Re: ¿Puede la mujer ser escogida por Dios para ejercer un ministerio?
¿Silencio para las mujeres?
La primera carta a Timoteo 2:8-15 es usualmente considerada como tal vez la más fuerte y decisiva para impedir que las bocas de las mujeres en la iglesia oren o enseñen:
Quiero, pues, que los hombres oren en todo lograr, levantando manos santas, sin ira ni contienda. Asimismo, que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudo y modestia; no con peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos, sino con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan piedad. La mujer aprenda en silencio. Porque Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engañada, incurrió en transgresión. Pero se salvará engendrando hijos, si permaneciere en fe, amor y santificación, con modestia. (1 Tim. 2:8-15).
Podría sorprender a algunos descubrir que esta porción de la Escritura "en realidad contiene una exhortación a la participación ordenada y decorosa de las mujeres en la oración pública. Sin embargo, esta es la conclusión de algunos de los mejores exégetas."
En el versículo 8 Pablo escribe, "Quiero, pues que los hombres oren en todo lugar (presumiblemente lugar de adoración), levantando manos santas (una postura habitual en la oración pública), sin ira ni contienda. Si algunos hombres hubieran estado mostrando "ira y disensión" entre ellos en la reunión de oración, ¿contradiría esto el levantamiento de "manos santas"? Esta mala conducta requeriría la corrección por parte de Timoteo.
El versículo 9 comienza con un enfático "asimismo". Esto no significa "y" o "también" sino que pone en paralelo entre lo que ha ido antes y lo que sigue. Podríamos citar un número de otras referencias bíblicas para mostrar que "en la misma manera" o "asimismo" en el uso del Nuevo Testamento expresa un paralelo entre dos o más declaraciones con las que se usa. El profesor Sir W. Ramsay ha observado: "Todo el grupo de mujeres debe entenderse que es afectado por lo que ha sido dicho de los hombres."
La cuestión se reduce a esto: ¿Cómo es de amplia la palabra "asimismo"? ¿Es un mero enlace? ¿Se refiere solamente al que debe orar públicamente? El "yo quiero" del versículo 8 es ciertamente prolongado en pensamiento hasta el versículo 9: "Quiero que las mujeres..." ¿Y qué es lo que él desea que las mujeres hagan? ¿Implica el pasaje que él haría que "los hombres oren en todo lugar," y que las mujeres "asimismo" estén en silencio? ¿Dónde, en este caso estaría la similaridad de conducta? ¿O la pretendida similaridad está entre "el levantamiento de manos santas de los hombres y el atavío "de ropa decorosa" de las mujeres en sus oraciones públicas?
El significado de los versículos 8 y 9, de acuerdo con algunos de los mejores comentaristas, es sencillamente, "Quiero pues, que los hombres oren en todo lugar, levantando manos santas... Asimismo quiero que las mujeres oren ataviadas de ropa decorosa." Si permitimos a la palabra "asimismo" tener toda su fuerza en relación a lo que le antecede, muy bien debemos creer que cuando los hombres oren deben ser "con manos santas"; cuando las mujeres, oren, toda su apariencia debe ser con modestia. Parece que
el paralelo a qué es entre los hombres que oran con "manos santas" y las mujeres que oran de manera casta. Recordemos que el mismo apóstol había hablado antes de las mujeres que oran o profetizan en la asamblea de una manera semejante, con su cabeza cubierta (1 Cor. 11:5), y aquí él implica que ellas pueden hacerlo así con tal que no se adornen de manera ostentosa, lo que podría atraer las miradas de las asamblea a ellas, y algunas de ellas aparentemente habían estado haciendo esto, Esta interpretación ciertamente armoniza con la enseñanza de pablo en 1 Corintios 11:5 y este pasaje en 1 Timoteo 2:8,9.
