Excelente pregunta.
Ya en mensajes anteriores he sostenido que la implementación del régimen de la ley fue la manera como Dios los probó en el desierto por su falta de amor y gratitud hacia Aquel que los había librado de más de cuatro siglos del yugo del Faraón.
Oseas al respecto, registrando esta falta de amor y gratitud, escribe:
Ose 11:4 Con cuerdas humanas los atraje, con cuerdas de amor; y fui para ellos como los que alzan el yugo de sobre su cerviz, y puse delante de ellos la comida.
Y la expresión de esta libertad (porque allí en Egipto un esclavo no tiene derecho ni siquiera a respirar); esclavos por 430 años, todos los días pisando barro y sometidos al yugo del Faraón, una vez libres, y lejos de Egipto, estas palabras, en sí mismas, constituyen la más preciosa expresión de amor eterno que jamás pueblo alguno haya escuchado:
Éxo 19:5 Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra.
Éxo 19:6 Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel.
Pero se engordó Jesurún, tiró coces, y se olvidó de su Hacedor.
La ley, como bien entendemos, no es de fe, sino que está escrito "El que hiciere estas cosas, vivirá por ellas" y a este respecto, siendo confrontado por sus enemigos, el Señor respondió:
Jua_7:19 ¿No os dio Moisés la ley, y ninguno de vosotros cumple la ley? ¿Por qué procuráis matarme?
Y en el siguiente capítulo, a los mismos que lo confrontaban, los llamó "hijos del diablo" (Jn.8:44)
Y esta revelación es completamente vigente en el día de hoy, para todos aquellos, que, en lugar de guiarse por el régimen del Espíritu, es decir, una comunión diaria, una guía personal, íntima, entre Jesús y nosotros, se vuelven a los mandamientos y leyes del AT, como si Cristo hubiese muerto en vano, es decir, no hubiese resucitado y, por lo tanto, la ley que mata y condena, estaría gritando que Jesús fue pecador igual que nosotros, de ahí, sus palabras:
"Si no creéis que YO SOY, en vuestros pecados moriréis" (Jn.8:24).
Los seguidores de Cristo no tuvieron que esperar Pentecostés para recibir el Espíritu Santo:
Jua 20:22 Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo.
Los hacedores de la ley, aquellos judaizantes que entran a los foros, a sostener que hay que guardar el Kosher, el sábado, pagar diezmos, y todas aquellas arandelas propias del régimen de la letra, es obvio que no tienen el Espíritu, son hombres religiosos, pero irredentos.
Las enseñanzas del Señor Jesús, juntamente con su Sacrificio expiatorio, demuestra claramente que él fue la realidad de cada tipo, la sustancia de cada sombra, el cumplimiento de cada una de las promesas del viejo régimen de la letra.
Tanto si hablamos del altar como del sacrificio, del sacerdote como del templo en el que ministraba, Cristo fue el antitipo de todo ello.
Su propósito no fue desechar todas estas cosas para colocar otras en su lugar; vino, no a destruir la ley y los profetas, sino a cumplirlos
Los mismos detalles de aquel prolijo ritual, el mobiliario mismo de aquel espléndido santuario que era el marco y centro de la oración nacional, todo ello señalaba a Él.
El arca del pacto, el propiciatorio que la cubría, el Lugar Santísimo mismo, y el velo que cerraba la entrada al mismo —todas estas cosas eran sencillamente tipos de Él mismo.
Los diversos altares y los numerosos sacrificios eran testimonio de Sus infinitas perfecciones y de los diversos aspectos de Su muerte con la que trajo gloria a Dios y plena redención a la humanidad.
Sin embargo, su enseñanza y sacrificio marcaron el inicio del régimen del Espíritu, introduciendo una nueva forma de relacionarse con Dios basada en la gracia y no solo en la ley.
Su vida y obra se consideran una transición de la ley a la gracia, mostrando cómo la obediencia a la ley se complementa con la vida guiada por el Espíritu, en su época.
AHORA, LA GRACIA REINA SUPREMA.
Los judaizantes apostatan de Cristo, de su Gracia, de su Amor y por lo tanto, no son cristianos.