Re: TEORIA EVOLUTIVA... para la mente del mono.
ALGUNOS FRUTOS DE LA RELIGIÓN EVOLUCIONISTA
Por
© Miguel Rosell Carrillo, pastor de Centro Rey Jesucristo, Madrid, España.
www.centrorey.org
Febrero 2008
El aborto, la degeneración sexual, el racismo, el engaño, la codicia, y el odio a Dios
“Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad; porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles. Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén. Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío. Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen; estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades; murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia; quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican.” (Romanos 1: 18-32)
El hombre es religioso
En estos días, en esta sociedad occidental, donde prima el materialismo y el hedonismo como forma de vivir – o más bien, forma de morir viviendo – muchos se jactan de no seguir ninguna religión o creencia, pero se equivocan.
El hombre es un ser espiritual, y su tendencia natural es la de seguir una creencia, es decir, una forma u otra de entender la existencia, de la cual, como ser pensante, él es consciente.
Muchos piensan que no tienen religión alguna, y no obstante, todo ser humano - lo piense o no, lo acepte o no - sigue como poco los parámetros de una creencia, aun subjetiva e interesada, ajustada y hecha a la medida.
Básicamente los hombres partimos de dos posicionamientos diametralmente opuestos a la hora de hablar de creencia. Una es la creencia en Dios, el Creador; otra es la creencia en el llamado evolucionismo. Una implica un Ser existente y Creador y Dador de la vida; la otra implica un llegar a ser las cosas por el resultado del azar o la casualidad. Una implica un proceso inteligente, pensante y de ingeniería milimétrica; la otra implica... ¡nada! Una implica responsabilidad ante ese Ser; la otra implica... ¡nada! Una apunta hacia el Todo, la otra apunta hacia... ¡nada!
Cuando uno llega a creer que no hay Dios, o de que Dios nunca nada tendrá que ver con él, entonces acalla su conciencia, y llega a sentir el engañoso alivio de no tener que rendir cuentas a nadie por encima de él por lo que hace en la vida o por como la vive. El llega a ser dios de sí mismo, y procede según quiere y entiende, y no nos engañemos, esta es la filosofía de esta generación. Es la filosofía de muerte eterna a la que muchos, muchos se han abocado de cabeza.
El bien y el mal
Fíjense bien. El bien y el mal son conceptos morales que necesariamente deben partir de Dios, es decir, de un Ser Superior que trasciende a lo que vemos con nuestros ojos de carne, y que es Dueño y Razón de todo lo que existe. Pero si absurdamente se niega la existencia de ese Ser, no sólo se niega la Razón de la misma existencia, sino que también se niega la realidad del bien y del mal que sólo ese Dios, como Legislador Moral, puede dictar, y ha dictado.
Algunos dirán aquí - “bueno, los hombres tenemos inteligencia como para delimitar el bien y el mal aunque sea de forma parcial o subjetiva” – sí, pero eso no soluciona el meollo de la cuestión, ya que el hombre es una criatura con un principio y seguramente un final (en eso todos están de acuerdo), y si tiene ciertas de esas atribuciones morales, es porque necesariamente las ha tenido que recibir. Si las ha recibido, es que existe un Dador que se las ha concedido.
Por lo tanto, el segundo posicionamiento de creencia, esto es, el evolucionismo, conlleva en sí una patente amoralidad, que fluye tantas veces hacia la inmoralidad, ya que en la práctica no sólo cuestiona, sino que ataca, acosa y pervierte la definición moral expresada de Dios, el Legislador y Juez.
Es por eso que tal posicionamiento de creencia necesariamente producirá un efecto derivado de su causa. En este artículo estaremos viendo, lo que denominaremos “los frutos del evolucionismo”... y sólo algunos de ellos.
1. Fruto del evolucionismo; la maldad del aborto
Hoy en día el mundo reclama sus derechos. Todos reclaman sus derechos...todos excepto aquellos que no pudieron nacer porque fueron abortados, y el derecho principal al que no pudieron reclamar, fue precisamente el de vivir.
Millones de personas son asesinadas en todo el mundo, y no me estoy refiriendo a la mafia, la camorra, al narcotráfico, a los gobiernos despóticos o a las guerras injustas. Millones de personas en todo el mundo están siendo asesinadas en el vientre de sus madres – y enfatizamos, personas - sencillamente porque aquéllas no los quieren, sus cómplices las animan a proceder según esa sumamente egoísta acción, y esos médicos que ya han olvidado su código deontológico que les obliga a preservar la vida, las ejecutan... y por supuesto están esos legisladores, y esos políticos que se lavan las manos, porque son “demócratas”.
Si en la antigüedad, en algunos lugares como Fenicia o Cartago, periódicamente algunos niños eran quemados vivos, sacrificados a las deidades paganas de turno, hoy en día multiplicado por la enésima potencia, el mismo ritual continúa en todas partes del globo, pero esta vez, antes de que la criatura nazca, siendo cobardemente asesinada cuando no puede defenderse. Esto ocurre en el seno de esta civilización que se autonombra civilizada, culta, democrática y progresista.
Sólo en España se produce un aborto cada 6,6 minutos, el mismo tiempo que se tarda en tomar un café o en fumar un cigarrillo. Hoy día, uno de cada seis embarazos se interrumpe de manera voluntaria, lo que ha convertido al aborto en una causa de mortalidad ¡mayor que los accidentes de tráfico, los homicidios y los suicidios! (1)
En el año 2006, sólo en España se superaron los 100.000 abortos, y desde que se legalizó éste en el año 1985, se ha superado el millón cien mil abortos (1.121.000 abortos).
“Sacrificando sus hijos a Moloc. Los sacrificios preferidos a Moloc eran especialmente los bebés. Durante el sacrificio, los sacerdotes del templo hacían sonar tambores, trompetas y címbalos, de manera que no oían los llantos de los niños. Hoy en día los que asesinan a los nonatos, ni siquiera oyen sus conciencias”
Es paradójico que por un lado la sociedad se preocupa tanto por la precariedad de nacimientos de las ballenas y otros animales, y por el otro condena al ser humano a no nacer, sino a ser reventado en el seno materno y succionado después.
