Re: La Sanidad
Greivin: En respuesta a su mensaje le comento que particularmente creo que en ninguno de los pasajes citados se dice que Satanás es utilizado para bien. Lo que ambos pasajes transmiten es que, debido a la dureza de corazón de estas personas, lo mejor es no seguir apañándolos y cuidándolos dentro de la congregación de creyentes, sino que debían ser dejados de lado, precisamente para que no se sigan aprovechando del amor de otros creyentes (que es lo que sucede con muchas personas hoy en día). Lo que queda claro es que, a pesar de que un cristiano puede alejarse de Dios al punto de hacer obras dignas de muerte (1 Juan 5:16, 17) nadie puede perder la salvación, o sea, la vida perpetua que Dios dará en la era venidera.
La Biblia claramente señala, en incontables pasajes, que Satanás es enemigo de Dios. De hecho la palabra “Satanás” significa “Adversario.” Si Satanás hiciera la voluntad de Dios sería un siervo de Dios y no un enemigo, y debería ser recompensado y no destruido. Creer que Dios debe dar permiso al Diablo para actuar es un error por una mala interpretación del libro de Job, pero no es correcto hacer una doctrina basados en un pasaje difícil, dejando de lado todos los pasajes claros que contradicen esa idea (Mt 12:26; Hch. 5:3; 26:18; Ro. 16:20; 2 Cor. 2:11; 2 Tes. 2:9, etc.). Este error tiene su origen unos siglos después de Cristo, Agustín de Hipona (San Agustín) fue uno de sus principales propagadores, y luego de él Calvino.
Para ejemplificar con claridad, yo comparo a la batalla entre Dios y el Diablo con un partido de ajedrez. En un partido de ajedrez yo no puedo mover las piezas del otro jugador, ni puedo hacer que mis piezas muevan en una forma diferente a las que dice el reglamento. Sin embargo, si soy muy hábil, puedo anticipar los movimientos que hará el adversario y tener una jugada preparada para cada posible acción suya, además, puedo astutamente hacer que el contrincante mueva ciertas piezas que yo quiero que mueva. No puedo mover sus piezas, pero a través de mis jugadas lo puedo obligar a cambiar sus movimientos. Del mismo modo, Dios siendo JUSTO nunca va en contra del reglamento. Él estableció las reglas y no las rompe, porque Él no miente. Entonces, en la guerra contra el Diablo Él no “moverá” las piezas del Diablo a voluntad, Dios sólo trabaja a través de los que tienen la voluntad de hacer Su voluntad. Pero Dios es tan sabio que puede anticipar cada movimiento del Adversario y tener una respuesta apropiada a cada uno de sus ataques, por eso podemos estar seguro de que sea cual sea la estrategia del Enemigo, Dios ganará la partida.
Así que Dios no “usa” al Diablo a Su favor, él “usa” Sus propias piezas para jugar, Él trabaja a través de los cristianos que lo aman y a través de los ángeles que le obedecen. El Diablo y toda la ola de maldad del mundo muestran al mundo lo terrible que es el mal, pero no es el deseo de Dios que las personas sufran, Su voluntad es sanar y bendecir. Pero si dentro de un grupo de cristianos uno de ellos se aprovecha de otros cristianos y se rehúsa a caminar en Cristo, y endurece su corazón, empeorando su andar pecaminoso luego de habérsele dado muchas oportunidades, lo mejor será excluirlo del grupo. Por un lado, la persona puede sentirse desprotegida y arrepentirse y volver a Dios, pero si no, al menos no seguirá dañando al resto del grupo.
Esta es mi opinión al respecto, agradezco su comentario y s interés por las verdades bíblicas. ¡Dios lo bendiga en Cristo Jesús!
Greivin: En respuesta a su mensaje le comento que particularmente creo que en ninguno de los pasajes citados se dice que Satanás es utilizado para bien. Lo que ambos pasajes transmiten es que, debido a la dureza de corazón de estas personas, lo mejor es no seguir apañándolos y cuidándolos dentro de la congregación de creyentes, sino que debían ser dejados de lado, precisamente para que no se sigan aprovechando del amor de otros creyentes (que es lo que sucede con muchas personas hoy en día). Lo que queda claro es que, a pesar de que un cristiano puede alejarse de Dios al punto de hacer obras dignas de muerte (1 Juan 5:16, 17) nadie puede perder la salvación, o sea, la vida perpetua que Dios dará en la era venidera.
La Biblia claramente señala, en incontables pasajes, que Satanás es enemigo de Dios. De hecho la palabra “Satanás” significa “Adversario.” Si Satanás hiciera la voluntad de Dios sería un siervo de Dios y no un enemigo, y debería ser recompensado y no destruido. Creer que Dios debe dar permiso al Diablo para actuar es un error por una mala interpretación del libro de Job, pero no es correcto hacer una doctrina basados en un pasaje difícil, dejando de lado todos los pasajes claros que contradicen esa idea (Mt 12:26; Hch. 5:3; 26:18; Ro. 16:20; 2 Cor. 2:11; 2 Tes. 2:9, etc.). Este error tiene su origen unos siglos después de Cristo, Agustín de Hipona (San Agustín) fue uno de sus principales propagadores, y luego de él Calvino.
Para ejemplificar con claridad, yo comparo a la batalla entre Dios y el Diablo con un partido de ajedrez. En un partido de ajedrez yo no puedo mover las piezas del otro jugador, ni puedo hacer que mis piezas muevan en una forma diferente a las que dice el reglamento. Sin embargo, si soy muy hábil, puedo anticipar los movimientos que hará el adversario y tener una jugada preparada para cada posible acción suya, además, puedo astutamente hacer que el contrincante mueva ciertas piezas que yo quiero que mueva. No puedo mover sus piezas, pero a través de mis jugadas lo puedo obligar a cambiar sus movimientos. Del mismo modo, Dios siendo JUSTO nunca va en contra del reglamento. Él estableció las reglas y no las rompe, porque Él no miente. Entonces, en la guerra contra el Diablo Él no “moverá” las piezas del Diablo a voluntad, Dios sólo trabaja a través de los que tienen la voluntad de hacer Su voluntad. Pero Dios es tan sabio que puede anticipar cada movimiento del Adversario y tener una respuesta apropiada a cada uno de sus ataques, por eso podemos estar seguro de que sea cual sea la estrategia del Enemigo, Dios ganará la partida.
Así que Dios no “usa” al Diablo a Su favor, él “usa” Sus propias piezas para jugar, Él trabaja a través de los cristianos que lo aman y a través de los ángeles que le obedecen. El Diablo y toda la ola de maldad del mundo muestran al mundo lo terrible que es el mal, pero no es el deseo de Dios que las personas sufran, Su voluntad es sanar y bendecir. Pero si dentro de un grupo de cristianos uno de ellos se aprovecha de otros cristianos y se rehúsa a caminar en Cristo, y endurece su corazón, empeorando su andar pecaminoso luego de habérsele dado muchas oportunidades, lo mejor será excluirlo del grupo. Por un lado, la persona puede sentirse desprotegida y arrepentirse y volver a Dios, pero si no, al menos no seguirá dañando al resto del grupo.
Esta es mi opinión al respecto, agradezco su comentario y s interés por las verdades bíblicas. ¡Dios lo bendiga en Cristo Jesús!