Opiniones para todos los gustos
De ABC
Los Domingos (27 de enero 2002) - A vueltas con la educación sexual
Máquinas de preservativos en institutos, ¿sí o no?
Datos del Ministerio de Sanidad apuntan a que en el año 2000 se produjeron ficialmente en España 63.756 abortos, un 9 por ciento más que en 1999, y a que la tasa de adolescentes que interrumpió su embarazo creció del 6,7 al 7,4. Esto, unido a que los casos de enfermedades de transmisión sexual también aumentan entre los más jóvenes, ha encendido el debate apenas entreabierto de la ducación sexual en nuestro país. La intención de colocar máquinas de preservativos en los nstitutos de secundaria sólo ha prendido la mecha
Virginia Ródenas
A la Generalitat de Cataluña le va la marcha. Mientras que en la Comunidad de Madrid, presidida por el popular Alberto Ruiz-Gallardón, ya han instalado máquinas expendedoras de preservativos en algunos institutos de secundaria, discretamente y previa aprobación del consejo escolar, Pujol se ha decantado por salir a escena y armar la marimorena con el número del referéndum. ¿Máquinas de preservativos, sí o no? Que los chicos decidan. Condones como cortapisas a la desmesura de las estadísticas: En tres años, la cifra de adolescentes embarazadas en Cataluña ha aumentado un 80 por ciento. La polémica está servida.
Todo lo contrario a lo que sucedió en el instituto Rey Fernando, de la localidad madrileña de San Fernando de Henares, cuando, ya va para dos años, atornillaron la máquina expendedora de profilácticos al codo de ladrillo que hace el ángulo de los lavabos de la primera planta, en donde se imparten los cursos superiores. Las clases de educación sexual, en las horas de tutoría, que dan profesionales del centro de salud del municipio, empezaron mucho antes. «La máquina se instaló en el marco del Plan de Normalización del Uso del Preservativo, dentro de un programa experimental elaborado por la Comunidad de Madrid, y del que también forma parte el Ministerio de Sanidad, entre otros organismos. Debo decirle -me confiesa por lo bajito Carmen Sender, secretaria administradora del centro escolar, al tiempo que profesora de Física y Química- que cuando se instaló, levantó más morbo entre el claustro de profesores que entre el alumnado. Su colocación se debatió en el consejo escolar, en donde tan solo se opuso uno de los docentes, y ningún padre. Y desde entonces, la máquina no ha dado ni un solo ruido».
FUERA DEL PROYECTO EDUCATIVO
«Es verdad que la educación sexual está al arbitrio de la dirección o la decisión del claustro, pero no forma parte del proyecto educativo del centro, lo que es una lástima. De este modo, y a no ser que pertenezcan a un centro como éste en el que la educación sexual sí es una preocupación -añade Sender- sigue siendo la asignatura pendiente de la que los alumnos se licencian en la calle».
Preguntados los alumnos del Rey Fernando, centro que por el desvelo del profesorado goza de unas instalaciones envidiables, la opinión es unánime: Allí no han visto jamás comprar profilácticos a nadie. «Se lo aseguro -dice Julia-. Será por vergüenza, tal vez; pero el caso es que nos han dicho que sí se vacía». «No sé -añade Susana- yo casi preferiría una máquina de compresas. Sinceramente: lo veo más útil». Para Pablo la cosa está clara: «Esto del sexo es como lo de los accidentes de tráfico: crees que a tí nunca te va a pasar. Y luego se contagian de sida o se quedan embarazadas». «Y tú ¿no usas la máquina?», le preguntamos. «Yo compro preservativos buenos, ¡a ver si estos tan baratos se van a romper!». La expendedora está hoy fuera de servicio, a la espera de la adaptación al euro. Y los chicos que corren por las escaleras, camino del patio a la hora del recreo, ni la miran.
Tampoco le hacían ni pizca de caso en el Liceo Francés de Madrid y por eso la dirección del centro escolar, totalmente privado, la quitó por falta de uso. «En Francia -dijo a este suplemento un portavoz del Liceo- es algo muy común, así que aquí también la instalamos. Pero como se venden en supermercados y farmacias y por lo tanto no es difícil encontrarlos, pues resultó que los niños preferían adquirirlos fuera. El tiempo demostró que era inútil».