Ahora llegamos a los versículos 11 al 15. Este pasaje a menudo es citado como prohibitivo del ministerio femenino oral en la iglesia, pero, ¿dónde está la prueba de que estos versículos tienen referencia al ejercicio público de las mujeres? Un expositor anónimo cree que la referencia aquí es a la vida doméstica de las mujeres y no a su comportamiento público"
Después de cuidadora consideración he llegado a la conclusión de que este pasaje no es una continuación de los versículos 8-10 e Pablo, sino que más bien tiene que ver con algo nuevo con la relación entre el esposo y la esposa en el hogar... Mis razones para este criterio son:
1. En los versículos 11 y 12 hay un rápido cambio de "mujeres" en el plural a "mujer" en el singular, y el apóstol ha evitado el uso ante "mujer" en el versículo 11 (lo cual no es notable en la traducción al castellano). Si él hubiera continuado el argumento de los versículos anteriores, habría escrito, "Las mujeres aprendan en silencio, con toda sujeción," es decir, en presencia de los "hombres" de los que ya se habló.
2. Además Pablo dice que "ella (la mujer) se salvará engendrando hijos, si ellos (presumiblemente el esposo y la esposa) continúan en fe y amor y santificación, con modestia (versículo 15)," (o, como dice una versión en inglés, "si es esposo y la esposa continúan en fidelidad mutua").
Un abogado cristiano afirma esta interpretación declarando, "Esta declaración se refiere exclusivamente a la vida privada y al carácter doméstico de la mujer, y sencillamente significa que una mujer ignorante o desobediente no debe forzar sus opiniones sobre el hombre, lo desee él o no, No tiene referencia... a las mujeres enviadas a predicar el Evangelio por el llamamiento del Espíritu Santo."
Permítanme hacer una pausa aquí para dirigir mi atención a un punto que tiene un peso importante en el significado de este pasaje. El idioma griego no hace distinción entre "hombre" y "esposo", pues usa la misma palabra para ambos. Tampoco hace distinción entre "mujer" y "esposa", pues se usa la misma palabra para ambas. Así pues, podemos traducir los versículos 11 y 12 como sigue: "La esposa aprenda en silencio, con toda sujeción. Porque no permito a la esposa enseñar, ni ejercer dominio sobre el esposo, sino estar en silencio."
En la versión alemana de Marín Lutero, el versículo 12 dice: "No permito a la esposa enseñar ni tener dominio sobre su esposo," implicando que este es sencillamente un asunto familiar; no tiene nada que ver con la adoración en la iglesia.
Sacar como conclusión de este versículo que una mujer nunca debe enseñar, es ciertamente una distorsión de la Escritura. En otras partes Pablo insinúa que "las mujeres pueden "enseñar" en el hogar, como vemos en Tito 2:2-4; pero no deben "enseñar" en el sentido de "imponer la ley" o "dominar sobre" sus esposos. En una asamblea pueden "orar", pero ciertamente no deben "dominar" allí.
George Williamas, comentando sobre los versículos 11-15, lo pone de esta manera:
Una mujer casada (v.12) no debe enseñar o reclamar autoridad sobre su esposo, sino estar en subordinación. Muchos malentienden este mandamiento; lo divorcian de su contexto, que es la familia, y lo llevan a la reunión de oración (tratada en los versículo 1-10), y argumentan que a una mujer se le prohibe predicar u orar -pues ella no debe enseñar a los hombres- ni siquiera a su esposo agonizante sobre cómo escapar de la ira venidera. Este es un error popular. Lo que Dios dice aquí es que una esposa no debe gobernar a su esposo.
J. H. Robinson, otro expositor, dice del pasaje.
Es principalmente un mandato respecto a la conducta personal de ella en su hogar. Sirve para establecer conexión con los preceptos respecto a su... Posición doméstica, especialmente su relación con su esposo. Nadie supondrá que el apóstol prohibe a la mujer "enseñar" absoluta y universalmente.
Cuando Pablo advierte a Timoteo que las mujeres no deberían enseñar sino "aprender en silencio", evidentemente tenía en mente a algunas que eran ofensivamente atrevidas y dominantes. Creemos que el verdadero punto de énfasis aquí es que la enseñanza no debe ser delegada a las mujeres al punto en que ellas asuman autoridad que justamente pertenece a los hombres. "El hombre es la cabeza y la enseñanza no debe ser pasada a la mujer para hacerla cabeza... Pablo advierte que no es una orden para que todas las mujeres de todos los tiempo y lugares se abstengan de enseñar... Es una declaración de que los hombres son la cabeza... y con el propósito de corregir una condición local."
