Re: las ordenes de artajerjes para pisotear el templo del cielo
El poner el papado romano con su sacerdocio terrenal en lugar del sacerdocio de Cristo en el templo del cielo, es una idolatría por demás abominable, que causa horror y consternación a todo el cielo. Se dice de él en Apoc 13:6: “Y abrió su boca en blasfemias contra Dios, para blasfemar su Nombre y su Santuario, a saber, los que viven en el cielo”.
Leemos en Hebreos 9:24 que Cristo es sacerdote en el santuario en el cielo, no en un santuario hecho de mano. Hebreos 9:13-14 dice que Cristo ofrece para nuestros pecados no la sangre de animales sino su propia sangre, la sangre de Cristo. Hebreos 8:1-2 dice que Cristo es sumo sacerdote del santuario y tabernáculo verdadero, levantado por el Señor, no por hombre, el santuario en el cielo. Cualquier templo o santuario en la tierra, levantado por hombre, hecho de mano, no puede ser el santuario verdadero de Cristo.
En Daniel 8:11 leemos que hay un poder, llamado el cuerno pequeño, que «desafió al príncipe de los ejércitos» y logró quitar «el sacrificio continuo» y derribar «el lugar de su [del Príncipe] Santuario» (versículo 11).
¿De qué manera quitó el cuerno pequeño «el sacrificio continuo»? Aclaremos que el texto hebreo solo utiliza el vocablo tamid, que es «continuo», la palabra «sacrificio» no forma parte del texto original. tamid era una expresión que designaba las actividades que se celebraban durante el servicio diario en el Lugar Santo del santuario (ver Éxodo 27:20, 21; 30:8; Levítico 6:13). En el contexto profético, quitar el tamid supone eliminar el ministerio de Cristo en el santuario celestial. Al arrogarse a sí mismo la obra del Príncipe, el cuerno pequeño pretende anular la eficacia del ministerio intercesor de Cristo en el santuario mediante el establecimiento de un sistema espurio de mediación, que incluye sacerdotes humanos, santos, ángeles o a María, como enseña el catolicismo romano.
Después, el cuerno pequeño echó por tierra «el lugar de su santuario» (Daniel 8:11). Cuando un enemigo o un ejército es derribado ello implica que ha sido derrotado.
Pero en Daniel 8:11 no se derriba a un individuo, sino el «lugar de su santuario». Evidentemente el cuerno pequeño no pudo llegar hasta el cielo y destruir físicamente el santuario celestial. Por tanto, el cuerno pequeño «derribaría», en el sentido de rechazar, abandonar o dejar «el lugar de su santuario». La palabra hebrea makon, traducida como «lugar», se usa en el Antiguo Testamento para designar la morada de Dios, tanto el santuario celestial (Salmo 33:14), como el terrenal (Esdras 2:68). En Daniel 8:11 «lugar» puede significar «fundamento» en un sentido metafórico; es decir, podría referirse a la misma esencia y al propósito del santuario. Esta aplicación sería similar a la que encontramos en el Salmo 89:14, donde el «cimiento [makon] de tu trono» no es literal sino figurado. De esta manera, cuando el cuerno pequeño se adueña del ministerio continuo del Príncipe, de hecho, rechaza el fundamento mismo del santuario celestial como centro de mediación y perdón para los seres humanos.
El poner el papado romano con su sacerdocio terrenal en lugar del sacerdocio de Cristo en el templo del cielo, es una idolatría por demás abominable, que causa horror y consternación a todo el cielo. Se dice de él en Apoc 13:6: “Y abrió su boca en blasfemias contra Dios, para blasfemar su Nombre y su Santuario, a saber, los que viven en el cielo”.
Leemos en Hebreos 9:24 que Cristo es sacerdote en el santuario en el cielo, no en un santuario hecho de mano. Hebreos 9:13-14 dice que Cristo ofrece para nuestros pecados no la sangre de animales sino su propia sangre, la sangre de Cristo. Hebreos 8:1-2 dice que Cristo es sumo sacerdote del santuario y tabernáculo verdadero, levantado por el Señor, no por hombre, el santuario en el cielo. Cualquier templo o santuario en la tierra, levantado por hombre, hecho de mano, no puede ser el santuario verdadero de Cristo.
En Daniel 8:11 leemos que hay un poder, llamado el cuerno pequeño, que «desafió al príncipe de los ejércitos» y logró quitar «el sacrificio continuo» y derribar «el lugar de su [del Príncipe] Santuario» (versículo 11).
¿De qué manera quitó el cuerno pequeño «el sacrificio continuo»? Aclaremos que el texto hebreo solo utiliza el vocablo tamid, que es «continuo», la palabra «sacrificio» no forma parte del texto original. tamid era una expresión que designaba las actividades que se celebraban durante el servicio diario en el Lugar Santo del santuario (ver Éxodo 27:20, 21; 30:8; Levítico 6:13). En el contexto profético, quitar el tamid supone eliminar el ministerio de Cristo en el santuario celestial. Al arrogarse a sí mismo la obra del Príncipe, el cuerno pequeño pretende anular la eficacia del ministerio intercesor de Cristo en el santuario mediante el establecimiento de un sistema espurio de mediación, que incluye sacerdotes humanos, santos, ángeles o a María, como enseña el catolicismo romano.
Después, el cuerno pequeño echó por tierra «el lugar de su santuario» (Daniel 8:11). Cuando un enemigo o un ejército es derribado ello implica que ha sido derrotado.
Pero en Daniel 8:11 no se derriba a un individuo, sino el «lugar de su santuario». Evidentemente el cuerno pequeño no pudo llegar hasta el cielo y destruir físicamente el santuario celestial. Por tanto, el cuerno pequeño «derribaría», en el sentido de rechazar, abandonar o dejar «el lugar de su santuario». La palabra hebrea makon, traducida como «lugar», se usa en el Antiguo Testamento para designar la morada de Dios, tanto el santuario celestial (Salmo 33:14), como el terrenal (Esdras 2:68). En Daniel 8:11 «lugar» puede significar «fundamento» en un sentido metafórico; es decir, podría referirse a la misma esencia y al propósito del santuario. Esta aplicación sería similar a la que encontramos en el Salmo 89:14, donde el «cimiento [makon] de tu trono» no es literal sino figurado. De esta manera, cuando el cuerno pequeño se adueña del ministerio continuo del Príncipe, de hecho, rechaza el fundamento mismo del santuario celestial como centro de mediación y perdón para los seres humanos.