REFLEXIÓN
Es algo delicado el asumir conductas soberbias que elevan la criatura al nivel de la deidad.
"YO SOY LA MÁXIMA AUTORIDAD EN MI MINISTERIO"
Un varón que se exprese de esta forma, no está hablando él por sí mismo.
Y si a esto le añadimos:
"Y NOMBRO ANCIANOS EN CADA LUGAR"
Es elemental entender que la máxima autoridad es el Señor Jesucristo y su Palabra Bendita, y el Señor dejó a la Persona del Espíritu Santo para que pusiese hermanos de responsabilidad, ancianos u obispos, tal como aprendemos aquí:
Hch 20:28 Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre.
Cuando un ministro religioso se nombra a sí mismo, claramente está hablando de la iglesia del hombre y no de Dios.
El detalle que sale a flote cuando logra su objetivo, es la altivez de espíritu.
Lo que una sola persona puede causar sobre la Obra de Dios, a estas alturas de las Escrituras, no es nuevo en la palabra de Dios y guarda relación con otros casos en el NT que confirman el detalle que nos llama la atención, la auto confianza. Pues el ideal divino es que haya una renuncia a la confianza personal, para que exista UNA DEPENDENCIA EXCLUSIVA Y TOTAL EN EL SEÑOR.
Es que ni siquiera los apóstoles estuvieron exentos, leemos:
Jua 21:20 Volviéndose Pedro, vio que les seguía el discípulo a quien amaba Jesús, el mismo que en la cena se había recostado al lado de él, y le había dicho: Señor, ¿quién es el que te ha de entregar?
Jua 21:21 Cuando Pedro le vio, dijo a Jesús: Señor, ¿y qué de éste?
Jua 21:22 Jesús le dijo: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? Sígueme tú.
Notamos aquí el conocimiento anticipado del Señor y su autoridad sobre la vida futura de sus siervos. Pero aquí también tenemos la responsabilidad individual de cada uno, en seguir al Señor y responder a lo que es su voluntad y hacerla.
Es algo individual, leemos:
“¿qué a ti? Sígueme tú.”
El servicio es un asunto de cada individuo con el Señor, y nosotros como siervos de Cristo, tenemos un problema en nuestra naturaleza carnal, la del viejo hombre, y es que nos gusta mandar.
Nos gusta ser obedecidos y en ese contexto nos olvidamos de la humildad del Señor, y nos atribuimos responsabilidades que no nos corresponde.
La responsabilidad de nombrar apóstoles es estrictamente del Señor, en su anticipado conocimiento, leemos:
Jua_6:70 Jesús les respondió: ¿No os he escogido yo a vosotros los doce, y uno de vosotros es diablo?
Pedro caminaba con el Señor luego de haber sido restaurado y encomendado por el mismo Señor a pastorear a sus ovejas. Pero que tan rápido se nos olvida de dónde nos ha sacado el Señor para entronizarnos sobre nuestra responsabilidad, no con la humildad y dependencia del Señor, sino como si fuéramos "un becerro de oro" dignos de obediencia y adoración, leemos:
Jua 21:21 Cuando Pedro le vio, dijo a Jesús: Señor, ¿y qué de éste?
“¿qué a ti? Sígueme tú.”
Es una frase que invita a Pedro a ubicarse a quién está siguiendo y para quién está trabajando.
Pedro venía de una experiencia terrible, por la cual, arrepentido, había llorado amargamente.
El Señor resucitado, lo había restaurado y puesto en el ministerio.
Pero el quería ser exclusivo, el mandamás, el jefe de los apóstoles.
¿y qué de éste?
Esta pregunta encierra varias cosas que inflaron el ego de Pedro en relación con los demás apóstoles:
1. Ya no era Simón, el hijo de Jonás, ahora era el gran Pedro, elegido por el Señor (Jn.1:42)
2. Ahora era bienaventurado, siendo el objeto de una revelación del cielo en relación con el Señor (Mt.16:17).
3. Se le había dado autoridad, podía atar y desatar, tenía en su poder las llaves del reino de los cielos (Mt.16:19)
De manera que cuando caminó junto con el Señor y vio que Juan, el discípulo amado los seguía, se le subieron las "llaves" a la cabeza mostrando altivez de espíritu, porque esta expresión, aunque parece una inocente pregunta:
¿y qué de éste?
Encierra el mismo pecado que hubo en el Edén:
"SERÉIS COMO DIOS"
Porque lo que esta pregunta está diciendo realmente es esto:
¿QUÉ HACEMOS CON ESTE?
Oh apreciado pueblo del Señor, que el ejemplo de Pedro nos sirva para vivir sujetos al Señor, a su voluntad, y no pretender atribuirnos una autoridad que no tenemos.
Pedro se apresuró en el nombramiento de Matías.
Hch 1:24 Y orando, dijeron: Tú, Señor, que conoces los corazones de todos, muestra cuál de estos dos has escogido,
“¿qué a ti? Sígueme tú.”