Escribe David Wilkerson:
“Estamos sumergidos en un océano de sangre al continuar permitiendo el asesinato de millones de niños nonatos. Los doctores quitan mediante succión los cerebros de los bebés completamente desarrollados que se encuentran en el tercer trimestre de gestación, y las enfermeras que desvergonzadamente prestan su ayuda en los abortos, marchan protestando en contra del asesinato de las ballenas, de los visones y de los conejos; ¡Qué hipocresía tan descarada!” (2)
Es cruelmente paradójico también que mientras en una sala de la clínica u hospital se está intentando salvar a un feto de cinco meses, en la otra se está arrancando del vientre de otra madre a otro feto del mismo tiempo, sencillamente porque el primero es querido por la madre, mientras que el segundo no lo es.
Aplicando su subjetiva y esperpéntica noción de lo que está bien y de lo que está mal, muchas personas, muchas de ellas completamente ateas o simplemente agnósticas, pero paradójicamente actuando como si fueran Dios, determinan quien nace y quien no nace.
Ante tal horror incalificable e inconfesable, nos hacemos la pregunta ¿en qué podrían pretendidamente llegar a basarse los abortistas, legisladores, políticos, y hasta científicos para justificar tamaña abominación y pecado?
La embriología evolucionista
Analizando el asunto, nos damos cuenta que parte de un posicionamiento absolutamente evolucionista, y por tanto ateo y contrario a la existencia y voluntad de Dios, el Creador.
Los libros de texto tratan como evidencia respecto a la evolución la llamada embriología. Enseñan que se puede observar la evolución de diferentes animales conforme se van desarrollando en el interior de la madre, y en este sentido, todavía se enseña que el feto humano tiene hendiduras branquiales, aun y cuando desde una tan tardía fecha como la de 1908, se demostró que no era cierto; no obstante sigue enseñándose en los libros de texto hoy en día.
La razón por la cual se sigue enseñando que las tiene, es para demostrar que el feto humano no es humano todavía, sino que está en una fase de pez o de anfibio. Pero la realidad cruda y dura (para esos asesinos y sus cómplices), es que el feto humano ¡no tiene hendiduras branquiales!
Eso que enseñan como hendiduras branquiales, no son sino pliegues de la piel. Esos pliegues llegarán a constituir con el tiempo los diferentes músculos del cuello. Nada tienen que ver con el aparato respiratorio.
Las razones que se dan para proceder adelante con el aborto están basadas en el error científico - además de moral - de que el feto en sus primeros momentos no es humano. Eso es falsa ciencia.
“Embrión humano de unos dos meses; nótese que tan formado está ya”
Con esa absurda y deliberada enseñanza, se pretende justificar el aborto, llegando a hacer creer que esa criatura que está en el vientre de la madre no es todavía humana, sino sólo animal. Si la criatura que está en el seno de la madre humana, no es humana todavía sino que es un animal, entonces no es grave el desembarazarse de ella si se quiere. Todo el proceso no es más que una falacia que desemboca en la muerte por asesinato de seres humanos... ¿cómo Dios no va juzgar todas estas cosas, y cómo escaparán?
El embrión humano, ¡es humano!
La realidad en todos los sentidos, es que el ser humano lo es a partir de su concepción, cuando al introducirse el espermatozoide en el óvulo se constituye el embrión. Ese embrión es un ser humano, y destruirlo per se, es una abominación y un crimen. El aborto (o interrupción voluntaria del embarazo como eufemísticamente le llaman) es un asesinato en primer grado.
Los cristianos, tenemos la instrucción escrita de Dios, la cual llamamos la Biblia, y en ella encontramos clarísimamente que la vida humana empieza en el embrión:
“No fue encubierto de ti mi cuerpo, bien que en oculto fui formado, y entretejido en lo más profundo de la tierra. Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas. ¡Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán grande es la suma de ellos! Si los enumero, se multiplican más que la arena; Despierto, y aún estoy contigo.” (Salmo 139: 15-18) (énfasis nuestro)
Es incisivamente curioso que el salmista a renglón seguido exclame: “De cierto, oh Dios, harás morir al impío; apartaos, pues, de mí, hombres sanguinarios.” (v. 19). Ya la Palabra de Dios advertía de que se iban a levantar hombres y mujeres impíos y asesinos que iban matar a los hombres desde su mera concepción, como está ocurriendo en nuestros días, como nunca antes en la historia de la humanidad.
La misma Biblia dice que la ira de Dios, se revela desde el cielo contra toda la impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad, y esto es así, porque a priori, lo que se conoce de Dios es manifestado o entendido por las cosas hechas, que los ojos pueden ver y los oídos oír, por lo cual no tienen ninguna excusa (Ro. 1: 18-20). Al negar al Creador, deberán creer en la criatura. Eso se llama evolucionismo.
La práctica legalizada del aborto no es sino consecuencia directa de creer en la evolución, la cual niega al Creador, y enseña que inicialmente el ser humano no es sino un simple animal. Se enseña el evolucionismo como verdad, por lo tanto, no hay nadie a quien dar cuentas fuera del Estado o de la sociedad en este caso. El egoísmo de base de todos aquellos que practican el aborto, desembarazándose de los hijos que no desean, se acomoda muy bien en la injusta, terrible e inhumana ley que lo permite, justificando así sus acciones. Este es un fruto más de creer en la falsa religión llamada evolucionismo.
“¡La vida humana existe dentro del vientre de la madre desde el principio!”
2. Fruto del evolucionismo; las consecuencias directas de no tener en cuenta a Dios
El negar la existencia de Dios es una tremenda incoherencia a causa de las cosas que se ven, y testifican de un Creador que las ha hecho. No obstante, la cosa no se queda ahí, existen una serie de terribles consecuencias para todos aquellos que se empecinan en negar a Dios (o negar su Palabra). Por supuesto que la última y final de esas consecuencias es el infierno.
La primera consecuencia
“Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad; porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa.” (Romanos 1: 18-20)
En el libro de Romanos, escrito hace ya casi 2.000 años, encontramos que se nos dice que la ira de un Dios santo es revelada desde el cielo contra todos aquellos que son injustos y detienen la verdad. Dios castiga al impío, y sobre todo al que lo es a sabiendas; el que aparta la verdad de Dios de sí mismo y de los demás.
“Muchos de los que están en eminencia, apartan la verdad de la realidad de Dios a todos los que presiden, aun y teniendo toda la evidencia de un Creador, al observar las cosas hechas, por lo cual no tienen ninguna excusa”
La segunda consecuencia
Encontramos que la segunda consecuencia para los que así obran, es que se “envanecen en sus razonamientos y su necio corazón es entenebrecido, y que profesando ser sabios, se hacen necios” (Ro. 1: 21, 22). Vemos entonces que los que niegan a Dios y su dicho, confiando en lo que ellos llaman ciencia, llegan a ser necios.
