los cielos. Y era muy conveniente que, del mismo modo que las cosas que se refieren a Cristo y al lugar del Gólgota las decimos en el mismo Gólgota, así también hablásemos del Espíritu Santo en la iglesia de arriba. Pero puesto que el que allí descendió participa de la gloria del que aquí fue crucificado, por eso es en este lugar donde hablaremos del que allí bajó. El culto piadoso no admite separación.

Expondremos las herejías

5. El propósito es, pues, decir algunas cosas sobre el Espíritu Santo. No, desde luego, exponer detalladamente su persona(11), pues es cosa imposible, sino señalar, acerca de él, diversas aberraciones de algunos para que no seamos, ignorándolas, arrastrados por ellas. También queremos delimitar los caminos del error para que avancemos por un camino real. Y si examinamos con cautela algo de lo que ha sido dicho por los herejes, caiga de nuevo sobre sus cabezas, pero permanezcamos inmunes, tanto nosotros los que hablamos como vosotros que escucháis.

6. Pues los más impíos herejes en todas las materias afilaron también su lengua en contra del Espíritu Santo atreviéndose a decir cosas infames, como escribió Ireneo en sus libros Contra las herejías(12). Algunos no temieron decir que ellos mismos eran el Espíritu Santo. El primero de los cuales es Simón, al que los Hechos de los Apóstoles llaman «Mago». Una vez expulsado, no dudó en enseñar tales cosas(13). Los llamados «gnósticos» son también impíos y han dicho otras cosas en contra del Espíritu, y asimismo han hablado perversamente los valentinianos(14). Pero el criminal Manes se atrevió a decir de sí mismo que era el Paráclito enviado por Cristo. Según los profetas o el Nuevo Testamento, ha habido quienes se imaginaban que unos y otros eran el Espíritu Santo. Su error —o más bien su blasfemia— son muy grandes. A tales hombres, por tanto, ódialos y huye de los que blasfeman contra el Espíritu Santo, para los cuales no hay remisión. ¿Cómo te vas a unir a los que carecen de toda esperanza, tú que ahora has de ser bautizado también en el Espíritu Santo? Si al que se une a un ladrón y realiza correrías con él se le somete a suplicio, ¿qué esperanza habrá de tener quien se enfrenta al Espíritu Santo?

Contra los marcionitas y los gnósticos

7. Odiese también a los marcionistas, que separaron del Nuevo Testamento las palabras del Antiguo. El primero de ellos fue Marción(15), hombre alejadísimo de Dios, que afirmó la existencia de tres dioses. Al ver insertados en el Nuevo Testamento los testimonios de los profetas acerca de Cristo, los suprimió para privar al Rey de estos testimonios(16). Odiese a los que ya mencionados gnósticos, como a ellos les gusta llamarse, pero que están llenos de ignorancia(17). Hicieron sobre el Espíritu Santo afirmaciones que yo no tendría ahora el atrevimiento de recordar.

Contra los montanistas

8. Ódiese a los de la Frigia inferior y a Montano y sus dos profetisas, Maximila y Priscila(18). Pues Montano, fuera de sí y delirante —y no hubiera dicho lo que dijo si no hubiese estado loco—, se abrevió a proclamarse a sí mismo como el Espíritu Santo. Hombre muy abyecto, baste decir, por respeto a las mujeres que aquí están, que estaba cubierto de toda impureza y lascivia. Habiendo ocupado Pepusa, un lugar muy pequeño de Frigia al que dio el falso nombre de Jerusalén, degollaba a los hijos pequeños de algunas mujeres despedazándolos en banquetes criminales. Por este motivo hasta tiempos recientes, en que la persecución se ha ido calmando, estábamos nosotros bajo sospecha de estos crímenes. La razón es que los montanistas, aunque falsamente, eran llamados con nuestro mismo nombre de cristianos. Como digo, se atrevió a llamarse a sí mismo Espíritu Santo, a pesar de rebosar impiedad y crueldad y estar sujeto a una imperdonable condena.

Contra los maniqueos(19)

9. A éste hay que añadir, como anteriormente se dijo, al muy impío Manes, el cual acumuló los vicios de todas las herejías. Siendo él mismo el más profundo abismo de perdición y reuniendo en sí los delirios de todos los herejes juntos, elaboró y propagó el más reciente de los errores. Se abrevió a decir también que él era el Paráclito que Cristo había prometido que enviaría. Y puesto que el Salvador, prometiéndolo, decía a los apóstoles: «Por vuestra parte permaneced en la ciudad hasta que seáis revestidos de poder desde lo alto» (Lc 24, 49). ¿Qué, pues? ¿Acaso, cuando ya habían muerto hacía doscientos años, estaban esperando a Manes los apóstoles para ser revestidos de poder? ¿Quién tendrá la osadía de decir que no se llenaron ya del Espíritu Santo? Pues está escrito: «Entonces les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo?» (Hech 8, 17). ¿Es que no sucedió esto antes de Manes, y muchos años antes de él, cuando el Espíritu Santo descendió el día de Pentecostés?
 
Re: Arrio no estaba tan pelado...

Re: Arrio no estaba tan pelado...

Ya le he dicho que su doctrina fue considerada FALSA... y es más, si usted, se aferra a un apostata. Pues YA ESTÁ CLARO, SON APOSTATAS... son la PLENITUD DE LOS PADRES DE LA IGLESIA QUIENES LE CONTRADICEN, y usted, solo sea aferra a un hombre, ya declarado que era falsa su doctrina. Por lo tanto, falsos son sus seguidores... Ahí está lo dicho: eran de los nuestros pero... ¡GLORIA A DIOS!

La cuestión no es si un grupo de gente autodenominado "cristiano" censuró la doctrina anti-trinitaria de Arrio y otros que pensaban como él, con el fin de complacer al emperador, idólatra del sol y asesino familiar, Constantino.

Anexos:
*** Atalaya 15/3/1998 Constantino el Grande, ¿defensor del cristianismo? ***

CONSTANTINO Y EL CONCILIO DE NICEA
¿Qué papel desempeñó en el Concilio de Nicea el emperador Constantino quien no estaba bautizado? La Enciclopædia Britannica señala: “Constantino mismo presidió y dirigió activamente las deliberaciones [...]. Intimidados por el emperador, los obispos, con solo dos excepciones, firmaron el credo, muchos de ellos en contra de sus deseos”.

Tras dos meses de intensos debates religiosos, este político pagano intervino y se pronunció a favor de aquellos que decían que Jesús era Dios. ¿Por qué? “Constantino no entendía absolutamente nada acerca de las preguntas de teología griega que se plantearon”, dice la obra A Short History of Christian Doctrine (Breve historia de la doctrina cristiana). Lo único que comprendía era que las divisiones religiosas constituían una amenaza para su imperio, y él estaba resuelto a darle solidez.

Con referencia al documento final que se redactó en Nicea bajo los auspicios de Constantino, la obra Istoria tou Ellinikou Ethnous (Historia de la nación griega) señala: “Pone de manifiesto lo poco que le importaban [a Constantino] los asuntos doctrinales, [...] su insistencia terca en restaurar la unidad de la Iglesia a cualquier precio y, finalmente, su convicción de que como ‘obispo de los paganos’ tenía la palabra final en todo asunto religioso”. ¿Podía estar el espíritu de Dios detrás de las decisiones que se tomaron en aquel concilio? (Compárese con Hechos 15:28, 29.)​

ASESINATOS DINÁSTICOS
Bajo este encabezamiento, la obra Istoria tou Ellinikou Ethnous (Historia de la nación griega) narra lo que califica de “repugnantes crímenes familiares de Constantino”. Poco después de fundar su dinastía, ya no supo disfrutar de sus logros inesperados y tomó conciencia de los peligros que lo acechaban. Como era una persona desconfiada y tal vez debido a que lo incitaron a ello sus aduladores, empezó a ver en su sobrino Licinio, hijo de un coaugusto al que ya había ejecutado, un posible rival. A su asesinato le siguió la ejecución del propio primogénito de Constantino, Crispo, debido a que su madrastra, Fausta, lo consideraba un obstáculo para que su propio hijo accediera al poder total.

Esta acción de Fausta fue finalmente el motivo de su propia muerte dramática. Parece que la augusta Elena, quien influyó en su hijo Constantino hasta el fin, estuvo complicada en ese asesinato. Las emociones irracionales que frecuentemente controlaban a Constantino también influyeron en la serie de ejecuciones que costara la vida a muchos de sus amigos y socios. El libro History of the Middle Ages (Historia de la Edad Media) concluye: “La ejecución, por no decir asesinato, de su propio hijo y de su esposa, revela que el cristianismo no había ejercido ninguna influencia espiritual en él”.​
 
Re: Testigos de Jehová...¿restauración del cristianismo original?

Ambos eran apostatas los llamados padres y el tal Arrio. Ambos eran parte del mundo y comandaban ejercitos mundanos para derramar sangre.

