"ES MÁS"
Es más, como la misma Escritura enseña en el escenario del Èxodo, estando Israel ya a salvo, lejos de la cautividad del Faraón, el lenguaje usado por el Señor en el desierto de Sinaí, está rebosante de gracia, de amor, de ternura, aquí está el texto:
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Éxo 19:4 Vosotros visteis lo que hice a los egipcios, y cómo os tomé sobre alas de águilas, y os he traído a mí.
Éxo 19:5 Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra.
Éxo 19:6 Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel.
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Un pueblo agradecido, un pueblo responsable de su reconocimiento a Aquel que los sacó de la esclavitud del Faraón de Egipto por más de cuatro siglos, donde la vida de un judío no tenía ningún valor, sometidos a trabajos forzados, incluyendo la producción de ladrillos sin paja, lo que aumentaba la dificultad de su labor, para las construcciones egipcias, todo por un bocado para sobrevivir, y no era caviar, era comida para esclavos.
Pero se les olvidó de dónde los había sacado el Señor, y respondieron con la autosuficiencia propia del igualado que no respeta la altísima dignidad de su Libertador:
"Todo lo que Jehová ha dicho, haremos." (Éx.19:8).
¿HAREMOS?
Ni siquiera dijeron: "esperamos hacer" o "nos esforzaremos por hacer", o lo más adecuado en consecuencia a su condición de esclavos recién liberados del yugo del Faraón, -"Sí tú no nos ayudas, si no nos acompañas en este desierto, estamos perdidos, porque separados de ti nada podemos hacer".
Esto habría expresado una medida de desconfianza en sí mismo. Pero no; Tomaron el terreno más absoluto. "Lo haremos".
Entonces el escenario cambia porque no se trata de un grupito de personas engreídas, sino de todo el pueblo, como está escrito:
Éxo 19:8 Y todo el pueblo respondió a una, y dijeron:
En el momento en que Israel pronunció su "desafiante voto", su reto unánime, hubo una alteración total en el aspecto de las cosas.
"Y el Señor dijo a Moisés: He aquí que vengo a ti en una nube espesa. … Y pondrás límites al pueblo en derredor, diciendo: Mirad por vosotros mismos, que no subáis al monte, ni toquéis su término; cualquiera que toque el monte, ciertamente morirá."
Este fue un cambio muy marcado; Aquel que acababa de decir: "Te transporté como sobre alas de águila y te traje a mí", ahora se envuelve "en una espesa nube" y dice: "Poned límites a la gente de alrededor".
Los dulces acentos de la gracia y la misericordia se cambian por los "truenos y relámpagos" del monte ardiente Dios escribiendo con su dedo en las tablas de piedra, símbolo de la dureza del corazón de su pueblo, desagradecidos y altivos.
El hombre se había atrevido a hablar de sus miserables acciones en la presencia de la magnífica gracia de Dios. Israel había dicho: "Lo haremos", y hay que ponerlos a distancia para que se pueda ver plenamente lo que son capaces de hacer.
Israel tuvo que ocupar su lugar al igual que nosotros, impotentes y miserables insectos de una hora, que, si no fuese por el amor y la misericordia de su Gracia en Cristo Jesús, ya hubiésemos sido consumidos.
Y somos tan abusivos, que estando en este tiempo de gracia, donde Dios Padre no está tomando en cuenta nuestros pecados para Juicio, que nos negamos a abandonar la ley que nos condena, haciendo del Sacrificio de Cristo un tributo a nuestra autosuficiencia e insensatez, como si no estuviésemos completos en Cristo.
Verdaderamente, un defensor de la vigencia de la ley no es salvo, pues no está completo en Cristo (Col.2:8-10).