DIOS Y ALMAS
"Nacido Jesús en Belén de Judea, en tiempo del rey herodes, unos magos que venían del Oriente se presentaron en Jerusalén, diciendo: '¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle." (Mt. 2, 1-2)
¡Gloria a Dios! ¡El Papa ha llegado a Colonia!
El mensaje que ha dado el Papa desde la barca como bienvenida a la Jornada Mundial de la Juventud 2005 ha sido un espléndido eco de la voz de los Santos Magos de Oriente -cuyas reliquias custodia la Ciudad- y de esa otra Santa que habitó en el Carmelo colonial: Edith Stein, Santa Benedicta de la Cruz.
Al mismo tiempo, también ha sido la perfecta continuación del mensaje de inicio de su Pontificado.
JESUCRISTO no quita nada sino que lo dá todo, dijo en aquel entonces.
Hoy dice: JESUCRISTO es Quien todo lo perfecciona. Vale la pena seguirle cueste lo que cueste.
¡Cuánto necesitamos los jóvenes de ésta verdad!
Estando asfixiados en medio de un mundo que sólo se rige por el "placer instantáneo" al "mínimo costo" posible; estando en medio del mundo de los reality shows que producen estrellas basura que duran 15 minutos o menos, y que recuerdan el viejo lema: fácil viene, fácil se vá.
¡Cuánto es necesario recordar que por la invaluable Verdad eterna, vale la pena dejarlo todo!
¡Cuánto se necesita perderle el miedo a la eternidad!
¿Qué se necesita dejar hoy por seguir a Jesucristo?
Se necesita dejar para siempre toda esa cultura mediática que nos impone la banalización de alma y cuerpo causada por una serie de absurdos actos inconsecuentes, los cuales se prolongan en el tiempo -contrariando su propia apariencia- hasta convertirse en verdadera vida de absurdo y caos. En suma: un instante de absurdo, tras otro, tras otro, se convierte en una vida absurda (ver como ejemplo cualquier "estrella" del mundo).
El "ideal de espontaneidad" del mundo materialista es la mayor mentira que se nos ha vendido en la historia: si observamos con cuidado veremos que esa "libertad" no es tal sino un verdadero yugo como todos los yugos que duran de por vida.
Y es cierto, la vida de discipulado de Jesucristo también es un yugo, pero ligero. (Mt. 11, 29-30)
Y además, es un yugo que conforme lo cargamos no nos debilitamos -como con el yugo del mundo- sino que nos hacemos mas fuertes: nos estamos preparando para amar, y amando a conseguir la vida eterna.
Así que les invito a todos -especialmente a los jóvenes- a que nos sacudamos ese terror que siembra en nosotros el mundo a la definitividad de los valores de Dios, puesto que la verdad es que ambos valores, los de Dios y los del mundo, se prolongan hasta la eternidad:
"Unos resucitarán para la vida eterna, otros para la eterna condenación"
El mundo, presentándonos su ilusión de temporalidad que oculta su fastidio, quiere mantenernos lejos de las renuncias definitivas que hacen los verdaderos discípulos por Cristo (como Santa Benedicta, por ejemplo).
Yo te invito, te exhorto el día de hoy a abandonar, a renunciar para siempre a todas las ataduras del mundo que te apartan de nuestro Señor. No tengas miedo de sostener un camino que desemboca en la eternidad, que de todas formas terminarás en ella quieras o no quieras.
No te dejes engañar por ese mundo que te presenta caminos de pecado "sin consecuencias": no existe tal cosa. La perdición temporal avanza hasta convertirse en eterna.
Lo que hoy sembremos, mañana lo cosecharemos: nadie ha cambiado esa verdad.
Los Magos de Oriente al observar la Estrella en el firmamento supieron que estaban ante la presencia del Valor eterno, y no dudaron dos veces en abandonar sus comodidades y cortejos persas para perseguir austeramente ese sidéreo ideal.
No dudaron en despreciar la autoridad del mundo antes que la de Dios, pues ellos habían encontrado "El Tesoro" Quien es el Mesías, la vida eterna.
Desprecia las ataduras del mundo y serás libre como los Magos. Tira por tierra la sabiduría del mundo como lo hizo Edith Stein en Colonia, y obtendrás a la Sabiduría misma.
Que Dios te bendiga y te dé fuerzas para emprender el peregrinaje con rumbo a la plenitud humana.