La tercera consecuencia
“Profesando ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles” (Romanos 1: 22, 23)
La tercera consecuencia es el sacar a Dios de en medio y ensalzar su creación como si fuera Dios mismo, principiando por el mismo hombre (Ro. 1: 23). Es lo que llamamos humanismo – el hombre por el hombre – el hombre ocupando el lugar de Dios (véase Gen. 3: 5). Luego le siguen las demás cosas: hoy en día existe una religión que hace de la Tierra una diosa (Gaia), y de la naturaleza, una Madre. Una creencia sincretista, ecléctica, y que no compromete al que la sigue. Todo ello deriva de creer en el evolucionismo: “no hay Dios, por lo tanto, crea tu propio dios, o algo parecido”.
La cuarta consecuencia
La cuarta consecuencia es derivada directamente de la tercera, y es cuando Dios entrega a todos estos impíos al mal y a sus consecuencias nefastas. Específicamente dice la Palabra que “Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que llegaron a deshonrar entre sí sus propios cuerpos, ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, dando la honra y el culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por siempre...Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres...” (Ro. 1: 24-27)
Es evidente que esta generación es testigo de todas estas cosas como jamás antes en la historia de la humanidad, cuando en muchos países ya se ha legislado como matrimonio a la unión de dos personas del mismo sexo, que incluso pueden adoptar niños. Como dice Wilkerson, es consecuencia de la militancia homosexual que está surgiendo como una nueva Sodoma en esta sociedad hedonista y materialista alejada de Dios y de sus principios (3). Más específicamente, él lo declara del siguiente modo:
“La gota que colma la copa del juicio de Dios es la que llega en el mismo momento en que un espíritu homosexual militante se levanta y ataca lo que es divino y santo” (4)
Cuando a los niños se les enseña que las prácticas homosexuales son igual de normales que las heterosexuales, y a los adolescentes se les dice que no es malo probarlas, y aun se les anima a ello, eso según la Biblia es, entre otros, “tocar los intereses de Dios en esta tierra” (5)
“La destrucción de Sodoma fue un juicio directo de Dios a causa del desenfreno de maldad de aquellas gentes militantes, principiando por su rebelión y desviación”
Cuando a Dios se le echa a un lado, y cada uno es su propio dios, entonces cada cual llega a sus propias - y a todas luces - erradas conclusiones acerca de lo que está bien y de lo que está mal. El creer que no hay Dios y que todo es producto de una evolución, la cual partió nadie sabe explicar de dónde, conlleva, como hemos visto en el libro de Romanos, a la manifestación del interés egocéntrico de cada individuo, que todo lo ve según el color de su cristal. ¡Escaso peso moral conlleva esto!
3. Fruto del evolucionismo; el racismo, la xenofobia, el engaño y la codicia
Los evolucionistas suelen apelar a la existencia de los homínidos como una prueba irrefutable para demostrar la evolución. Los "homínidos" son supuestas criaturas en el proceso intermedio entre simio y humano. Pero, a pesar de los cientos de trabajos que se han escrito sobre el asunto, no existe ninguna prueba verídica de la existencia de homínidos. Por lo tanto, otro de los frutos del evolucionismo, es el engaño.
El famoso paleontólogo David Pilbeam, decano interino del Harvard College, como rara excepción entre sus colegas, tuvo la gallardía de reconocer la falta de seriedad y de pruebas acerca de la cuestión:
"Deberíamos haber reconocido la poca solidez de nuestros argumentos originales y deberíamos haber sido más cautos, pero no lo fuimos. Tras 130 años de esfuerzos determinantes para confirmar el Darwinismo, todo lo que hemos conseguido es encontrar unas pocas y ambiguas muestras, lo cual es una significativa evidencia negativa. " (6)
“El cráneo del hombre de Piltdown, una falsificación: una mandíbula de orangután y un cráneo humano”
Los aborígenes australianos, el racismo y la codicia
Otro de los frutos del evolucionismo es el racismo y la codicia. En el siglo XIX, a finales del mismo, había muchos que intensamente buscaban alguna manera de justificar la enseñanza del evolucionismo.
Si los monos en algún momento se volvieron hombres, entonces deberían aparecer los individuos entre medio. Pero, se daban cuenta de que no aparecían los famosos eslabones perdidos entre las especies para probar su teoría, así que decidieron crearlos.
La otra razón era que los museos estaban dispuestos a pagar verdaderas fortunas por algún eslabón de esos. Aquí viene la historia (7):
En el siglo XIX, muchos fueron a Australia y empezaron a cavar las tumbas de los aborígenes australianos. Los aborígenes australianos se caracterizan por tener las cuencas oculares más abultadas que la mayor parte de la gente, así como sus mandíbulas, que son un poco más gruesas. Esa fue razón suficiente para que aquellos desalmados los persiguieran, demostrando así el “eslabón perdido”.
Pronto se acabaron los huesos que expoliaban de las tumbas, así que decidieron servirse de entre los vivos. Empezaron a matar a balazos a los aborígenes, vendiendo sus huesos a los museos. Un misionero de Nueva Gales del Sur fue horrorizado testigo de la muerte de docenas de hombres, mujeres y niños. Cuarenta y cinco de las mejores cabezas fueron hervidas y enviadas diez de ellas a ultramar. Creyendo que los aborígenes son inferiores, y son el eslabón perdido, mataron a miles de ellos para proveer a los museos de especimenes. Ese es otro fruto del evolucionismo.
“Rostro de un hombre, aborigen australiano”
De hecho, no sólo mataron aborígenes de Australia, sino también de otros lugares cercanos, como Tasmania. Allí dieron muerte a muchos cientos, y aun miles de aborígenes. El Smithsonian Institute tiene en su haber 33.000 restos de seres humanos guardados en sus sótanos hoy en día, muchos de ellos corresponden a hombres y mujeres que estaban vivos. A la sazón, estaban tan desesperados en encontrar eslabones perdidos para probar su teoría que no dudaron en matar a seres humanos y presentarlos como evidencia. El fruto del evolucionismo.