No, arriano, no, ambos no. SON TODOS LOS PADRES CONTRA ARRIO... los siento. Si no tiene una mejor argumentación... pero bueno AHORA QUE YA SE HAN DECLARADO ARRIANOS, AHORA, QUE MÁS DA. TODO ESTÁ CLARO.

GLORIA A DIOS, Y EL CORDERO POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS, AMÉN!!!
 
Re: Arrio no estaba tan pelado...

Re: Arrio no estaba tan pelado...

Verá, es uno contra todos, lo siento CUANDO UNO O MÁS TESTIGOS... ahora es cuando la Biblia les da en toda la cara. SE ACABÓ. SON ARRIANOS. YA LO HAN DECLARADO.

No somos Arrianos, este estaba sumergido en la politica de su tiempo y buscaba influencias con los emperadores. Nosotros somos neutrales en estos asuntos. Los seguidores de Arrio eran guerreros, nosotros no apoyamos la guerra.

En lo único que coincidimos es que Cristo no existia antes de ser engendrado, que fue creado, que esta subordinado al Padre, aunque Cristo es un dios, no es el Dios verdadero. Arrio creía que el espíritu santo era una persona, nosotros creemos que esto es la fuerza activa de Dios. Sobre todo, nuestra creencias se basan el lo que dice la Biblia, no en lo que dice Arrio.
 
Re: Arrio no estaba tan pelado...

Re: Arrio no estaba tan pelado...

La cuestión no es si un grupo de gente autodenominado "cristiano" censuró la doctrina anti-trinitaria de Arrio y otros que pensaban como él, con el fin de complacer al emperador, idólatra del sol y asesino familiar, Constantino.

Anexos:
*** Atalaya 15/3/1998 Constantino el Grande, ¿defensor del cristianismo? ***

CONSTANTINO Y EL CONCILIO DE NICEA[/B


Verá, lo que nos cuente el Atalaya de los Arrianos, allá por el 1998 (qué curioso vuelve a poner la fecha)... la verdad, todo lo que venga de esta apóstata institución arriana, pues la verdad... no nos sirve para nada. Ya sabemos que son seguidores del tal Arrio. No insistan, son apóstatas.
 
Re: Arrio no estaba tan pelado...

Re: Arrio no estaba tan pelado...

No somos Arrianos, este estaba sumergido en la politica de su tiempo y buscaba influencias con los emperadores. Nosotros somos neutrales en estos asuntos. Los seguidores de Arrio eran guerreros, nosotros no apoyamos la guerra.

En lo único que coincidimos es que Cristo no existia antes de ser engendrado, que fue creado, que esta subordinado al Padre, aunque Cristo es un dios, no es el Dios verdadero. Arrio creía que el espíritu santo era una persona, nosotros creemos que esto es la fuerza activa de Dios. Sobre todo, nuestra creencias se basan el lo que dice la Biblia, no en lo que dice Arrio.

A no. Su Apolos querido, bien lo ha declarado. Pues del tal Arrio ha tomado. Y como no, jamás olvide que es uno CONTRA TODOS LOS PADRES DE LA IGLESIA... con un detalle: los del siglo I y II YA LE CONTRADICEN. Por lo tanto la doctrina de Arrio es apostata a los primeros siglos...

Pero la verdad, es que ustedes han ido más allá del propio Arrio, pues ustedes además niegan la Divinidad de Jesús.
 
Re: Testigos de Jehová...¿restauración del cristianismo original?

Padre, en el Nombre de tu Hijo Jesucristo, Mi Señor, te doy las gracias por mostrar quienes son y en verdad estos que apostatas. Tuya sea la Gloria por los siglos de los siglos AMÉN.
 
T.J. ...¿Arrianos?, ¡lejos de eso! Cristianos, sí.

T.J. ...¿Arrianos?, ¡lejos de eso! Cristianos, sí.

Cual Apolos, el seguidor de Arrio, declarado apostata?... ese me está arrinconando?... con que con la falacia y la mentira, ahora que ya se ha declarado ARRIANO... ahora ya sabemos de quienes son, no son cristianos, SON ARRIANOS.

GLORIA A DIOS POR MOSTRAR Y FINALMENTE LA VERDAD!!!!!

Para ser Arrianos, tendríamos que concordar plenamente con todas sus creencias y prácticas, pero no es así.
1) Primeramente no somos seguidores de hombre, tal como dijo Pablo que nos fuéramos seguidores de él ni de Apolos, ni de Pedro

2) No concordamos con su punto de vista de que la política y la violencia son recursos válido para defender el cristianismo.

*** Despertad 8/4/1973 págs. 17-18 Cómo la cristiandad llegó a ser trinitaria ***

Sin embargo, esta dominación arriana duró solamente hasta la muerte de Constancio, pues los trinitarios todavía formaban la mayoría. Esto no debería parecer sorprendente debido a que Satanás es el “dios de este sistema de cosas,” y por lo general el error es más popular que la verdad. (2 Cor. 4:4) Otra razón por la cual los arrianos perdieron es que ellos mismos no estaban unidos. No apoyaron una declaración o credo en común que expresara sus creencias ni tampoco tenían un cuerpo gobernante al cual apelar. Así es que estaban divididos, ¿y cómo puede ‘permanecer en pie una casa que está dividida contra sí misma’?—Mat. 12:25.

Pero tal vez entre otras cosas lo que hizo que los trinitarios vencieran a los arrianos, fue el hecho de que los primeros estaban siempre dispuestos a recurrir a la violencia y a la fuerza para lograr sus metas.

*** Despertad 8/4/1973 pág. 19 Cómo la cristiandad llegó a ser trinitaria ***

Con respecto a este período leemos: “En la resultante hecatombe, la fortuna alternaba, más a menudo a consecuencia de los cambios políticos y los patrocinios civiles que debido a los argumentos teológicos.” Y como dice otra autoridad, el arrianismo “se mantuvo por dos siglos más, aunque más por accidente que por elección o convicción.” De paso, esa actividad política y militar de parte de los arrianos refuta la acusación de algunos de que los amantes de la paz y apolíticos testigos cristianos de Jehová son arrianos.

A medida que notamos lo que la historia dice acerca de las actividades políticas de los trinitarios y de los arrianos, no podemos menos que quedar impresionados por la exactitud con la que tanto Jesús como sus apóstoles predijeron lo que le sucedería a la congregación cristiana. Como dijo Jesús en una de sus parábolas: “Mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sobresembró mala hierba entre el trigo, y se fue.” Y así es que el campo que originalmente era un trigal se convirtió en un pedazo de terreno lleno de mala hierba. (Mat. 13:25) Y, considerando la avaricia y la violencia que éstos desplegaron, uno aprecia con cuánta exactitud el apóstol Pablo predijo estos acontecimientos: “Yo sé que después de mi partida entrarán entre ustedes lobos opresivos y no tratarán al rebaño con ternura.” ¡Incluidos entre estas manadas de lobos estuvieron tanto los trinitarios como los arrianos, y entre éstos los más feroces eran los primeros!—Hech. 20:29.​

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Re: T.J. ...¿Arrianos?, ¡lejos de eso! Cristianos, sí.

Re: T.J. ...¿Arrianos?, ¡lejos de eso! Cristianos, sí.

Para ser Arrianos, tendríamos que concordar plenamente con todas sus creencias y prácticas, pero no es así.
1) Primeramente no somos seguidores de hombre, tal como dijo Pablo que nos fuéramos seguidores de él ni de Apolos, ni de Pedro

Claro, no son segudores de hombres, pero se levantan a partir de un solo hombre, apostata por cierto. Ese tal Russell que ni tiene base ni tiene sustento.

Vamos, dicho de otra manera, TODA DOCTRINA DEPENDE DE UN HOMBRE.

Y es cierto, no son arrianos, ya que ustedes niegan la Divinidad de Jesús. Pero una casa está clara, hace costado a Arrio, ha pretendido defenderse en base a Arrio, y por ello, usted, basa su doctrina en base a los apostatas.

Gracias Padre por mostrar y en verdad quines son los que apostatan de tu Hijo JESUCRISTO, MI SEÑOR.
 
Re: T.J. ...¿Arrianos?, ¡lejos de eso! Cristianos, sí.

Re: T.J. ...¿Arrianos?, ¡lejos de eso! Cristianos, sí.

Claro, no son segudores de hombres, pero se levantan a partir de un solo hombre, apostata por cierto. Ese tal Russell que ni tiene base ni tiene sustento.

Vamos, dicho de otra manera, TODA DOCTRINA DEPENDE DE UN HOMBRE.

Y es cierto, no son arrianos, ya que ustedes niegan la Divinidad de Jesús. Pero una casa está clara, hace costado a Arrio, ha pretendido defenderse en base a Arrio, y por ello, usted, basa su doctrina en base a los apostatas.

Gracias Padre por mostrar y en verdad quines son los que apostatan de tu Hijo JESUCRISTO, MI SEÑOR.