El señor Robinson comenta además,
La "enseñanza", por tanto, que es prohibida por el apóstol no es toda clase de enseñanza como en el ejemplo anterior (1 Cor. 14:34), su prohibición de hablar se aplica a toda clase de hablar en la iglesia, sino que es la clase de enseñanza dominante, que incluye la usurpación de autoridad sobre el hombre. Esta es la única enseñanza prohibida por Pablo en el pasaje en consideración... La enseñanza (por una mujer) puede ser pública, reitera, urgente, y puede incluir cualquier variedad de temas con tal que no sea dictatorial, dominante ni vociferante, porque entonces, y sólo entonces, será incompatible con su obediencia.
Un cierto doctor Taft cree que el versículo 12 "debiera ser traducido, "no permitáis a la mujer enseñar por medio de usurpar la autoridad sobre el hombre." Taft continúa enseñando que "si uno acepta la idea de una sociedad justa e igual donde los hombres y las mujeres son igualmente interesados y responsables, uno no puede creer que Pablo esté negando el derecho de enseñar y orar de las mujeres."
Los que confiadamente citan las palabras de Pablo "no permito a la mujer enseñar" como una regla absoluta, prohibiendo a la mujer enseñar y exponer verdad espiritual, se enfrentan con la enseñanza dignamente notable de Priscila. Esta mujer, "Priscila y Aquila, le tomaron aparte "y le expusieron más exactamente el camino de Dios" a Apolos, quien hasta ese tiempo, "solamente conocía el bautismo de Juan" (Hech. 18:25,26); un hombre que después llegó a ser colaborador con el apóstol Pablo (1 Cor. 3:6). Ciertamente en este ministerio de "exponer más exactamente el camino de Dios" Lucas coloca a Priscila antes que a su esposo" (Hech 18:26 en cualquier traducción exacta).
Note que el apóstol Pablo le da a Priscila la prioridad en su saludo en Romanos: "Saludad a Priscila y a Aquila, mis colaboradores en Cristo Jesús" (Rom. 16:3). Véase también hech. 18:18 y 2 Tim. 4:19. Evidentemente, de los dos, Priscila era la maestra sobresaliente. En cuatro de seis menciones de esta pareja, encontramos que el hombre de la mujer aparece primero. Sin embargo, esta prioridad no significa que ella hubera establecido la ley en la iglesia, aunque ella debe haberse unido en oración allí y puede haber experimentado el don profético en la asamblea.
¿Silencio solamente para las mujeres?
¿Qué debemos entender entonces por la palabra silencio en 1 Timoteo 2:11,12? "La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción. Porque no le permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio."
Aquí la versión castellana Reina-Valera y también la inglesa King James parece defender los prejuicios contra las mujeres porque la frase "en silencio" debiera haber sido traducida "en quietud". Algunas versiones han corregido este error. Si comparamos esta traducción de silencio con la de 1 tesalonicenses 4:11 y 2 Tesalonicenses 3:12 encontramos que la misma palabra es apropiadamente traducida como "tranquilidad" y "sosegadamente". La palabra significa tranquilidad, la ausencia de perturbación, o "desestimiento del bullicio". Un erudito dice, "claramente el término no prohibe hablar, sino que apela a la calma, a la conducta ordenada." La palabra realmente se refiere principalmente al comportamiento y no a hablar en sí.
El mandamiento al "silencio" ocurre tres veces en 1 Coritnios 14: dos veces para los hombres y una para las mujeres. En cada caso el silencio ordenado es obviamente condicional y no absoluto y para todo el tiempo. Al hombre Pablo le dice, "calle en la iglesia" (v. 28), refiriéndose al hombre que habla en lenguas cuando no hay intérprete.
Respecto a los profetas, Pablo escribe, "los profetas hablen dos o tres," con la condición de que "si algo le fuere revelado a otro que estuviese sentado, calle el primero (vv. 29, 30). Pablo no quiere decir que esos hombres permanezcan callados para siempre, sino que se repriman de hablar cuando causen confusión. Según nuestro conocimiento ningún expositor ha enseñad nunca que Pablo quisiera imponer sobre los hombres más que un silencio temporal.
