Re: ¿Quienes somos los Jesuitas?
Estimado javierandrés. Saludos cordiales.
Tú dices:
Según Gabriel 47 también Adventista, si tiene que ver. Esta posición de clonación para explicar lo de amalgama de Elena G de White la tienen varios hermanos adventistas.
Respondo: Amalgama antes del diluvio:
"
Que viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron para sí mujeres, escogiendo entre todas. Y dijo Jehová: No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre, porque ciertamente él es carne; mas serán sus días ciento veinte años. Había gigantes en la tierra en aquellos días,
y también después que se llegaron los hijos de Dios a las hijas de los hombres, y les engendraron hijos. Estos fueron los valientes que desde la antigüedad fueron varones de renombre. " Génesis 6: 2-4.
Este texto nos explica y nos da a entender que Dios no acepta la unión de sus hijos con la raza de los hijos de los hombres.
Cabe señalar que la declaración de Ellen White no dice:"Cópula entre hombres y animales" o "amalgama de hombres con bestias" como lo ponen los detractores del adventismo, distorcionando así las declaraciones de esta distinguida escritora.
¿Cópula entre hombres y animales? Ella no habla de "cópula". Esa palabra la han agregado nuestros replicadores para sus muy definidas intenciones. White habla de amalgama, pero no dice que tal amalgama haya resultado de la cópula o de relaciones sexuales entre humanos y animales. Y como se sabe, la combinación genética no surge sólo de la actividad sexual.
La biotecnología y la ingeniería genética son dos ciencias con objetivos claros y bien determinados:
“Biotecnología es todo uso o alteración industrial o comercial de organismos, células o moléculas biológicas encaminado a alcanzar metas prácticas específicas. La biotecnología moderna genera material genético alterado mediante la ingeniería genética. En muchos casos la ingeniería genética comprende la producción de DNA recombinante por combinación del DNA de organismos diferentes. El DNA se transfiere entre organismos por medio de vectores, como plásmidos bacterianos, por ejemplo. Los organismos resultantes se describen como transgénicos. Algunas de las metas principales de la ingeniería genética son mejorar nuestro conocimiento de la función de los genes, tratar enfermedades y mejorar la agricultura” (Audesirk,Teresa; Audesirk,Gerald; Byers, Bruce E., “Biología: la vida en la tierra”, Editorial Pearson Prentice Hall, 2003, pág. 263. Libros Google).
Esta “recombinación” ha llevado a los investigadores al punto de mezclar genes animales con genes vegetales, evidentemente en búsqueda de algo que no se nos ha perdido. Tal como en son de broma lo plantea el biólogo molecular John Mandeville: “Mediante la ingeniería molecular seremos capaces de producir casi cualquier cosa, menos un billete de lotería premiado”. No se trata sino de un grupo de científicos jugando a Dios.
Desde luego, la declaración de White cobra sentido si tomamos en cuenta que ella no habla de relaciones sexuales como la causa de la amalgama, lo que permite entender que tal amalgama pudo tomar otra vía.
Lo que debemos aclarar es si los antediluvianos estaban en capacidad de manipular las especies por medio de la genética." (Aporte de Giovanni Cabrera)
La unión entre la raza de los hijos de Dios (Set), con la de los hijos de los hombres (Caín), causo un disgusto en el Señor (Génesis 6)
Los antediluvianos no eran personajes que vivían en la edad de piedra, su cultura era bastante avanzada (Génesis 4:20,21)
TRANSGENÉTICA ANTEDILUVIANA
El cruce transgénico era una posibilidad para la humanidad antigua. Al respecto la Biblia decreta: “No cruces tu ganado con animales de diferente especie” (Lev. 19:19, Dios Habla Hoy). Si Dios prohíbe el cruce de diferentes especies, ¿no demuestra eso que los hombres de la antigüedad estaban en la capacidad de hacerlo? De otro modo, ¿qué sentido tenía esa prohibición?
Matthew Henry comenta este pasaje así: “Dios en el principio hizo al ganado según su género (Gén. 1:25), y debemos respetar el orden de la naturaleza que Dios ha establecido, convencidos de que es lo mejor y lo más correcto, y no crear monstruos” (Commentary on the Whole Bible, Lev. 19:19). ¿Cómo podríamos irrespetar ese orden de la naturaleza, sino subvirtiéndolo con la manipulación genética y la introducción de zoofrankensteins?
Jamieson, Fausset & Brown apuntan en la misma dirección: “Esta prohibición probablemente intentaba combatir una práctica que parecía infringir la economía que Dios ha establecido en el reino animal” (A Commentary on the Old and New Testaments, Lev. 19:19). ¿Qué práctica sería esa que infringía el orden del reino animal, sino la manipulación y alteración de las especies creadas por Dios?
Keil & Delitzsch observan también: “Por estas leyes la observancia del orden natural y la separación de las cosas se convierte en un deber para los israelitas, el pueblo de Jehová, como una ordenanza fundada en la creación misma” (Commentary on the Old Testament, Lev. 19:19). En otras palabras, cada especie de animal debía permanecer en su propio subreino de acuerdo con el plan original de Dios.