Un hombre pigmeo llamado Ota Benga fue capturado en el Congo. En su lengua nativa, su nombre significa “Amigo”. Fue separado de su esposa y de sus dos hijos. Encadenado y enjaulado como un animal, fue llevado a los Estados Unidos donde algunos “científicos” en 1904, lo expusieron al público en la Feria Mundial de San Luis como si fuera alguna especie de simio.
Se le presentó como “el más antiguo antepasado del hombre”, en compañía de algunos chimpancés, de un gorila y de un orangután. Más tarde, Ota fue llevado al zoológico del Bronx (N.Y.), donde compartió jaula con un orangután. El Dr. William T. Hornaday, el director evolucionista del zoológico, expresó en su discurso, el orgullo de tener esa excepcional “forma transicional” en su zoo, y trató a Ota Benga como si fuese un animal de jaula. No pudiendo soportar el trato al que fue expuesto, Ota Benga se suicidó en 1916. (8)
Otro fruto del evolucionismo.
“Foto de Ota Benga. Sonríe de ese modo, porque en el tiempo de tomarle esa instantánea, el fue adquirido por alguien que en principio le trató bien”
El ex presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, Teodoro Roosevelt (1858-1919) creía en la evolución. Ese hombre una vez dijo: “En América existen clases inferiores”, se refería a los indios americanos. Su fe en la evolución le llevó a creer que los indios eran inferiores a los americanos de origen europeo.
No sólo era su caso, muchos líderes norteamericanos eran de la misma creencia, y por lo tanto se creían en el derecho de romper con los tratados que hacían con las naciones indias. En el año 1871, el Congreso de los EEUU rompió con todos los tratados que hizo previamente con los habitantes originales de América del Norte, y fueron expulsados de sus tierras originales. Ese fue el caso de los Cherokees, los cuales fueron expulsados del área de Chattanooga a Oklahoma. Un tercio de la población indígena murió en el camino. La teoría de la evolución fue lo que propició otra vez el racismo, la xenofobia y por supuesto, la codicia... ¿Cómo no va a ver juicio de parte de Dios respecto a todo esto?
Comunismo, evolucionismo y odio a Dios
No es necesario ser muy perspicaz para darse cuenta, que gran parte de la teoría marxista la "lucha de las clases", ha sido reemplazada por la "lucha de las especies", y la evolución de las especies ha servido para inspirar la "evolución social". Cualquier cosa con tal de negar a Dios.
El cabeza visible del Marxismo – no los hermanos Marx - sino Karl Marx, nació en un hogar con influencia cristiana; de hecho, durante su adolescencia, él se consideraba cristiano. Fue al llegar a la escuela, donde su fe fue destruida. Como resultado de su negación de Dios, se convirtió en el ateo que todos conocieron, así como el iniciador de lo que se denomina el comunismo. Llegó a decir: “Mi objetivo en la vida es el de destronar a Dios y al capitalismo”. Nótese esto: La filosofía de Marx estaba basada en el odio a Dios.
“Sir Charles Darwin ya anciano. Si nos damos cuenta fijándonos en su rostro, podemos apreciar ciertos rasgos que él mismo definía en otros como pre homínidos... ¡paradojas de la vida!”
Otros líderes comunistas fueron grandes defensores del evolucionismo, por ejemplo Lenin, Trostsky y Stalin, los cuales se definían como ateos evolucionistas. En 1963, entre unos viejos documentos del ámbito soviético se encontró un curso semestral de "Ateísmo Científico" que estaba basado en la teoría de la Evolución natural de las especies (8)
Marx, dedicó su famoso libro “El Capital” a Charles Darwin, con estas palabras: “A Charles Darwin, de un sincero admirador, Karl Marx”. El comunismo fue un fruto directo del evolucionismo, el cual es pura y dura rebelión contra Dios. Una y otra vez, Marx se refería a la evolución con frases así: “La evolución es como ocurre”, “estamos aquí a causa de la evolución”, “la evolución fue la solución de cómo llegamos aquí”. El marxismo, con todas las desgracias que ha brindado, es fruto directo de la religión evolucionista, aquella que prescinde del Creador del cual provienen todas las cosas, las que se ven y las que no se ven.
Concluyendo
¿Por qué tanta gente no considera a Dios en su rutina diaria? La respuesta la tenemos en la misma Palabra de Dios:
“El malo, por la altivez de su rostro, no busca a Dios; no hay Dios en ninguno de sus pensamientos” (Salmo 10: 4)
A causa del orgullo (altivez de rostro), el impío (todo aquel que no tiene a Cristo), no busca a Dios, ni está Dios en ninguno de sus pensamientos.
A causa de la falsamente llamada ciencia, el evolucionismo, en la cual se sienten pertrechados y hasta justificados, los hombres no quieren reconocer que han sido creados, porque no desean verse obligados en nada ante el Creador. Hacer lo contrario les llevaría a la conclusión necesaria de cambiar sus hábitos y estilo de vida; por lo tanto les es más fácil – actuando cobardemente – huir de la obediencia a Dios; como el avestruz que ve venir al león, y esconde su cabeza bajo tierra para no ver más el problema.
Muchos se creen muy sabios en su soberbia al rechazar a Dios, pero el Bendito tiene algo que decir al respecto:
“Dice el necio en su corazón: No hay Dios. Se han corrompido, hacen obras abominables; no hay quien haga el bien.” (Salmo 14: 1)
Sólo los necios dicen que no hay Dios, o sencillamente le ignoran.
Es hora de volverse a Dios de todo corazón porque el tiempo es muy corto, y sólo hay una manera de hacerlo, a través del Salvador, es decir, Jesús de Nazaret, único nombre bajo el cielo dado a los hombres en que podemos ser salvos (Hchs. 4: 12)
“El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo. Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.” (1 Juan 5: 10-12)
Dios les bendiga,
Notas:
Elmundo.es/salud; 4 julio 2005
http://www.elmundo.es/elmundosalud/2005/07/04/mujer/1120498832.html)
Pastor David Wilkerson; su libro “El Llamado Final”; pág. 12; Ed. Vida
Ibidem; pág.56ss
Ibidem, pág. 58
Ibidem; pág. 63
J.C. Gorostizaga; http://www.conoze.com/doc.php?doc=485
Creation Magazine, March to May 1992
Philips Verner Bradford, Harvey Blume, Ota Benga: The Pygmy in The Zoo, New York: Delta Books, 1992
J.C. Gorostizaga; http://www.conoze.com/doc.php?doc=484
ALGUNOS FRUTOS DE LA RELIGIÓN EVOLUCIONISTA
Por
© Miguel Rosell Carrillo, pastor de Centro Rey Jesucristo, Madrid, España.
www.centrorey.org
Febrero 2008
El aborto, la degeneración sexual, el racismo, el engaño, la codicia, y el odio a Dios
“Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad; porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles. Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén. Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío. Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen; estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades; murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia; quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican.” (Romanos 1: 18-32)
El hombre es religioso
En estos días, en esta sociedad occidental, donde prima el materialismo y el hedonismo como forma de vivir – o más bien, forma de morir viviendo – muchos se jactan de no seguir ninguna religión o creencia, pero se equivocan.