Luego sigue el mandamiento: "vuestras mujeres callen en las congregaciones" (v. 34). Esta exhortación se da manifiestamente para impedir que las mujeres interrumpan el servicio haciendo preguntas, puesto que Pablo añade, "porque no le es permitido hablar... y si quieren aprender algo, pregunten en casa a sus maridos" (vv. 34, 35). Pablo sencillamente está corrigiendo el desorden y confusión en la iglesia. El está tratando de las personas en la congregación y no del ejercicio de los dones espirituales en el púlpito. Él se refiere no a las mujeres oradoras o evangelistas en el púlpito, sino a las mujeres que, al interrumpir, causan confusión en la congregación.
En Corinto la iglesia se caracterizaba por un tumulto ruidosa más que por una adoración solemne. Habían un pandemonio general, discutidores que hablaban fuera de turno-vergonzoso ciertamente entre los hombres, pero más particularmente entre las mujeres. Algunos podrían preguntarse, "¿Por qué Pablo no dice también que era vergonzoso para los hombres hablaran en las iglesias? ¿No sería tan perturbador como cuando las mujeres lo hacían? " la razón es obvia: los hombres no eran tan adictos como las mujeres a esta práctica perturbadora de hablar en la iglesia. Un misionero de Asia comentó una vez, "En China, las mujeres son tan parlanchinas que por una vez que les decimos a los hombres que guarden silencio, a ellas tenemos que decirles una docena de veces, pero no tenemos la intención con eso de que no canten, oren o exhorten según el Espíritu las dirija."
Aquí en el reputado mundo griego las mujeres respetables eran vistas, no escuchadas, cuando estaban en público, particularmente en la presencia de hombres. Así pues, estas ruidosas mujeres corintias estaban en peligro de traer deshonra, no solamente sobre su propio sexo, sino también sobre la causa de Cristo. Por esto, Pablo trata drásticamente con la conducta vergonzosa de las mujeres. Él pensaba que era necesario reprobar toda conducta desordenada, especialmente hablar desordenadamente.
Dorothy Pape hace notar que Frederik Franson, gran líder misionero y fundador de lo que ahora se conoce como la Misión de la Alianza Evangélica, buscó tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento toda referencia a cualquier clase de ministerio oral o posición responsable de las mujeres. Él llegó a la conclusión de que hay cerca de un centenar de tales referencias en la Biblia. Esto es de lo más notable en vista del hecho de que no hay sino dos o tres referencias que parecen estar contra el ministerio audible de las mujeres. Sin embargo, estas cuantas referencias parecen haber formado la base para amordazar a las mujeres a pesar del hecho de que la fuente principal de la Escritura está en contra de tal silencio.
La señora de George C. Needham levanta la siguiente pregunta:
¿Sobre cual base... El silencio impuesto a las mujeres debe ser distorsionado y elevado a mayor prominencia que la que lleva en relación a los hombres? Nadie argumente que estos mandamientos exigieran a los corintios a cesar para siempre la oración pública, al alabanza y la predicación... El apóstol expresamente evita que sus palabras sean mal interpretadas el explicar: "Porque podéis profetizar todos, UNO POR UNO" (1 Cor. 14:31, con letras itálicas y mayúsculas puestas por ellas).
A.H. Strong expresa el mismo sentimiento cuando dice:
El mandamiento de Pablo a las mujeres de guardar silencio en las iglesias (1 Cor. 14:35; 1 Tim. 2:11,12) debe ser interpretado por la ley más general de igualdad y privilegio (Col. 3:11). La modestia y la subordinación en un tiempo requirieron la reclusión del sexo femenino que ya ho es obligatoria. El cristianismo ha emancipado a la mujer y la ha restaurado a la dignidad que le pertenecía al principio.
Si la mención mínima de Pablo de "silencio" para las mujeres debiera establecerse como un mandamiento escriturario para todo el tiempo, ¿que debe hacerse con los otros mandamientos de la Escritura que abren las bocas de las mujeres y también de los hombres?
"Alabad al Señor" (repetido cerca de un centenar de veces en los Salmos únicamente).
"Publicad entre los pueblos sus obras" (Sal. 9:11).
"Aclamad a Dios con alegría" (Sal. 66:61).
"Habla de todas sus maravillas" (Sal. 195:2).
"Díganlo los redimidos de Jehová" (Sal. 195:2).
"Todo lo que respira alabe a Jah" (Sal. 150:6).
