Bien has dicho:
“yo preferiría que…”
Yo por ejemplo preferiría que 1) Solo los justos resucitaran o que 2) los mortalistas estuvieran en lo correcto y yo equivocado.
Pero mis preferencias o las tuyas son irrelevantes... ese era un punto de mi sarcasmo. Y si realmente nos interesa lo que sufran los impíos por compasión (significa padecer con y se entiende como ponerse en el lugar de...) entonces la durabilidad del sufrimiento es irrelevante si sabemos que dejarán de existir sin sensación de alivo. En otras palabras, mi sarcasmo desenmascara la hipocresía de la apelación a los "sufrimiento del impío" y muestra que en realidad es nuestro deseo egoista de superar y seguir con nuestra feliz existencia. La compasión en este caso es INSTRUMENTALIZADA para PERSUADIR de que mi argumento aniquilasionista es "la verdad", no verdadera compasión.
Es cierto que mis preferencias son irrelevantes hermano, solo recordemos que esas palabras tienen un contexto, y responde a esto que dijiste:
“Cierto. Supongo que es más tolerable ver a su padre, a su hijo o a su madre desaparecer de la existencia gritando de dolor y terror. A la larga se supera. (Sarcasmo de mi parte por supuesto.)”
Es decir: mi argumento no es que la aniquilación es cierta porque esa es mi preferencia. Contestaba algo real: yo sí preferiría la muerte de un ser querido a su agonía perpetua, pues aunque ambas circunstancias son malas, creo que es nítido que una es cualitativamente peor que la otra.
Mi argumento a favor de la aniquilación lo puse en otro post: la incompatibilidad entre lo que es el infierno y los atributos y características divinas. De ahí en fuera, como bien dices, mis preferencias y deseos son irrelevantes, lo mismo mi compasión o disfrute por el sufrimiento de otros.
Por otro lado en mi respuesta a Soyfriend articulé que tampoco es muy sólido el argumento de la durabilidad. La durabilidad solo funciona para el espectador, no para el que está padeciendo. La única forma en la que el problema desaparece es que Dios realmente los anestesie y los que sufren permanezcan el tiempo suficiente para sentir que su sufrimiento desaparece y que los inhunda la paz y la calma. Porque de resto, para el que sufre, el tiempo deja de importar... lo único que importa es que el dolor se vaya... y solo para los conscientes el dolor puede aliviarse... de resto el que muere en dolores inexpresables o en vergüenza, así queda sellado por la eternidad. Por eso Dios en la Biblia advierte que hay quienes tienen una muerte terrible... el miedo a una muerte terrible no radica en cuánto tiempo durará sino en el cómo será... porque sabemos que ante la verguenza, la deshonra y el sufrimiento el tiempo es irrelevante a menos que podamos experimentar paz antes de morir.
Estoy de acuerdo, pero creo que es algo muy claro que el factor temporal sí influye. No creo que vayas a afirmar que para quien sufre, lo mismo daría 10 minutos de sufrir que 1 semana. A mí me parece que hay tremenda diferencia. Ahora, asumiendo hipotéticamente el aniquilacionismo, yo no sé cuánto tiempo sufrirán los perdidos antes de ser aniquilados, pero estoy muy seguro que por más extensa que sea la duración (que, en mi perspectiva, no sería tan extensa...¿tal vez nada?), siempre será infinitamente peor la opción de una eterna agonía.
No lo entiendes porque a la larga es una excusa para hacer parecer el argumento más válido apelando a las emociones o a las consecuencias. Yo por ejemplo me deprimo cuando escucho noticias de asesinatos brutales y no puedo evitar preguntarme que habrá sentido la persona antes de morir de esa manera. Digo, los accidentes fulminantes o incluso un balazo en la cabeza intuye uno que son tan súbitos que ni tiempo hay de sufrir. Simplemente no te das cuenta. Pero cuando, como aveces pasa, el asesino te hace esperar aunque sea un par de minutos y sabes que tu vida va a acabar allí, cuando te torturan o te asesinan de modo que eres consciente del dolor... en fin... ¿Por qué Dios permitirá tal cosa? no lo sé.
Tal vez haya hermanos en la fe que así lo hagan, pero pienso que ese no es mi caso. Mi argumento no es:
a) Me hace sentir mal que vayan a haber personas eternamente agonizando, ergo, el infierno no existe.
O
b) Sí el infierno existe, mucha gente agonizara, y eso es algo que a nadie le gustaría que pasara, ergo, el infierno no existe.
Mi argumento va en esta línea: hay una incompatibilidad entre algunos atributos divinos y la existencia de un lugar de eterna agonía, creado, y tal vez sostenido, en parte, por Dios.
Dicho de otra forma: es como si dijera que Dios no sabe que 2+2 son 4, cuando él es omnisciente. No son circunstancias compatibles.
Error tuyo es creer que el problema del mal desaparece o se hace menos probelmático con el la durabilidad del infierno. El problema del mal persiste con un infierno eterno o sin él. No importa si hay aniquilación eterna o fuego eterno, el ateo y el apologeta que en realidad conoce la dificultad del problema del mal (que fué planetado por un mortalista como Epicuro para demostrar que los dioses no intervienen en asuntos humanos) no se resuelve con la negación de la eternidad del infierno.