Pero como decíamos al principio, el debate sobre la oportunidad de estos ingenios del «vending» no ha sido más que la piedra arrojada a la conciencia de la sociedad que durante años ha pospuesto el debate serio sobre la educación sexual en España. José Manuel Contreras, presidente de la Confederación Católica de Asociaciones de Padres de Alumnos (Concapa), ha manifestado a Los Domingos de ABC que «no nos parece que se está desarrollando un plan para la relación sexual afectiva ni en la familia, ni en la educación formal, ni en los centros. Dar preservativos es una solución fácil y una aberración si con eso se pretende sustituir la educación. Es lo mismo que cuando un chico se nos va de las manos y le decimos ''pues haz lo que te dé la gana, y ven a la hora que quieras''. Pero eso no es más que una dejación de la formación educativa de la que tienen la culpa tanto los padres como las autoridades y los mismos profesores. Dar preservativos no es más que una salida de pata de cabra: no le puedes decir a un chico toma y búscate la vida. No quiero pecar de pesimista, pero si todo lo que estamos dispuestos a hacer va en esa dirección, vamos a una hecatombe».
En opinión de Contreras, «todo lo que en la Logse se contemplaban como materias transversales, desde la educación en valores hasta la educación sexual, se ha quedado en mantillas ante la desidia del Ministerio. Empezamos porque se adolece de falta de educadores: hay enseñantes pero no transmisores de valores con el ejemplo de vida. A esto hay que sumar la incidencia de los medios de comunicación en los niños».
«Si la Ley de Calidad de la Enseñanza no va a contemplar una política familiar que dé la oportunidad a los padres de estar más con sus hijos, de participar activamente en su educación, será un fracaso. Porque los padres -añade el presidente de la Concapa- necesitamos más tiempo para estar con los hijos y necesitamos aprender a educar. Hace cuarenta años era más fácil porque la autoridad no se cuestionaba. Necesitamos más horas para poder colaborar en su educación y hasta para poder ir a votar en los consejos escolares que se reunen en horario laboral. Y si no podemos participar, la democratización de la escuela es una falacia».
«No obstante, pensamos que introducir la educación sexual en los colegios como una asignatura es una barbaridad y los propios docentes no lo admitirían, porque para ello primero habría que capacitarles. Tampoco se puede ligar este tema al hecho de ser o no católicos porque eso es jugar sucio: no hablamos de una cuestión religiosa sino de educación».
Por su parte, Eulalia Vaquero, presidenta de la Confederación Española de Asociaciones de Padres (Ceapa), hace hincapié «en las reticencias por parte de algunas familias para que la educación sexual se desarrolle en las aulas. Sin embargo, se trata de una educación a la que tienen derecho los alumnos en cada etapa, como parte de la educación integral, y porque además no estamos hablando de una cosa sin importancia, sino de prevenir sobre todo un problema de salud pública. Por esta razón, debería estructurarse en el proyecto educativo del centro para darle continuidad. Una charlita no vale para nada».
Según la presidenta de la Ceapa, «una cosa es la formación moral que den las familias y otra muy distinta la formación por la salud, porque con estas cuestiones no se juega. Los datos tan elevados de embarazos no deseados y contagio de enfermedades de transmisión sexual evidencia nuestro fracaso en prevención, y ante tan graves problemas hay que poner soluciones inmediatas. Y si sirve una máquina de preservativos para que pierdan los prejuicios o la dejadez a la hora de usarlos, pues está bien, siempre que vengan acompañadas de la información suficiente».
EUROPA NOS SACA LOS COLORES
Vaquero es tajante: «Tenemos déficits educativos muy serios y Europa nos saca los colores no por lo que arrastramos, sino por lo que no afrontamos. Y aún no nos hemos atrevido con la educación sexual».
Una de las primeras voces que se ha hecho escuchar en torno a este debate ha sido la de la Iglesia. Inocente García, secretario de la Comisión para la Defensa de la Vida y de la Familia de la Conferencia Episcopal, ha dicho a este suplemento que, «para empezar, los institutos son para educar y no para vender preservativos, y los padres tienen el derecho fundamental de la educación de sus hijos en la que deben colaborar los maestros. Educación sexual es algo más que información y hay que considerar la sexualidad como parte esencial de la persona. Educar en la castidad no es reprimir sino enseñar a ser dueños de sí mismos, con el fin de la expresión de amor al otro y una actitud abierta a la vida».