Y John Wesley observa: “Esto fue prohibido en parte para detener la curiosidad y audacia de los hombres, quienes podrían intentar cambiar las obras de Dios” (Explanatory Notes on the Whole Bible, Lev. 19:19). ¿Y cómo podría cambiarse la obra de Dios sino precisamente introduciendo nuevas especies que Dios no había creado? Sólo si el hombre tuviera la capacidad de hacerlo, tendría sentido semejante prohibición.
Pero, ¿cómo se explica esta capacidad de la manipulación genética en aquellos tiempos antiguos? White expone al respecto:
“No obstante la iniquidad del mundo antediluviano, esa época no fue, como a menudo se ha supuesto, una era de ignorancia y barbarie. Los hombres tuvieron oportunidad de alcanzar un alto desarrollo moral e intelectual. Poseían gran fuerza física y mental, y sus ventajas para adquirir conocimientos religiosos y científicos eran incomparables… Si pudieran compararse con los antediluvianos de la misma edad, los más ilustres eruditos de nuestros tiempos parecerían muy inferiores en vigor mental y físico… Hoy día hay hombres que dedican al estudio un período de veinte a cincuenta años, y el mundo se llena de admiración por sus éxitos. Pero ¡qué limitados son estos triunfos cuando se los compara con los de aquellos hombres cuyo vigor físico y mental se desarrollaba durante siglos! (Patriarcas y Profetas, pp. 69, 70).
A esta gran capacidad de una humanidad que acababa de salir de las manos del Creador, debemos sumar la ayuda demoníaca, que indudablemente debió aportarles a los inicuos herramientas para estropear la creación y deformar la imagen de Dios. Al respecto, White explica: “En la parábola del sembrador se le formuló al Maestro, «Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña?». El les dijo: Un enemigo ha hecho esto. Todas las taras son sembradas por el malo. Cada hierba nociva es de su siembra, y por sus ingeniosos métodos de amalgama él ha corrompido la tierra con taras” (Selected Messages, tomo 2, p. 288).
Evidencias de la antigüedad
El comentarista bíblico Ted Wade anota: “Yo sugiero que los dinosaurios resultaron de mezcla genética tal vez en un medio más susceptible a tal manipulación” (The Bible Explained,
http://www.bibleexplained.com/moses/Levi/le19.htm). Que los antediluvianos tuvieron éxito en estos proyectos genéticos se corrobora por el registro fósil. Arqueoptérix, animal del que se hallaron unos 70 fósiles en 1992, es evidentemente mitad pájaro y mitad reptil: tiene alas y plumas, pero además tiene dientes, y en los extremos de las alas tiene espolones.
Personalmente suscribo la moción de Wade: el hecho de que ni Arqueoptérix ni los dinosaurios hayan sobrevivido al diluvio, sugiere que eran criaturas que Dios decidió raer de la faz de la tierra, por las razones que White anota.
Transgenética hoy
En el año 2005 la National Geographic reportó los últimos experimentos que la ingeniería genética estaba desarrollando en el mundo, denominando “quimeras” a los especímenes resultantes de esta “recombinación”, como la llaman los genetistas, o “amalgama” como la llama White. Según este reporte, en Shangai científicos chinos tuvieron éxito al recombinar células humanas con células de conejos en el 2003. Los embriones resultantes lograron vivir y desarrollarse por varios días hasta que los científicos decidieron destruirlos para tomar las cepas. Al año siguiente, en Minnesota, la Clínica Mayo logró crear cerdos con sangre humana. Y la Universidad de Stanford persigue crear ratones con cerebro humano (Maryann Mott, Animal-Human Hybrids Spark Controversy, National Geographic News,
http://news.nationalgeographic.com/news/2005/01/0125_050125_chimeras.html).
La justificación de estos experimentos se fundamenta en la necesidad de tener mejores modelos para probar nuevas drogas, o para crear órganos humanos para transplantes. Desde luego, todas estas razones no son más que caramelos de cianuro, y no debe extrañarnos que lo que realmente se persigue sea el mismo objetivo que en tiempos prediluvianos: la deformación de la imagen de Dios. Ya sabemos cómo terminó aquella historia. ¿Cómo terminará esta?
Ahora bien, si los hombres actuales logran jugar con el código genético, ¿no lo habrían podido hacer, con muchísimo más éxito, aquellos portentosos antediluvianos?
Personalmente no tengo ningún problema para creer en la amalgama de hombres y animales, más de los que podría tener cualquier cristiano sincero para creer en la creación del mundo, la encarnación de Dios, y la resurrección de los muertos. La mayoría de los cristianos están dispuestos a creer en la creación, la caída, la longevidad milenaria de los hombres prediluvianos, la torre de Babel, el diluvio, y casi todo relato bíblico que ante la mirada del escéptico no pasa de ser mitología. Yo creo firmemente en el relato bíblico, tanto como en la amalgama de hombres y animales."
(Aporte de Giovanni Cabrera)
Bendiciones.
Luego todo Israel será salvo.