Veamos la paradoja de Epicuro:
¿Es que Dios quiere prevenir el mal, pero no es capaz? Entonces no es omnipotente.
¿Es capaz, pero no desea hacerlo? Entonces es malévolo.
¿Es capaz y desea hacerlo? ¿De dónde surge entonces el mal?
¿Es que no es capaz ni desea hacerlo? ¿Entonces por qué llamarlo Dios?
Lo del problema del mal lo traje más como una comparación, pues no pienso que sean el mismo problema. Hasta donde sé, está reconocido en el mundo académico que el problema lógico del mal ha sido adecuadamente contestado por la defensa del libre albedrio de Alvin Plantinga (un filosofo gringo). Personalmente pienso que muchas otras consideraciones además del libre albedrio hacen que no solo NO sea ilógico que haya mal y exista Dios, sino que lo hacen comprensible.
Pero pienso que es distinto en el problema del infierno (por llamarlos de alguna manera).
Pero vamos a checarlo en lo que sigue
Ahora reemplazamos mal por aniquilación o inexistencia:
¿Es que Dios quiere prevenir la aniquilación de los impíos, pero no es capaz? Entonces no es omnipotente.
¿Es capaz de prevenir la aniquilación de los impíos, pero no desea hacerlo? Entonces es malévolo.
¿Es capaz y desea hacerlo? ¿De dónde surge la aniquilación de los impíos?
¿Es que no es capaz ni desea hacerlo? ¿Entonces por qué llamarlo Dios?
O reemplazemos por fuego eterno (el resultado es el mismo)
¿Es que Dios quiere prevenir que los impíos sean atormentados para siempre en el fuego eterno, pero no es capaz? Entonces no es omnipotente.
¿Es capaz de prevenir que los impíos sean atormentados para siempre en el fuego eterno, pero no desea hacerlo? Entonces es malévolo.
¿Es capaz y desea hacerlo? ¿De dónde surge entonces el tormento eterno?
¿Es que no es capaz ni desea hacerlo? ¿Entonces por qué llamarlo Dios?
El argumento en este caso no sirve para dispar el problema del mal. Pues se asume en ambos espectros del debate que el Fuego eterno o la aniquilación total de los impíos es un mal para ellos que viene como castigo. En otras palabras, el destino final de los impios, mírese por donde se mire no es algo bueno o deseable.
Es cierto, ambas circunstancias son indeseables. Pero creo que hay una diferencia crucial hermano. Creo que no hay mucha discusión entre los que proponen la aniquilación y los que proponen el infierno, en que los condenados son justos acreedores de un castigo, pues libremente decidieron por el mal.
La discusión está en la proporción del castigo en relación al crimen. Ni 200 años ininterrumpidos de pecado ameritarían una inagotable existencia en agonía. No hay sentido alguno de justicia en tal idea.
Uno podría hacer una analogía y decir que, así como en nuestro sistema de justicia un preso puede alargar su tiempo en prisión al cometer crímenes DENTRO de la cárcel (matando, robando, violando, etc. a otros reclusos, por ejemplo), así tal vez en el infierno los condenados siguen pecando constantemente y por ello no pueden salir jamás.
La disanalogia crucial es esta: en las cárceles hay circunstancias construidas que permitirían a quien lo elija, rehabilitarse y tratar de salir de ahí. En muchas cárceles tal sistema no es perfecto y falla en muchas ocasiones, pero en otras, como ciertas cárceles europeas, el sistema es sorprendentemente bueno (nota: hay un documental buenísimo donde se muestran cárceles donde literalmente los presos viven en casas propias…es todo un sistema de rehabilitación social. Y hablo de presos por crímenes gruesos como violación).
En el infierno, hasta donde se concibe, no hay nada remotamente similar a eso (es obvio que no hablo necesariamente de casitas para los condenados, sino de alguna posibilidad de encontrar una salida...a salvación o aniquilación), y peor, parece que es incluso imposible que lo haya, pues como Dios es la única fuente de bondad, no hay forma en que los condenados puedan hacer algo diferente que pecar dado que habrá una ausencia 100% absoluta de comunión entre ellos y Dios. Y como son inmortales, tambien se les arrebata la posibilidad de terminar con su agonia por mano propia o con asistencia. Es una situación de brutalidad total.
Entonces, el infierno plantea un castigo desproporcionado que no es compatible con una justicia o misericordia normal (y si esta, siendo imperfecta, la encuentra inadecuada ¿Cuánto más una justicia y misericordia divina y por tanto perfecta?), y la posible justificación para la desproporción, es defectuosa, porque el condenado no tiene opción más que pecar y seguir ahí. Es decir, mientras que el problema del mal y el aniquilacionismo pueden encontrar una solución en el libre albedrío [ambos como posibles consecuencias de la libre elección del hombre], el infierno no, porque por un lado, primero es castigado por la maldad que libremente eligio, pero llegado a un punto, hay una cantidad infinita de castigo inflingido que no es producto de una libre elección del mal, sino de la imposibilidad de elegir algo que no sea el mal, ya sea porque no hay bondad que elegir, o porque no puede extinguir su existencia como método para dejar de pecar.