DESMONTANDO EL CALVINISMO
2. Elección incondicional
Dios, en Su soberanía, escoge a ciertos individuos para la salvación desde antes de la creación del mundo (Efesios 1:4-5). Esta elección no está basada en méritos, obras o fe prevista en las personas, sino únicamente en Su gracia y propósito divino (Romanos 9:11-16). Los que son elegidos recibirán la salvación, mientras que aquellos que no son elegidos permanecerán en su estado de condenación.
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El principio y el final son falsos. La base de elección NO es la Soberanía de Dios (leída por el calvinista de turno "porque a Dios le da la gana y puede hacerlo"), sino
la PRESCIENCIA de Dios. La última frase es una conclusión errada y demuestra que el tal Calvino NO entendió el texto de Efesios 1 ni la enseñanza de Romanos 9. Dios no elige al azar antes de crear a los escogidos y a los perdidos, de tal manera que "después" (cuando llegan o
encarnan en este mundo) son
irremediablemente salvos o perdidos. Esto es completamente falso, ya que la Escritura se explica a sí misma. Dios salva según Su PRESCIENCIA, es decir Su CONOCIMIENTO PREVIO de los acontecimientos futuros.
1 Ped 1:2
Elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sea multiplicada.
"Presciencia" es πρόγνωσις
prógnosis (G4267), que significa "pensamiento por adelantado", "presciencia", "conocimiento anticipado". Es decir, es un conocimiento propio de Dios de las elecciones que tomarás respecto al Evangelio y tu fe. Es falso, pues, el argumento calvinista de la "elección sin condiciones". Es falso. La Salvación , de hecho, es todo lo contrario. Está totalmente CONDICIONADA por tu respuesta al Evangelio: a que te arrepientas y a lo que hagas con tu fe. A tu búsqueda intensa de Dios. No es una elección arbitraria, azarosa o caprichosa de Dios antes de crear totalmente "inevitable", sino una elección basada en la "redención de Jesucristo" (basada, obviamente, en la libre voluntad de Dios y en Su soberanía, como todo cuanto Él hace), redención fundamentada en la obediencia y en no endurecer el corazón cuando se oye el Evangelio, como está escrito:
Por lo cual, como dice el Espíritu Santo: «Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones como en la provocación, en el día de la tentación en el desierto, donde me tentaron vuestros padres; me probaron, y vieron mis obras cuarenta años. A causa de lo cual me enemisté con esta generación, y dije: 'Siempre divagan ellos de corazón, y no han conocido mis caminos'. Juré, pues, en mi ira: 'No entrarán en mi reposo'». Mirad, hermanos, que en ninguno de vosotros haya corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo: Antes exhortaos los unos á los otros cada día, entre tanto que se dice 'hoy'; para ninguno de vosotros se endurezca con el engaño del pecado; porque somos hechos participantes de Cristo, con tal que conservemos firme hasta el fin el principio de nuestra confianza; entre tanto que se dice: «Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones como en la provocación». Porque algunos de los que habían salido de Egipto con Moisés, habiendo oído, provocaron, aunque no todos. Mas ¿con cuáles estuvo enojado cuarenta años? ¿No fué con los que pecaron, cuyos cuerpos cayeron en el desierto? ¿Y á quiénes juró que no entrarían en su reposo, sino á aquellos que no obedecieron? Y vemos que no pudieron entrar á causa de incredulidad.
(Heb 3:7-19)
Esta carta fue escrita a los Hebreos creyentes en Cristo. A estos
hebreos cristianos se les advierte seriamente de la incredulidad de sus antepasados y la posiblidad de caer en eso mismo por propia voluntad aunque ya hubieran creído en Jesús. Dios define la incredulidad como "dureza de corazón" o "desobediencia". No dice que no entraron "porque Dios no los escogió antes de la fundación del mundo", sino que la causa de no entrar en la Tierra Prometida (símbolo de Cristo) fue sencillamente su INCREDULIDAD, que Dios define como "maldad", "dureza" y "desobediencia". Pablo lo confirma:
Ocupado en esto iba yo a Damasco, con autorización y comisión de los principales sacerdotes, cuando a mediodía, oh rey, yendo por el camino, vi que una luz del cielo, superior al resplandor del sol, resplandeció alrededor de mí y de los que viajaban conmigo. Y al caer todos nosotros en la tierra, oí una voz que me decía en lengua hebrea: ¡Saulo, Saulo! ¿Por qué me persigues? ¡Dura cosa te es dar coces contra aguijones! Yo entonces dije: ¿Quién eres, Señor? Y el Señor dijo: Yo soy JESÚS, a quien tú persigues. Pero levántate, y ponte sobre tus pies; porque me aparecí a ti precisamente para designarte servidor y testigo, no sólo de las cosas que viste de Mí, sino de aquellas en que me apareceré a ti, para librarte del pueblo y de los gentiles, a quienes Yo te envío, a fin de que abras sus ojos, para que vuelvan de la tiniebla a la Luz, y de la potestad de Satanás a DIOS; para que reciban liberación de pecados y herencia entre los santificados por la fe en Mí. Por lo cual, oh rey Agripa, no fui desobediente a la visión celestial...
(Hch 26:12-19)
El mismo Pablo que habla de "predestinación" y "elección previa" afirma que él tuvo la opción de desobedecer o rebelarse contra la voz de Dios. Tuvo en su mano aceptar la verdad o ignorarla. Dios no le obligó a aceptarla, sino que él ESCOGIÓ la verdad y ESCOGIÓ no endurecerse contra ella.
Por último, mencionar que el texto de Romanos 9:11-16 hay que leerlo en el conjunto de la propia carta a los Romanos. Los "vasos de honra" y "vasos de deshonra" son los propios judíos. Primero, "vasos de deshonra" por endurecer su corazón a lo largo de su historia, y después "vasos de honra" SI (condicional) aceptan al Mesías. Va más allá, diciendo que este "endurecimiento" (desobediencia, rebeldía, maldad, incredulidad) que les ha hecho "vasos de deshonra" se acabaría en el fin de los tiempos (más allá de la época en que Pablo escribió esta carta).
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Conclusión: el testimonio bíblico de estos y muchos otros textos enseñan que el hombre puede rechazar a Dios y al Evangelio (incluso después de haberlo conocido), y que la elección divina no está fundamentada en el capricho del "Dios calvinista", sino que está ineludiblemente relacionada con la
Presciencia de Dios, que es Su capacidad para ver nuestros hechos futuros antes incluso de crearnos.
Amor,
Ibero