La salvación
La salvación
LA SALVACIÓN
Por Rocio Salazar
En este estudio vamos a mirar a la luz de las escrituras el tema de la salvación.
Salvación = Redención, recate, redimir, liberar, salvar.
Salvación = Rescate divino de la humanidad o de individuos, del mal o la culpa, para que puedan recibir felicidad, bendición o completa ausencia del pecado. De acuerdo al cristianismo, la expiación, sacrificio de Jesús ha salvado a la humanidad o le ha permitido obtener la salvación. Este último esfuerzo requiere en varias sectas, algunos o todos de los siguientes reconocimientos de pecado: penitencia, arrepentimiento, regeneración, nuevo nacimiento, bautismo, confirmación, unción, santificación, justificación, fe, buenas obras, gracia de Dios, intervención del Espíritu Santo, adoración, observancia de sacramentos, ordenanzas. (Tomado de: Abingdon Glossary of Religious terms por S. Warshaw. Página 79,80)
Creo que más interesante que sacar la definición de salvación de un diccionario bíblico, sería preguntarle al fundador de cada denominación o grupo religioso existente, sobre cuáles son los artículos de fe que con relación a la salvación, su grupo ha establecido. Te sorprenderías al ver cuánto se le ha añadido al sacrificio de Cristo.
Yéndonos siglos atrás en la historia de Israel, la Biblia nos muestra que la relación de Dios con su pueblo, estaba basada en una serie de leyes, sacrificios y ordenanzas todos tipificando de una forma u otra el sacrificio de Cristo en el calvario, el cual cumplió los requisitos de Dios que llevarán a cabo el pan de salvación para la humanidad.
“Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros, no la imagen misma de las cosas, nunca puede, por los mismos sacrificios que se ofrecen continuamente cada año, hacer perfectos a los que se acercan” (Hebreos 10:1)
Para el tiempo de Jesús ya el pueblo de Israel se había dividido y aparecen tres sectas o partidos principales que eran: los Fariseos, los Sadúceos y los Esenios. Cada uno con sus diferencias religiosas, siendo los Fariseos los más estrictos en la observancia de la ley, pero todos ya contaminados con la tradición, a la cual Jesús no le dio ningún valor.
“Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición” (Marcos 7:9)
Es importante notar que hasta aquí, no ha habido intervención alguna del pueblo gentil (no judío), excepto por unas pocas menciones durante el ministerio de Jesús, como: la mujer siro fenicia, el centurión y la mujer samaritana. Jesús fue muy específico con relación a quien estaba dirigido su ministerio. En Mateo 15:24 dice: “No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel”. Luego cuando envía a los doce discípulos las instrucciones son bien claras: “Por camino de gentiles no vayáis y en ciudad de samaritanos no entréis. Si no id antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel” (Matero 10:5b-6)
¿Estaba siendo Dios injusto al excluir al pueblo gentil? De ninguna manera, el tiempo de los gentiles ya estaba en el plan de Dios. Desde el llamamiento de Abraham “Padre de la Fe”, ya los gentiles estábamos incluidos. “Y serán benditas en ti todas las familias de la tierra” (Generis 12:3b) “¿Es Dios solamente Dios de los Judíos? ¿No es también Dios de los gentiles? Ciertamente, también de los gentiles” (Romanos 3:29)
Pero era necesario que las profecías acerca de Jesús se cumpliesen y hasta este momento en la historia, Dios había estado tratando con un pueblo en particular, el pueblo judío, a quien le fueron dadas las profecías, a través de quien Jesús vino y quien estaba supuesto a evangelizar al mundo. Pero el pueblo de Israel se rebeló contra Dios “Todo el día extendí mis manos a un pueblo rebelde y contradictor” (Romanos 10:21) Y nos dice Pablo en Romanos 11:25 que este endurecimiento de Israel era temporal hasta que llegara la plenitud de los gentiles.