"Hablando entre vosotros con salmos, himnos y cánticos espirituales... Dando siempre gracias por todo" (Ef. 5:19,20).
"Asidos de la palabra de vida" (Fil. 2:16)
"Enseñándoos y exhortandoos unos a otros en toda sabiduría" (Col 3:16).
¿Que expositor notable alegaría que estos mandamientos y exhortaciones son solamente para hombres?
Seamos consecuentes
Llevada a su conclusión lógica, la doctrina del silencio absoluto para las mujeres excluiría todas las voces femeninas en la música de la iglesia, ya sea en solos o en conjuntos. El profesor F.F. Bruce ha comentado más secamente: "nunca he conocido una compañía en la que 1 Corintios 14:34 "Vuestras mujeres calle en las congregaciones" fuera tomada tan literalmente en cuanto a imponer silencio absoluto: si las mujeres cristianas guardaran absoluto silencio en las iglesias mientras los hombres cantaran, el resultado serían un canto menos entonado que al que estamos acostumbrados." Sin embargo, en los días del celebrado músico Johann Sebastian Bach a las mujeres se les prohibía cantar himnos en la iglesia alemana sobre la base de este versículo.
Una de nuestras mismas graduadas, con una hermosa voz de cantante, recientemente fue puesta bajo esta servidumbre de silencio. En un tiempo ella tuvo un fructífero ministerio con el canto, pero ahora se siente obligada a seguir esta doctrina del silencio al extremo de eximirse de todo canto público. ¡Qué tragedia!
¡Qué gran pérdida sería si elimináramos de nuestros himnarios todas las selecciones de mujeres autoras de música! Cuando pensamos de canciones escritas por Fanny Crosby, Frances Ridley Havergal, y otras que han estado siendo cantadas por todo el mundo, no podemos sino alabar a Dios por el glorioso ministerio público que esas autoras de himnos han tenido. ¿Quién querría votar para excluir estos himnos y cantos espirituales de nuestros servicios evangelísticos o de adoración? ¿Quién querría silenciar la voz de Charlotte Elliot y su gran himno evangelístico "Tal Como Soy"? ¿Y qué de tantas mujeres en esos grupos a las que se les niega voz pública? ¿Cómo pueden cantar sinceramente con Frances Ridley Havergal, "Y que a tí, Señor, mi voz, se complazca en bendecir"?
Nuestra apelación es la de ser consecuentes. La Escritura dice, "Vuestras mujeres callen en las congregaciones." Si insistimos en la interpretación literal y legalista, eliminemos entonces a todas las maestras de la Escuela Dominical, la Escuela Bíblica, y de las escuelas e iglesias en los campos misioneros. Tales mujeres no están guardando silencio; tampoco están cumpliendo literalmente la orden "No permito a la mujer enseñar" (1 Tim. 2:12).
Tal vez en ningún otro tema como en el presente ha habido mayor servidumbre a "la letra que mata." Los hombres, persistente, irrazonable y tozudamente-con poca justificación y menos lógica- contiendes contra la voz pública de la mujer, usando principalmente 1 Corintios 14:34 y 1 Timoteo 2:11,12.
¿Qué derecho tiene cualquier hombre de dirigir cualquiera de estos pasajes bíblicos aislados contra las mujeres que realizan algún ministerio en la iglesia que las haga quedar en silencio? Algunos ministros permiten al misionero que regresa pasar ante el púlpito y declarar las maravillas de la gracia del Señor, y sin embargo, niegan a las mujeres de su congregación toda voz pública. ¿Está una mujer misionera violando el mandamiento de silencio absoluto en la iglesia menos que la mujer evangelista?
El doctor W. H. Savage, de la Primera Iglesia Bautista de Pontiac, Michigan, dijo una vez, respecto a la iglesia: "Imaginen tres mujeres reunidas en el nombre del Señor Jesucristo, anhelando adorarlo con canto y testimonio, pero las tres sin hablar, porque la voz de una mujer no debe ser escuchada glorificando a Dios." Y luego él añade, "Seamos consecuentes; o la voz de una mujer no debe romper el silencio de ninguna asamblea, sea pequeña o grande, o, démosle una oportunidad si el Espíritu así dirige, de proclamar el Evangelio."
¡Oh, consecuencia, eres una joya!
Maxwell & Dearing