Jesucristo... el amado Hijo de Dios
“También hubo una voz desde los cielos que decía: ‘Este es mi Hijo, el amado, a quien he aprobado’.” (MATEO 3:17.)
JESUCRISTO fue bautizado a la edad de 30 años por inmersión en agua. Cuando subió del agua, una voz del cielo dijo: “Este es mi Hijo, el amado, a quien he aprobado”. (Mateo 3:17.) Aquella fue la voz de Dios. En otra ocasión, orando a Dios, Jesús dijo: “Padre, glorifica tu nombre”. Y después que Jesús hubo dicho aquello, “vino una voz [la voz de Dios] del cielo: ‘Lo glorifiqué, y también lo glorificaré de nuevo’”. (Juan 12:28.)
2 De estos relatos, hasta un niño puede entender que la relación entre el Dios Todopoderoso y Jesucristo era la que existe entre un padre y su hijo amado, dos seres diferentes. Sin embargo, las religiones de la cristiandad niegan esta sencilla verdad bíblica. Insisten en que Jesucristo es el Dios Todopoderoso mismo, la segunda persona de una Trinidad, de la cual el espíritu santo es la tercera persona.
3 Esa enseñanza ha causado gran confusión entre la gente de las religiones de la cristiandad, y es una de las razones por las cuales la New Catholic Encyclopedia llama a la Trinidad un “misterio”. Sí, causa confusión hasta entre los clérigos, pues esa enciclopedia también dice: “En los seminarios católicos romanos, pocos son los maestros de la teología trinitaria a quienes no se ha importunado alguna vez con la pregunta: ‘Pero ¿cómo enseña uno la Trinidad?’. Y si esa pregunta evidencia confusión entre los estudiantes, puede que no evidencie menos confusión entre sus profesores”.
4 Esa doctrina que confunde es la creencia central del catolicismo y el protestantismo. The Catholic Encyclopedia declara: “La Trinidad es el término con que se señala la doctrina central de la religión cristiana [...] Así, en las palabras del credo de Atanasio: ‘el Padre es Dios, el Hijo es Dios y el Espíritu Santo es Dios, y sin embargo no hay tres Dioses, sino un solo Dios’”. Algo similar se expresó en un caso judicial que implicó a los testigos de Jehová en Grecia; la Iglesia Ortodoxa Griega dijo: “La doctrina fundamental del cristianismo, en la cual todos los cristianos —prescindiendo de secta o dogma— dicen que creen, es [...] la Trinidad, que Dios es Uno solo en tres personas”. La Iglesia Ortodoxa Griega también afirmó: “Los cristianos son los que aceptan a Cristo como Dios”. Dijo que los que no aceptan la Trinidad no son cristianos, sino herejes.
5 Sin embargo, si esta enseñanza trinitaria “fundamental” de la cristiandad no es cierta, sino una mentira, entonces la situación sería al revés. Los cristianos verdaderos la rechazarían. Los que han apostatado del cristianismo se adherirían a ella. ¿Con qué consecuencias para este último grupo? En el último libro de la Biblia —“una revelación por Jesucristo, que Dios le dio”— leemos lo siguiente sobre los que quedan descalificados de alcanzar vida eterna en el Reino de Dios: “Afuera están los perros y los que practican espiritismo y los fornicadores y los asesinos y los idólatras y todo aquel a quien le gusta la mentira y se ocupa en ella”. (Revelación 1:1; 22:15.)
6 Por su importancia, debemos informarnos sobre el origen y la razón de este concepto de una Trinidad. ¿Quién está tras él, realmente? ¿Qué dice de él la erudición bíblica moderna? Pero antes de considerar estos asuntos, sigamos examinando lo que dice la propia Palabra inspirada de Dios. (2 Timoteo 3:16, 17.)
No ‘Dios el Hijo’, sino el “Hijo de Dios”
7 Jesús nunca afirmó que era el Dios Todopoderoso mismo. Cualquier lectura imparcial de la Biblia sin ideas preconcebidas sobre la Trinidad confirmará eso. Por ejemplo, en Juan 3:16 Jesús dijo: “Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito”. Solo dos versículos después, de nuevo Jesús dijo que era el “Hijo unigénito de Dios”. (Juan 3:18.) Cuando los judíos acusaron a Jesús de blasfemar, él contestó: “¿Me dicen ustedes a mí, a quien el Padre santificó y despachó al mundo: ‘Blasfemas’, porque dije: Soy Hijo de Dios?”. (Juan 10:36.) Jesús no dijo que fuera ‘Dios el Hijo’, sino que era “Hijo de Dios”.