Es el plan más perfecto jamás trazado, tomo siglos y finalmente se selló en el calvario. “Porque Él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades”. (Efesios 2:14-16)
¿Por qué entonces el pueblo de Dios está cada día más dividido, desmembrado, mutilado? Por esas pequeñas grandes diferencias que las denominaciones llaman “artículos de Fe” y que cada grupo establece de acuerdo a su propio criterio ignorando muchas veces el llamado de Jesús a la unidad y el amor “Que todos sean uno; como tu, Oh Padre, en mi y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros” (Juan 17:21).
Y estas diferencias las encontramos a lo largo de todo el contexto de la fe cristiana. Desde la salvación hasta los eventos en la consumación de los siglos. Cada grupo proclama tener la verdad absoluta, pero la verdad solo la tiene Cristo.
El pueblo de Dios hoy en día es llevado al calvario para aceptar el sacrificio de Cristo, luego lo conducen al Sinaí y lo judaizan, un poco de ley no hace daño, además es buena para sujetar. Mi pregunta es: ¿Por cuánto tiempo los líderes cristianos, creen que pueden mantener sus congregaciones con santos a la fuerza?. Después del Sinaí, un paseo por el Concilio de Jerusalén es provechoso, la tradición también ayuda. Al final vemos, que según todo esto, el solo sacrificio de Cristo no es suficiente. Pero la ley y la tradición no terminan aquí, son dos buenas ayudas en el proceso de regeneración o santificación del hombre, como vemos también trabajan mano a mano con el Espíritu Santo.
Yo sé que Dios está levantando un pueblo, que se rebela contra toda esta mezcla que ha sido devastadora y que solo ha traído destrucción y división al cuerpo de Cristo.
Mi oración a Dios es para que “El Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de Él, alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cual es la esperanza a que El os ha llamado” (Efesios 1:17-18ª)
“Considera lo que digo, y el Señor té de entendimiento en todo” (2 Timoteo 2:7)
1. LEY: Ordenanzas, estatutos, decretos.
Norma de conducta dada por una autoridad competente, bajo amenaza de sanción en caso de desobediencia.
“Y cualquiera que no cumpliere la ley de tu Dios, ya la ley del rey, sea juzgado prontamente, sea a muerte, a destierro, a pena de multa, o prisión” (Estradas 7:26)
Fue el ayo para llevar a los judíos a Dios “De manera que la ley ha sido nuestro ayo para llevarnos a Cristo” (Gálatas 3:24)
Fue dada por medio de Moisés. “Pues la ley por medio de Moisés fue dada “ (Juan 1:17ª)
Se recibe como ordenanzas que esclavizan y su efecto en el hombre es muerte. “Nosotros tenemos una ley y según nuestra ley debe morir” (Juan 19:7)
2. TRADICIÓN: Ritos, obras, instrucciones.
La tradición se basa en la ley pero no es la ley. Se inventa obras y cambia con el tiempo. La tradición puede ser buena o mala, falsa o verdadera.
“¿Por qué tus discípulos no andan conforme a la tradición de los ancianos, sino que comen pan con manos inmundas? (Marcos 7:5) “Dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres: los lavamientos de los jarros y de los vasos de beber; y hacéis otras muchas cosas semejantes” (Marcos 7:8)
Ha sido la piedra que impide llegar a Dios “Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición”. (Marcos 7:9).
La inventó el hombre. “Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres” (Colosenses 2:8)
