REFLEXIÓN DE NATANAEL SOBRE LA MUERTE FÍSICA
Un psicólogo quizás pueda ayudar a una persona afectada de tristeza y depresión, por la muerte de un ser querido, ayudándola a entender y a aceptar este proceso irreversible, como una realidad radical y auténtica, que conduzca al paciente a aceptar el carácter finito del ser humano.
Me llama la atención, que similar a esta "óptica", es la idea que tienen los judaizantes, sobre el alma, para ellos con la muerte se termina todo, y ponen a dormir el alma junto al cuerpo esperando la resurrección, donde, según ellos, el tormento es temporal y finaliza con la extinción del ser, o aniquilacionismo.
Algunas de esas ideas de la extinción del alma, son sacadas del libro de Eclesiastés, el cual es la óptica del hombre bajo el sol, el hombre natural, sin ninguna clase de fe.
Los animales de manera instintiva conocen la proximidad de la muerte, y alguna vez visité un matadero, pudiendo observar un pasillo sumamente estrecho, donde obligan a marchar al ejemplar vacuno para ser sacrificado, y se podía observar la renuencia a seguir avanzando.
Más adelante, en una curva, había un hombre con una barra de acero puntiaguda, que perforaba el cráneo del animal de un solo golpe y en cuestión de minutos, el animal es izado con cadenas, despellejado, y diseccionado, todavía vivo.
Algunos foristas, educados en la escuela adventista de Elena de White, han soltado y defendido dentro de este tema de la muerte, y la pregunta planteada ¿fin de la existencia? la idea del fin del ser, sin trascendencia eterna, para el impío.
Y de esta manera, se alinean dentro del grupo de aquellos que piensan que la vida eterna es solo para los que guardan los mandamientos del viejo pacto y que para los impíos es extinción eterna.
No conciben eternidad de sufrimiento para el impío, porque para ellos la justicia de Dios sería abominable.
Pero en el Juicio de Dios, la eternidad es contemplada como un rasero que mide a ambos, al justificado y al impío, sin acepción de personas, leemos:
Mat 25:46 E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.
Me impresiona sobremanera, como el libro de Eclesiastés es usado para fortalecer la idea de la extinción del alma.
Un ser querido, cuando parte de este mundo, plantea el interrogante de su trascendencia en un lugar geográfico desconocido.
Un creyente maduro, jamás usaría el libro de Eclesiastés para explicar este interrogante.
Un psicólogo quizás pueda ayudar a una persona afectada de tristeza y depresión, por la muerte de un ser querido, ayudándola a entender y a aceptar este proceso irreversible, como una realidad radical y auténtica, que conduzca al paciente a aceptar el carácter finito del ser humano.
Me llama la atención, que similar a esta "óptica", es la idea que tienen los judaizantes, sobre el alma, para ellos con la muerte se termina todo, y ponen a dormir el alma junto al cuerpo esperando la resurrección, donde, según ellos, el tormento es temporal y finaliza con la extinción del ser, o aniquilacionismo.
Algunas de esas ideas de la extinción del alma, son sacadas del libro de Eclesiastés, el cual es la óptica del hombre bajo el sol, el hombre natural, sin ninguna clase de fe.
Los animales de manera instintiva conocen la proximidad de la muerte, y alguna vez visité un matadero, pudiendo observar un pasillo sumamente estrecho, donde obligan a marchar al ejemplar vacuno para ser sacrificado, y se podía observar la renuencia a seguir avanzando.
Más adelante, en una curva, había un hombre con una barra de acero puntiaguda, que perforaba el cráneo del animal de un solo golpe y en cuestión de minutos, el animal es izado con cadenas, despellejado, y diseccionado, todavía vivo.
Algunos foristas, educados en la escuela adventista de Elena de White, han soltado y defendido dentro de este tema de la muerte, y la pregunta planteada ¿fin de la existencia? la idea del fin del ser, sin trascendencia eterna, para el impío.
Y de esta manera, se alinean dentro del grupo de aquellos que piensan que la vida eterna es solo para los que guardan los mandamientos del viejo pacto y que para los impíos es extinción eterna.
No conciben eternidad de sufrimiento para el impío, porque para ellos la justicia de Dios sería abominable.
Pero en el Juicio de Dios, la eternidad es contemplada como un rasero que mide a ambos, al justificado y al impío, sin acepción de personas, leemos:
Mat 25:46 E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.
Me impresiona sobremanera, como el libro de Eclesiastés es usado para fortalecer la idea de la extinción del alma.
Un ser querido, cuando parte de este mundo, plantea el interrogante de su trascendencia en un lugar geográfico desconocido.
Un creyente maduro, jamás usaría el libro de Eclesiastés para explicar este interrogante.