¿Pasaremos por la Tribulación?¿Quien conoce la verdad?

posiblemente algunas de las parabolas ya se cumplieron, pero si quedaron escritas es para traernos enseñanza hasta estos dias, sino fuera asi, entoces para que estan en la biblia, ahora la parabola del sembrador se cumple todo los dias cuando se predica el evangelio y no es una directamente para los judios, sino para todos aquellos que escuchan el evangelio.

JMG
 
Don Julio: El que todas las parábolas del Señor Jesús sólo se aplican a Israel, es para mí una noticia tan novedosa que todavía no salí de mi asombro. ¡Casi medio siglo leyendo la Biblia y nunca me dí cuenta de ello! De todos modos, espero tener la ocasión de hablar este asunto con Vd. en el epígrafe sobre Preterismo, que es el adecuado.
Hermano HAAZ: Prosigo con el símil del Siervo Malo de Mt.24:48-51
Para quienes sólo quieren ver en el Tribunal de Cristo (Ro.14:10; 2Co. 5:10) un tribunal de recompensas (1Co.3:14), coronas y a lo sumo un poco de cenizas, resulta un problema lo que dice el v.51: "y lo castigará duramente y pondrá su parte con los hipócritas; allí será el lloro y el crujir de dientes". La fuerza de este lenguaje es tal, que ha puesto los pelos de punta a más de un comentarista, al grado de decidir finalmente que este "siervo malo" está aquí representando a un mero profesante o creyente nominal, alguien no realmente salvo. Así que se interpreta este símil desde abajo y hacia arriba, o sea, que conociendo el desgraciado final conviene entonces decir que el Señor habla de un inconverso. Pero así no se hace exégesis bíblica sino "eiségesis" (leer lo que uno desea que el texto diga).
Es interesante que la palabra griega traducida por "castigará duramente" literalmente significa: partirá por medio, y es la misma de la usual: dicotomía (división en dos partes).
O sea, que la forma de castigo está relacionada con esa vida doble que se permiten vivir cristianos infieles e irresponsables. Tampoco significa ésto el castigo eterno de los condenados, sino el dispensacional, por el cual quedan separados del reinar con Cristo durante el milenio.
Es natural que los predicadores no acostumbren exponer esos versículos, y cuando lo hacen, es para asustar a los inconversos a quienes anuncian las malas nuevas de condenación. De este modo logran zafarse de un difícil atolladero. Hay unos cuantos pasajes del NT que aunque están dirigidos a los que ya son creyentes, con todo, y en vista de su gravedad, se prefiere usarlos para predicarles a los incrédulos.
Que la seguridad, permanencia y eternidad de esta salvación recibida por gracia de Dios no dependa ya de nuestra obediencia y fidelidad, es una verdad que quienes estamos en la línea calvinista la tenemos muy clara, y no es éste el lugar para discutir el punto con los arminianos.
Pero no es posible estirar esta verdad hasta el antinomianismo, de modo que los que son ya salvos puedan vivir de cualquier modo, pues total vamos a disfrutar igual del rapto, las recompensas, la fiesta de bodas y el reino milenial.
Existe una especie de superstición evangélica, por la cual todos los pecados, delitos, ofensas y desmanes perpretados por los creyentes después de la conversión, y de los que jamás se arrepintieron, por una extraña suerte de indulto quedarán impunes de sus fechorías. Si bien es cierto que todos suelen remitir al Tribunal de Cristo la elucidación de estos casos, prevalece la idea de que el castigo se hará presente en la forma de "no recompensas", y no en una disciplina correctiva real.
Una rápida evasiva usada siempre que se toca este punto, es la de citar "cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí" (Rom.14:12) o hablando de los guías espirituales: "ellos velan por vuestras almas como quienes han de dar cuenta" (Heb.13:17). Pero la exención de juicio condenatorio que hoy practicamos con respecto al siervo ajeno (Rom.14:4), de ninguna manera prefigura inmunidad perpetua, sino todo lo contrario: tan sólo mantener el juicio pendiente hasta que sea examinado por su Señor ante su Tribunal (2Cor.5:10).
El que hoy no juzguemos nada antes de tiempo (1Cor.4:5), no debiera inhibirnos a exhortarnos unos a otros a vivir a la luz de aquel Tribunal donde pronto hemos de comparecer.
Los "siervos malos" que se conducen con independencia de su Señor, han hecho del Tribunal de Cristo algo así como su "ciudad de refugio" donde remiten todas las quejas contra su inconducta. Pero en aquel día cesarán todas las excusas, y el mismo Señor "aclarará también lo oculto de las tinieblas y manifestará las intenciones de los corazones" (1Cor. 4:5).
Proseguimos mañana si Dios quiere.
Ricardo.
 