No nos apoyas en Arrio para demostrar que la Trinidad es falsa. hemos citado de la autoridad de las Escrituras, como hizo Jesús. Se cita a Arrio en este debate para demostarte que la Trinidad no era una doctrina universalmente aceptada en la iglesia de los primeros 3 siglos. De paso, Arrio no fue el único que disentía de tal doctrina falsa.
 
Re: T.J. ...¿Arrianos?, ¡lejos de eso! Cristianos, sí.

Re: T.J. ...¿Arrianos?, ¡lejos de eso! Cristianos, sí.

*** Despertad 8/4/1973 págs. 17-18 Cómo la cristiandad llegó a ser trinitaria ***​


Ya no tienen nada más. Ahora nos vienen con un papelito del año 1973, en base a una doctrina apostata, y para mal de peores, ahora pretende desligarse del tal Arrio, pues en vez de venirle a bien, se le ha puesto plenamente en contra.

En fin, toma, y deja, toma, y deja, toma, y deja A TAL CUAL LE VINE EN GANA.

Así son, así andan. NO traen nada, no pueden contradecir ni a la Iglesia, ni los Padres de la Iglesia... ni la historia les apoya en nada, y cuando han pretendido acudir a ella LES HA DADO DE BOFETADAS, tanto, que pretendiendo salir bien parados, ahora, se ven en la obligación de desligarse por tal de...

Gracias Padre por mostrar quienes son y en verdad. Tuya sea la Gloria por los siglos de los siglos, Amén​
 
Re: T.J. ...¿Arrianos?, ¡lejos de eso! Cristianos, sí.

Re: T.J. ...¿Arrianos?, ¡lejos de eso! Cristianos, sí.

No nos apoyas en Arrio para demostrar que la Trinidad es falsa. hemos citado de la autoridad de las Escrituras, como hizo Jesús. Se cita a Arrio en este debate para demostarte que la Trinidad no era una doctrina universalmente aceptada en la iglesia de los primeros 3 siglos. De paso, Arrio no fue el único que disentía de tal doctrina falsa.

Por un apostata, en base a un apostata, en base a quien es del siglo tercero/quarto y contradice a los mismísimos padres del primero, segundo y tercer siglo???? Pues nada, lo siento, ha pretendido sustentarse por quien fue declarado HEREJE Y APÓSTATA DE LA FE DE LOS APÓSTOLES. Y siendo que ello es lo que sigue defendiendo, claramente es manifestado que usted ES, DEFIENDE Y SE BASA EN APOSTATAS.

Gracias Padre por mostrar quienes son y en verdad. En el Nombre de tu Hijo Jesucristo, MI Señor te doy las gracias. TUYA SEA LA GLORIA POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS, AMÉN.
 
Re: T.J. ...¿Arrianos?, ¡lejos de eso! Cristianos, sí.

Re: T.J. ...¿Arrianos?, ¡lejos de eso! Cristianos, sí.

Ya no tienen nada más. Ahora nos vienen con un papelito del año 1973, en base a una doctrina apostata, y para mal de peores, ahora pretende desligarse del tal Arrio, pues en vez de venirle a bien, se le ha puesto plenamente en contra.

En fin, toma, y deja, toma, y deja, toma, y deja A TAL CUAL LE VINE EN GANA.

Así son, así andan. NO traen nada, no pueden contradecir ni a la Iglesia, ni los Padres de la Iglesia... ni la historia les apoya en nada, y cuando han pretendido acudir a ella LES HA DADO DE BOFETADAS, tanto, que pretendiendo salir bien parados, ahora, se ven en la obligación de desligarse por tal de...

Gracias Padre por mostrar quienes son y en verdad. Tuya sea la Gloria por los siglos de los siglos, Amén

Lástima... se te trató de ayudar... Tenemos cosas mejores que hacer...

“Y no presten atención a las fábulas [...] y a los mandamientos de hombres que se apartan de la verdad. Todas las cosas son limpias a los limpios. Pero a los contaminados y sin fe nada les es limpio, sino que tienen contaminada tanto la mente como la conciencia. Declaran públicamente que conocen a Dios, pero por sus obras lo repudian, porque son detestables y desobedientes y no aprobados para obra buena de clase alguna. Tú, sin embargo, sigue hablando las cosas que son apropiadas para la enseñanza saludable.”
(Tito 1:14-2:1)
 
Re: T.J. ...¿Arrianos?, ¡lejos de eso! Cristianos, sí.

Re: T.J. ...¿Arrianos?, ¡lejos de eso! Cristianos, sí.

Claro, no son segudores de hombres, pero se levantan a partir de un solo hombre, apostata por cierto. Ese tal Russell que ni tiene base ni tiene sustento.

Vamos, dicho de otra manera, TODA DOCTRINA DEPENDE DE UN HOMBRE.

Y es cierto, no son arrianos, ya que ustedes niegan la Divinidad de Jesús. Pero una casa está clara, hace costado a Arrio, ha pretendido defenderse en base a Arrio, y por ello, usted, basa su doctrina en base a los apostatas.

Gracias Padre por mostrar y en verdad quines son los que apostatan de tu Hijo JESUCRISTO, MI SEÑOR.

Una cosa puedo notar de Raul68, y es que parese que tiene amnesia, no argumenta la prueba ni la lee. Su defensa es solamente un juego de palabras incoherentes que no contestan nuestros argumentos. En su intransigencia pretente que se tome como correcto su interpetación y su punto de vista, en vez de la prueba que se le presenta.

Ya se la ha dicho que en nada nos parecemos a los Arrianos, pero insiste como si fuera un robot programado a disparar palabras sin pensar ni razonar. Ya se la ha dicho que tanto los Arrianos como los llamados "Padres de la Iglesias" no eran otra cosa que herejes a la luz de la Biblia, pero pretende refutar con su incoherencia. A veces no lo entiendo ya que escribe enredado, sin un argumento logico, sin seguir un hilo de argumentación inteligente como los demas foristas.
 
Raúl... quita el automático y piensa

Raúl... quita el automático y piensa

Una cosa puedo notar de Raul68, y es que parese que tiene amnesia, no argumenta la prueba ni la lee. Su defensa es solamente un juego de palabras incoherentes que no contestan nuestros argumentos. En su intransigencia pretente que se tome como correcto su interpetación y su punto de vista, en vez de la prueba que se le presenta.

Ya se la ha dicho que en nada nos parecemos a los Arrianos, pero insiste como si fuera un robot programado a disparar palabras sin pensar ni razonar. Ya se la ha dicho que tanto los Arrianos como los llamados "Padres de la Iglesias" no eran otra cosa que herejes a la luz de la Biblia, pero pretende refutar con su incoherencia. A veces no lo entiendo ya que escribe enredado, sin un argumento logico, sin seguir un hilo de argumentación inteligente como los demas foristas.

Eso solo tiene un nombre: FANÁTICO
 
Re: Testigos de Jehová...¿restauración del cristianismo original?

Es decir, que no tienen defensa ante la evidencia que les ha sido mostrada. Démos gracias a Dios por mostrar y en verdad quienes son. Gracias Padre y en el Nombre de Jesucristo, mi Señor, Amén.

Y leamos de nuevo a un Padre de la Iglesia, por tal de dejar y bien claro quienes son y a la verdad los verdaderos Cristianos, que no arrianos.

El Padre engendra al Hijo en la suma perfección 10

7. Por consiguiente, el Hijo de Dios lo es por naturaleza y no por adopción, engendrado por el Padre. Pero el que ama al que le engendró ama también a quien él ha engendrado. Pero quien desprecia al engendrado por él transmite su afrenta a su progenitor. Y cuando oigas hablar de que Dios engendra, no andes pensando en la generación corporal, ni pienses en una reproducción que entraña corrupción, no sea que vayas a caer en la impiedad. «Dios es espíritu» (Jn 4,24) y su generación es espiritual; pues los cuerpos, por su parte, engendran cuerpos y en la generación corporal debe haber un transcurso de tiempo.

Sin embargo, en la generación del Hijo desde el Padre no hay ningún intervalo temporal. Además, cuando se engendra algo, es engendrado como realidad imperfecta; sin embargo, el Hijo de Dios ha sido engendrado como perfecto: existiendo en la actualidad, existe desde el principio, nació sin un comienzo. De ese modo nacemos nosotros, pasando después de la ignorancia infantil al uso de razón: imperfecto es, oh hombre, tu nacimiento, aunque se produce un crecimiento mediante sucesivos añadidos. Pero en el caso que nos ocupa no pienses nada semejante ni te venga a la mente debilidad alguna del progenitor, (como si dijeses): engendró a alguien imperfecto que, pasando el tiempo, logró la perfección. Al progenitor lo acusas de debilidad al decir que lo que después fue concedido por el transcurso del tiempo no se había dado, según tu parecer, desde el principio.