3. GRACIA: Don, regalo, amor.
Recibir un don no merecido, sin pago ni contribución. Máxima expresión de amor de Dios para el hombre “Siendo justificados gratuitamente por su gracia” (Romanos 3:24)
Es la única puerta que lleva a Dios. “Por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros pues es don de Dios” (Efesios 2:8)
Vino por Jesucristo. “La gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo” (Juan 1:17b)
Se recibe por fe y hace libre al hombre, su efecto es vida “La justicia de Dios, se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá” (Romanos 1:17)
LEY
Cuando hablamos de “Ley” nos podemos estar refiriendo a varias cosas:
A la totalidad del antiguo Testamento. “En esta ley está escrito: En otras lenguas y en otros labios hablaré a este pueblo” (1Corintios 14:21, Isaías 28:11)
Al Pentateuco (Cinco primero libros de la Biblia)
A los Diez Mandamientos y a los estatutos dados en el Sinaí “Tu eres, Oh Jehová, el Dios que escogiste a Abraham… y sobre el monte Sinaí descendiste, y hablaste con ellos desde el cielo, y les diste juicios rectos, leyes verdaderas, y estatutos y mandamientos buenos” (Nehemías 9:7ª y 13)
Fueron los Diez Mandamientos y estatutos dados en el Sinaí, los que formaron la constitución del estado Teocrático. Había varias clases de leyes: civiles, judicial, eclesiásticas, ceremoniales etc. y eran estas ordenanzas las que inspiraban la conducta individual, preservaban los derechos de los hombres y a través de sus fiestas y sacrificios guiaban espiritualmente al pueblo, tipificando por medio de éstos lo que se cumpliría en Cristo.
¿A QUIEN FUE DADA LA LEY?
Fue dada a Israel, el pueblo bajo el trato de Dios y mediante el cual estaba poniendo a prueba al hombre en la carne, mostrándole su debilidad e incapacidad de llenar los requisitos de Dios para luego darles el reglado de la Gracia por medio de Cristo. (Fue como cuando se hace un experimento con un grupo especial, sobre algo que trae beneficio para toda la humanidad) (Éxodo 20:1…)
“Y andaré entre vosotros, y yo seré vuestro Dios, y vosotros seréis mi pueblo” (Levítico 26:12)
“Les di mis estatutos, y les hice conocer mis decretos, por los cuales el hombre que los cumpliere vivirá” (Ezequiel 20:11)
El pueblo de Israel sabía que el cumplir o dejar de cumplir la ley de Dios era un asunto de vida o muerte.
Había bendiciones a la obediencia “Acontecerá que si oyeres atentamente la voz de Jehová, tu Dios, para guardar y poner por obra todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy, también Jehová tu Dios te exaltará sobre todas las naciones de la tierra”. (Deuteronomio 28:1). Y consecuencias por la desobediencia “Pero acontecerá, si no oyeres la voz de Jehová tu Dios, para procurar cumplir todos sus mandamientos y sus estatutos que yo te intimo hoy, que vendrán sobre ti todas estas maldiciones, y te alcanzarán” (Deuteronomio 28:15)
Es sorprendente encontrar en el día de hoy, a un pueblo gentil, para quien no fue dada la ley, reclamar las bendiciones de Deuteronomio 28 y condenar a sus hermanos con las maldiciones por la desobediencia a unos mandamientos y estatutos que nadie jamás ha podido ni podrá cumplir. “Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los que están bajo la ley”. (Romanos 3:19ª)
¿PARA QUE FUE DADA LA LEY?
1. “Fue añadida a causa de las transgresiones, hasta que viniese la simiente a quien fue hecha la promesa” Dios por medio de la ley encerró todo bajo pecado para mostrarle al hombre su incapacidad y su necesidad de Dios.
2. Trae el conocimiento de pecado. “Pero yo no conocí el pecado sino por la ley; porque tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás” (Romanos 7:7) “Porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado” (Romanos 3:20b). Un niño solo empieza a saber que algo es malo, cuando se le castiga por ello. La ley castiga, no fue dada para traer vida sino muerte, de hecho mato a Jesús.
3. Trae Culpabilidad. “Pues antes de la ley, había pecado en el mundo; pero donde no hay ley no se inculpa de pecado”. (Romanos 5:13) En cualquier sociedad la ley determina la conducta del hombre. Describe el crimen como tal, analiza la culpabilidad, da sentencia y la ejecuta. La culpabilidad del hombre era evidente, según la ley de Dios debía morir. Pero Jesús asumió la culpa y Dios Padre ejecutó la sentencia sobre El.
4. Trae muerte. “Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte” (Romanos 8:2). La ley decía “El que hiciera estas cosas vivirá por ellas”. (Gálatas 3:12) y en Santiago hallamos que el solo fallar en un punto nos hace culpables de haberla quebrantado toda “Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiera en un punto, se hace culpable de todos” (Santiago 2:10). Tal vez no mates, pero codicias, tal vez no robes, pero blasfemas, tal vez no adulteres, pero levantas falsos testimonios contra tus hermanos.