Hermano HAAZ y demás foristas: Proseguimos con este símil del siervo
malo de Mateo 24:48-51:
-Es posible que alguno de ustedes se pregunte (aunque no lo diga aún):
-¿De dónde sacó Vd. que quienes fuimos salvos por gracia, justificados por la fe, renacidos por el Espíritu y redimidos por la sangre del Señor
Jesús, estemos aún expuestos a algún tipo de castigo correctivo?
Primera respuesta: -¿Y de dónde sacó usted que no?
Segunda respuesta: - Abundantes pasajes bíblicos nos confirman que la salvación que del Señor hemos recibido, cierta, segura y eterna, nos ha
librado de una vez y para siempre del juicio y condenación que por nuestros pecados merecíamos. Y abundantes pasajes bíblicos nos confirman también que Dios nos trata como un padre que disciplina, y
que su reprensión y castigo está motivado por el amor que nos tiene, siendo su benignidad la que nos guía al arrepentimiento (de los pecados
y desobediencias después de convertidos; véase Heb. 12:5-11; Ap.3:19; Rom.2:4, entre otros pasajes)
A ésto alguien podría replicar: -¡Ah! Pero esos textos se aplican a nuestra vida actual; no dice que el Señor nos dará ese trato después de la muerte o de Su venida.
-¡Por supuesto! Pero tampoco dicen esos u otros textos que la relación
Padre-hijos cese cuando ya estemos en Su presencia, o que Dios esté obligado por alguna especial promesa que desconocemos, a admitirnos al pleno disfrute del hogar celestial, fuese cual fuese el estado en que la muerte o el rapto nos sorprendan.
Nada hay en las Escrituras que siquiera nos sugiera que el solo tránsito
a la eternidad provoque la instantánea santificación de los hijos de Dios. Nada en el espacio o el tiempo tiene la virtud de limpiar los pecados, sino solamente la sangre del Señor Jesucristo. Pero para ello es igualmente necesario el arrepentimiento y confesión de los pecados.
El sacrificio de Cristo en la cruz como nuestro substituto, provee la
propiciación de todos nuestros pecados en su sangre, pero no se hace
efectiva la limpieza de todas nuestras maldades hasta que, arrepentidos,
las confesamos a Dios. Cuando nos convertimos, era prácticamente imposible el arrepentimiento y confesión de todos y cada uno de nuestros pecados que habíamos cometido. Así que no fuimos al Señor
rememorándolos individualmente, sino más bien confesando nuestra
vida de pecado, incredulidad y desobediencia. Siendo ya creyentes,
cuando pecamos tenemos una sensibilidad espiritual que lo registra,
ya que el corazón nos reprende, la conciencia nos acusa y el Espíritu en
nosotros se contrista. Ese es el momento para el arrepentimiento, la
confesión y la limpieza en la sangre de Cristo.
Puede ocurrir también en la vida del creyente, que su descuido de esta
práctica lo lleve gradualmente a una condición tal que el Espíritu es
apagado, el corazón endurecido y entenebrecido, y la conciencia cauterizada, de modo que cuando peca ni cuenta se da. Al ser despertado a su realidad espiritual y volverse de corazón al Señor, no
podrá forzar su conciencia sino apenas su memoria si quisiera confesar
todos sus muchos pecados. Así que, tal como hizo cuando su conversión, ahora en su restauración a la comunión con el Señor,
realmente arrepentido confesará su apostasía, desobediencia y pecado,
y la sangre de Jesucristo le limpiará de toda maldad.
No nos es necesario forzar nuestra imaginación, especulando con la ocasión en que deba operarse esta limpieza en los que mueren con sus
pecados inconfesados y sus asuntos sin arreglar; sólo digo que es inconcebible suponer que podamos llevarlos con nosotros por la
eternidad.
Toda la Palabra de Dios es fiel y verdadera, y cuando ella nos dice que
"la santidad, sin la cual nadie verá al Señor" (Heb.12:14) o que en la
Jerusalem celestial "no entrará en ella ninguna cosa impura o que haga
abominación y mentira" (Ap.21:27), es porque así será, y en algún momento previo tendrán que arrepentirse y ser perdonados de sus impurezas, abominaciones y mentiras, cuantos están inscritos en el
libro de la vida del Cordero.
En el próximo aporte, si Dios quiere, terminaré con la aplicación de
este símil a nuestra realidad presente, en expectativa del regreso de
nuestro Señor.
Dios te bendiga hermano HAAZ e igualmente a todos.
Ricardo.
 
