Por este motivo, Dios mencionó en repetidas ocasiones la necesidad de la salvación de las personas. Primero, a la nación de Israel, tocante a la responsabilidad personal que el profeta jeremías expuso, y luego en las mismas palabras de juan, quien dio testimonio de Cristo y el objetivo de Su obra en este mundo.
El tormento eterno es real, el fuego y el gusano son reales, y el sufrimiento en esta condición de la existencia, de ningún modo es algo que Dios quiera para la gente. No es apelar al miedo para que las personas vuelvan a Dios, es para que se entienda que el diseño y propósito de nuestra existencia, es estar siempre con el Señor, teniendo vida en el nombre de Cristo.
Esta es la clase de cosas que el diablo no quiere que se sepan. Por eso pretende hacer creer a las personas sin Dios ni esperanza, que el infierno es un invento religioso para espantar a las personas buenas que se portan mal. ¡Si supieran lo que al diablo le espera!