8 Cuando Jesús murió, hasta los soldados romanos que estaban cerca sabían que Jesús no era Dios: “El oficial del ejército y los que con él vigilaban a Jesús, al ver el terremoto y las cosas que sucedían, tuvieron muchísimo miedo, y dijeron: ‘Ciertamente este era Hijo de Dios’”. (Mateo 27:54.) No dijeron: ‘Este era Dios’, ni: ‘Este era Dios el Hijo’, porque Jesús y sus discípulos enseñaron que Jesús era el Hijo de Dios, no el Dios Todopoderoso en forma humana.
9 Dios mismo testificó que Jesús era su Hijo amado, como lo indicó el escritor bíblico Mateo en su descripción del bautismo de Jesús. (Mateo 3:17.) Otros escritores de la Biblia indicaron lo mismo. Marcos escribió: “De los cielos salió una voz: ‘Tú eres mi Hijo, el amado; yo te he aprobado’”. (Marcos 1:11.) Lucas dijo: “Salió una voz del cielo: ‘Tú eres mi Hijo, el amado; yo te he aprobado’”. (Lucas 3:22.) Y Juan el Bautizante, quien bautizó a Jesús, testificó: “He dado testimonio de que este [Jesús] es el Hijo de Dios”. (Juan 1:34.) Como vemos, Dios mismo, los cuatro evangelistas y Juan el Bautizante dicen claramente que Jesús era el Hijo de Dios. Y algún tiempo después, en la transfiguración de Jesús, sucedió algo similar: “De la nube salió una voz [la de Dios], y dijo: ‘Este es mi Hijo, el que ha sido escogido. Escúchenle’”. (Lucas 9:35.)
10 En estos relatos, ¿dijo Dios que él era su propio hijo, que se había enviado a sí mismo y que se aprobaba a sí mismo? No, Dios el Padre, el Creador, dijo que había enviado a su Hijo Jesús, un ser distinto, a efectuar la obra de Dios. Por eso, por todas las Escrituras Griegas la frase “Hijo de Dios” se usa para referirse a Jesús. Pero en ningún lugar vemos la frase ‘Dios el Hijo’, porque Jesús no era el Dios Todopoderoso. Era el Hijo de Dios. Ellos son dos seres diferentes, y ningún “misterio” teológico puede cambiar esa verdad.
El Padre es superior al Hijo
11 Jesús sabía que no era igual a su Padre, sino que en todo sentido estaba en posición subordinada. Sabía que era un Hijo amado que amaba profundamente a su Padre. Por eso, vez tras vez Jesús hizo declaraciones como las siguientes: “El Hijo no puede hacer ni una sola cosa por su propia iniciativa, sino únicamente lo que ve hacer al Padre”. (Juan 5:19.) “He bajado del cielo para hacer, no la voluntad mía, sino la voluntad del que me ha enviado.” (Juan 6:38.) “Lo que yo enseño no es mío, sino que pertenece al que me ha enviado.” (Juan 7:16.) “Yo lo conozco [a Dios], porque soy representante de parte de él, y Aquel me ha enviado.” (Juan 7:29.) El que envía es el superior. El enviado es el menor, el siervo. Dios es el que envía. Jesús es el enviado. No son iguales. Como lo expresó Jesús: “El esclavo no es mayor que su amo, ni es el enviado mayor que el que lo envió”. (Juan 13:16.)
12 Esto también se manifiesta en una ilustración que dio Jesús. Asemejó a su Padre, Jehová Dios, al dueño de una viña que viajó al extranjero y dejó la viña a cargo de cultivadores... que obviamente representan al clero judío. Con el tiempo, el dueño envió a un esclavo para conseguir parte de los frutos de la viña, pero los cultivadores golpearon al esclavo y lo despidieron sin nada. Entonces el dueño envió a un segundo esclavo, y sucedió lo mismo. Envió a un tercer esclavo, quien recibió el mismo trato. Entonces el dueño (Dios) dijo: “Enviaré a mi hijo [Jesús] el amado. Probablemente a este lo respeten”. Pero los cultivadores corruptos dijeron: “‘Este es el heredero; matémoslo, para que la herencia llegue a ser nuestra’. Con eso, lo echaron fuera de la viña y lo mataron”. (Lucas 20:9-16.) Esto también aclara que Jesús está sujeto al Padre; es el enviado del Padre para hacer la voluntad del Padre.
