Re: Los hermanos de Jesús en el AT.
Y amigo salero:
No vi ayer tu respuesta, por ello no había dicho nada.
Simplemente te digo.
Veo que no tenés nada que decir para defender tu argumento. entonces...
el que calla otorga...
Un saludo.
El que calla otorga!! Esto seguro esta en la larga lista de las falacias del catolicismo.
Ya se le respondio, pero el que pregunta mucho, (AD-NAUSEAUM) sin un verdadero interes en aprender, es porque nada sabe.
Los hermanos carnales del Señor, hijos de Maria y Jose no es un argumento.
Los Evangelios y el Libro de los Hechos, fueron escritos varios años despues de los eventos narrados. Pero evidentemente cuando aun vivian testigos presenciales de los hechos, de lo contario Lucas no hubiera dicho, Lucas 1:1-3.
1 Puesto que ya muchos han tratado de poner en orden
la historia de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas,
2 tal como nos lo enseñaron los que desde el principio
lo vieron con sus ojos, y fueron ministros de la palabra,
3 me ha parecido también a mí,
después de haber investigado con diligencia todas las cosas desde su origen, escribírtelas por orden, oh excelentísimo Teófilo,
De la misma manera el Apostol Juan, testigo presencial pudo decir: Juan 1:14 Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (
y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.
Pedro el que uds. se creen que fue el 1er. papa dijo tambien: Hec. 2:3 A este Jesús resucitó Dios, de lo cual
todos nosotros somos testigos.
Y otra vez: Hec. 3:15 ... a quien Dios ha resucitado de los muertos,
de lo cual nosotros somos testigos.
¿De quien puede Lucas, haber obtenido datos tan intimos, como la anunciacion del Angel, (que no menciona ninguno de los otros Evangelios)?
Para la epoca en que se comienza a poner por escrito el Testimonio Apostolico muchos de los Discipulos, Apostoles y Diaconos de la 1ra Iglesia de Jerusalen estaban vivos.
En el tono del mensaje, en el uso y conjugacion de los verbos conocer, y juntar, y en el uso de los tiempos de los verbos, no dejan lugar a duda excepto para el incredulo, el esceptico, y el necio.