8. No creas, por tanto, que se trata de una generación humana ni semejante a como Abraham engendró a Isaac. Pues Abraham no engendró a Isaac porque quisiese, sino porque alguien distinto a él se lo concedió. Cuando es Dios y Padre el que engendra, no hay en ello ignorancia ni tampoco deliberación. Y decir que no sabía lo que engendraba es una impiedad grandísima. Decir también que estaba sopesando las circunstancias y que luego comenzó a ser padre es también impiedad de la misma categoría: pues no es que Dios existiese primeramente sin hijos y que después, en un momento determinado, llegase a ser padre, sino que siempre ha tenido al Hijo. Lo engendró, no al modo como los hombres generan a los hombres, sino como lo conoció únicamente él, el que lo engendró antes de todos los siglos como Dios verdadero.

9. Al ser, pues, el verdadero Dios Padre, engendró un Hijo, Dios verdadero, semejante a él. Y no como los maestros tienen discípulos, es decir, tampoco al modo como Pablo dice a algunos: «He sido yo quien, por el Evangelio, os engendró en Cristo Jesús» (I Cor 4,15). Pues quien no era hijo por naturaleza ha llegado a serlo como discípulo. Pero en el caso que nos ocupa se trata de un hijo por naturaleza, de un verdadero hijo. Tampoco como vosotros, los que vais a ser iluminados, sois hechos ahora hijos de Dios; pues también vosotros sois hechos hijos, pero en adopción por gracia, según lo que está escrito: «A todos los que lo recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre. Ellos no nacieron de sangre, ni de deseo de carne, ni de deseo de hombre, sino que nacieron de Dios» (Jn I, 12-13)11. Y nosotros nacemos ciertamente del agua y del Espíritu (cf. Jn 3,5), pero no es así como Cristo ha nacido del Padre. Recuérdese que en el momento del bautismo la voz dijo: «Este es mi hijo» (Mt 3,17; cf. 17,5), y no: «Este ha sido hecho ahora Hijo mío». Al decir «Este es mi Hijo», declaraba que ya era Hijo antes de realizarse el bautismo.

10. El Padre no engendró al Hijo como la mente genera en los hombres la palabra. Pues en nosotros la mente es algo subsistente, pero la palabra que se pronuncia se pierde en el aire. Nosotros hemos sabido, sin embargo, que Cristo nació no simplemente como una palabra que se pronuncia, sino como Palabra subsistente y viva, no proferida y difundida con los labios, sino engendrada desde el Padre eterno de modo inefable y con una sólida subsistencia12. «En el principio existía la Palabra, y la Palabra estaba con Dios y la Palabra era Dios» (Jn 1,1), sentado a la derecha (cf. Sal 110,1). Palabra que entiende la voluntad del Padre, Palabra que todo lo construye según su beneplácito, Palabra que baja y asciende (cf. Ef 4,10)13. Pero una palabra, cuando se profiere, no baja y sube al pronunciarla, sino que se expresa diciendo: «Yo hablo lo que he visto donde mi Padre» (Jn 8,38). Es una Palabra llena de autoridad y que ejerce su dominio sobre todas las cosas, pues el Padre ha entregado todo al Hijo (cf. Jn 13,3 y Mt 11,27)14.

11. Lo engendró el Padre, pero no como alguno lo entendió, sino como él solo sabe15. Pues no nos abrevemos a explicar cómo lo ha engendrado. Sólo podemos hablar de cómo no ha sido dicha generación. Es cierto que el Hijo procede del Padre, aunque también toda la naturaleza engendrada o creada. «Pregunta a la tierra y te lo dirá» (Job 12,8 hebr.). Aunque interrogues a todas la cosas que hay sobre la tierra, no te lo podrán decir. Y es que el globo terráqueo no puede explicar quién es su modelador ni su artífice. Y no sólo la tierra lo ignora, sino que también el sol lo desconoce. Pues el sol fue creado el cuarto día sin saber qué había sido creado en los tres días anteriores. Pero quien desconoció lo que se hizo en los tres días anteriores a él, no puede evidentemente decir quien fue el autor. Tampoco lo dirá el cielo, pues éste fue puesto por Cristo, por voluntad del Padre, como si fuese una humareda. Tampoco los cielos de los cielos ni las aguas que están sobre los cielos serán quienes lo cuenten. ¿Por qué, pues, te lamentas, oh hombre, de no saber lo que los mismos cielos ignoran? Y no son sólo los cielos los que ignoran esta generación, sino que incluso no lo saben las criaturas angélicas. Si alguien -suponiendo que fuese posible- subiese all primer cielo y, al observar el lugar de los ángeles que allí habitan16, acercándose, preguntase cómo Dios ha engendrado a su Hijo, tal vez le respondería: Más arriba los hay mayores y más altos que nosotros. Pregúntales a ellos. Sube hasta el segundo y tercer cielo: alcanza, si es que puedes, hasta los tronos y dominaciones, y también los principados y las potestades. Si alguien llegara hasta allí —es imposible—, renunciarían a describirlos, puesto que ni siquiera los habrían explorado.

12. Siempre me he asombrado de la curiosidad de algunos que, opinando temerariamente de cuestiones religiosas, caen en la impiedad. Piensan que los tronos y las dominaciones, creados por Cristo, y además los principados y las potestades17 están sin descubrir, y así intentan averiguar al Creador con mayor curiosidade18. Dime en primer lugar, tú que eres muy atrevido, qué diferencia hay eritre trono y dominación. Busca entonces las cosas que atañen a Cristo. Dime qué es un «principado» y una «potestad» o qué es un «poder» y un ángel. Indaga entonces con curiosidad al Creador, pues «todo se hizo por él» (cf. Jn 1,3). Pero no quieres interrogar a los tronos y dominaciones o quizá más bien es que no puedes. Y, ¿quién hay que conozca hasta la profundidades de Dios sino el Espíritu Santo (cf. 1 Cor 2,10-11), que es el que habló en las Escrituras? Pero ni siquiera el mismo Espíritu Santo habló en las Escrituras de (I modo de) la generación del Hijo por el Padre. ¿Por qué indagas afanosamente lo que ni el mismo Espíritu Santo describió en las Escrituras? Y si ignoras lo que ha quedado escrito, ¿podrás indagar las cosas que no se han escrito? Muchas son las cuestiones de que trata la Escritura: si lo escrito no podemos abarcarlo, ¿por qué fatigarnos nuestro ánimo con lo que no está escrito? Nos es suficiente con saber que Dios engendró a un único Hijo.

13. No te dé vergüenza confesar tu ignorancia cuando en ella tienes algo de común con los ángeles19. Sólo quien engendró conoce a quien engendró, y el que por él ha sido engendrado conoce a su progenitor. Y el que ha engendrado sabe lo que ha engendrado. Y el Santo Espíritu de Dios da testimonio en la Escritura de que el engendrado es Dios sin que haya habido un comienzo. «En efecto, ¿qué hombre conoce lo íntimo del hombre que está en él? Del mismo modo, nadie conoce lo íntimo de Dios, sino el Espíritu de Dios» (1 Cor 2,11). «Porque, como el Padre tiene vida en sí mismo, así también le ha dado al Hijo tener vida en sí mismo» (Jn 5,26). Y, además, «para que todos honren al Hijo como honran al Padre» (5,23). Y: «Como el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo da la vida a los que quiere» (5,21). Y ni el que engendra queda disminuido en nada ni el engendrado carece de cosa alguna (sé que ya he hablado de estas cosas)20. Pero es por seguridad nuestra por lo que estas cosas se han repetido con frecuencia. Ni quien engendró tiene padre ni el engendrado tiene hermano. Ni el engendrador se convirtió de este modo en hijo ni el engendrado llegó a ser padre. De un solo Padre ha sido engendrado un Hijo único. No se trata de dos ingénitos ni de dos unigénitos. Sino que sólo hay un Padre ingénito (ingénito es el que no tiene Padre) y hay sólo un Hijo, engendrado eternamente por el Padre: no nacido en el tiempo, sino engendrado antes de los siglos: y que tampoco ha experimentado un crecimiento, sino que ha sido engendrado como actualmente es.

14. Creemos, por consiguiente, en el Hijo unigénito de Dios, nacido del Padre como Dios verdadero21. Pues un Dios verdadero no engendra un dios falso, como ya se ha dicho. Ni engendró tras haber deliberado consigo mismo, sino que lo hizo desde la eternidad de un modo mucho más rápido, como es lógico, que nuestras palabras y nuestro pensamiento. Pues nosotros, cuando hablamos en el tiempo, empleamos tiempo, pero, cuando se habla del poder divino, el acto de engendrar está fuera del tiempo. Y, como se ha dicho muy a menudo, no es que llevara al Hijo de la no existencia al ser, ni al que no era lo recibió en adopción; sino que el Padre, que existía desde la eternidad, engendró eterna e inenarrablemente a su Hijo único, que no tenía ningún otro hermano. Tampoco se trata de dos principios, sino que cabeza del Hijo es el Padre22, que es el principio único. Así pues, el Padre engendró al Hijo como Dios verdadero, llamado «Emmanuel», que, entendiéndolo bien, se traduce como «Dios con nosotros» (cf. Mt 1,23)23

15. ¿Quieres darte cuenta de que es Dios el que ha nacido del Padre y que después se ha hecho hombre? Escucha al profeta: «Este es nuestro Dios, ningún otro es comparable a él. El descubrió el camino entero de la ciencia, y se lo enseñó a su siervo Jacob, y a Israel su amado. Después apareció ella en la tierra, y entre los hombres convivió» (Bar 3,36-38). ¿Crees que Dios, después de la Ley de Moisés no se ha hecho hombre? Acoge también otro testimonio de la divinidad de Cristo acabado de leer: «Tu trono, oh Dios, para siempre jamás» (Sal 45,7). Y para que a propósito de estos pasajes no se pensase que con su venida en carne llegó después, como desarrollándose, a la cima de la divinidad, dice abiertamente: «Por eso Dios, tu Dios, te ha ungido con óleo de alegría más que a tus compañeros». ¿No ves acaso que el Mesías Dios ha sido ungido por Dios Padre?

