Usted, @Ricardo, diría que al arminismo es un evangelio anatema?
No se que te va a decir Ricardo pero si querés me adelanto yo.
Seguro que tambien es anatema.
Las implicaciones, @salmo51, de que ambos consideren la creencia del otro anatema son complejas.
Perdón pero yo no soy arminiano.
¿Sos tan simple que pensás que porque ataco al calvinismo debo ser arminiano?
Me extraña de vos
Porque finalmente, las doctrinas no existen en lo abstracto, como flotando en el aire.
Hablamos de personas que sostienen y divulgan tales creencias.
Falso.
Hay un Kerigma. Una proclama y si el mensaje es falso la fe que surge de escuchar una mentira también lo va a ser 0
Personas amadas de Dios, con responsabilidad ante Dios, con un destino en manos de Dios.
Dios ama a todos.
Si Ricardo es hereje, y muere hoy, según la Biblia estará fuera del reino de los cielos.
Flaco, nadie sabe como va a juzgar Jesucristo a nadie, porque el no está sujeto a ninguna ley y juzga como le venga en gana.
Es Señor de verdad.
Ricardo puede salvarse siendo calvinista y yo perderme.
Solo Jesús lo sabe.
Lo bueno para Ricardo es que el ya descuenta su salvación mientras que para mi es ESPERANZA. Yo espero ser salvo.
En cambio, si Burrito es hereje, y muere hoy, él será el que estará fuera del reino de los cielos.
No funciona así.
Lo que ambos merecemos es la muerte y NADA MAS.
El resto, el cielo o el infierno, es una decisión de Jesús que el solo se ganó.
Y aquí están ambos tan tranquilos, conversando el uno con el otro, sin la seguridad de que su querido interlocutor terminará aceptando la otra postura antes de morir.
Yo la hago mas fácil.
Si yo me salvo entonces de seguro Ricardo se salva también porque es mejor que yo.
Y si me pierdo no me gustaría verlo a Ricardo conmigo.
Pero te voy a aclarar algo...
Yo molesto con las formas porque soy legalista y principista pero se que ningún juicio de salvación tiene que ver con la ley y menos con una justicia humana que no existe.
Me gusta el nivel y la plomada en exceso y me pongo muy pesado y molesto, pero entiendo la posición de señorío que debió alcanzar Cristo para poder salvar a los pecadores quitando del medio a la ley.