Así es, también adelantaron los verdaderos profetas como Ezequiel que nos darían corazones de carne en vez de piedra.abandonaron las imágenes de yeso para adorar al Dios Invisible.
La razón es que ante esos dioses falsos sacrificábamos niños o animales.
Nuestros corazones son de piedra cuando no sufrimos ante el Sufriente que implora por nuestro perdón ante los sufrimientos que infligimos a los semejantes, aún hoy día, desde incluso estados democráticos.
Hoy siguen con nosotros algunos de esos dioses, ya no de yeso, sino de circuitos electrónicos o tierras prometidas que se hacen llamar naciones.