Re: Maria, Madre de Dios
¿Y quien dice que existía Jesús en carne antes?
Jesús era un ser Ángelical antes de que Dios lo mandara a la humanidad, y mismo Jesús imploro a su Padre que lo regresara tal como era antes;
n 17:4 Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese.
Jn 17:5 Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese.
Que no te queda claro?
Sin duda los Testigos de Jeovha dicen muchas cosas bellas de Jesucristo. Pero niegan lo esencial de la fe cristiana: No aceptan Su divinidad. Quizás este es el error que mas esconden. No se dejen enfrascar en otros temas secundarios.
En su propia revista "¡Despertad!" (8 de diciembre `98, pag. 8) los Testigos dicen:
"(Jesús) fue la primera y única creación directa del Todopoderoso, quién lo formó en el cielo hace incontables siglos, antes que a los ángeles y el mundo físico. Se le llama por ello el "unigénito" de Dios.""
Los Testigos reconocen que Jesús es el "unigénito" pero inventan para esta palabra una interpretación carente de todo fundamento.
Definición correcta de "unigénito": "Hijo único". (vea cualquier diccionario)
Definición de "unigénito" inventada por los Testigos: "primera y única creación directa".
¿Por qué los Testigos hacen este invento?.
Porque quieren a todo costo negar la divinidad de Jesús, la cual se deduce del hecho de que El es el Hijo único de Dios. Todo hijo es siempre de la naturaleza de sus padres. También Jesús es de la naturaleza de Dios Su Padre. Es decir, de naturaleza divina. Jesús, decimos en el credo, fue "engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre". Jesús es Dios.
El Verbo (la segunda persona de la Trinidad) quiso asumir la naturaleza humana y por eso quiso nacer y tener madre humana: La Santísima Virgen María. En Jesús hay entonces dos naturalezas: la divina y la humana.
Jesús es también el "primogénito" porque es el primero de todos los que en El son hijos de Dios (nosotros). Somos, sin embargo, adoptados en Cristo. Por eso no tenemos naturaleza divina propia sino que participamos de ella por Cristo, con El y en El.