Re: las ordenes de artajerjes para pisotear el templo del cielo
Estimado ernestín. Saludos cordiales.
Tú dices:
gabrielín,
1. ¿Cuándo comenzó el pisoteo del templo en el cielo?
2. ¿Por cuánto tiempo se pisoteó el templo del cielo?
3. ¿Sigue ese pisoteo al día de hoy?
4. Si ya no hay pisoteo, ¿qué ocurrió el 22 de Octubre 1844 que hizo que ya no se pisoteara más el templo del cielo?
Respondo:
Todavía el papado con su arrogancia y blasfemias; el cura. Sus ritos, ceremonias liturgicas, su misa, que no tiene nada de santa, su hostia, su monstrance, su catecismo, y dotrinas; su implantación del falso día de reposo pisotean el santuario celestial.
Veamos ahora el punto que nos atañe: “Desde el tiempo que sea quitado el continuo y puesta la abominación asoladora habrá 1290 días” Encontramos en los días de Pablo el origen pequeño de ese poder apóstata que, al comenzar el S. VI, iba a obtener un reconocimiento oficial por un gobierno terrenal que se haría universal. Ese reconocimiento implicaba una negación del ministerio sacerdotal de Cristo en el templo celestial.
Con la conversión de Clodoveo al catolicismo romano, haciendo a la Francia el brazo derecho del catolicismo y su hija benefactora. Se le dio al papado un poder que iba a crecer más y más a lo largo del tiempo, hasta hacer de él lo que la profecía indicaba.
(Esta misma Francia le iba a dar vuelta la espalda mas tarde, durante la Revolución francesa.)
La profecía de los 1335 años complementa también lo que predijo Daniel en el Cap. 8 verso 14. Y desembocan en el tiempo del fin.
En Dan 8 tampoco se habla de la fecha en que es pisoteado [o perseguido] el pueblo de Dios. Eso se indica en Dan 7:25, por “un tiempo, dos tiempos y medio tiempo”, es decir, por 1260 días que concluyen igualmente en el “tiempo del fin” (Dan 12:7-9).
Su cumplimiento se efectuó con el decreto del emperador Romano Justiniano que dio autoridad al papado romano sobre todas las iglesias (contexto universal indiscutible), en el año 538. Su culminación se dio también en 1798, cuando se le quitó la “autoridad” política y universal que se le había dado al papado romano 42 meses antes.
Su cumplimiento se efectuó con el decreto del emperador Romano Justiniano que dio autoridad al papado romano sobre todas las iglesias (contexto universal indiscutible), en el año 538. Su culminación se dio también en 1798, cuando se le quitó la “autoridad” política y universal que se le había dado al papado romano 42 meses antes.
Es el período de opresión papal que el Apocalipsis de Juan corrobora con los mismos términos que Daniel (Dan 7:25; Apoc 12:14; 13:5,7).
La purificación misma del santuario celestial (Dan 8:14)
Todas las fechas concluyen con “el tiempo del fin” que sería marcado por el golpe de muerte al poder político del papado romano, y por el inicio de la vindicación del trono de Dios en el templo celestial. Dentro de ese “tiempo del fin”, como última fecha profética que Dios da antes de la venida del Hijo del Hombre a la tierra y la consiguiente posesión del reino de lo redimidos, está la de 1844 que culmina los 2300 días de la visión de Daniel.
Dos ángeles dialogan en la visión de Daniel, y se preguntan sobre el momento en que culminaría la visión que Daniel estaba recibiendo. La respuesta la dan en el v. 14: “Hasta 2300” años, luego de lo cual “el santuario será purificado (o vindicado)”. Siendo que este diálogo de los dos ángeles se da en relación con esa culminación de la visión, se ha sugerido últimamente que son los dos ángeles que están sobre el arca del pacto en el santuario celestial (Ex 37:6-9; Sal 99:1; 1 Sam 4:4; 2 Sam 6:2; Isa 6:11-7; 1 Rey 22:19, etc).
En otras palabras, se está en un contexto final como lo era el Día de la Expiación al concluir el año litúrgico, cuando por única vez el sumo sacerdote comparecía frente al arca, sin velo alguno, para una obra de juicio. Se trata de la misma visión de Dan 7:9-10,12-13,22,26, expresada ahora en el lenguaje del santuario que los israelitas podían entender, para relacionar el plan de salvación con el evangelio que Dios había revelado en el ritual antiguo (Heb 4:2). El “fundamento del santuario” (v. 12) o del trono de Dios, tan pisoteado por el papado romano a lo largo de los siglos, va a ser reestablecido en “justicia y juicio”, en un contexto de juicio final (véase 1 Crón 28:2; Sal 132:7-8).
Un diálogo equivalente se da en Dan 12 en relación con el “tiempo del fin” y la culminación del libro profético de Daniel. Allí aparece un personaje vestido de “lino” simple, lo que era típico del sumo sacerdote en el Día de la Expiación (Lev 16:4). Mientras que durante el año, el sumo sacerdote oficiaba al igual que los demás sacerdotes, con ropas de “lino fino” (ses), en el Día de la Expiación oficiaba con ropas de “lino simple” (bad: Lev 16:4,23,32). En otras palabras, Daniel es llevado a ver al Príncipe Celestial vestido con las ropas de purificación del templo, en este caso, el celestial, lo que refuerza la relación de la purificación del Santuario con lo que hacía el sumo sacerdote en el Día de la Expiación. Algo equivalente vemos en Ez 9, donde “el varón vestido de lino” simple (bad) tiene la tarea de sellar en la frente a los que serán librados de la plaga final (Ez 9:1-4).
La relación del juicio celestial con la purificación del santuario en el lugar santísimo del templo celestial que debía darse al final, resalta mejor que en cualquier otro pasaje de la Biblia en la séptima trompeta. El juicio de los muertos y los vivos (v. 18), se da en el contexto de la puerta abierta al lugar santísimo del templo celestial (v. 19). “Feliz el que espere, y llegue hasta 1335 días”, es decir, hasta esa fecha que debía dar inicio a la vindicación del pueblo de Dios, tan pisoteado durante los siglos por el poder arrogante, blasfemo y opresor (Dan 12:12). Como resultado de esa vindicación, el mismo Daniel se levantaría para recibir su herencia junto con todos los redimidos (v. 13).