SEXO, AMOR Y VIDA
Porque «¿cómo entregarse si uno no es dueño de sí mismo? -inquiere el sacerdote-. Esto debe abordarse desde la verdadera educación, que no disocie, como ahora ocurre, sexo, amor y vida. Porque el sexo no construye sin amor; es una forma de expresión del sentimiento y no una necesidad fisiológica. Tampoco lo podemos disociar de la vida y de la fecundidad invitando a disfrutar de la sexualidad como de otro pasatiempo. Es una disociación grave que no ayuda al reconocimiento de la persona. Por ello, todas las campañas que se han hecho a favor del preservativo han resultado, además de engañosas, un fracaso. Engañosas porque no se puede vender el uso del preservativo como sexo seguro, cuando estudios científicos han demostrado todos sus fallos; y un fracaso, concretamente en el caso del sida, porque al promover la vivencia de la sexualidad como algo seguro, eso ha hecho que haya más casos de sida y más abortos».
«La educación sexual debe darse desde el nacimiento. Aunque muchos padres no sepan explicarlo con palabras, su propio ejemplo descubre al hijo esta realidad. Hay que hablar con la más absoluta sinceridad, que nadie como los padres pueden hacer desde el cariño. Es verdad que en este caso, como en muchos otros, de nuevo se les está pidiendo a los padres un esfuerzo, de ahí la necesidad de ayudarles».
Para Inocencio García el único plan de choque «sería iniciar una campaña de sexo responsable. Igual que ante los accidentes de tráfico o las drogas las autoridades apelan a la responsabilidad, también deberían hacerlo para evitar embarazos no deseados. No se trata de machacar con sexualidad y anticoncepción, porque no se trata de adoptar posturas anti nada sino a favor de la persona. Desde luego, el problema requiere hablar más claro y una reacción de la sociedad, igual que la que ha emprendido a favor de la familia, tanto tiempo olvidada».
Y es que, como apunta María Pérez Conchillo, doctora en Psicología y asesora de la Organización Mundial de la Salud (OMS), «sólo nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena y sólo buscamos paliativos ante la alarma de las cifras. Pensábamos que con el fin del franquismo había comenzado una nueva etapa para la educación sexual en España, pero desgraciadamente nos equivocamos. Al principio, hubo algunos movimientos pero luego, nada. Parece mentira que los que tenían en sus manos los planes educativos relegaran la educación afectiva sexual, cuya ausencia produce costes sociales, emocionales y económicos tan elevados».
LA DICTADURA DE LA HIPOCRESIA
«Seguimos -añade la doctora- en la dictadura de una hipócrita doble moral, en donde se sigue pensando que la sexualidad forma parte de lo estrictamente privado. Y nos encontramos con que, al final, esa educación tampoco se recibe en el seno familiar porque tampoco los padres la han tenido. Así, seguimos en la desconfianza que produce un tema al que se ha condenado a las alcantarillas y no quisiéramos verlo, cuando la sexualidad mueve el mundo».
«Por ello hay que enfrentar este asunto desde una perspectiva amplia y profunda, -añade la sexóloga- con un talante global y no con la receta para situaciones puntuales. Desde mi función como asesora de la OMS y participante en el Documento para la Salud Sexual, he comprobado la necesidad de formar no sólo a los niños y adolescentes, sino también a los profesionales. Tenemos que ser capaces de usar los escasos recursos de que disponemos, porque al final esto también se resume en un problema de falta de medios».
«Una solución sería por ejemplo -subraya la experta- la creación en los institutos de unidades de orientación psicosexual, con una tutoría en la que los chavales pudieran consultar sus temores y se atendieran sus consultas y problemas. Eso sería mucho más eficaz que la propuesta de instalación de máquinas de preservativos en los centros escolares, aunque más vale eso que nada, pese a que después haya una falta de motivación para usarlos».
«Y es que -dice la doctora- antes hay que hablar de responsabilidad, de derechos y deberes sexuales. Porque la educación sexual es algo que va mucho más allá de la instrucción en la reproducción: hablamos de la elección de tener hijos, de una sexualidad responsable por encima de todo que incluya el goce y disfrute, la prevención, habilidades para la convivencia y la equidad entre los géneros. Educar en la sexualidad no es fomentar la promiscuidad: se ha demostrado que en aquellos países en donde se forma, las relaciones sexuales son más tardías, porque no hay morbo».