Como ves es absolutamente imposible cumplir la ley y ésta demanda muerte al ser quebrantada. Es la ley la que nos inculpa de pecado y la paga del pecado es muerte. “Porque la paga del pecado es muerte”. (Romanos 6:23ª).
Pero Jesús le cumplió a la ley y pago. Cuando en la cruz exclamó “consumado es” estaba diciéndole a la ley, “Aquí tienes, la deuda es cancelada”. Y “nos redimió de la maldición de la ley” (Gálatas 3:13ª) y “donde no hay ley, no se inculpa de pecado” (Romanos 5:13b).
¿QUÉ PRODUCE LA LEY?
“La ley produce ira” (Romanos 4:15ª). Nada hay más desconsolador que llegar a la iglesia para ver al líder subir al púlpito con un látigo, y en vez de instruir al pueblo desde allí, lo destruye. Hace unos años fui de visita a una iglesia de mi ciudad y salí con el corazón partido. El rostro del ministro al subir al púlpito estaba transformado, lo que expresaba era más que ira, y sus primeras palabras fueron “Hoy voy a erradicar el pecado de esta congregación”. Me quedé orándole a Dios que le abriera los ojos a este sirvo porque el efecto del pecado sobre el espíritu del creyente, fue erradicado hace 2.000 años por Jesucristo, pero la presencia del pecado mientras habitemos en una naturaleza caída jamás será erradicada. De hecho Pablo dice: “Pero esto digo hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios” (1 Corintios 15:50). La ira en un líder al tratar con el pecador solo muestra que él tampoco se siente perdonado. “El cumplimiento de la ley es el amor” (Romanos 13:10).
Jesús dio su vida en un acto de amor para cumplir la ley por ti y por mí. ¿Porqué entonces coger el látigo de la ley para acabar con mis semejantes, como si el sacrificio de Cristo no fuera válido para él, como lo es para mí? Dios nos manda a restaurar “Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tu también seas tentado”. (Gálatas 6:1).
Jesús en los días de su carne se rodeo de pecadores, mientras los líderes religiosos los rechazaban, Jesús los amaba y descargo su ira sobre esos hipócritas que como El mismo dijo: “¡Hipócritas! Saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano” (Mateo 7:5)
ENTONCES, ¿QUÉ HAREMOS CON LA LEY?
Nada, la ley fue un ministerio de condenación y muerte, cuyas demandas fueron cumplidas por Jesucristo, por eso Romanos 10:4 dice: “El fin de la ley es Cristo”. “No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir”
¿LA LEY SALVA?
NO, si la ley salvara, en vano murió Cristo. “Pues nada perfeccionó la ley” (Hebreos 7:19). “Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros, no la imagen misma de las cosas, nunca puede, por los mismos sacrificios que se ofrecen continuamente cada año, hacer perfectos a los que se acercan”.
Quiero repetir las palabras de Pablo a los Gálatas: “He aquí, yo Pablo os digo que si os circuncidáis, de nada os aprovechará Cristo, Y otra vez testifico a todo hombre que se circuncida, que está obligado a guardar toda la ley. De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis, de la gracia habéis caído”.
¿Quieres guardar algún punto de la ley? Hazlo, pero recuerda de nada te aprovechara Cristo “porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición” (Gálatas 3:10)
TRADICIÓN
Griego: Paradosis = Transmitir una enseñanza de una persona a otra.
“La tradición judía parece haber sido de tres clases:
a) Pretendidas leyes dadas por Moisés oralmente a los setenta ancianos, además de la ley escrita, y que los fariseos consideraban tan vinculantes como ella.
b) Decisiones de jueces, que vinieron a sentar precedentes directores de futuras decisiones.
c) Interpretaciones de las escrituras dadas por grandes rabinos, y que finalmente llegaron a ser consideradas con la misma reverencia que las escrituras.”
