Hola Dos Olivos! en esto tienes mucha razón. Me permito transcribir el siguiente artículo:
Díaz de la Cruz, P. Preludios de la reforma. Revista El Faro. Septiembre-Octubre 1994. pp.130-131
Podemos afirmar sin temor a equivocarnos que los siglos VI al IX y que corresponden al medioevo, marcan una época de obscurantismo religioso, de decadencia moral y espiritual de la alta jerarquía eclesiástica y aún los mismos defensores de ella protestan al observar el grado de corrupción a que ha legado la iglesia y que según los críticos de esos tiempos no es ni la caricatura más burda de la Iglesia Primitiva que se nos pinta en las páginas del libro de los Hechos de los Apóstoles, pues los postulados de su fundador Jesús han sido invalidados por decretos conciliares y papales. También se caracterizan estos siglos por la intolerancia ideológica y religiosa del clero romano de tal manera que si alguien se apartaba de los cánones por ellos establecidos, estaba expuesto a castigos severos o a pagar con su propia vida. Así se encuentra la Iglesia en los siglos de la Edad Media.
Pero es en el inicio del siglo XII cuando por primera vez se vislumbra en el horizonte la luz de la esperanza y de redención. Aparecen en la palestra hombres bien dotados y preparados por Dios para defender y propagar la doctrina genuina del Maestro. De estos caudillos nos referimos a las:
DOS CLASES DE REFORMADORES
1.- Aquellos que con sus ideas avanzadas y sobre todo bíblicas contribuyen para la reconstrucción espiritual de la Iglesia. Los primeros con sus investigaciones teológicas minan el sistema doctrinal que sustenta la Iglesia Romana; aprovechan la cátedra en los seminarios y púlpitos para persuadir a sus discípulos y feligreses que la Biblia es el fundamento auténtico del cristianismo y Cristo el único Salvador del pecador. Esfatizaron que la paz interior del alma no depende de la Iglesia, ni de las obras humanas, morales o ceremoniales, sino que se encuentra sólo en Cristo. Esta aportación aparentemente fue de poca importancia pero preparaba un ambiente propicio para futuros movimientos.
2.- Aquellos que aparecen más manifiestamente y son las sectas antisacerdotales que muestran un desagrado completo por la vida privada del clero y su gobierno prelático, que dicho sea de paso en nuestros días se encuentran en parecidas condiciones. Entre los paladines son dignos de referencia Pedro de Bruys, sacerdote; Enrique, monje de Clugny y a Pedro de Waldo, que aparecen en Francia y se extieden por España e Italia causando grande conmoción y ganan adeptos por sus discursos vehementes contra la inmoralidad del sacerdocio y su dominio. Pedro de Bruys fue quemado vivo públicamente, pero sus doctrinas habían encontrado respuesta en muchos corazones, y continuaron predicando en España y Francia. En este último país se les denominó "Albigenses". Pedro de Waldo, fue más enérgico en cuanto a su inconformidad contra la Iglesia de Roma. La censuró acremente por sus errores religiosos y por sus equivocaciones sociales. Su inconformidad la manifestó condenando la oración a los difuntos y el juramento de la pena de muerte. Practicaron el culto en lengua nacional e implantaron la Santa Cena a la usanza de la Iglesia Primitiva con el uso de dos elementos: Pan y Vino. Sostenían que las riquezas fabulosas de los templos debían desaparecer y el papa renunciar de su poder temporal y los bienes materiales.
La iglesia papal no podía permanecer indiferente y buscaron los medios para exterminar a estas sectas que según ella eran heréticas y es cuando aparece la mal denominada:
LA SANTA INQUISICIÓN
En el año de 1198 sube al pontificado Inocencio III, quien viendo el peligro que representaban las sectas antisacerdotales, convocó a una reunión, el CuartoConcilio de Letrán, donde se decretó la organización de un cuerpo eclesiástico que se encargaría de perseguir e "inquirir" -de donde nace la palabra inquisición-. Pero la inquisición se hizo general por Gregorio IX y se hizo más extensiva la persecución. Se sometía a los castigos más severos a los que profesaban un credo diferente. Dice el Dr. Marín en su Historia de la Reforma en España: "Días tristes fueron éstos para la libertad humana y para la fe divina. Días llenos de lugo y de sangre que jamás podrán borrarse en las páginas de la historia y donde quiera que ésta vaya, allí irán con ella los amrgos recuerdos dejados a su paso por la tierra de los papas, de los frailes vendidos al poder del diablo". Pero en la sangre de tanto mártir purificaba el camino de los que vendrían después.
OTROS PRECURSORES
Juan Wickliffe. Casi pisando los umbrales de la Reforma, aparece en Inglaterra en el siglo XIV un hombre valiente y decidido que también renuncia a la Iglesia Romana, este personaje era Juan Wickliffe, un teólogo instruido que no ocultando sus opiniones, denuncia al clero. en su obra que escribió, niega la autoridad papal, la transubstanciación, por carecer de apoyo en la Biblia. Rechaza la confesión auricular y la intervención del clero en el Estado, así también condenó las obras de supererogación. El apoyo que Eduardo III, rey de inglaterra dio a Wickliffe, permitió que su doctrina se extendiera rápidamente.
Juan Huss. Todavía en los preludio sde la Reforma, una nueva figura surge y es Juan Huss, originario de bohemia que poseído de la doctrina de Wickliffe, combatió los errores del clero y no se retractó ni en el momento que fue levado a la hoguera, porque estaba convencido que sostenia la verdad del crucificado.
Savonarola. Pero, ¿quién había de creer que de la cuna del clericalismo se había de levantar un preclaro precursor de la Reforma como fue Savonarola?. Fue originario de Florencia, sede de los grandes movimientos artísiticos y del movimiento de las letras. aunque también fue perseguido, atacó sin temor de perder la vida a la Jezabel apocalíptica.
LA CONTRIBUCIÓN DEL HUMANISMO
No podemos pasar inadvertida la amplia ayuda del humanismo. El humanismo es el esfuerzo de aplicar la teología a las necesidades espirituales del hombre, es una aplicación a la vida humana, de donde se originó su nombre humanismo. Tuvo como fiel representante al gran Erasmo de Rotterdam. Esta nueva ideología despertó el interés de los religiosos y de los intelecturales de esos tiemos y se dedidaron al estudio de las Sagradas Escrituras. Sin embargo, es de notarse que Erasmo no abrazó la causa evangélica, sino que permaneció almargen. No fue protstante, ni antiprotestante, tampoco fue católico ni anticatólico. este sistema filosófico ayudó en gran manera al movimiento del siglo XVI, por eso un escritor dijo: "Erasmo puso el huevo de la Reforma y Lutero lo incubó".
Así llegamos a la conclusión que era imposible que se llevara a cabo la Reforma acaudillada por Martín Lutero, Juan Calvino y Ulrico Zwinglio, si antes no hubiesen puesto las bases los precursores que en forma condensada he relatado. Demos gracias a Dios por la obra que hicieron todos estos hombres a partrir del siglo XII y que tuvo su gloriosa culminación en el siglo XVI y su desarrollo hasta nuestros días.
