En esta última frase te equivocas. La ley fue dada para hacer lo bueno, no para ser condenado. Si haces el bien no eres condenado; por eso Cristo murió, pero no fue condenado.
Si no crees que Dios perdona pecados para que ya no seamos hijos de ira buscando lo malo, sino obedecer a Dios buscando agradarle haciendo buenas obras; entonces vives como el viejo hombre amañado y no eres nueva criatura, la cual es restaurada con la oportunidad de no ser hijo de ira, sino obediente a Dios.
El que está en Cristo nueva criatura es, las malas obras eran del viejo hombre. El que está en Cristo no peca; mas busca agradar a Dios en todo.
La ley fue dada para separar lo bueno de lo malo y para publicar lo que es justo y lo que no lo es.
Para encerrar al pecado bajo pecado y que la injusticia no quedará impune.
Por que sin ley el pecado no puede ser imputado como tal.
La ley dada por Dios a Israel especificaba su voluntad para con su pueblo.
La ley no hace pecador el pecador sino que no lo deja impune sin condena.
Pero tampoco la misma ley hace justo al justo, sino que le otorga al justo el mérito que se merece.
Claro que creo que Dios perdona pecados pero no por medio de la obras sino por medio de la fe en la sangre de Cristo.
No mezclemos por favor las obras que son de la fe con las obras que son nuestras.
O vos tenés fe o tenés obras.
Vos nunca vas a tener obras de fe.
A lo sumo tendrás fe y la fe producirá sus obras pero esas obras jamás serán tuyas sino de tu fe.
O vos tenés fe o tenés obras.
Luego mas tarde tus obras validarán tu fe pero eso ya es otra cosa.
Es obvio también que vos podés decirle a una persona que su fe no es válida ni salvífica porque las obras de esa fe son malas y entonces está fe nunca puede ser una fe puesta en Dios.
Pero el punto es que nosotros somos salvos por fe y el justo por su fe vivirá.
No dice que se salvará por fe y vivirá después por obras sino que toda su vida deberá ser una vida de fe y no de obras.
Y en todo caso tus obras son las que hablan de tu fe.
Si vos guardás el Sábado no lo hacés por obra sino por fe.
Porque si no lo guardás por fe, entonces lo guardás carnalmente.
Y si lo guardás, ya no es por obras sino que lo guardas porque crees que es lo que Dios quiere de tí.