ALABADO SEA JESUCRISTO
"Nacido Jesús en Belén de Judea, en tiempo del rey herodes, unos magos que venían del Oriente se presentaron en Jerusalén, diciendo: '¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle." (Mt. 2, 1-2)
¡Gloria a Dios! ¡El Papa ha llegado a Colonia!
El mensaje que ha dado el Papa desde la barca como bienvenida a la Jornada Mundial de la Juventud 2005 ha sido un espléndido eco de la voz de los Santos Magos de Oriente -cuyas reliquias custodia la Ciudad- y de esa otra Santa que habitó en el Carmelo colonial: Edith Stein, Santa Benedicta de la Cruz.
Al mismo tiempo, también ha sido la perfecta continuación del mensaje de inicio de su Pontificado.
JESUCRISTO no quita nada sino que lo dá todo, dijo en aquel entonces.
Hoy dice: JESUCRISTO es Quien todo lo perfecciona. Vale la pena seguirle cueste lo que cueste.
¡Cuánto necesitamos los jóvenes de ésta verdad!
Estando asfixiados en medio de un mundo que sólo se rige por el "placer instantáneo" al "mínimo costo" posible; estando en medio del mundo de los reality shows que producen estrellas basura que duran 15 minutos o menos, y que recuerdan el viejo lema: fácil viene, fácil se vá.
¡Cuánto es necesario recordar que por la invaluable Verdad eterna, vale la pena dejarlo todo!
¡Cuánto se necesita perderle el miedo a la eternidad!
¿Qué se necesita dejar hoy por seguir a Jesucristo?
Se necesita dejar para siempre toda esa cultura mediática que nos impone la banalización de alma y cuerpo causada por una serie de absurdos actos inconsecuentes, los cuales se prolongan en el tiempo -contrariando su propia apariencia- hasta convertirse en verdadera vida de absurdo y caos. En suma: un instante de absurdo, tras otro, tras otro, se convierte en una vida absurda (ver como ejemplo cualquier "estrella" del mundo).
El "ideal de espontaneidad" del mundo materialista es la mayor mentira que se nos ha vendido en la historia: si observamos con cuidado veremos que esa "libertad" no es tal sino un verdadero yugo como todos los yugos que duran de por vida.
Y es cierto, la vida de discipulado de Jesucristo también es un yugo, pero ligero. (Mt. 11, 29-30)
Y además, es un yugo que conforme lo cargamos no nos debilitamos -como con el yugo del mundo- sino que nos hacemos mas fuertes: nos estamos preparando para amar, y amando a conseguir la vida eterna.
Así que les invito a todos -especialmente a los jóvenes- a que nos sacudamos ese terror que siembra en nosotros el mundo a la definitividad de los valores de Dios, puesto que la verdad es que ambos valores, los de Dios y los del mundo, se prolongan hasta la eternidad:
"Unos resucitarán para la vida eterna, otros para la eterna condenación"
El mundo, presentándonos su ilusión de temporalidad que oculta su fastidio, quiere mantenernos lejos de las renuncias definitivas que hacen los verdaderos discípulos por Cristo (como Santa Benedicta, por ejemplo).
Yo te invito, te exhorto el día de hoy a abandonar, a renunciar para siempre a todas las ataduras del mundo que te apartan de nuestro Señor. No tengas miedo de sostener un camino que desemboca en la eternidad, que de todas formas terminarás en ella quieras o no quieras.
No te dejes engañar por ese mundo que te presenta caminos de pecado "sin consecuencias": no existe tal cosa. La perdición temporal avanza hasta convertirse en eterna.
Lo que hoy sembremos, mañana lo cosecharemos: nadie ha cambiado esa verdad.
Los Magos de Oriente al observar la Estrella en el firmamento supieron que estaban ante la presencia del Valor eterno, y no dudaron dos veces en abandonar sus comodidades y cortejos persas para perseguir austeramente ese sidéreo ideal.
No dudaron en despreciar la autoridad del mundo antes que la de Dios, pues ellos habían encontrado "El Tesoro" Quien es el Mesías, la vida eterna.
Desprecia las ataduras del mundo y serás libre como los Magos. Tira por tierra la sabiduría del mundo como lo hizo Edith Stein en Colonia, y obtendrás a la Sabiduría misma.
Que Dios te bendiga y te dé fuerzas para emprender el peregrinaje con rumbo a la plenitud humana.
ALABADO SEA JESUCRISTO