16. ¿Quieres que se te ofrezca también un tercer testimonio de la divinidad de Cristo? Oye a Isaías que dice: «Los productos de Egipto, el comercio de Kush... vendrán a ti y tuyos serán»; y poco después: «Ante ti se postrarán y te suplicarán: "Sólo en ti hay Dios, no hay ningún otro, no hay más dioses". De cierto que tú eres un Dios oculto, el Dios de Israel, salvador» (Is 45,14-15)24. Ves a Dios Hijo que tiene en sí mismo a Dios Padre. Sólo le falta decir lo que dijo en los Evangelios: «Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí» (Jn 14,11). No dice «yo soy el Padre», sino «yo estoy en el Padre y el Padre está en mí». Y, a su vez, no dijo: «Yo y el Padre soy uno», sino «Yo y el Padre somos uno» (Jn 10,30), para que ni los separemos a uno del otro, ni hagamos mezcla de Padre e Hijo. «Uno», porque es una la dignidad de la divinidad, puesto que es Dios quien engendró a Dios. «Uno» por la prerrogativa del Reino, pues no es que sobre unas cosas reine el Padre y sobre otras el Hijo, como si éste, a semejanza de Absalón25, se alzase contra el Padre. En realidad, el Hijo reina sobre las mismas cosas sobre las que reina el Padre. Son «uno» también porque no hay disonancia alguna o separación, pues no son unos los deseos del Padre y otros los del Hijo. «Uno» porque no son unas las obras de Cristo y otras las del Padre. El ordenamiento de todas las cosas es unitario, ya que el Padre ha actuado a través del Hijo: «Pues él habló y así fue; él ordenó y fueron creados» (Sal 148,5 LXX), dice el salmista. Pero el que dice, dice a quien oye; y quien manda, manda a quien está presente.

17. El Hijo es, por tanto, verdadero Dios, teniendo en sí mismo al Padre, pero no transformado en el Padre: pues tampoco se hizo hombre el Padre, sino el Hijo—digámoslo en verdad y libremente. No padeció por nosotros el Padre, sino que el Padre envió al que padeció por nosotros. Ni tampoco digamos nunca: «Había un tiempo en el cual no existía el Hijo»26. Tampoco admitamos una filio-paternidad, sino que avancemos por el camino regio sin desviarnos a la izquierda o a la derecha. Ni, creyendo honrar al Hijo, le llamemos a éste Padre ni, pensando en tributar honor al Padre, creamos que el Hijo es una de las cosas creadas. Más bien el Padre único sea adorado a través del Hijo único, sin que se «distribuya» la adoración. Predíquese un Hijo único, sentado a la derecha del Padre antes de los siglos, que no ha recibido en el tiempo esto de sentarse con el Padre tras el sufrimiento y como resultado de una evolución, sino que lo posee desde la eternidad.

18. «El que ve al Hijo, ve al Padre»27. Pues en todo es semejante el Hijo a quien lo engendró: vida que procede de vida, luz de luz, poder de poder, Dios de Dios. En nada son diferentes las características de la divinidad en el Hijo, y quien ha sido considerado digno de ver la divinidad del Hijo ha sido llevado con ello a gozar del Padre. Este modo de hablar no es mío, sino del Hijo unigénito: «¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me conoces, Felipe? El que me ha visto a mí ha visto al Padre» (Jn 14,9)29. Y, para decirlo más compendiosamente, debemos evitar tanto separar como confundir: no digas nunca que el Hijo es ajeno al Padre ni aceptes a quienes dicen que el Padre es a veces Padre y a veces Hijo: son afirmaciones extrañas e impías, no testimonios de la Iglesia, pues el Padre permaneció tal aunque hubiese engendrado al Hijo sin sufrir él mismo transformación. Engendró a la Sabiduría (cf. I Cor 1,24), pero él no fue despojado de ella; engendró la fuerzan sin perder con ello su energía. Engendrando a Dios, no fue despojado de su divinidad ni nada perdió quedando disminuido o transformado, ni a su vez el engendrado carece de algo: perfecto es el que engendró y perfecto es el engendrado. Dios es quien engendró y Dios es el que ha sido engendrado, el cual es Dios de todas las cosas y llama Padre a su Dios, sin miedo de decir: «Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios» (Jn 20,17).

19. Pero para que no creas que se trata de una paternidad igual tanto para el Hijo como para las demás criaturas, en las frases que siguen hizo una distinción. Pues no dijo: «Subo a nuestro Padre», de modo que se dedujese una comunidad de las creaturas con el Unigénito; sino que dice: «mi Padre y vuestro Padre». De un modo, mío, por naturaleza; y de otro modo, vuestro, por adopción. Y, a su vez: «A mi Dios y a vuestro Dios». De una forma, Padre mío por vínculo natural y como Hijo unigénito; de otra forma, vuestro como criaturas. Por consiguiente, el Hijo de Dios es verdadero Dios, engendrado de modo inefable antes de todos los siglos. Os repito a menudo todo esto para que se os grabe bien en vuestra mente. Cree ciertamente que Dios tiene un Hijo, pero no tengas mayor curiosidad en el cómo, pues si lo indagas no encontrarás respuesta. No te ensalces a ti mismo, no sea que caigas.

Entrégate simplemente a la meditación de lo que se te confía. Dime quién es en realidad el que engendró y te darás cuenta entonces de qué engendró. Si con el pensamiento no puedes abarcar la naturaleza del que engendra, no escrutes con impaciencia quién es el engendrado.

20. Para la piedad te basta saber que dijimos que Dios tiene un Hijo único: un Hijo engendrado por naturaleza, que no comenzó a existir cuando nació en Belén, sino antes de todos los siglos. Escucha, en efecto, al profeta Miqueas, que dice: «Mas tú, Belén Efratá, aunque eres la menor entre las familias de Judá, de ti me ha de salir aquél que ha de dominar en Israel, y cuyos orígenes son de antigüedad, desde los días de antaño» (Miq 5,1). No pongas tu atención, por tanto, en aquél que entonces nació en Belén, sino adora al que desde la eternidad ha sido engendrado por el Padre. No toleres a quien diga que el Hijo comenzó a existir en algún momento del tiempo, sino que debes reconocer que el Padre es principio sin tiempo, un principio que nada tiene que ver con un Hijo temporal, inabarcable, él por su parte sin principio: en suma el Padre30, fuente del río de la justicia, del Unigénito, a quien engendró como el sólo sabe. ¿Quieres saber que nuestro Señor Jesucristo es también rey eterno? Escúchalo otra vez cuando dice: «Vuestro padre Abraham se regocijó pensando en ver mi Día; lo vio y se alegró» (Jn 8,56). Pero al endurecerse los judíos ante esto, les dijo algo todavía más duro: «Antes de que Abraham existiera, Yo Soy» (8,58). Y, a su vez, dice al Padre: «Ahora, Padre, glorifíicame tú, junto a ti, con la gloria que tenía a tu lado antes que el mundo fuese» (Jn 17,5). Claramente lo dijo: Antes que el mundo fuese, yo tenía gloria junto a ti. Y dice a su vez: «... me has amado antes de la creación del mundo» (17, 24).

21. Creamos, por consiguiente, «en un solo Señor Jesucristo, Hijo único de Dios, que nació del Padre como Dios verdadero antes de todos los siglos, y por el cual "todo se hizo" (Jn 1,3)»: «los Tronos, las Dominaciones, los Principados, las Potestades, todo fue creado por él» (Col 1,16), y ninguna de las cosas creadas está sustraída a su poder. Enmudezca toda herejía que hable de diversos agentes y autores del mundo; conténgase la lengua que azota con blasfemias a Cristo Hijo de Dios; callen quienes dicen que el sol es el Cristo, pues él no es este sol brillante, sino el artífice del sol; enmudezcan quienes dicen que el mundo es obra de los ángeles, pues pretenden invadir lo que es prerrogativa del Hijo único. Tanto las cosas visibles como invisibles, los tronos y dominaciones (cf. Col 1,16), y «todo cuanto tiene nombre», todo ha sido hecho por Cristo. El Hijo reina sobre las cosas que han sido hechas por él, y no cogiendo los despojos de otros sino ejerciendo su señorío sobre sus propias obras, como dijo el evangelista Juan: «Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe» (JUn 1,3). Todo ha sido hecho por él, actuando el Padre a través del Hijo.

