Re: PODEMOS ESTAR SEGUROS DE LA SALVACION
Estimado patricio césped. Saludos cordiales.
Respondo: "Porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo." 1 Pedro 1:16.
"Allí habrá una calzada, un camino, y será llamado Camino de Santidad; el inmundo no transitará por él, sino que será para el que ande en ese camino; los necios no vagarán por él " Isaías 35:8.
"Haré con ellos un pacto eterno, por el que no me apartaré de ellos, para hacerles bien, e infundiré mi temor en sus corazones para que no se aparten de mí." Jeremías 32:40.
La santidad viene de Dios.
"Entonces dije: He aquí que vengo, oh Dios, para
hacer tu voluntad" Hebreos 10:7.
"En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre." Hebreos 10: 10.
"Y nos atestigua lo mismo el Espíritu Santo; porque después de haber dicho:
Este es el pacto que haré con ellos
Después de aquellos días, dice el Señor:
Pondré mis leyes en sus corazones,
Y en sus mentes las escribiré,
añade:
Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones." Hebreos 10:15-17.
"Porque ellos nos disciplinaban por pocos días como les parecía, pero El nos disciplina para nuestro bien, para que participemos de su santidad." Hebreos 12:10.
"por medio de las cuales nos ha concedido sus preciosas y maravillosas promesas, a fin de que por ellas lleguéis a ser partícipes de la naturaleza divina, habiendo escapado de la corrupción que hay en el mundo por causa de la concupiscencia." 2 Pedro 1:4:
"Busquen (Sigan) la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor." Hebreos 12:14.
"sino que así como aquel que os llamó es santo, así también sed vosotros santos en toda vuestra manera de vivir" 1 Pedro 1:15
Bueno, acá todos podemos ver que patricio no sigue la Biblia, para emitir ese comentario tan particular de que la santidad no es necesaria para ser salvos y la Palabra de Dios dice que sin ella, nadie verá a Dios.
Se ve al igual que valdense, retroceder hacia el camino de perdición, hacia los mandamientos de hombres pensando que son salvos en sus pecados.
"Mas el justo vivirá por fe;
Y si retrocediere, no agradará a mi alma.
Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma." Hebreos 10:38,39.
El Señor le dice a su pueblo:
"Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre.
He aquí, yo entrego de la sinagoga de Satanás a los que se dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten; he aquí, yo haré que vengan y se postren a tus pies, y reconozcan que yo te he amado.
Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra.
He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona.
Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo." Apocalipsis 3:8-12.
"Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús." Apocalipsis 14:12.
Por rebelión y apostasía el hombre perdió el favor de Dios; no sus derechos, porque él no podía tener valor excepto el que le fuera conferido por el amado Hijo de Dios.
El hombre perdió esos privilegios que Dios en su misericordia le presentó como un don gratuito, un tesoro en depósito para ser usado en el avance de su causa y su gloria, para beneficiar a los seres que El había hecho. En el momento cuando la criatura de Dios rehusó obedecer las leyes del reino de Dios, en ese momento se volvió desleal al gobierno del Creador y se hizo enteramente indigna de todas las bendiciones con que El la había favorecido.
Esta era la situación de la raza humana después que el hombre, por su transgresión, se divorció de Dios. Entonces ya no tenía más derecho a una bocanada de aire, a un rayo de sol o a una partícula de alimento. Y la razón por la cual el hombre no fue aniquilado, fue porque Dios lo amó de tal manera que otorgó el don de su amado Hijo para que El sufriera la penalidad de la transgresión. Cristo estuvo dispuesto a convertirse en el fiador y sustituto del hombre a fin de que éste, mediante su incomparable gracia, pudiera tener otra oportunidad -una segunda prueba-, teniendo la experiencia de Adán y Eva como una advertencia para que no transgredieran la ley de Dios como ellos lo hicieron. Y en cuanto el hombre distinga las bendiciones de Dios en la dádiva del sol y la dádiva del alimento, debería inclinarse delante del alimento, debería inclinarse delante del Hacedor en agradecido reconocimiento de que todas las cosas provienen de El. Todo lo que se le devuelve a Dios es tan sólo su propiedad, que El nos ha concedido.
El hombre quebrantó la ley de Dios, y por medio del Redentor se hicieron promesas nuevas y frescas sobre una base diferente. Todas las bendiciones deben venir a través de un Mediador. Ahora cada miembro de la familia humana está enteramente en las manos de Cristo, y todo lo que poseemos en esta vida presente ya sea dinero, casas, tierras, capacidad de razonar, fortaleza física, o facultades intelectuales y todas las bendiciones de la vida futura, han sido colocados en nuestra posesión como tesoros de Dios para que sean fielmente empleados en beneficio del hombre. Cada don tiene el sello de la cruz y lleva la imagen y el sobrescrito de Jesucristo. Todas las cosas provienen de Dios. Desde los beneficios más insignificantes hasta la mayor bendición, todo fluye por un único Canal: la mediación sobrehumana asperjada con la sangre cuyo valor supera todo cálculo porque era la vida de Dios en su Hijo.
Ahora bien, ninguna alma puede darle a Dios algo que ya no sea de El. Recordemos esto: "
Todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos" (1 Crón. 29: 14). Esto debe ser presentado delante de la gente dondequiera que vamos: que nosotros no poseemos nada, ni podemos ofrecer cosa alguna en valor, en obras, en fe, que no hayamos recibido primeramente de Dios y sobre lo cual El puede en cualquier momento poner su mano y decir: "Esto es mío -dádivas y bendiciones y dotes que yo te confié, no para enriquecerte, sino para que las uses sabiamente en beneficio del mundo".
Todo es de Dios
La creación pertenece a Dios. El Señor podría, abandonando al hombre, detener su aliento al instante. Todo lo que el hombre es y todo lo que tiene, pertenece a Dios. El mundo entero es de Dios. Las casas que el hombre posee, sus conocimientos personales, todo lo que es valioso o brillante, es dotación de Dios. Todo es obsequio suyo, que ha de serle devuelto ayudando a cultivar el corazón humano. Las ofrendas más espléndidas pueden ser colocadas sobre el altar de Dios, y los hombres alabarán, exaltarán y cantarán loas al Dador por su liberalidad. ¿En qué? "Todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos" (1 Crón. 29: 14). Ninguna obra del hombre puede hacerlo acreedor del amor perdonador de Dios,
pero cuando el amor de Dios penetra en el alma lo llevará a hacer las cosas que Dios siempre requirió y que él debería efectuar con placer. Habrá hecho tan sólo lo que siempre fue su deber.
"Los ángeles de Dios en el cielo, que nunca han caído, cumplen la voluntad del Señor continuamente. Respecto de todo lo que hacen en sus afanosas diligencias de misericordia por nuestro mundo, protegiendo, guiando y cuidando por siglos a la obra de la creación de Dios tanto a los justos como a los injustos, pueden en verdad decir: "Todo es tuyo. De lo recibido de tu mano te damos". ¡Oh, si el ojo humano pudiera vislumbrar el servicio de los ángeles! ¡Si la imaginación pudiera captar y explayarse en el servicio abundante y glorioso de los ángeles de Dios, y en los conflictos que sostienen en favor de los hombres a fin de protegerlos, guiarlos, ganarlos y liberarlos de las trampas de Satanás! ¡Cuán diferentes serían la conducta y el sentimiento religioso!"
Bendiciones.
Luego todo Israel será salvo.