A LOS FORISTAS CATÓLICOS
No es la Iglesia la "Autoridad" en materia de la Salvación como vuestro corrompido sistema religioso asume con la expresión "Fuera de la cual no hay Salvación".
La Autoridad para ser salvo, no recae en una institución religiosa, el responsable es Cristo, aquí está el testimonio de la Escritura que hace pedazos la pretensión mentirosa de Sebas y Jorge Enrique en hacer prevalecer en este foro la mentira de su existencia antes del año 325 de nuestra era:
Hch 4:11 Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo.
Hch 4:12 Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.
Ignacio de Antioquía ciertamente usó el término "católica" para referirse a la Iglesia, pero en su contexto, el término se refería a la universalidad de la Iglesia cristiana en general, y no a una organización estructurada como la Iglesia Católica Romana de los tiempos posteriores cuando surge en el año 325 bajo el emperador Constantino.
Ignacio jamás aprobó la sucesión apostólica que implementó el catolicismo dos siglos más tarde, esta declaración aparece en su Carta a los Tralianos, una de las siete epístolas auténticas escritas mientras era llevado a Roma para ser martirizado (c. 107 d.C.).
En ella, Ignacio escribe:
“No os mando como Pedro y Pablo. Ellos eran apóstoles; yo soy un condenado, ellos libres; yo hasta ahora soy un esclavo ”(Carta a los Tralianos, capítulo 3).
El uso de la expresión "católica" por Ignacio está más relacionado con la unidad de la comunidad cristiana y su expansión geográfica, y no con el desarrollo institucional posterior que llevaría al papado y a la estructura centralizada de la Iglesia romana.
Aunque fue obispo de Antioquía, nunca se atribuye autoridad apostólica, sino que se somete a la enseñanza recibida.
Esta humildad contrasta con estructuras posteriores que reivindican autoridad apostólica por sucesión institucional, sin el testimonio directo de Cristo, como lo hizo posteriormente el catolicismo romano cuyo proceso de consolidación del papado como la autoridad central de su sistema religioso fue un proceso largo, que culminó en siglos posteriores, especialmente después de la caída del Imperio Romano de Occidente (476 d.C.) y durante la Edad Media.
Y cuando señalamos "sin el testimonio directo de Cristo" lo hacemos con la solvencia escritural que nos brindan las palabras del apóstol Pablo en referencia al final de los apóstoles de Cristo, leemos en 1Cor.15:3-8 dos expresiones claves:
"y después a los doce" (v.5)
"y al último de todos" (v.8)
De manera que no se trata de inventar la sucesión del apostolado, sino de reflejar a Cristo en obediencia y sufrimiento.
En resumen, Ignacio de Antioquía es una figura clave en el alejamiento de la Iglesia cristiana desde una comunidad cristiana doméstica, informal y participativa (Hch.5:42; 20:20) hacia una estructura más organizada e institucionalizada conforme a los parámetros humanos y no según Cristo.
Su énfasis en la autoridad del obispo y la unidad de la Iglesia sentó las bases para el desarrollo de una jerarquía más formal, que eventualmente llevaría a la Iglesia institucional tal como la conocemos hoy.
Pero al principio no fue así.
No es la Iglesia la "Autoridad" en materia de la Salvación como vuestro corrompido sistema religioso asume con la expresión "Fuera de la cual no hay Salvación".
La Autoridad para ser salvo, no recae en una institución religiosa, el responsable es Cristo, aquí está el testimonio de la Escritura que hace pedazos la pretensión mentirosa de Sebas y Jorge Enrique en hacer prevalecer en este foro la mentira de su existencia antes del año 325 de nuestra era:
Hch 4:11 Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo.
Hch 4:12 Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.
Ignacio de Antioquía ciertamente usó el término "católica" para referirse a la Iglesia, pero en su contexto, el término se refería a la universalidad de la Iglesia cristiana en general, y no a una organización estructurada como la Iglesia Católica Romana de los tiempos posteriores cuando surge en el año 325 bajo el emperador Constantino.
Ignacio jamás aprobó la sucesión apostólica que implementó el catolicismo dos siglos más tarde, esta declaración aparece en su Carta a los Tralianos, una de las siete epístolas auténticas escritas mientras era llevado a Roma para ser martirizado (c. 107 d.C.).
En ella, Ignacio escribe:
“No os mando como Pedro y Pablo. Ellos eran apóstoles; yo soy un condenado, ellos libres; yo hasta ahora soy un esclavo ”(Carta a los Tralianos, capítulo 3).
El uso de la expresión "católica" por Ignacio está más relacionado con la unidad de la comunidad cristiana y su expansión geográfica, y no con el desarrollo institucional posterior que llevaría al papado y a la estructura centralizada de la Iglesia romana.
Aunque fue obispo de Antioquía, nunca se atribuye autoridad apostólica, sino que se somete a la enseñanza recibida.
Esta humildad contrasta con estructuras posteriores que reivindican autoridad apostólica por sucesión institucional, sin el testimonio directo de Cristo, como lo hizo posteriormente el catolicismo romano cuyo proceso de consolidación del papado como la autoridad central de su sistema religioso fue un proceso largo, que culminó en siglos posteriores, especialmente después de la caída del Imperio Romano de Occidente (476 d.C.) y durante la Edad Media.
Y cuando señalamos "sin el testimonio directo de Cristo" lo hacemos con la solvencia escritural que nos brindan las palabras del apóstol Pablo en referencia al final de los apóstoles de Cristo, leemos en 1Cor.15:3-8 dos expresiones claves:
"y después a los doce" (v.5)
"y al último de todos" (v.8)
De manera que no se trata de inventar la sucesión del apostolado, sino de reflejar a Cristo en obediencia y sufrimiento.
En resumen, Ignacio de Antioquía es una figura clave en el alejamiento de la Iglesia cristiana desde una comunidad cristiana doméstica, informal y participativa (Hch.5:42; 20:20) hacia una estructura más organizada e institucionalizada conforme a los parámetros humanos y no según Cristo.
Su énfasis en la autoridad del obispo y la unidad de la Iglesia sentó las bases para el desarrollo de una jerarquía más formal, que eventualmente llevaría a la Iglesia institucional tal como la conocemos hoy.
Pero al principio no fue así.
Última edición:

(Toc, toc. ¿Hay alguien casa? ¿eh? ¡Piensa SeriesBíblicas, piensa!).