13 Jesús mismo dijo: “El Padre es mayor que yo”. (Juan 14:28.) Debemos creer lo que Jesús dice, porque él ciertamente sabía la verdad sobre su relación con su Padre. El apóstol Pablo también sabía que Dios era superior a Jesús, y dijo: “El Hijo [Jesús] mismo también se sujetará a [...] Dios”. (1 Corintios 15:28.) Esto se ve, además, por lo que Pablo declara en 1 Corintios 11:3: “La cabeza del Cristo es Dios”. Jesús reconoció que tenía un Dios superior cuando dijo a sus discípulos: “Asciendo a mi Padre y Padre de ustedes y a mi Dios y Dios de ustedes”. (Juan 20:17.)
14 Jesús mencionó la superioridad de Dios cuando la madre de dos de los discípulos pidió que sus hijos se sentaran uno a la derecha y el otro a la izquierda de él cuando Jesús viniera en su Reino. Él contestó: “Esto de sentarse a mi derecha y a mi izquierda no es cosa mía darlo”. (Mateo 20:23.) Si Jesús hubiera sido el Dios Todopoderoso, habría sido suyo conceder lo que le pedían. Pero no era así. Su Padre era quien podía concederlo. De manera similar, cuando dio su profecía acerca del fin de este sistema de cosas, Jesús dijo: “Respecto a aquel día o la hora, nadie sabe, ni los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre”. (Marcos 13:32.) Si Jesús hubiera sido el Dios Todopoderoso, habría sabido aquel día y la hora. Pero no sabía, porque no era el Dios Omnisapiente. Era el Hijo de Dios y no sabía todo lo que su Padre sabía.
15 Cuando se acercaba su muerte, Jesús mostró sujeción a su Padre al orar: “Padre, si deseas, remueve de mí esta copa. Sin embargo, que no se efectúe mi voluntad, sino la tuya”. (Lucas 22:42.) ¿A quién oraba Jesús? ¿A sí mismo? No, oraba a su Padre en el cielo. Esto se ve claramente por lo que dijo: “Que no se efectúe mi voluntad, sino la tuya”. Y luego, ya para morir, Jesús clamó: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”. (Marcos 15:34.) ¿A quién clamaba Jesús? ¿A sí mismo? No, clamaba a su Padre que estaba en el cielo.
16 Después de morir, Jesús estuvo en la tumba por alrededor de tres días. ¿Quién lo resucitó? Puesto que estaba muerto, no podía resucitarse a sí mismo. Y si en verdad no hubiera estado muerto, entonces no habría podido pagar el rescate por el pecado de Adán. Pero sí murió, y estuvo en condición inexistente por alrededor de tres días. El apóstol Pedro nos dice quién resucitó a Jesús: “Dios lo resucitó desatando los dolores de la muerte”. (Hechos 2:24.) El superior, el Dios Todopoderoso, levantó de la muerte al inferior, su amado Hijo, Jesús. Como ilustración, considere esto: cuando Jesús resucitó a Lázaro de entre los muertos, ¿quién era superior? Jesús era superior, puesto que pudo hacer que Lázaro volviera de entre los muertos. (Juan 11:41-44.) Lo mismo sucedió cuando Dios resucitó a Jesús. Dios era superior, puesto que pudo levantar a Jesús de entre los muertos.
