Hay foristas que siguen repitiendo lo mismo, lo respondido anteriormente, atribuyendo, hipòcritamente, a los demàs malos motivos.
En cuanto al mandato bìblico de abstenerse de sangre, como dije, es un mandato que se diò primero a Noè y su familia (Gènesis 9:3,4), y màs tarde a los israelitas,, como se menciona en:
Levìtico 17:11: "Porque la vida (el alma) de la carne està en la sangre, y os la doy para hacer expiaciòn en el altar por vuestras vidas, pues la expiaciòn por la vida, con la sangre se hace".
Levìtico 17:14: "Porque la vida de toda carne es su sangre; por èso mando a los israelitas: "No comerèis la sangre de ninguna carne, pues la vida de toda carne es su sangre. Quien la coma, serà eliminado".
Asì, tanto en Levìtico 17:13,14 como en Deuteronomio 12:16, dice que la sangre del animal debìa derramarse en el suelo y NO debia comerse, es decir, el ùnico uso que tenìa la sangre, de animal en ese caso, era derramarla sobre el altar para expiaciòn por los pecados de los israelitas, algo que quedò abolido al venir Jesucristo y derramar su sangre por nosotros (1ªJuan 1:7); por esa razòn principal Dios considera la sangre tan valiosa, pues tuvo que enviar a su propio Hijo y derramar su sangre por la humanidad (Mateo 20:28; Hebreos 9:11-14,28; 1ªPedro 1:18,19).
Por tanto, no se debe menospreciar el mandato de abstenerse de sangre, pues, si Dios considera la sangre de los animales sagrada, ¡cuanto màs la sangre de seres humanos!, especialmente la de su Hijo quien derramò su sangre por toda la humanidad; teniendo presente, ademàs, las palabras de Dios en Levìtico 17:10-14, que tuvieron tambièn en mente los apòstoles al pronunciar las palabras registradas en Hechos 15:28,29, donde la palabra griega que aparece se traduce 'abstenerse', con un significado màs amplio que la prohibiciòn de 'comer'; siendo pues el ùnico uso de la sangre, el de ser derramada en el suelo (Deuteronomio 12:16,24).
Ademàs de la Biblia, hay cristianos del siglo II y III que confirman que entonces ningùn cristiano fiel ingerìa ningùn tipo de sangre, como menciona por ej. Tertuliano (siglo II) y Minucio Fèlix (siglo III), dirigièndose a los romanos:
'De las invenciones con que nos instigàis (a los cristianos), una es darnos una morcilla de sangre, porque creèis con certeza de que el cristiano que come sangre se desvìa de su ley. Quien èso sabe, ¿con què ilaciòn se puede inferir que apetece sangre humana el que aborrece sangre de reses?'.
'Tanto nos retraemos de sangre humana, que en nuestro alimento no usamos sangre ni de animales comestibles'.
Hoy dìa, aunque a nadie se le ocurrirìa beber sangre humana, como solian hacer los romanos hace 2000 años aprox., no obstante, existen transfusiones de sangre, transfundidas por las venas, mayormente para dar volumen cuando el plasma sanguìneo es escaso y llevar asì los nutrientes necesarios a cada cèlula, que tambièn puede hacer algo tan simple como es el suero fisiològico, asequible en muchos hospitales y con muchos menos riesgos para la salud.
Asì pues, teniendo en mente el punto de vista de Dios sobre el uso de la sangre (Hechos 15:28,29; 21:25), y considerando los muchos riesgos que hay hoy dìa en las transfusiones de sangre, como reconoce tambièn Wikipedia, serìa mucho màs sensato abstenerse de transfundir sangre.
Entonces, ¿por què algunos insisten tanto con las transfusiones sanguìneas?. La razòn es principalmente material, es decir, prefieren poner primero los intereses monetarios antes que adherirse a la Palabra de Dios y poder evitar alguna infecciòn mortal, como corrobora tambièn Wikipedia:
"Según informe del sitio oficial de Cruz Roja/Media Luna Roja, del año 2007, las transfusiones de sangre contaminada ponen vidas en peligro, porque pueden contagiar al receptor el VIH o los microorganismos responsables de la hepatitis B, la hepatitis C, la sífilis, la enfermedad de Chagas, la malaria y otras infecciones. La sangre contaminada por cualquiera de esos agentes patógenos no puede ser transfundida y debe desecharse, lo que supone unos costes económicos adicionales. Estas cuestiones son especialmente preocupantes en los países con escasez de sangre. En el mundo, hasta cuatro millones de personas se han infectado con el VIH/SIDA por la transfusión de sangre contaminada. La prevalencia de los agentes responsables de la hepatitis B, la hepatitis C y la sífilis en la sangre donada sigue siendo inaceptablemente alta en muchos países en desarrollo; la prevalencia de Trypanosoma cruzi (responsable de la enfermedad de Chagas) en la sangre donada es un problema importante en algunos países de América del Sur y América Central. Muchos países carecen de políticas, procedimientos o recursos para garantizar la seguridad de la sangre, sobre todo en zonas de África, Europa Oriental, Asia Central, Asia Meridional y Sur Oriental, que se enfrentan a la pandemia de VIH/SIDA".
Ademàs de los evidentes riesgos para la salud y vida de los seres humanos, y teniendo en mente que cuando alguien no puede ingerir alimentos de modo natural, por la boca, lo alimentan por las venas, por ej. mediante suero fisiològico, y en conformidad con los textos bìblicos mencionados, en Gènesis 9:3,4; Levìtico 17:10-14 y Hechos 15:28,29; 21:25,
¿podrìa alguien asegurar que las transfusiones de sangre no estàn realmente incluidas en esos mandatos bìblicos?,
¿podrìan estar haciendo lo mencionado por Jesucristo en Mateo 10:39 y Lucas 17:33, cuando dijo que el que quiera por todos los medios salvar su vida la perderà?.
Aunque, como dije, es muy difìcil que hoy dìa alguien muera por rechazar una transfusiòn sanguìnea, habiendo como hay, en muchos hospitales avanzados, otros medios terapèuticos para enfrentarse a algùn problema sanguìneo, sea de la ìndole que sea. No obstante, la decisiòn de usar fracciones de sangre, o en caso de vida o muerte (cuando no haya ninguna otra opciòn), transfudirse sangre, es una decisiòn personal que cada testigo cristiano de Jehovà debe hacer, segùn el caso y segùn su conciencia cristiana, tomando siempre como base lo mencionado por la Palabra de Dios respecto a ese asunto (Gènesis 9:3-6; Levìtico 17:14; Mateo 6:33; 22:37-40; Hechos 15:28,29; 21:25; 1ªCorintios 8:7-12; 10:27-31; 1ªJuan 5:3,4).