El hombre es un ser espiritual, y su tendencia natural es la de seguir una creencia, es decir, una forma u otra de entender la existencia, de la cual, como ser pensante, él es consciente.
Muchos piensan que no tienen religión alguna, y no obstante, todo ser humano - lo piense o no, lo acepte o no - sigue como poco los parámetros de una creencia, aun subjetiva e interesada, ajustada y hecha a la medida.
Básicamente los hombres partimos de dos posicionamientos diametralmente opuestos a la hora de hablar de creencia. Una es la creencia en Dios, el Creador; otra es la creencia en el llamado evolucionismo. Una implica un Ser existente y Creador y Dador de la vida; la otra implica un llegar a ser las cosas por el resultado del azar o la casualidad. Una implica un proceso inteligente, pensante y de ingeniería milimétrica; la otra implica... ¡nada! Una implica responsabilidad ante ese Ser; la otra implica... ¡nada! Una apunta hacia el Todo, la otra apunta hacia... ¡nada!
Cuando uno llega a creer que no hay Dios, o de que Dios nunca nada tendrá que ver con él, entonces acalla su conciencia, y llega a sentir el engañoso alivio de no tener que rendir cuentas a nadie por encima de él por lo que hace en la vida o por como la vive. El llega a ser dios de sí mismo, y procede según quiere y entiende, y no nos engañemos, esta es la filosofía de esta generación. Es la filosofía de muerte eterna a la que muchos, muchos se han abocado de cabeza.
El bien y el mal
Fíjense bien. El bien y el mal son conceptos morales que necesariamente deben partir de Dios, es decir, de un Ser Superior que trasciende a lo que vemos con nuestros ojos de carne, y que es Dueño y Razón de todo lo que existe. Pero si absurdamente se niega la existencia de ese Ser, no sólo se niega la Razón de la misma existencia, sino que también se niega la realidad del bien y del mal que sólo ese Dios, como Legislador Moral, puede dictar, y ha dictado.
Algunos dirán aquí - “bueno, los hombres tenemos inteligencia como para delimitar el bien y el mal aunque sea de forma parcial o subjetiva” – sí, pero eso no soluciona el meollo de la cuestión, ya que el hombre es una criatura con un principio y seguramente un final (en eso todos están de acuerdo), y si tiene ciertas de esas atribuciones morales, es porque necesariamente las ha tenido que recibir. Si las ha recibido, es que existe un Dador que se las ha concedido.
Por lo tanto, el segundo posicionamiento de creencia, esto es, el evolucionismo, conlleva en sí una patente amoralidad, que fluye tantas veces hacia la inmoralidad, ya que en la práctica no sólo cuestiona, sino que ataca, acosa y pervierte la definición moral expresada de Dios, el Legislador y Juez.
Es por eso que tal posicionamiento de creencia necesariamente producirá un efecto derivado de su causa. En este artículo estaremos viendo, lo que denominaremos “los frutos del evolucionismo”... y sólo algunos de ellos.
1. Fruto del evolucionismo; la maldad del aborto
Hoy en día el mundo reclama sus derechos. Todos reclaman sus derechos...todos excepto aquellos que no pudieron nacer porque fueron abortados, y el derecho principal al que no pudieron reclamar, fue precisamente el de vivir.
Millones de personas son asesinadas en todo el mundo, y no me estoy refiriendo a la mafia, la camorra, al narcotráfico, a los gobiernos despóticos o a las guerras injustas. Millones de personas en todo el mundo están siendo asesinadas en el vientre de sus madres – y enfatizamos, personas - sencillamente porque aquéllas no los quieren, sus cómplices las animan a proceder según esa sumamente egoísta acción, y esos médicos que ya han olvidado su código deontológico que les obliga a preservar la vida, las ejecutan... y por supuesto están esos legisladores, y esos políticos que se lavan las manos, porque son “demócratas”.
Si en la antigüedad, en algunos lugares como Fenicia o Cartago, periódicamente algunos niños eran quemados vivos, sacrificados a las deidades paganas de turno, hoy en día multiplicado por la enésima potencia, el mismo ritual continúa en todas partes del globo, pero esta vez, antes de que la criatura nazca, siendo cobardemente asesinada cuando no puede defenderse. Esto ocurre en el seno de esta civilización que se autonombra civilizada, culta, democrática y progresista.
Sólo en España se produce un aborto cada 6,6 minutos, el mismo tiempo que se tarda en tomar un café o en fumar un cigarrillo. Hoy día, uno de cada seis embarazos se interrumpe de manera voluntaria, lo que ha convertido al aborto en una causa de mortalidad ¡mayor que los accidentes de tráfico, los homicidios y los suicidios! (1)
En el año 2006, sólo en España se superaron los 100.000 abortos, y desde que se legalizó éste en el año 1985, se ha superado el millón cien mil abortos (1.121.000 abortos).
“Sacrificando sus hijos a Moloc. Los sacrificios preferidos a Moloc eran especialmente los bebés. Durante el sacrificio, los sacerdotes del templo hacían sonar tambores, trompetas y címbalos, de manera que no oían los llantos de los niños. Hoy en día los que asesinan a los nonatos, ni siquiera oyen sus conciencias”
Es paradójico que por un lado la sociedad se preocupa tanto por la precariedad de nacimientos de las ballenas y otros animales, y por el otro condena al ser humano a no nacer, sino a ser reventado en el seno materno y succionado después.