17 Jesús no podría ser Dios mismo, porque Jesús fue creado por Dios. Note cómo el Emphatic Diaglott de Benjamin Wilson vierte Apocalipsis (Revelación), capítulo 3, versículo 14: “Estas cosas dice el Amén, el testigo fiel y verdadero [Jesús], el principio de la creación de Dios”. Similar es lo que comunica Colosenses 1:15, 16 acerca de Jesús: “Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda la creación; porque por medio de él todas las otras cosas fueron creadas en los cielos y sobre la tierra [...] Todas las otras cosas han sido creadas mediante él y para él”. De modo que en el cielo el Dios Todopoderoso creó directamente a su Hijo y entonces “por medio de él” o “mediante él” creó otras cosas, tal como un trabajador perito pudiera hacer que un empleado adiestrado hiciera trabajos para él. Las cosas creadas “por medio de él” no incluían a Jesús mismo, porque Dios ya lo había creado. Por eso se le llama el “primogénito”, el “unigénito”. Cuando un hijo es el primogénito, el unigénito, eso nunca significa que el hijo es igual al padre. Siempre significa que hay dos entidades diferentes implicadas, padre e hijo.
Espíritu santo... ¿persona, o fuerza activa?
18 ¿Qué hay de la supuesta tercera persona de la Trinidad, el espíritu santo, que, según se dice, es igual en poder, sustancia y eternidad al Padre y al Hijo? En ningún lugar en la Biblia se menciona al espíritu santo con Dios y Cristo como igual a ellos. Por ejemplo, en el bautismo de Jesús, Marcos 1:10 muestra que el espíritu santo bajó sobre Jesús “como paloma”, no en forma humana. El espíritu santo no fue ninguna persona que viniera sobre Jesús, sino que era la fuerza activa de Dios. Ese poder de Dios capacitó a Jesús para sanar a los enfermos y resucitar a los muertos. Como dice Lucas 5:17 en la Versión Bover-Cantera: “El poder del Señor [Dios] estaba en Él [Jesús] para sanar”. Después, en el Pentecostés, los apóstoles también recibieron el poder de Dios para sanar y levantar a los muertos. ¿Los hizo eso parte de alguna deidad múltiple? No; sencillamente se les dio poder de Dios, mediante Cristo, para hacer lo que normalmente los humanos no podían hacer.
19 Esa misma fuerza activa se menciona en Efesios 5:18, donde Pablo aconseja: “Sigan llenándose de espíritu”. Hay una expresión semejante en Hechos 7:55, donde dice que Esteban estaba “lleno de espíritu santo”. Y en el Pentecostés, “todos [los seguidores de Jesús] se llenaron de espíritu santo”. (Hechos 2:4.) ¿Puede un humano llenarse de otra persona? No; pero sí puede llenarse del poder que viene de Dios. Este espíritu santo es la misma fuerza que Dios usó para crear el universo. Como dice Génesis 1:2: “La fuerza activa de Dios se movía de un lado a otro sobre la superficie de las aguas”.
20 Después de la resurrección de Jesús, Esteban tuvo una visión del cielo y “alcanzó a ver la gloria de Dios y a Jesús de pie a la diestra de Dios”. (Hechos 7:55.) Así, se vio a dos seres separados en el cielo: 1) a Dios y 2) al resucitado Jesucristo. No se menciona al espíritu santo en esta visión, porque este no era ninguna tercera persona de una Trinidad. El espíritu santo, que es la fuerza activa de Dios, procedería de Dios, pero no como un ser separado. Por eso Esteban vio solamente a dos personas, no a tres.
21 Respecto al espíritu santo, la New Catholic Encyclopedia admite: “Está claro que el A[ntiguo] T[estamento] no ve al espíritu de Dios como persona, ni en el sentido estrictamente filosófico ni en el sentido semítico. El espíritu de Dios es sencillamente el poder de Dios. Si a veces se lo representa como distinto de Dios, es porque el aliento de Yahvé obra exteriormente”. También dice: “La mayoría de los textos del N[uevo] T[estamento] revelan que el espíritu de Dios es algo, no alguien; esto se ve especialmente en el paralelismo entre el espíritu y el poder de Dios”.
22 Visto todo lo anterior, no puede ser cierta esta doctrina trinitaria “fundamental” de la cristiandad. La propia Palabra de Dios refuta esa alegación. Muestra claramente que Jehová Dios es el Padre amoroso, y que Jesucristo es su Hijo amado, un Hijo que amó tanto a su Padre que estuvo dispuesto a ser obediente hasta la muerte. Sin embargo, algunos afirman que hay textos bíblicos que parecen apoyar la Trinidad; por eso, en el artículo siguiente examinaremos algunos de estos. También consideraremos por qué ha llegado a ser parte tan importante de la cristiandad esta doctrina, y qué origen tiene.