Re: REFLEXIONES .....
¡Amén!
No dejes de sembrar cosas buenas...
Alguien siempre recogerá tu siembra....
¡Amén!
No dejes de sembrar cosas buenas...
Alguien siempre recogerá tu siembra....
es verdad ejje solo que aveces el abono no es el correctpo jejjeje
Abrazando al cielo.
Son siempre bellas las siluetas de los árboles...y contra el cielo aún más.
En un paseo por un sector del Parque Nacional Chiloé nos explicaron que estos árboles llamados Tepus crecen así, sinuosos, y con muy poco follaje. Y aunque no parezcan árboles muy sanos, lo son, y allí, en ese sector del Parque conforman un bosque protegido.
La llamativa silueta del árbol llamó mi atención, me pareció que quería abrazar a ese inmenso cielo...tal vez lo logre...
Hola, Manhattan:
Tu reflexión de hoy me ha recordado uno de mis poemas, dedicado a los árboles, fuente vida y recreo para la vista. Te lo copio.
ÁRBOL AMIGO
Generoso árbol amigo,
que compartes tu energía
con quien se abraza a tu tronco
buscando salud y vida.
Como saeta te yergues
buscando el azul del cielo
o creces ancho y frondoso
para del sol protegernos.
Nos alimentan tus frutos,
el aire nos purificas,
con el verdor de tus hojas
¡cómo descansa la vista!
El viento, que entre tus ramas
a las escondidas juega,
compone una melodía,
que de paz el alma llena.
Poner empeño debemos,
en que fuerte y sano existas.
Árbol amigo, sabemos
que nos va en ello la vida.
Un abrazo.
Martamaría
Paradojas de la vida.
- Tenemos autopistas más anchas, pero puntos de vista más estrechos.
- Gastamos más, pero tenemos menos. Compramos mucho, pero disfrutamos poco.
- Tenemos casas más grandes y familias más pequeñas; más conveniencias, pero menos tiempo; tenemos más títulos, pero menos sentido común; mas conocimiento, pero menos juicio; más expertos, pero más problemas; más medicina, pero menos bienestar.
- Hemos multiplicado nuestras posesiones, pero reducido nuestros valores.
- Hablamos demasiado, amamos muy poco y mentimos muy a menudo.
- Aprendemos a buscarnos la vida, pero no a vivirla; hemos añadido años a la vida, pero no vida a nuestros años.
- Hemos llegado a la luna, pero tenemos problemas para cruzar la calle y conocer a nuestro vecino.
- Hemos hecho cosas más grandes, pero no cosas mejores; estamos limpiando el aire, pero contaminamos nuestras almas; hemos dividido el átomo, pero no nuestros prejuicios;
- Escribimos más, pero aprendemos menos; planeamos mucho y conseguimos poco.
- Hemos aprendido a apresurarnos, pero no a esperar; tenemos ingresos más altos, pero principios más bajos; más conocidos, pero menos amigos; más esfuerzo, pero menos éxito.
- Vivimos en un tiempo donde hay mucho en el escaparate, pero muy poco dentro de la tienda .
YojananBenYakov
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Me ha gustado mucho Martamaria. Te echaba de menos, amiga.
Un abrazo con cariño.
Manhattan.
El llanto por el mundo
Jeremías sentía dolor por la situación de su pueblo. Estando atento a los signos de los tiempos y a las necesidades de cambio radicales que se necesitaban, y viendo que el pueblo era indiferente ante los peligros que corría, no solamente le habla con dureza para que se vuelvan a Dios, sino que llora por ellos. Un llanto por un pueblo que se resiste a cambiar. ¿Hay profetas que lloren hoy por el mundo? ¿Es necesario el llanto de los creyentes? ¿Existe tal concienciación sobre las problemáticas del mundo, que nos lleve a la denuncia en llanto, bañada de lágrimas? Si Jesús lloró sobre la ciudad de Jerusalén, ¿son necesarias todavía hoy las lágrimas? ¿Lloraba Jeremías o era el mismo Dios el que lloraba por el mundo?
Sólo puede llegar a llorar por el mundo aquel que vive en total solidaridad con los proscritos y crucificados de la historia, el que contempla a un mundo insolidario, pobre y despojado y se identifica con su dolor. ¿Sigue Jesús llorando hoy sobre las grandes ciudades del mundo? Es en las ciudades en donde se concentran y multiplican las grandes problemáticas de exclusión, pero el hombre apaleado se puede encontrar igualmente en los campos, en las selvas, allí donde los terrenos han sido agotados al tener que dar altos rendimientos a empresas que reparten los productos entre los pocos ciudadanos hartos que en el mundo existen, el 20% de la humanidad. Seguro que Jesús se sigue bajando de su trono y se pasea entre medias de los pobres del mundo, allí en donde se da la infravida en un planeta que puede producir y generar alimentos suficientes para todos. Seguro que al contemplar tanta muerte, hambre y desastre, al ver a los niños que no pueden llegar a ser adolescentes, llorará sobre el mundo.
El profeta se convierte en plañidera y busca también a aquellas que mejor conocen sus oficios: “llamad a las plañideras… deshagamos nuestros ojos en lágrimas, y nuestros párpados se destilen en aguas”. Son tiempos de tristezas, los niños coetáneos de nuestros hijos se mueren, el hombre se siente amenazado por el hambre y la infravida. Sólo puede llorar el que sufre el problema del otro como si de su propia carne se tratara… y la solidaridad del mundo no llega a tanto.
