Es de sentido común que los cristianos ungidos no se sentarán simbólicamente en el mismo "sillón" o trono de Cristo. SImplemente al decir el mismo se refiere a que gobernarán con él como coherederos del Reino y reyes asociados. El que se sienten en un mismo "trono", no quiere decir que tengan igual autoridad que Jesús, ¿cierto?
Ahora seamos consecuentes: el que se diga que Jesús se sienta en el trono de Dios (junto con los cristianos ungidos)
tampoco indica que sean los mismos, ni que la autoridad de jesús sea al mismo nivel que la de Dios.
Cristo no está en el mismo "trono" de autoridad de Dios: “mirando atentamente al Agente Principal y Perfeccionador de nuestra fe, Jesús. Por el gozo que fue puesto delante de él aguantó un madero de tormento, despreciando la vergüenza, y se ha sentado
a la diestra del trono de Dios.” (Hebreos 12:2)
Además, si hubiéras leído la Biblia entera, te darías cuenta de que la idea de sentarse en en el tron de DIos, no indica que esté alguien montado encima de DIos. Más bien
representa que la persona que se sienta en dicho trono es facultada por Dios para gobernar en Su nombre.
“Y
Salomón empezó a sentarse
sobre el trono de Jehová como
rey en lugar de David su padre” (1 Crónicas 29:23)
*** it-2 pág. 1163
¿Qué es el “trono de Jehová”?
Jehová, a quien hasta el “cielo de los cielos” no puede contener, no tiene que sentarse sobre un trono o silla literal. (1Re 8:27.) Sin embargo, Él simboliza su autoridad y soberanía real con un trono. Ciertos siervos de Dios tuvieron el privilegio de tener una visión de su trono. (1Re 22:19; Isa 6:1; Eze 1:26-28; Da 7:9; Rev 4:1-3.) Al hablar del trono de Jehová, su majestad o poder, su posición como Juez Supremo, los Salmos dicen que está establecido sobre justicia y juicio “desde mucho tiempo atrás”. (Sl 89:14; 93:2; 97:2.)
Jehová extendió su trono hasta la Tierra de una manera típica y específica en su relación con los hijos de Israel. Puesto que el que gobernaba en Israel tenía que ser ‘un rey que Jehová su Dios escogiera’, que gobernara en Su nombre, sobre Su pueblo y según Su ley, en realidad su trono era “el trono de Jehová”. (Dt 17:14-18; 1Cr 29:23.)
[...]
Jehová dispuso en su pacto que el trono de la descendencia de David ‘duraría hasta tiempo indefinido’. (1Cr 17:11-14.) Al anunciar el cumplimiento de esta promesa, el ángel Gabriel le dijo a María: “Jehová Dios le dará [a Jesús] el trono de David su padre, y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y de su reino no habrá fin”. (Lu 1:32, 33.) Jesús no solo iba a heredar un dominio terrestre, sino que además compartiría el trono universal de Jehová. (Rev 3:21; Isa 66:1.) Jesús, a su vez, promete compartir su trono de autoridad regia con todos aquellos que, al igual que sus apóstoles fieles, estén en el nuevo pacto con su Padre y venzan al mundo tal como él mismo lo hizo. Este privilegio se les concederá en la “re-creación”, durante la presencia de Jesús. (Mt 19:28; Lu 22:20, 28-30; Rev 3:21.)