Meditaciones 16. de febrero
Meditaciones 16. de febrero
UNA MESA EN EL DESIERTO
Meditaciones diarias
Watchman Nee
16. de febrero
los sacerdotes que llevaban el arca del pacto de Jehová, estuvieron en seco, firmes en medio del jordán… y todo Israel pasó en seco. Josué. 3:17.
Debemos tener la fe suficiente para ver a todo el pueblo de Dios entrando en su herencia. Este es su propósito y será cumplido. Pero como medio para realizar ese propósito Dios necesita a aquellos que estén dispuestos a plantar sus pies en la misma muerte, si esto fuera necesario, y permanecer fieles allí hasta que hayan pasado con seguridad. Una nación entera paso en seco el río jordán, porque un pequeño grupo de sacerdotes permaneció firme con el arca del testimonio en el mismo lugar donde la muerte amenazaba de continuo. Ni una sola alma quedó atrás. ¡Por supuesto que no fueron ellos sino el arca de Dios, que abrió el camino para entrar en la tierra prometida! Nunca olvidaremos esto. Pero notemos también que fueron los sacerdotes quienes la condujeron y la tuvieron allí. Por su acto de fe en permanecer firmes con el Señor, rodeados por muerte, otros pasaron a una vida de abundancia. ¿Estoy preparado para esto?
Debemos invocar Su nombre: ¡Oh Señor Jesús! tornamos nuestro corazón en este día a ti.
Meditaciones 16. de febrero
UNA MESA EN EL DESIERTO
Meditaciones diarias
Watchman Nee
16. de febrero
los sacerdotes que llevaban el arca del pacto de Jehová, estuvieron en seco, firmes en medio del jordán… y todo Israel pasó en seco. Josué. 3:17.
Debemos tener la fe suficiente para ver a todo el pueblo de Dios entrando en su herencia. Este es su propósito y será cumplido. Pero como medio para realizar ese propósito Dios necesita a aquellos que estén dispuestos a plantar sus pies en la misma muerte, si esto fuera necesario, y permanecer fieles allí hasta que hayan pasado con seguridad. Una nación entera paso en seco el río jordán, porque un pequeño grupo de sacerdotes permaneció firme con el arca del testimonio en el mismo lugar donde la muerte amenazaba de continuo. Ni una sola alma quedó atrás. ¡Por supuesto que no fueron ellos sino el arca de Dios, que abrió el camino para entrar en la tierra prometida! Nunca olvidaremos esto. Pero notemos también que fueron los sacerdotes quienes la condujeron y la tuvieron allí. Por su acto de fe en permanecer firmes con el Señor, rodeados por muerte, otros pasaron a una vida de abundancia. ¿Estoy preparado para esto?
Debemos invocar Su nombre: ¡Oh Señor Jesús! tornamos nuestro corazón en este día a ti.