Escribe David Wilkerson:
“Estamos sumergidos en un océano de sangre al continuar permitiendo el asesinato de millones de niños nonatos. Los doctores quitan mediante succión los cerebros de los bebés completamente desarrollados que se encuentran en el tercer trimestre de gestación, y las enfermeras que desvergonzadamente prestan su ayuda en los abortos, marchan protestando en contra del asesinato de las ballenas, de los visones y de los conejos; ¡Qué hipocresía tan descarada!” (2)
Es cruelmente paradójico también que mientras en una sala de la clínica u hospital se está intentando salvar a un feto de cinco meses, en la otra se está arrancando del vientre de otra madre a otro feto del mismo tiempo, sencillamente porque el primero es querido por la madre, mientras que el segundo no lo es.
Aplicando su subjetiva y esperpéntica noción de lo que está bien y de lo que está mal, muchas personas, muchas de ellas completamente ateas o simplemente agnósticas, pero paradójicamente actuando como si fueran Dios, determinan quien nace y quien no nace.
Ante tal horror incalificable e inconfesable, nos hacemos la pregunta ¿en qué podrían pretendidamente llegar a basarse los abortistas, legisladores, políticos, y hasta científicos para justificar tamaña abominación y pecado?
La embriología evolucionista
Analizando el asunto, nos damos cuenta que parte de un posicionamiento absolutamente evolucionista, y por tanto ateo y contrario a la existencia y voluntad de Dios, el Creador.
Los libros de texto tratan como evidencia respecto a la evolución la llamada embriología. Enseñan que se puede observar la evolución de diferentes animales conforme se van desarrollando en el interior de la madre, y en este sentido, todavía se enseña que el feto humano tiene hendiduras branquiales, aun y cuando desde una tan tardía fecha como la de 1908, se demostró que no era cierto; no obstante sigue enseñándose en los libros de texto hoy en día.
La razón por la cual se sigue enseñando que las tiene, es para demostrar que el feto humano no es humano todavía, sino que está en una fase de pez o de anfibio. Pero la realidad cruda y dura (para esos asesinos y sus cómplices), es que el feto humano ¡no tiene hendiduras branquiales!
Eso que enseñan como hendiduras branquiales, no son sino pliegues de la piel. Esos pliegues llegarán a constituir con el tiempo los diferentes músculos del cuello. Nada tienen que ver con el aparato respiratorio.
Las razones que se dan para proceder adelante con el aborto están basadas en el error científico - además de moral - de que el feto en sus primeros momentos no es humano. Eso es falsa ciencia.
“Embrión humano de unos dos meses; nótese que tan formado está ya”
Con esa absurda y deliberada enseñanza, se pretende justificar el aborto, llegando a hacer creer que esa criatura que está en el vientre de la madre no es todavía humana, sino sólo animal. Si la criatura que está en el seno de la madre humana, no es humana todavía sino que es un animal, entonces no es grave el desembarazarse de ella si se quiere. Todo el proceso no es más que una falacia que desemboca en la muerte por asesinato de seres humanos... ¿cómo Dios no va juzgar todas estas cosas, y cómo escaparán?
El embrión humano, ¡es humano!
La realidad en todos los sentidos, es que el ser humano lo es a partir de su concepción, cuando al introducirse el espermatozoide en el óvulo se constituye el embrión. Ese embrión es un ser humano, y destruirlo per se, es una abominación y un crimen. El aborto (o interrupción voluntaria del embarazo como eufemísticamente le llaman) es un asesinato en primer grado.
Los cristianos, tenemos la instrucción escrita de Dios, la cual llamamos la Biblia, y en ella encontramos clarísimamente que la vida humana empieza en el embrión:
“No fue encubierto de ti mi cuerpo, bien que en oculto fui formado, y entretejido en lo más profundo de la tierra. Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas. ¡Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán grande es la suma de ellos! Si los enumero, se multiplican más que la arena; Despierto, y aún estoy contigo.” (Salmo 139: 15-18) (énfasis nuestro)
Es incisivamente curioso que el salmista a renglón seguido exclame: “De cierto, oh Dios, harás morir al impío; apartaos, pues, de mí, hombres sanguinarios.” (v. 19). Ya la Palabra de Dios advertía de que se iban a levantar hombres y mujeres impíos y asesinos que iban matar a los hombres desde su mera concepción, como está ocurriendo en nuestros días, como nunca antes en la historia de la humanidad.
La misma Biblia dice que la ira de Dios, se revela desde el cielo contra toda la impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad, y esto es así, porque a priori, lo que se conoce de Dios es manifestado o entendido por las cosas hechas, que los ojos pueden ver y los oídos oír, por lo cual no tienen ninguna excusa (Ro. 1: 18-20). Al negar al Creador, deberán creer en la criatura. Eso se llama evolucionismo.
La práctica legalizada del aborto no es sino consecuencia directa de creer en la evolución, la cual niega al Creador, y enseña que inicialmente el ser humano no es sino un simple animal. Se enseña el evolucionismo como verdad, por lo tanto, no hay nadie a quien dar cuentas fuera del Estado o de la sociedad en este caso. El egoísmo de base de todos aquellos que practican el aborto, desembarazándose de los hijos que no desean, se acomoda muy bien en la injusta, terrible e inhumana ley que lo permite, justificando así sus acciones. Este es un fruto más de creer en la falsa religión llamada evolucionismo.
“¡La vida humana existe dentro del vientre de la madre desde el principio!”
2. Fruto del evolucionismo; las consecuencias directas de no tener en cuenta a Dios
El negar la existencia de Dios es una tremenda incoherencia a causa de las cosas que se ven, y testifican de un Creador que las ha hecho. No obstante, la cosa no se queda ahí, existen una serie de terribles consecuencias para todos aquellos que se empecinan en negar a Dios (o negar su Palabra). Por supuesto que la última y final de esas consecuencias es el infierno.
La primera consecuencia
“Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad; porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa.” (Romanos 1: 18-20)
En el libro de Romanos, escrito hace ya casi 2.000 años, encontramos que se nos dice que la ira de un Dios santo es revelada desde el cielo contra todos aquellos que son injustos y detienen la verdad. Dios castiga al impío, y sobre todo al que lo es a sabiendas; el que aparta la verdad de Dios de sí mismo y de los demás.
“Muchos de los que están en eminencia, apartan la verdad de la realidad de Dios a todos los que presiden, aun y teniendo toda la evidencia de un Creador, al observar las cosas hechas, por lo cual no tienen ninguna excusa”
La segunda consecuencia
Encontramos que la segunda consecuencia para los que así obran, es que se “envanecen en sus razonamientos y su necio corazón es entenebrecido, y que profesando ser sabios, se hacen necios” (Ro. 1: 21, 22). Vemos entonces que los que niegan a Dios y su dicho, confiando en lo que ellos llaman ciencia, llegan a ser necios.