¿Será Jeremías un símbolo de las lágrimas de Jesús?
¿Será el profeta, ahora convertido en plañidera, un símbolo de las lágrimas de Dios por el mundo?
¿Quién llora, quién está derramando lágrimas por amor al mundo, los hombres a través del profeta, o éste, y todas las plañideras que buscó, son símbolos del llanto de Dios por el mundo?
Quizás el profeta lloraba por solidaridad con Dios mismo. Aunque no debemos engañarnos, si lloramos por el sufrimiento de Dios mismo, o si lloramos con él, en el fondo, estamos llorando con y por el hombre. Porque Dios se halla ligado a sus criaturas. Si Dios hace suyas las lágrimas del hombre, nosotros debemos hacer nuestras las lágrimas de Dios mismo. Quizás el llorar con el hombre o llorar con Dios, esté en relación de semejanza, al igual que el amor a Dios y el amor al prójimo sufriente. El llanto de Jeremías quizás sea tanto el llanto de Dios como el llanto del hombre. Ambos caminan juntos por los focos de sufrimiento.
Quizás el hombre ha perdido sensibilidad, fundamentalmente el hombre de los países opulentos que, en cierta manera, se está comiendo a sus congéneres. Los tiene sobre su mesa repleta de manjares. Tanta abundancia le impide las lágrimas solidarias. Cree que todo es suyo. Lo único que tiene que hacer es almacenar y, egoístamente, guardar sus bienes, sus frutos para disfrutarlos insolidariamente. Es incapaz de decir: nuestros bienes, nuestros frutos… no reconoce los derechos del otro. Jamás podrá llorar por él. Su canción no será una elegía por el hombre despojado, ni una triste canción que le haga brotar una lágrima de solidaridad. Su canción es ésta: “Alma mía, muchos bienes tienes almacenados. Come, bebe y regocíjate”, pero no habrá hecho nada más que terminar su canción insolidaria o canción de muerte, cuando ya sonarán las palabras de Dios: “¡Necio! Esta noche vendrán a pedirte tu alma. ¿De quién será lo que has almacenado?”
Nosotros también deberíamos imitar a Jeremías, profeta de llantos, convertido en plañidera, que llora junto a Dios y a los hombres, pero ese llanto debería ser redentor. Redentor de nosotros mismos y redentor de los pobres y excluidos del mundo. Un llanto-denuncia-solidaridad-amor cuyas lágrimas corren buscando justicia… un llanto transportador y redistribuidor de los bienes del planeta tierra. Unas lágrimas convertidas en el poder de la diestra de la justicia de Dios para que ésta se mueva a favor de los proscritos del mundo: el 80% de la humanidad.
© J. Simarro. ProtestanteDigital.com (España, 2006)
Querida amiga:
Soy de tu mismo parecer. Me agradan, tal como te lo comenté una vez, todos los escritos que traes de J. Simarro (este: "El llanto por el mundo" es la primera vez que lo leo) pues invitan a pensar, a reflexionar acerca de nuestro papel como cristianos en el mundo de hoy.
“Son tiempos de tristezas...”
Este es un mundo profundamente desigual donde reina la injusticia. Vemos como hay suficiente alimentos para todos pero hay 1000 millones de hambrientos. Hay niños que se mueren por hambre o por enfermedades fácilmente prevenibles y curables. Miles de millones de habitantes en el planeta carecen de las condiciones mínimas para lograr vivir la vida con dignidad.
Un pequeño grupo de la población mundial vive en la opulencia y son cada vez más ricos porque hacen a los pobres cada vez más pobres. Tal como dice el escritor tienen su mesa repleta de manjares y están ciegos a la necesidad del otro. “¿¿De que le vale al hombre si ganare todo el mundo y perdiere su alma??” "No saben hacer lo recto (hacer justicia), atesorando rapiña y despojos en sus palacios" Amos 3 y 10
EL profeta Jeremías llora y la voz del profeta es la voz de Dios. Llora Dios ante un mundo que luce enfermo. Ya es hora de que construyamos un mundo mejor, que la solidaridad venza el egoísmo, que sean desarragaidas de la faz de la tierra las guerras y las injusticias.
Dios bendiga a aquellos que se empeñan en construir un mundo más justo y más humano.
Un abrazo, Paula
Nadie puede conocer a Dios verdaderamente sin conocer antes a Su Hijo. Ya Jesús mismo lo dijo en los años que pasó aquí en la Tierra: Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar (Lucas 10:22) Cuando Dios se acerca al hombre y le hace ver con claridad lo que éste ha de saber, no hay primeras impresiones que valgan.
La obra del Espíritu sobre el corazón no tiene apelación posible. Él, en Su misericordia, puede decidir mostrarse con total claridad incluso ante aquellos que se niegan a verle de otra manera diferente a como en su día le conocieron. Pero, ¡cuidado! porque Él a veces también decide, ante el rechazo persistente del ser humano, dejarle a sus anchas, al margen de Su acción reveladora de esa verdad sobre quien Dios es verdaderamente, sin superficialidades.
Y eso no es sino la desgracia más absoluta para el hombre y la sentencia definitiva a una vida y una eternidad apartados del único que nos ha amado con amor eterno, muy por encima de cualquier primera impresión que hayamos podido formarnos de Él.
Este comentario es de : Lidia Martín T. psicóloga, docente y escritora