Hermano HAAZ y demás lectores de este asunto, concluiremos
seguidamente la consideración de este símil:
Si es cierto, como nos consta, que hay hermanos que parten a la
eternidad sin arreglar sus cuentas con Dios y sus hijos; con pecados,
ofensas y rencores, recientes y antiguos, pero todos ellos inconfesados
y cometidos durante su nueva vida, y si es cierto, como por las Escrituras sabemos, que no entrará al cielo ningún pecador con sus
pecados, sino solamente los que en santidad verán al Señor, entonces es
necesario admitir que en algún momento, este pecador -que es salvo-,
necesitará del arrepentimiento y la confesión que en vida siempre postergó, y así recibir el perdón y disciplina del Padre.
Prefiero seguir creyendo que Dios seguirá aplicando la eficaz sangre de
Jesucristo, a que cambiando su plan conceda una amnesia eterna a los
que llegan a su presencia con su equipaje de pecados.
Puede ser que en esta vida haya unos cuantos cristianos contrabandistas
que se han hecho hábiles en burlar los controles aduaneros. Pero están
equivocados si piensan que podrán introducirse con sus pecados en las
bodas del Cordero, el Reino Milenial y en la Jerusalem celestial. En realidad, es locura complicar las cosas a tal extremo, cuando Dios nos ha provisto de los medios necesarios para "ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz" (2Pe.3:14) y "con gran alegría" (Judas 24).
En esta época y medio local que nos ha tocado vivir, son muy raros y
escasos los ejemplos de siervos fieles y prudentes que puedan resultarnos inspiradores, de modo que, considerando cual haya sido el
resultado de su conducta, seamos estimulados a imitar su fe (Heb.13:7).
Tristemente, la proliferación de siervos malos es tal, que hasta parece
ser que las actitudes abusivas y despóticas de los tales son exhibidas
como credenciales legítimas de los ministros de Dios. Hay rebaños con
ovejas masoquistas, que se sienten más a gusto si el pastor descarga
varazos sobre sus lomos.
Pero gracias damos a Dios que tenemos ejemplos de sobra en las
Escrituras, en la historia de la iglesia y de las misiones, como para seguir el consejo del apóstol Juan a Gayo: "Amado, no imites lo malo,
sino lo bueno". Siempre tendremos algún Demetrio a quien imitar, y
algún Diótrefes irreproducible.
Finalmente, lo importante con este símil no es determinar quién sea un
siervo fiel y prudente y quien sea un siervo malo, sino examinarnos delante del Señor para ver qué clase de siervo venimos siendo nosotros
mismos.
-¿Qué estamos haciendo? ¿Alimentando al pueblo de Dios nutriéndolos
con Cristo mismo, o contemporizando con los mundanos y maltratando
a los hermanos?
-¿Dónde nos vemos retratados: en los ancianos de Efeso (Hch.20:28) o
en los pastores de Israel (Ezeq.34)?
Ahora tendríamos que seguir con la parábola de los talentos de Mt.25
que es el contexto que sigue a la de Las Diez Vírgenes, pero ignoro si
HAAZ y otros lectores tienen interés en proseguir el tema. Únicamente
tras escuchar vuestras opiniones a lo acabado de exponer, o saber del
interés en continuar con este estudio seguiré aportando al Tópico.
Que el Señor nos dé a todos su mayor gracia para que nos halle tal como El quiere.
Ricardo.
 
Hermano Ricardo, voy a solicitarle un poco de paciencia para poder hacer algunos comentarios sobre sus interesantes aportes. DTB
 
Hermano HAAZ: cuentas con toda mi paciencia,
ya que tus comentarios nunca dejan de ser
sumamente interesantes.
El Señor sea contigo.
Ricardo.
 
Hermano Ricardo, tardíiiiiiiiiiiiiiiiisimo, pero seguro,
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He leido detenidamente sus cuatro aportes sobre la parábola del "siervo malo". Hay cosas muy interesantes y otras con las que no estoy muy de acuerdo (pero respeto), sin embargo, el punto que estamos discutiendo en este tema es si pasaremos la tribulación. Al respecto, mi tesis es que las tres parábolas se refieren al mismo asunto, y no puede verse la venida del novio en la parábola de las 10 virgenes como el rapto, dejando de lado las otras dos que la rodean, y cuya interpretación no parece tener nada que ver con el tema. Me gustaría saber qué piensa sobre este punto.

Por otro lado, me gustaría también conocer su opinión (o la de cualquier otro que esté interesado en este tema) sobre estos dos versículos: I Ts.4.15 y I Ts.4.16-17. El punto que veo aquí es que en el primer caso Pablo creía que iba a estar hasta la venida del Señor, pero en el segundo caso muestra su esperanza de estar hasta ser arrebatado.
 
haaz, usted dice.Por otro lado, me gustaría también conocer su opinión (o la de cualquier otro
que esté interesado en este tema) sobre estos dos versículos: I Ts.4.15 y

julio digo,manteniendo la enseñanza de Cristo y todos los Apostoles,que todo sucederia en aquella generacion, fue por eso que pablo se conto, de estar presente para aquel evento.

I
Ts.4.16-17. El punto que veo aquí es que en el primer caso Pablo creía que iba
a estar hasta la venida del Señor, pero en el segundo caso muestra su
esperanza de estar hasta ser arrebatado.
julio digo, que no es la misma pregunta? mi respuesta seria la misma a lo mejor no le entendi su segunda pregunta.
julio