22. Querría aducir un ejemplo de lo que se dice, aunque sé que es un ejemplo débil. Pues, ¿cuál de las cosas visibles puede ser un ejemplo idóneo de la invisible potestad divina? Adúzcase, sin embargo, como un ejemplo débil, puesto por un débil a los débiles. Es, pongamos por caso, como si un rey que tiene un hijo que también es rey juntamente con él, y deseando fundar una ciudad, pone ante él una maqueta de la ciudad que ha de construir. El hijo, con la maqueta, llevará a su término el proyecto. Del mismo modo, cuando el Padre quiso hacer todas las cosas, el Hijo fue quien lo realizó todo en obediencia al Padre, de modo que esa obediencia preserva incólume para el Padre la libertad de su poder supremo, pero el Hijo tiene el dominio sobre las cosas que ha hecho: de ese modo ni queda rebajado el dominio del Padre sobre las cosas que ha hecho ni el Hijo obtiene poder sobre cosas hechas por otro, sino sobre las que él mismo ha fundado. Pues no fueron los ángeles quienes fundaron el mundo -de ello ya se ha hablado31-, sino el Hijo unigénito engendrado, como dijimos, antes de todos los siglos. Por él todo fue hecho, sin excluir nada de su actividad creadora. Y todo sea dicho hasta aquí por nosotros por la gracia de Cristo.

23. Volviendo ahora a la confesión de fe, concluyamos ya estas palabras. Todo lo hizo Cristo, los ángeles, los arcángeles, las dominaciones y los tronos. No es que el Padre careciese del poder suficiente para crear por sí mismo, sino que quiso que el Hijo reinase sobre las cosas que había hecho, mostrándole el ordenamiento de las cosas que habían de ser creadas. Pues dice el Unigénito tributando honor a su Padre: «El Hijo no puede hacer nada por su cuenta, sino lo que ve hacer al Padre; lo que hace él, eso también lo hace igualmente el Hijo» (Jn 5,19). Y a su vez: «Mi Padre trabaja hasta ahora, y yo también trabajo» (Jn 5,17). No existe contradicción entre las actuaciones de ambos. «Todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío» (Jn 17,10), dice el Señor en el Evangelio. Esto puede conocerse con claridad, tanto desde el Antiguo como desde el Nuevo Testamento. Pues el que dice: «Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza» (Gén 1,26), es que se estaba dirigiendo a alguien que estaba a todas luces presente. Pero quien más claramente habla (en este sentido) es el salmista, que dice: «El lo dijo, y existió; él lo mandó, y fueron creados»32, como si el Padre mandase y dijese, y el Hijo todo lo ejecutase según sus deseos. Esto lo dijo, en sentido místico, también Job: «El sólo desplegó los Cielos y holló la espalda de la Mar (Job 9,8), queriendo decir con ello a los inteligentes que quien, estando aquí, caminaba sobre el mar era el que anteriormente había hecho los cielos33. Y, por su parte, el Señor dice: «¿Fuiste tú34 quien tomó la tierra como barro e hiciste un ser viviente a quien, dotado de la facultad de hablar, lo pusiste sobre la tierra?» (Job 38,14 LXX). Y, un poco más abajo: «¿Se te han mostrado las puertas de la Muerte? ¿Has visto las puertas del país de la Sombra? (38,17). Con ello declara que el que, por su bondad, descendió a los infiernos es quien desde el principio hizo al hombre del barro.

24. Cristo es, por consiguiente, Hijo unigénito de Dios y autor del mundo. Pues «en el mundo estaba, y el mundo fue hecho por él» (Jn 1,10). Y «vino a su casa» (1,11), como nos enseña el Evangelio. Cristo no es autor, en unión con el Padre, sólo de las cosas que se ven, sino también de las que no se ven. Pues «en él, según el Apóstol, fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra, las visibles y las invisibles, los Tronos, las Dominaciones, los Principados, las Potestades: todo fue creado por él y para él, él existe con anterioridad a todo, y todo tiene en él su consistencia» (Col 1,16-17). Incluso si te refieres a los siglos35, el autor de éstos, en obediencia al Padre, es también Jesucristo, pues «en estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo a quien instituyó heredero de todo, por quien también hizo los mundos» (Hebr 1,2). Al cual sea la gloria, el honor y el poder, con el Padre y el Espíritu Santo, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
 
Re: T.J. ...¿Arrianos?, ¡lejos de eso! Cristianos, sí.

Re: T.J. ...¿Arrianos?, ¡lejos de eso! Cristianos, sí.

Lástima... se te trató de ayudar (MÁS BIEN, Y AÑADO YO: MANIPULAR, CONFUDIR, Y ENRREDAR)... Tenemos cosas mejores que hacer...

“Y no presten atención a las fábulas [...] y a los mandamientos de hombres que se apartan de la verdad (DÍGASE RUSSELL, DÍGASE ARRIO). Todas las cosas son limpias a los limpios. Pero a los contaminados y sin fe nada les es limpio, sino que tienen contaminada tanto la mente como la conciencia (EXACTO, Y DONDE DICEN DIGO, AHORA PRETENDEN HACERLO PASAR POR DIEGO). Declaran públicamente que conocen a Dios, pero por sus obras lo repudian, porque son detestables y desobedientes y no aprobados para obra buena de clase alguna (EXACTO, ACUDEN A LOS APOSTATAS PARA DEFENDERSE, Y CUANDO LES CONTRADICE, PRETENDEN ESCABULLIRSE). Tú, sin embargo, sigue hablando las cosas que son apropiadas para la enseñanza saludable. (EXACTO, Y DE NUEVO LE DEJO UNA MUESTRA DE ELLO Y POR MI PARTE)
(Tito 1:14-2:1)

Exacto, en base a los Padres de la Iglesia le hablo, no como usted, que acude a Russell o como hoy hemos visto, al apóstata Arrio. En fin, veamos y en verdad de que le hablo.

EL HIJO UNIGÉNITO DE DIOS

Sobre las palabras (del Símbolo): «Hijo unigénito de Dios, nacido del Padre, Dios verdadero antes de todos los siglos, por quien todo fue hecho». Se parte de Hebr 1,1 ss: «Muchas veces y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros Padres por medio de los Profetas; en estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo...»(1).

1. Con lo que ayer os dijimos se explica suficientemente, por nuestra parte, que esperamos en Jesucristo. Pero no hay que creer en Jesucristo en un modo simple y vulgar, ni hay que aceptarlo como a uno cualquiera de los muchos que, de modo abusivo, han sido llamados «Cristos»>. Ellos eran «cristos» como tipo e imagen, pero es éste el verdadero Cristo, que no fue escogido de entre los hombres y promovido al sacerdocio, sino que recibió del Padre eterno la dignidad sacerdotal. Por eso la fe nos advierte que no pensemos que se trata de uno cualquiera de los «cristos» (ungidos) corrientes: a la confesión de fe se añade que creemos «en un solo Señor Jesucristo, hijo único de Dios».

Hijo de Dios Padre por naturaleza

2. Cuando oyes hablar del Hijo, no pienses en la adopción, sino en un Hijo por naturaleza, Hijo Unigénito que no tiene ningún otro hermano. Por eso se le llama Unigénito, porque no tiene ningún hermano en la dignidad de la deidad y en la generación paterna. Pero no le llamamos Hijo de Dios por nuestro propio impulso, sino porque el Padre mismo le dio el nombre de Hijo, y es verdadero el nombre que los padres ponen a los hijos.

Pedro, en nombre de los apóstoles, reconoce a Jesús como Hijo de Dios


3. Nuestro Señor Jesucristo se revistió en aquel entonces de la naturaleza humana, pero esto era desconocido de muchos. Cuando él, sabiendo que se ignoraba, lo quería enseñar, reuniendo a los discípulos les preguntaba: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?» (Mt 16,13). No buscaba una gloria efimera,sino que deseaba decirles la verdad para que no sucediese que, estando ellos conviviendo con el Hijo unigénito de Dios, y Dios mismo, le despreciasen como a un simple hombre. Cuando ellos dicen: «... unos, que Elías; otros, que Jeremías» (16,14), es como si les respondiera: tienen excusa los que no lo saben pero vosotros, que sois apóstoles y curáis leprosos en mi nombre, expulsáis demonios y devolvéis a muertos a la vida, debéis saber quién es aquel por quien realizáis esas maravillas. Cuando todos se mostraban reticentes (pues esta realidad excedía las fuerzas humanas), Pedro, príncipe de los apóstoles y supremo predicador de la Iglesia, no utilizó palabras propias ni razonamientos humanos, sino que, inundado de luz en su mente iluminada por el Padre, le dice: «Tú eres el Cristo» (Mt 16,16), añadiendo: «El Hijo de Dios vivo» (ibid.). E inmediatamente se añade una declaración de bienaventuranza (superior a lo que el hombre puede captar), conformada con la afirmación de que era una revelación procedente del Padre. Pues dice el Salvador: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos (16,17). Así pues, quien reconoce a nuestro SeñorJesucristo como Hijo de Dios, es hecho partícipe de la bienaventuranza; pero quien niega al Hijo de Dios se hace infeliz y desgraciado3.