Tomado del Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado, por Vila Escuaín, página 1166.
Según la tradición rabínica, la salvación se lograba por medio del estudio, la oración y la observancia.
El estudio de la Torá (ley) debe realizarse como mínimo 4 veces por semana. Dos el sábado (mañana y tarde) y en las mañanas del lunes y jueves.
Se debe orar tres veces al día: mañana, tarde y noche.
La observancia de la ley, que en sí no son 10 mandamientos sino 613 leyes llamadas Mitzvos en Hebreo, pero que para la época de Jesús ya tenía más fuerza la tradición de los ancianos (rabinos) que el mandamiento en sí. Jesús llamó hipócritas a los que dejaban el mandamiento para observar la tradición.
“Le preguntaron, pues, los fariseos y los escribas: ¿Por qué tus discípulos no andan conforme a la tradición de los ancianos, sino que comen pan con manos inmundas?. Respondiendo El, les dijo: Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: Este pueblo de labios me honra, más su corazón está lejos de mí, enseñando como doctrinas mandamientos de hombres” (Marcos 7:5-7)
El lavamiento de manos y pies antes y después de las comidas, ha sido tradición oriental por generaciones y para la época de Jesús la no-observancia de cualquier punto de la tradición de los ancianos era de condenar.
En el Nuevo Pacto, Pablo, conocedor de la fuerza de la tradición y su influencia, advierte a los colosenses sobre el peligro de ésta. “Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombre, conforme a los rudimentos del mundo y no según Cristo “ (Colosenses 2:8).
La observancia también incluye días de ayuno, especialmente los días anteriores al día de la expiación como preparación. El ayuno se ha practicado a lo largo de la historia por muchas civilizaciones con la intención de alejar las catástrofes o como cumplimiento de una penitencia por la comisión de un pecado. Para los judíos tiene sentido penitente y purificador, es necesario para afligir el alma.
Isaías notó que cuando el elemento espiritual declinaba, el ceremonial aumentaba y el ayuno se fue volviendo popular como medio fácil para buscar el perdón.
“¿Es tal el ayuno que yo escogí, que de día aflija el hombre su alma, que incline su cabeza como junco, y haga cama de cilicio y de ceniza? ¿Llamaréis esto ayuno, y día agradable a Jehová? (Isaías 58:5).
El contraste de santidad y luto siempre estaba en la mente hebrea, dos estados tan opuestos pero que no es más que el producto de una tradición y la ley que buscaba agradar a Dios por medio de sacrificios y aflicción.
Como vimos al comienzo del estudio, la tradición puede ser falsa o verdadera, buena o mala, y cada civilización tiene su tradición y costumbres. Pero cuando la tradición insta a violar principios morales y a intervenir en la voluntad de Dios para un pueblo ya conocedor de ella (voluntad), ésta se convierte en una piedra de tropiezo que impide llegar a Dios.
Jesús la atacó, pues la tradición había hecho de los judíos, un pueblo religiosos ajeno al amor y a la misericordia de Dios. “Porque dejando el mandamiento de Dios, o aferráis a la tradición de los hombres: los lavamientos de los jarros y de los vasos de beber; y hacéis otras muchas cosas semejantes… bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición” (Marcos 7:8-9)
Esta claro que la tradición no salva. Si Jesús mismo la atacó, es porque no tenía ningún lugar en el plan de Dios para la humanidad.
Lo triste es, ver al cuerpo de Cristo hoy en día (la Iglesia), lleno de basura tradicional y la que no han traído del judaísmo, se la han inventado. Creo que si el Señor Jesús viniera ahora, no hallaría mucha diferencia. Un pueblo contaminado con ley y tradición, ayudando porque su sacrificio no fue suficiente.
Ayunos, vigilias, largos devocionales, cubrirse la cabeza, mantos de oración para los hombres, cerrar los ojos para orar, mujeres y hombres separados durante los servicios, visita a Jerusalén, orar mirando hacia el tempo de Jerusalén, vestuario especial para las mujeres, humillarse con harapos y rociarse ceniza, no comer ciertos alimentos, etc. etc. Todos estos y muchos más actos se practican actualmente. En muchos grupos algunos de estos tienen carácter obligatorio y son el termómetro con el que se mide la espiritualidad de la congregación.
