Hermano Arnoldo: Cuando yo era un muchachito y salía de casa con mi
Biblia bajo el brazo rumbo a la Escuela Dominical, unos vecinos me
prevenían: ¡Te vas a volver loco! ¡Todos los que leen la Biblia se vuelven
locos! Como ellos tampoco me parecían muy cuerdos, yo razonaba que
probablemente por no leer la Biblia ellos estaban como estaban.
Luego aparecieron los Testigos de Jehová con su propia versión, y también los mormones con la Biblia y el Libro del Mormón. Así que yo
constataba la verdad de 2Pedro 3:16b: "...las cuales los indoctos e
inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia
perdición". Con el tiempo fui conociendo "Pastores Evangélicos" que
con una mano sostenían la Biblia que predicaban y con la otra vaciaban
los bolsillos de sus feligreses, cumpliéndose ante mis ojos otros textos:
"Pues no somos como muchos, que medran falsificando la palabra de
Dios..." (2Cor.2:17); "y por avaricia harán mercadería de vosotros con
palabras fingidas" (2Pe.2:3a). Más adelante, otros hombres que también
"calzaban" Biblia, en su ciego fanatismo llevaron a muchos a la muerte en
Guyana y después en Texas. ¿Tan peligrosa puede ser la Biblia? Si el
Diablo aun a disgusto la lee y la conoce, ¿no sería mejor volverse un
abstemio bíblico e iniciar una terapia de grupo en algún club de "Bíblicos
Anónimos"? ¡Pues no! Todo ello solamente me estimuló a buscar la
gracia de Dios y la guía de su Santo Espíritu para aprender, amar y
obedecer su Palabra.
A lo que voy, es a que nos sería imposible vivir una vida cristiana santa y
fiel al Señor, si comenzáramos a depurar nuestro camino de todas las
piedras y espinas que pueden lastimar nuestros pies. Nuestro cometido
de todos los días es tomar nuestra cruz y seguirle, y El se encargará de
que nuestro pie no tropiece.
Vd. bien reconoce el uso bíblico del vino como el jugo fermentado de la
uva. No es bueno para nuestro organismo que consumamos alimentos
que abundan en tratamientos químicos, desde plaguicidas hasta
conservantes del producto ya terminado y envasado. Pero lo que decimos
del vino, deberíamos decirlo de todos los alimentos, incluso de los pollos
engordados artificialmente. Si el vino puede ser un veneno, muchos
alimentos lo son en mayor grado todavía, ya que son consumidos con
exceso, y sus grasas y altas calorías producen graves trastornos y aún la muerte. Incluso se dice que la Coca Cola crea adicción, y tengo algunos
familiares que son adictos a la misma.
Como Vd. dice, cada uno tiene libertad para consumir vino como
complemento alimentario, o abstenerse totalmente del mismo. Incluso por
razones de conciencia de otro hermano, podemos ser sabios si sabemos
prescindir de beber, comer, hacer o decir lo que pudiera confundir o
escandalizar a un hermano más débil en la fe. Yo he visitado casas de
hermanos que a la hora de comer me sirvieron un vaso de vino, que bebí
con mucho gusto así como ellos. Si yo me hubiese abstenido, podría
haberles creado innecesariamente un problema de conciencia. Por otro
lado, disponiendo en nuestra casa de una botella de vino, a veces no
la hemos puesto en la mesa, porque juzgamos que no era conveniente
para nuestro invitado. En todo esto debemos ser criteriosos.
Así pues, yo veo bien tanto la abstención voluntaria como el consumo
moderado, discerniendo siempre lo que agrada al Señor y no perjudique
a nuestro hermano.
Ahora diré lo que no veo bien: NO VEO BIEN QUE LOS MISIONEROS
HAYAN IMPLANTADO EL CAMBIO DEL VINO POR EL JUGO DE
UVA, IMPONIÉNDONOS UNA COSTUMBRE "Made in USA".
Y luego no veo bien que para justificar la continuidad de su abolida Ley
Seca en las comunidades hispanoamericanas, quieran convencernos con
argumentos ingenuos e infantiles.
Repárese que el efecto de tal actitud no sigue la libertad de conciencia
individual de la que hablamos más arriba, pues tal práctica induce a creer
que si el vino que Jesús bebió y usó se cambió por jugo, tienen que estar
muy mal y equivocados los cristianos que no sean abstemios completos
así como los misioneros. Así que ese inocente y casi insignificante jugo
de uva que se usa en la Cena del Señor, sobredimensiona su importancia
cuando colectiviza en la congregación el sentimiento de repulsa general
al elemento que el Señor eligió como emblema de su sangre vertida.
Las demás bebidas alcohólicas no entran en mi discusión pues no son
usadas en la Cena del Señor.
Confío que esta reflexión pueda ser de alguna utilidad.
El Señor le bendiga.
Hermano Rodo: Mucho me alegra que nuestro debate te resulte de
interés. Así como a tí, a mí también me llamó la atención cuando siendo
joven participé de la Cena del Señor en una iglesia bautista en la que
usaron jugo de uva. Muchas cosas pasaron sobre mi cabeza después de
probarlo. En cuanto al uso que se acostumbra en tu iglesia, tú asumes
que nosotros juzgamos que sea inapropiado, y luego preguntas: -¿Por
qué esto es malo? Bueno, nosotros no hemos dicho que eso sea malo.
De hecho, yo muchas veces estando de visita en otras iglesias tomé jugo
de uva en la Cena del Señor sin hacerme ningún problema. Quienes
usamos normalmente vino, no tenemos inconveniente de participar con
jugo de uva, pues es fruto de la vid, sin importar gran cosa que esté o
no fermentado. El problema suelen tenerlo los que habitualmente usan
jugo de uva; si saben que en la iglesia que visitan usan vino, es normal
que no participen de la copa. Conozco un caso insólito en mi país, ya
que estando de visita un misionero de USA en una asamblea de hermanos,
los ancianos decidieron que por causa de la conciencia del predicador
visitante, ese domingo usarían jugo de uva en la Cena del Señor. Sin
embargo olvidaron avisar a la congregación del cambio. Aunque a todos
les extrañó, todos bebieron el jugo de uva sin hacerse ningún problema.
Lo insólito fue cuando le pasaron la copa al misionero, ¡ya que sin
beberla la pasó al que tenía sentado a su lado!, ¡creyó que era vino!
Confío que ésto te aclare algo.
Ricardo.