Hijo en todo semejante al Padre

4. Cuando se le llama Hijo, no pienses que se trata de una exageración, sino que es hijo verdaderamente, por naturaleza, sin un comienzo. No ha pasado de la servidumbre a la adopción, sino que es Hijo engendrado desde toda la eternidad, mediante un proceso de generación inescrutable e inabarcable. De un modo semejante, cuando oyes hablar de «primogénito» (cfr. Hebr 1,6), no lo entiendas al modo humano, pues los hombres tienen además otros hermanos, y en algún lugar está dicho: «Israel es mi hijo, mi primogénito» (Ex 4,22). Pero así como Rubén fue despojado de su honor de primogénito de Jacob por haberse introducido en el lecho de su padres, también Israel crucificó al Hijo arrojándolo de la viña de Dios Padre (Mt 21,39 ss)4. Y a otros la Escritura dice: «Hijos sois de Yahvé vuestro Dios» (Dt 14,1). Y, en otro lugar: «Yo había dicho: "¡Vosotros, dioses sois, todos vosotros, hijos del Altísimo!"» (Sal 82,6)6. Pone: «Dije», y no: «He engendrado». Pues ellos recibieron por la voz y la palabra de Dios la adopción que no tenían. Pero él (el Mesías) no pasó de ser una cosa a convertirse en otra, sino que desde un principio nació como Hijo del Padre existiendo antes de cualquier comienzo y antes de los siglos. Es Hijo del Padre en todo semejante a su progenitor; eterno del Padre eterno, engendrado como vida de la vida, luz de luz, verdad de la verdad, sabiduría de la sabiduría, Rey de Rey, Dios de Dios, potestad de potestad.

Generación eterna del Hijo

5. Cuando oigas el Evangelio que dice: «Libro de la generación de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham» (Mt 1,1), entiende esto en lo referente a la carne. Pues es realmente hijo de David para siempre, pero es Hijo de Dios antes de todos los siglos y sin un principio7. Y asumió realmente lo que no tenía8, pero lo que tiene lo tiene desde la eternidad como engendrado del Padre. Tiene dos padres: uno, David, según la carne; el otro, según la divinidad, Dios Padre. Aquello que tiene de David está sometido al tiempo, puede constatarse y es un linaje que se puede detallar, pero lo que procede de la divinidad no está sometido al tiempo ni al espacio, ni tiene una ascendencia de la que se pueda dar cuenta:«De su ascendencia, ¿quién se preocupa?»9. Dios es espíritu, y lo que es espíritu se engendra espiritualmente, de modo incorpóreo sin que pueda rastrearse linaje alguno. El mismo Hijo dice del Padre: «El me ha dicho: "Tú eres mi Hijo; yo te he engendrado hoy..."» (Sal 2,7). Ese «hoy» no expresa algo reciente, sino eterno. Es un «hoy» sin tiempo, antes de todos los siglos: «... Desde el seno antes de la aurora te he engendrado» (Sal 110,3, versión clásica griega).

Creer en el Hijo de Dios

6. Cree, por tanto, en Jesucristo Hijo de Dios vivo, Hijo unigénito, según el Evangelio, que dice: «Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna» (Jn 3,16). Y, a su vez: «El que cree en él (el Hijo) no es juzgado» (3,18), sino que ha «pasado de la muerte a la vida» (I Jn 3,14). Pero «el que rehúsa creer en el Hijo, no verá la vida, sino que la cólera de Dios permanece sobre él» (Jn 3,36), «porque no ha creído en el Nombre del Hijo único de Dios» (Jn 3,18). De él daba testimonio Juan diciendo: «Hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad» (Jn 1,14). Con temor ante él decían los demonios: «¿Qué tengo yo contigo, Jesús, Hijo de Dios Altísimo» (Mc 5,7; cf. Lc 4,34).
 
Re: Testigos de Jehová...¿restauración del cristianismo original?

Mis queridos hermanos:

En el Nombre del Señor Jesucristo les pido que dejen de dar pie a los TJ en este debate. Por la Gracia de Dios Padre ya ha sido mostrado quienes son, a quien siguen, y como en verdad son unos apóstatas de la verdadera FE de los Profetas y Apóstoles. Seguirles el juego nomás ponerse de su lado y permitir por ello que su cizaña se siga sembrando. Pido al Señor les de debida luz y entendimiento.

Por mi parte, y una vez más: Doy Gracias al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo por haber sacado a la luz aquello que en verdad son y defienden.

SEÑOR MÍO, Y DIOS MÍO, TUYA ES LA GLORIA POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS. AMÉN.

Un saludo mis hermanos. En Cristo Jesús les Bendigo.
 
Raúl, medita bien en lo que escribes...

Raúl, medita bien en lo que escribes...

Es cierto que el Hijo procede del Padre, aunque también toda la naturaleza engendrada o creada.
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Pero ni siquiera el mismo Espíritu Santo habló en las Escrituras de (I modo de) la generación del Hijo por el Padre. ¿Por qué indagas afanosamente lo que ni el mismo Espíritu Santo describió en las Escrituras? Y si ignoras lo que ha quedado escrito, ¿podrás indagar las cosas que no se han escrito? Muchas son las cuestiones de que trata la Escritura: si lo escrito no podemos abarcarlo, ¿por qué fatigarnos nuestro ánimo con lo que no está escrito? Nos es suficiente con saber que Dios engendró a un único Hijo.

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Ni el engendrador se convirtió de este modo en hijo ni el engendrado llegó a ser padre. De un solo Padre ha sido engendrado un Hijo único. No se trata de dos ingénitos ni de dos unigénitos. Sino que sólo hay un Padre ingénito (ingénito es el que no tiene Padre) y hay sólo un Hijo, engendrado eternamente por el Padre: no nacido en el tiempo, sino engendrado antes de los siglos: y que tampoco ha experimentado un crecimiento, sino que ha sido engendrado como actualmente es.

14. Creemos, por consiguiente, en el Hijo unigénito de Dios, nacido del Padre como Dios verdadero21. Pues un Dios verdadero no engendra un dios falso, como ya se ha dicho.
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Y, como se ha dicho muy a menudo, no es que llevara al Hijo de la no existencia al ser, ni al que no era lo recibió en adopción; sino que el Padre, que existía desde la eternidad, engendró eterna e inenarrablemente a su Hijo único, que no tenía ningún otro hermano. Tampoco se trata de dos principios, sino que cabeza del Hijo es el Padre22, que es el principio único. Así pues, el Padre engendró al Hijo como Dios verdadero, llamado «Emmanuel», que, entendiéndolo bien, se traduce como «Dios con nosotros» (cf. Mt 1,23)23

15. ¿Quieres darte cuenta de que es Dios el que ha nacido del Padre y que después se ha hecho hombre? Escucha al profeta: «Este es nuestro Dios, ningún otro es comparable a él. El descubrió el camino entero de la ciencia, y se lo enseñó a su siervo Jacob, y a Israel su amado. Después apareció ella en la tierra, y entre los hombres convivió» (Bar 3,36-38). ¿Crees que Dios, después de la Ley de Moisés no se ha hecho hombre? Acoge también otro testimonio de la divinidad de Cristo acabado de leer: «Tu trono, oh Dios, para siempre jamás» (Sal 45,7). Y para que a propósito de estos pasajes no se pensase que con su venida en carne llegó después, como desarrollándose, a la cima de la divinidad, dice abiertamente: «Por eso Dios, tu Dios, te ha ungido con óleo de alegría más que a tus compañeros». ¿No ves acaso que el Mesías Dios ha sido ungido por Dios Padre?

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Sólo le falta decir lo que dijo en los Evangelios: «Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí» (Jn 14,11). No dice «yo soy el Padre», sino «yo estoy en el Padre y el Padre está en mí». Y, a su vez, no dijo: «Yo y el Padre soy uno», sino «Yo y el Padre somos uno» (Jn 10,30), para que ni los separemos a uno del otro, ni hagamos mezcla de Padre e Hijo. «Uno», porque es una la dignidad de la divinidad, puesto que es Dios quien engendró a Dios. «Uno» por la prerrogativa del Reino, pues no es que sobre unas cosas reine el Padre y sobre otras el Hijo, como si éste, a semejanza de Absalón25, se alzase contra el Padre. En realidad, el Hijo reina sobre las mismas cosas sobre las que reina el Padre. Son «uno» también porque no hay disonancia alguna o separación, pues no son unos los deseos del Padre y otros los del Hijo. «Uno» porque no son unas las obras de Cristo y otras las del Padre. El ordenamiento de todas las cosas es unitario, ya que el Padre ha actuado a través del Hijo: «Pues él habló y así fue; él ordenó y fueron creados» (Sal 148,5 LXX), dice el salmista. Pero el que dice, dice a quien oye; y quien manda, manda a quien está presente.