La tercera consecuencia
“Profesando ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles” (Romanos 1: 22, 23)
La tercera consecuencia es el sacar a Dios de en medio y ensalzar su creación como si fuera Dios mismo, principiando por el mismo hombre (Ro. 1: 23). Es lo que llamamos humanismo – el hombre por el hombre – el hombre ocupando el lugar de Dios (véase Gen. 3: 5). Luego le siguen las demás cosas: hoy en día existe una religión que hace de la Tierra una diosa (Gaia), y de la naturaleza, una Madre. Una creencia sincretista, ecléctica, y que no compromete al que la sigue. Todo ello deriva de creer en el evolucionismo: “no hay Dios, por lo tanto, crea tu propio dios, o algo parecido”.
La cuarta consecuencia
La cuarta consecuencia es derivada directamente de la tercera, y es cuando Dios entrega a todos estos impíos al mal y a sus consecuencias nefastas. Específicamente dice la Palabra que “Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que llegaron a deshonrar entre sí sus propios cuerpos, ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, dando la honra y el culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por siempre...Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres...” (Ro. 1: 24-27)
Es evidente que esta generación es testigo de todas estas cosas como jamás antes en la historia de la humanidad, cuando en muchos países ya se ha legislado como matrimonio a la unión de dos personas del mismo sexo, que incluso pueden adoptar niños. Como dice Wilkerson, es consecuencia de la militancia homosexual que está surgiendo como una nueva Sodoma en esta sociedad hedonista y materialista alejada de Dios y de sus principios (3). Más específicamente, él lo declara del siguiente modo:
“La gota que colma la copa del juicio de Dios es la que llega en el mismo momento en que un espíritu homosexual militante se levanta y ataca lo que es divino y santo” (4)
Cuando a los niños se les enseña que las prácticas homosexuales son igual de normales que las heterosexuales, y a los adolescentes se les dice que no es malo probarlas, y aun se les anima a ello, eso según la Biblia es, entre otros, “tocar los intereses de Dios en esta tierra” (5)
“La destrucción de Sodoma fue un juicio directo de Dios a causa del desenfreno de maldad de aquellas gentes militantes, principiando por su rebelión y desviación”
Cuando a Dios se le echa a un lado, y cada uno es su propio dios, entonces cada cual llega a sus propias - y a todas luces - erradas conclusiones acerca de lo que está bien y de lo que está mal. El creer que no hay Dios y que todo es producto de una evolución, la cual partió nadie sabe explicar de dónde, conlleva, como hemos visto en el libro de Romanos, a la manifestación del interés egocéntrico de cada individuo, que todo lo ve según el color de su cristal. ¡Escaso peso moral conlleva esto!
3. Fruto del evolucionismo; el racismo, la xenofobia, el engaño y la codicia
Los evolucionistas suelen apelar a la existencia de los homínidos como una prueba irrefutable para demostrar la evolución. Los "homínidos" son supuestas criaturas en el proceso intermedio entre simio y humano. Pero, a pesar de los cientos de trabajos que se han escrito sobre el asunto, no existe ninguna prueba verídica de la existencia de homínidos. Por lo tanto, otro de los frutos del evolucionismo, es el engaño.
El famoso paleontólogo David Pilbeam, decano interino del Harvard College, como rara excepción entre sus colegas, tuvo la gallardía de reconocer la falta de seriedad y de pruebas acerca de la cuestión:
"Deberíamos haber reconocido la poca solidez de nuestros argumentos originales y deberíamos haber sido más cautos, pero no lo fuimos. Tras 130 años de esfuerzos determinantes para confirmar el Darwinismo, todo lo que hemos conseguido es encontrar unas pocas y ambiguas muestras, lo cual es una significativa evidencia negativa. " (6)
“El cráneo del hombre de Piltdown, una falsificación: una mandíbula de orangután y un cráneo humano”
Los aborígenes australianos, el racismo y la codicia
Otro de los frutos del evolucionismo es el racismo y la codicia. En el siglo XIX, a finales del mismo, había muchos que intensamente buscaban alguna manera de justificar la enseñanza del evolucionismo.
Si los monos en algún momento se volvieron hombres, entonces deberían aparecer los individuos entre medio. Pero, se daban cuenta de que no aparecían los famosos eslabones perdidos entre las especies para probar su teoría, así que decidieron crearlos.
La otra razón era que los museos estaban dispuestos a pagar verdaderas fortunas por algún eslabón de esos. Aquí viene la historia (7):
En el siglo XIX, muchos fueron a Australia y empezaron a cavar las tumbas de los aborígenes australianos. Los aborígenes australianos se caracterizan por tener las cuencas oculares más abultadas que la mayor parte de la gente, así como sus mandíbulas, que son un poco más gruesas. Esa fue razón suficiente para que aquellos desalmados los persiguieran, demostrando así el “eslabón perdido”.
Pronto se acabaron los huesos que expoliaban de las tumbas, así que decidieron servirse de entre los vivos. Empezaron a matar a balazos a los aborígenes, vendiendo sus huesos a los museos. Un misionero de Nueva Gales del Sur fue horrorizado testigo de la muerte de docenas de hombres, mujeres y niños. Cuarenta y cinco de las mejores cabezas fueron hervidas y enviadas diez de ellas a ultramar. Creyendo que los aborígenes son inferiores, y son el eslabón perdido, mataron a miles de ellos para proveer a los museos de especimenes. Ese es otro fruto del evolucionismo.
“Rostro de un hombre, aborigen australiano”
De hecho, no sólo mataron aborígenes de Australia, sino también de otros lugares cercanos, como Tasmania. Allí dieron muerte a muchos cientos, y aun miles de aborígenes. El Smithsonian Institute tiene en su haber 33.000 restos de seres humanos guardados en sus sótanos hoy en día, muchos de ellos corresponden a hombres y mujeres que estaban vivos. A la sazón, estaban tan desesperados en encontrar eslabones perdidos para probar su teoría que no dudaron en matar a seres humanos y presentarlos como evidencia. El fruto del evolucionismo.
