Estimado hermano YEHOSHUA
Si bien te diré que me cuesta bastante responder a tu mensaje # 241 de pag.13, dado que no alcanzo a comprender que tipo de “autoridad” puedas arrogarte como para efectuarme un “emplazamiento” de ese tipo, es decir, como para que consideres que tienes “derecho” a “condicionar” tus eventuales respuestas a lo que pueda pensar yo (algo así como que dijeses: SI NO PENSÁS LO MISMO QUE YO, NO TE VOY A CONTESTAR), de todas formas trataré de explicarte mis pensamientos más elementales con relación a la Biblia.
Y aun cuando por lo dicho me parece algo obvio, igual te diré que tampoco considero correcta esa última y actual actitud de tu parte ya que —e insisto una vez más en esto— en los párrafos BÍBLICOS que te cité antes, y que hacen referencia a un correcto y elemental deber de caridad cristiana, es indudable que no se hace referencia alguna en ellos a que, para cumplir con lo se indica en esos pasajes DE LA BIBLIA, el que tenga derecho a recibir la “enseñanza o corrección” de quien cree o ve que se equivoca, para contar con esas explicaciones o instrucciones que puedan ayudarle a enmendar su error, deba poseer idénticos pensamiento a los de quien se los suministra.
Pero, en fin. Tal cual como lo dije antes, trataré de mencionarte cuáles son algunos de mis pensamientos, y procuraré hacerlo con la mayor claridad posible.
Yo estoy completa y absolutamente seguro de que en la Biblia es posible encontrar la palabra de Dios, es decir, que está la palabra de Dios.
Pero tengo idéntica seguridad de que no es en el único lugar en donde los seres humanos pueden “encontrarla”, ya que hay muchísimos millones de personas que, por la simple circunstancia de nacer en lugares donde ni siquiera se tiene conocimiento de que existe la Biblia, de cualquier manera reciben de otras formas, o por otras vías, las nociones de las disposiciones de Dios, es decir, que me parece imposible que Dios “condicione” su accionar a “tal o cual cosa”, sino que actúa de la forma en que le parece mejor en todo el orbe, y con la totalidad de los seres humanos, ya que todos ellos son sus hijos. Obviamente esa realidad de la existencia humana me lleva a adoptar esa “segunda” seguridad que poseo.
Por otro lado te diré además, que también estoy completa y absolutamente seguro de que, tal cual lo enseñó el Señor Jesús cuando afirmó: «conoceréis la verdad y la verdad os hará libres», y también «no hay nada oculto que no deba ser revelado» yo (y obviamente CUALQUIER OTRO ser humano) tengo plena posibilidad de pensar y admitir distintas alternativas con respecto a las diferentes situaciones que se puedan presentar en cualquier circunstancia de la vida, INCLUSO EN LA LECTURA DE LA BIBLIA.
Y pienso de esa forma por cuanto estoy convencido de que la Biblia fue INSPIRADA por Dios, pero me parece obvio que no fue REDACTADA por Dios, y menos que menos que Él hubiese intervenido personalmente en las distintas traducciones que se han efectuado a lo largo de los siglos de los textos bíblicos. Por tales motivos me parece que ES POSIBLE que junto con los textos que puedan señalar EXACTAMENTE la palabra de Dios, es decir, lo que Él quiso transmitir a los seres humanos, también pueden existir “algunos” (o muchos) pasajes que no respondan a la “exactitud” de su palabra, o de su “actuación personal”.
Es decir, que considero que cuando se hace referencia a la INERRANCIA de la Biblia, no se pretende asegurar que LA TOTALIDAD de los textos que la componen sean EXACTAMENTE palabra de Dios (como algunas veces se lo entendió, con un sentido de absoluta literalidad), sino que de la lectura serena y humilde de la totalidad de los textos bíblicos podemos extraer lo ESENCIAL del mensaje que el Buen Padre Celestial nos quiere transmitir, a los que contamos con la posibilidad de leerla.
Y eso me parece bastante evidente, ya que los distintos libros que conforman la Biblia no fueron redactados “de un tirón”, y ni siquiera por un único ser humano, sino que fueron escritos a lo largo de muchos siglos y por distintas personas, o incluso sería mejor decir, por diferentes grupos de personas, por lo cual la posibilidad de que existan esos “algunos” (o muchos) pasajes que no expresen EXACTAMENTE la palabra de Dios se incrementa sensiblemente.
Y como eso me parece difícil de negar, y puedo asegurarte que es algo aceptado por la inmensa mayoría de las personas que han dedicado gran parte de sus vidas a analizar los textos bíblicos (se los suele llamar “biblistas”), y que pertenecen a distintas ideas o pensamientos religiosos (incluso muchos de ellos a Iglesias Reformadas), lo hacen sin que el hecho de aceptar eso implique desmerecer de forma alguna lo que surge —insisto en esto— de la lectura serena y con espíritu humilde de la totalidad de los textos bíblicos. Por tal motivo es que sostengo la idea que te acabo de mencionar.
Esperando haber logrado suministrarte una explicación clara de mis pensamientos en ese sentido, te envío mis cordiales saludos.
MARANA-THA
Mario