17. El Hijo es, por tanto, verdadero Dios, teniendo en sí mismo al Padre, pero no transformado en el Padre: pues tampoco se hizo hombre el Padre, sino el Hijo—digámoslo en verdad y libremente. No padeció por nosotros el Padre, sino que el Padre envió al que padeció por nosotros.

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Ni, creyendo honrar al Hijo, le llamemos a éste Padre
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Más bien el Padre único sea adorado a través del Hijo único, sin que se «distribuya» la adoración. Predíquese un Hijo único, sentado a la derecha del Padre antes de los siglos, que no ha recibido en el tiempo esto de sentarse con el Padre tras el sufrimiento y como resultado de una evolución, sino que lo posee desde la eternidad.

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Y, para decirlo más compendiosamente, debemos evitar tanto separar como confundir: no digas nunca que el Hijo es ajeno al Padre ni aceptes a quienes dicen que el Padre es a veces Padre y a veces Hijo: son afirmaciones extrañas e impías, no testimonios de la Iglesia, pues el Padre permaneció tal aunque hubiese engendrado al Hijo sin sufrir él mismo transformación. Engendró a la Sabiduría (cf. I Cor 1,24), pero él no fue despojado de ella; engendró la fuerzan sin perder con ello su energía. Engendrando a Dios, no fue despojado de su divinidad ni nada perdió quedando disminuido o transformado, ni a su vez el engendrado carece de algo: perfecto es el que engendró y perfecto es el engendrado. Dios es quien engendró y Dios es el que ha sido engendrado, el cual es Dios de todas las cosas y llama Padre a su Dios, sin miedo de decir: «Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios» (Jn 20,17).

19. Pero para que no creas que se trata de una paternidad igual tanto para el Hijo como para las demás criaturas, en las frases que siguen hizo una distinción. Pues no dijo: «Subo a nuestro Padre», de modo que se dedujese una comunidad de las creaturas con el Unigénito; sino que dice: «mi Padre y vuestro Padre». De un modo, mío, por naturaleza; y de otro modo, vuestro, por adopción. Y, a su vez: «A mi Dios y a vuestro Dios». De una forma, Padre mío por vínculo natural y como Hijo unigénito; de otra forma, vuestro como criaturas.
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Entrégate simplemente a la meditación de lo que se te confía. Dime quién es en realidad el que engendró y te darás cuenta entonces de qué engendró. Si con el pensamiento no puedes abarcar la naturaleza del que engendra, no escrutes con impaciencia quién es el engendrado.

20. Para la piedad te basta saber que dijimos que Dios tiene un Hijo único: un Hijo engendrado por naturaleza, que no comenzó a existir cuando nació en Belén, sino antes de todos los siglos. Escucha, en efecto, al profeta Miqueas, que dice: «Mas tú, Belén Efratá, aunque eres la menor entre las familias de Judá, de ti me ha de salir aquél que ha de dominar en Israel, y cuyos orígenes son de antigüedad, desde los días de antaño» (Miq 5,1). No pongas tu atención, por tanto, en aquél que entonces nació en Belén, sino adora al que desde la eternidad ha sido engendrado por el Padre. No toleres a quien diga que el Hijo comenzó a existir en algún momento del tiempo, sino que debes reconocer que el Padre es principio sin tiempo, un principio que nada tiene que ver con un Hijo temporal, inabarcable, él por su parte sin principio: en suma el Padre

21. Creamos, por consiguiente, «en un solo Señor Jesucristo, Hijo único de Dios, que nació del Padre como Dios verdadero antes de todos los siglos, y por el cual "todo se hizo" (Jn 1,3)»:

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22. Querría aducir un ejemplo de lo que se dice, aunque sé que es un ejemplo débil. Pues, ¿cuál de las cosas visibles puede ser un ejemplo idóneo de la invisible potestad divina? Adúzcase, sin embargo, como un ejemplo débil, puesto por un débil a los débiles. Es, pongamos por caso, como si un rey que tiene un hijo que también es rey juntamente con él, y deseando fundar una ciudad, pone ante él una maqueta de la ciudad que ha de construir. El hijo, con la maqueta, llevará a su término el proyecto. Del mismo modo, cuando el Padre quiso hacer todas las cosas, el Hijo fue quien lo realizó todo en obediencia al Padre, de modo que esa obediencia preserva incólume para el Padre la libertad de su poder supremo, pero el Hijo tiene el dominio sobre las cosas que ha hecho: de ese modo ni queda rebajado el dominio del Padre sobre las cosas que ha hecho ni el Hijo obtiene poder sobre cosas hechas por otro, sino sobre las que él mismo ha fundado.

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23. Volviendo ahora a la confesión de fe, concluyamos ya estas palabras. Todo lo hizo Cristo, los ángeles, los arcángeles, las dominaciones y los tronos. No es que el Padre careciese del poder suficiente para crear por sí mismo, sino que quiso que el Hijo reinase sobre las cosas que había hecho, mostrándole el ordenamiento de las cosas que habían de ser creadas. Pues dice el Unigénito tributando honor a su Padre: «El Hijo no puede hacer nada por su cuenta, sino lo que ve hacer al Padre; lo que hace él, eso también lo hace igualmente el Hijo» (Jn 5,19).

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Pero quien más claramente habla (en este sentido) es el salmista, que dice: «El lo dijo, y existió; él lo mandó, y fueron creados»32, como si el Padre mandase y dijese, y el Hijo todo lo ejecutase según sus deseos.

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Leyendo tu cita de Cirilo de Jerusalén, la cual has repetido como 10 veces, notamos algo curioso.

Es innegable que Cirilo de Jerusalén decía que Cristo no tuvo principio y que llama "Dios" a Jesús. Aun así, se nota que:

1) Pinta una subordinación del Hijo al Padre con la siguiente comparación:

Adúzcase, sin embargo, como un ejemplo débil, puesto por un débil a los débiles. Es, pongamos por caso, como si un rey que tiene un hijo que también es rey juntamente con él, y deseando fundar una ciudad, pone ante él una maqueta de la ciudad que ha de construir. El hijo, con la maqueta, llevará a su término el proyecto. Del mismo modo, cuando el Padre quiso hacer todas las cosas, el Hijo fue quien lo realizó todo en obediencia al Padre, de modo que esa obediencia preserva incólume para el Padre la libertad de su poder supremo, pero el Hijo tiene el dominio sobre las cosas que ha hecho: de ese modo ni queda rebajado el dominio del Padre sobre las cosas que ha hecho ni el Hijo obtiene poder sobre cosas hechas por otro, sino sobre las que él mismo ha fundado​

Nota: son dos seres diferentes: uno obedeciendo al otro.​

2) El explica por qué llama "Dios verdadero" al Hijo: No porque sea el mismo Padre:
14. Creemos, por consiguiente, en el Hijo unigénito de Dios, nacido del Padre como Dios verdadero21. Pues un Dios verdadero no engendra un dios falso, como ya se ha dicho.

3) El Padre es ingénito, el Hijo no. Por tanto el hijo no es igual al Padre:
Ni el engendrador se convirtió de este modo en hijo ni el engendrado llegó a ser padre. De un solo Padre ha sido engendrado un Hijo único. No se trata de dos ingénitos ni de dos unigénitos. Sino que sólo hay un Padre ingénito (ingénito es el que no tiene Padre) y hay sólo un Hijo, engendrado eternamente por el Padre: no nacido en el tiempo, sino engendrado antes de los siglos: y que tampoco ha experimentado un crecimiento, sino que ha sido engendrado como actualmente es.

4) En que sentido son "uno":
Son «uno» también porque no hay disonancia alguna o separación, pues no son unos los deseos del Padre y otros los del Hijo[/B]. «Uno» porque no son unas las obras de Cristo y otras las del Padre. El ordenamiento de todas las cosas es unitario, ya que el Padre ha actuado a través del Hijo: «Pues él habló y así fue; él ordenó y fueron creados» (Sal 148,5 LXX), dice el salmista. Pero el que dice, dice a quien oye; y quien manda, manda a quien está presente.


5) El Padre no es el Hijo:
El Hijo es, por tanto, verdadero Dios, teniendo en sí mismo al Padre, pero no transformado en el Padre: pues tampoco se hizo hombre el Padre, sino el Hijo—digámoslo en verdad y libremente. No padeció por nosotros el Padre, sino que el Padre envió al que padeció por nosotros
17. El Hijo es, por tanto, verdadero Dios, teniendo en sí mismo al Padre, pero no transformado en el Padre: pues tampoco se hizo hombre el Padre, sino el Hijo—digámoslo en verdad y libremente. No padeció por nosotros el Padre, sino que el Padre envió al que padeció por nosotros.
[...]
Ni, creyendo honrar al Hijo, le llamemos a éste Padre


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Raúl, sigue el consejo de Cirilo de Jerusalén...
13. No te dé vergüenza confesar tu ignorancia cuando en ella tienes algo de común con los ángeles