Un hombre pigmeo llamado Ota Benga fue capturado en el Congo. En su lengua nativa, su nombre significa “Amigo”. Fue separado de su esposa y de sus dos hijos. Encadenado y enjaulado como un animal, fue llevado a los Estados Unidos donde algunos “científicos” en 1904, lo expusieron al público en la Feria Mundial de San Luis como si fuera alguna especie de simio.
Se le presentó como “el más antiguo antepasado del hombre”, en compañía de algunos chimpancés, de un gorila y de un orangután. Más tarde, Ota fue llevado al zoológico del Bronx (N.Y.), donde compartió jaula con un orangután. El Dr. William T. Hornaday, el director evolucionista del zoológico, expresó en su discurso, el orgullo de tener esa excepcional “forma transicional” en su zoo, y trató a Ota Benga como si fuese un animal de jaula. No pudiendo soportar el trato al que fue expuesto, Ota Benga se suicidó en 1916. (8)
Otro fruto del evolucionismo.
“Foto de Ota Benga. Sonríe de ese modo, porque en el tiempo de tomarle esa instantánea, el fue adquirido por alguien que en principio le trató bien”
El ex presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, Teodoro Roosevelt (1858-1919) creía en la evolución. Ese hombre una vez dijo: “En América existen clases inferiores”, se refería a los indios americanos. Su fe en la evolución le llevó a creer que los indios eran inferiores a los americanos de origen europeo.
No sólo era su caso, muchos líderes norteamericanos eran de la misma creencia, y por lo tanto se creían en el derecho de romper con los tratados que hacían con las naciones indias. En el año 1871, el Congreso de los EEUU rompió con todos los tratados que hizo previamente con los habitantes originales de América del Norte, y fueron expulsados de sus tierras originales. Ese fue el caso de los Cherokees, los cuales fueron expulsados del área de Chattanooga a Oklahoma. Un tercio de la población indígena murió en el camino. La teoría de la evolución fue lo que propició otra vez el racismo, la xenofobia y por supuesto, la codicia... ¿Cómo no va a ver juicio de parte de Dios respecto a todo esto?
Comunismo, evolucionismo y odio a Dios
No es necesario ser muy perspicaz para darse cuenta, que gran parte de la teoría marxista la "lucha de las clases", ha sido reemplazada por la "lucha de las especies", y la evolución de las especies ha servido para inspirar la "evolución social". Cualquier cosa con tal de negar a Dios.
El cabeza visible del Marxismo – no los hermanos Marx - sino Karl Marx, nació en un hogar con influencia cristiana; de hecho, durante su adolescencia, él se consideraba cristiano. Fue al llegar a la escuela, donde su fe fue destruida. Como resultado de su negación de Dios, se convirtió en el ateo que todos conocieron, así como el iniciador de lo que se denomina el comunismo. Llegó a decir: “Mi objetivo en la vida es el de destronar a Dios y al capitalismo”. Nótese esto: La filosofía de Marx estaba basada en el odio a Dios.
“Sir Charles Darwin ya anciano. Si nos damos cuenta fijándonos en su rostro, podemos apreciar ciertos rasgos que él mismo definía en otros como pre homínidos... ¡paradojas de la vida!”
Otros líderes comunistas fueron grandes defensores del evolucionismo, por ejemplo Lenin, Trostsky y Stalin, los cuales se definían como ateos evolucionistas. En 1963, entre unos viejos documentos del ámbito soviético se encontró un curso semestral de "Ateísmo Científico" que estaba basado en la teoría de la Evolución natural de las especies (8)
Marx, dedicó su famoso libro “El Capital” a Charles Darwin, con estas palabras: “A Charles Darwin, de un sincero admirador, Karl Marx”. El comunismo fue un fruto directo del evolucionismo, el cual es pura y dura rebelión contra Dios. Una y otra vez, Marx se refería a la evolución con frases así: “La evolución es como ocurre”, “estamos aquí a causa de la evolución”, “la evolución fue la solución de cómo llegamos aquí”. El marxismo, con todas las desgracias que ha brindado, es fruto directo de la religión evolucionista, aquella que prescinde del Creador del cual provienen todas las cosas, las que se ven y las que no se ven.
Concluyendo
¿Por qué tanta gente no considera a Dios en su rutina diaria? La respuesta la tenemos en la misma Palabra de Dios:
“El malo, por la altivez de su rostro, no busca a Dios; no hay Dios en ninguno de sus pensamientos” (Salmo 10: 4)
A causa del orgullo (altivez de rostro), el impío (todo aquel que no tiene a Cristo), no busca a Dios, ni está Dios en ninguno de sus pensamientos.
A causa de la falsamente llamada ciencia, el evolucionismo, en la cual se sienten pertrechados y hasta justificados, los hombres no quieren reconocer que han sido creados, porque no desean verse obligados en nada ante el Creador. Hacer lo contrario les llevaría a la conclusión necesaria de cambiar sus hábitos y estilo de vida; por lo tanto les es más fácil – actuando cobardemente – huir de la obediencia a Dios; como el avestruz que ve venir al león, y esconde su cabeza bajo tierra para no ver más el problema.
Muchos se creen muy sabios en su soberbia al rechazar a Dios, pero el Bendito tiene algo que decir al respecto:
“Dice el necio en su corazón: No hay Dios. Se han corrompido, hacen obras abominables; no hay quien haga el bien.” (Salmo 14: 1)
Sólo los necios dicen que no hay Dios, o sencillamente le ignoran.
Es hora de volverse a Dios de todo corazón porque el tiempo es muy corto, y sólo hay una manera de hacerlo, a través del Salvador, es decir, Jesús de Nazaret, único nombre bajo el cielo dado a los hombres en que podemos ser salvos (Hchs. 4: 12)
“El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo. Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.” (1 Juan 5: 10-12)
Dios les bendiga,
Notas:
Elmundo.es/salud; 4 julio 2005
http://www.elmundo.es/elmundosalud/2005/07/04/mujer/1120498832.html)
Pastor David Wilkerson; su libro “El Llamado Final”; pág. 12; Ed. Vida
Ibidem; pág.56ss
Ibidem, pág. 58
Ibidem; pág. 63
J.C. Gorostizaga; http://www.conoze.com/doc.php?doc=485
Creation Magazine, March to May 1992
Philips Verner Bradford, Harvey Blume, Ota Benga: The Pygmy in The Zoo, New York: Delta Books, 1992
J.C. Gorostizaga; http://www.conoze.com/doc.php?doc=484