Algunos no son malos intrínsicamente, pero el fin que se le ha dado sí. Hablando con un líder sobre el tema, me decía: “Muchas congregaciones lo hacen y no le hacemos daño a nadie”. Permítame decirles que sí le están haciendo daño al cuerpo de Cristo. El pueblo cree en sus líderes y creen que estas cosas son indispensables en su vida cristiana y que el no hacerlas, muchas veces, impiden sus oraciones. Le están presentando al pueblo una imagen distorsionada Dios.
Lo importante es que el pueblo sepa, “que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria” (Colosenses 1:27), y que “Somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Efesios 2:10)
Somos tempo de Dios y nuestra vida debe estar constantemente en su presencia, no con ceremonias sino con un corazón contrito y humillado en continua adoración.
GRACIA
Máxima expresión del amor, de Dios hacia el hombre. La Gracia es Cristo dando a la humanidad todo su amor, bondad, compasión, misericordia, dándose a sí mismo.
Desde la caída, el hombre ha venido estableciendo su propia justicia. “Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cocieron hojas de higuera, y se hicieron delantales” (Génesis 3:7). Hay delantales de todo tipo, humanistas, religiosos, sicológicos, mentalistas, etc. pero el más usado es aquel cuya profesión de fe dice “yo creo en Dios a mi manera”. Adán y Eva también creyeron que era a su manera y que unas hojas de higuera, taparían la falta y solucionarían el problema. Pero no fue así, la relación con Dios no la restaura unas hojas de higuera, ni buenas obras, ni pensamientos positivos, ni flagelaciones, solo un sacrificio y hecho por Dios mismo. Un cordero fue sacrificado para cubrir la desnudez espiritual del hombre. “Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles y las vistió” (Génesis 3:21).
“Como cordero fue llevado al matadero” (Isaías 53:7). “He aquí el cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29).
“Vestios del Señor Jesucristo” (Romanos 13:14). Es un delantal de piel de cordero inmolado el único que puede cubrir nuestra desnudez, y ese delantal se llama GRACIA, se llama CRISTO.
EL PACTO DE DIOS CON ABRAHAM
“Y serán benditas en ti todas la familias de la tierra” (Génesis 12:3b).
“Y la escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones”. (Gálatas 3:8)
“Para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu”.
(Gálatas 3:14)
Dios dijo a Abraham “Ten por cierto que tu descendencia morará en tierra ajena, y será esclava allí, y será oprimida cuatrocientos años”. (Génesis 15:13)
Todos estos años estuvo el pueblo judío esclavo en Egipto, pero luego vino la liberación y Dios en el Sinaí entrega a moisés la ley que solo era la sombra de los bienes venideros porque la ley “consiste solo de comidas y bebidas, de diversas abluciones, y ordenanzas acerca de la carne, impuestas hasta el tiempo de reformar las cosas. Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros… entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención”. (Hebreos 9:10-11ª-12b).
El pacto de Gracia fue un pacto de Fe “y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia” (Génesis 15:6). “Porque por Gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios”. (Efesios 2:8)
No hay nada que yo pueda hacer por mi salvación, ninguna obra, ni mi buena voluntad, esto es un asunto de Dios y depende solo de El. La Escritura dice que nadie busca a Dios. Jesús se lo dijo a sus discípulos. “No me elegiste vosotros a mi sino que yo os elegí a vosotros” (Juan 15:16ª). El es “autor y consumador de la fe” (Hebreos 12:2). Es decir: El produce la Fe en ti, su Fe, la Fe de Cristo, y la lleva a su consumación dándote la salvación. La fe humana está basada en raciocinios, si dejas caer un vaso, se rompe. Pero la fe de Dios, esa certeza de lo que no se ve, solo la puede producir Jesús en ti. No creas que eres tu quien elige a Dios. ¡Qué vanagloria! Es la mentira más grande que se le ha enseñado al hombre, y solo ha producido santurrones, llenos de orgullo religioso convencidos que tienen algo para darle a Dios. No hay nada en el hombre que llene los requisitos de Dios, El solo quiere tu vida y aún ésta le pertenece desde la creación.