PREVENCION CONTRA LOS ABUSOS
Desde 1997, la doctora Pérez Conchillo dirige en Valencia un programa para menores víctimas de abusos sexuales. «No cabe duda de que una educación sexual global tendría como resultado un número menor de abusados sexualmente, ya que la prevención está enmarcada en ella. Respeto a los demás y a nosotros mismos, conocedores del derecho a no ser agredidos y del derecho de los demás a que no les agredamos, prevención de malos tratos... Sexualidad es mucho más que reproducción y sida. Y los niños necesitan conocer todo esto, no se les puede privar de una formación científica y académica aduciendo que es una cosa de la familia que debe producirse sólo en el seno del hogar».
En nuestro recorrido por las aristas de la discusión, y habida cuenta del creciente protagonismo de la Bioética, no podía faltar la consulta a Marcelo Palacios, presidente del Comité Científico de la Sociedad Internacional de esta materia (SIBI): «Me parece muy positivo que se haya abierto este debate sobre la educación sexual. También me parece positivo que se abra un referéndum para la colocación de máquinas de preservativos, que a mí me parece una medida razonable. La sexualidad debe formar parte de la educación de las personas y debemos apoyar todas las iniciativas encaminadas a evitar esos 20.000 embarazos no deseados en adolescentes y esas cifras de abortos, que sólo podríamos reducir con la información. Otra cosa sería cerrar los ojos a algo que para muchas personas tiene hoy día gravísimas consecuencias. Por tanto, la respuesta de la sociedad no se debe demorar más».
LA CLAVE DE «ESO»
Cuando Juan José Borrás, doctor en Medicina y vicepresidente de la Federación Española de Sociedades de Sexología, se planta ante un auditorio de chicos entre 13 y 14 años, en la clase cedida por el profesor de Ciencias Naturales de un colegio concertado, en este caso religioso, y pregunta a los escuchantes de qué creen que va a hablarles, la respuesta es como la de un solo hombre: «de ''eso''». Entonces Borrás escribe en la pizarra «eso» y únicamente con esos trazos pone la reflexión en bandeja. «Les devuelvo la situación y les creo expectativas. Hablamos de lo que los motiva y les interesa. Conecto con el grupo. Y ese es el motor para mover actitudes»
Hoy desde su despacho del Instituto Espill, en Valencia, Borrás asegura a Los Domingos de ABC que «no podemos hablar de educación sexual en España porque no existe. Para empezar, habría que formar a los educadores, tal y como se ha reclamado en el reciente Foro de la Salud del Hombre, e instruirles sobre estrategias para provocar un cambio en el modo de actuar de los adolescentes».
«Se ha demostrado -añade el doctor Borrás- que la mera instrucción no vale gran cosa ya que muchos de los que conocían el preservativo han sido protagonistas de embarazos no deseados. Lo que hay que hacer es generar actitudes responsables y positivas hacia la salud, porque la mera información no cambia la manera de actuar. Años de trabajo conducen a cambios de conducta. Campañas como ''póntelo, pónselo'' no son suficientes, aunque es cierto que se trata de la única manera de llegar a una gran parte de la población».
¿O EN LA CALLE O EN EL COLE?
«Tenemos que ser conscientes de que no tenemos un discurso normalizado sobre la sexualidad y es frecuente encontrarte con que aquellas risas de la calle sobre ella y chistes de barra de bar son tragedias en la consulta de una clínica. Tenemos que comprender que si nosotros no educamos otros lo harán, y ¿acaso queremos que algo tan importante para el desarrollo de la persona se aprenda en la calle, en las revistillas pornográficas? No hay nada más atractivo que lo prohibido. Y si eludimos el tema, como hacemos, luego no nos podemos quejar. Por eso es tan importante suscitar el debate social, que nos movilicemos, pero si todo va a quedar en el sí o no a unas máquinas, que al final sólo serán un elemento más del mobiliario escolar, se habrá perdido una oportunidad de oro». Como la máquina inutilizada del Liceo o la expendedora del Rey Fernando reconvertida al euro, y que, como un misterio, se vacía sola.