Concluimos que el pacto de Dios con Abraham fue ratificado con Cristo en el calvario y allí:
1. El pueblo judío es liberado de la esclavitud de la ley. “Anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola del medio y clavándola en la cruz”. (Colosenses 2:14). Anuló el acta (ley) porque era contraria a la promesa hecha a Abraham, porque Dios justificó a Abraham por fe, no por las obras de la ley. Pero no la anuló, abrogándola, sino cumpliéndola. “No he venido para abrogar, sino para cumplir” (Mateo 5:17).
2. El pueblo gentil fue injertado en el buen olivo, y hecho coheredero “Los gentiles son coherederos y miembros del mismo cuerpo, y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús por medio del evangelio” (Efesios 3:6). Como vemos, el pueblo gentil no pasó bajo el yugo de la ley. Fue incluido en la promesa hecha a Abraham e injertado una vez ratificada la promesa Con Cristo en el calvario. “Se acordó para siempre de su pacto; de la palabra que mandó para mil generaciones, la cual concertó con Abraham” (Salmo 105:8-9ª).
Aquí vemos a Cristo haciendo de dos pueblos uno solo, uniéndolos en un pacto de Gracia por medio de la Fe. “Y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades” (Efesios 2:16).
Concluimos, pues que el hombre es justificado por fe, sin las obras de la ley” (Romanos 3:28).
Al entender que Cristo es el fin de la ley, y que es por gracia que el hombre es justificado ante Dios, comprenderás la gravedad de continuar en obras de la ley o en tradición. Pablo dice: “De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído”.
El judío cristiano no puede arrastrar ley con él después del calvario. Y el gentil que nunca conoció ley, está llamado a permanecer en la libertad de Cristo.
Pablo reprendió a Pedro en Antioquia cuando éste trataba de judaizar a los creyentes gentiles. “Si tu, siendo judío, vives como los gentiles y no como judío ¿Por qué obligas a los gentiles a judaizar? (Gálatas 2:14b).
LOS EFECTOS DE LA GRACIA
La gracia no solo justifica al hombre, sino que crea en él una nueva vida. Y una nueva vida demanda un cambio total. Cambian los objetivos, las prioridades, los valores. La vida, por primera vez, tiene sentido, porque es a través de la gracia que el hombre recupera su identidad. La gracia lleva al hombre de represo al Edén y allí, vestido ya no con un delantal de hojas de higuera (su propia justicia), sino de Cristo, restaura su relación con Dios “Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día…” (Génesis 3:8). La gracia establece de nuevo ese TU a TU con Dios, donde ya no dependes de obras para acercarte a El.
Pablo reta a los Gálatas cuando éstos quisieron sujetarse a la ley. “¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe?” (Gálatas 3:2). Ya vimos que el pacto de gracia es un pacto de fe, es del Espíritu y da vida. “La letra mata, más el espíritu vivifica” (2 Corintios 3:6b).
La vida de la gracia es la vida del Espíritu y solo ésta produce los frutos de Dios. La ley y la religión (tradición), solo crean problemas. A veces se tienen logros como: dejar de beber alcohol, dejar de adulterar, de robar, etc. pero es producto del sistema religioso. Esos logros son en la carne y se llaman “obras de la carne” u obras muertas, que solo producen orgullo. El legalista y religioso, para mostrar santidad al mundo, señala los pecados de otros. Si el falla y no es visto, sigue santo ¡hipócrita!. La ley hace al hombre hipócrita. “Así también vosotros por fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad” (Mateo 23:28).
Pero cuando el cambio es operado por la gracia de Dios en ti, ante el pecado, sentimos compasión y dolor y somos instados por el Espíritu de Dios a restaurar. La ley y la religión exigen santidad, la gracia y el Espíritu la imparten.
“Por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios” (Efesios 2:8).
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