Bueno, en realidad es algo extraño lo que debatimos, David afirma que las impurezas condenan lo mismo que el pecado y yo digo que NO, que lo que nos condena es el pecado y nada más. y de allí se desprende todo... David dice que ser mortales y no eternos, nos condena lo mismo a un nonato o a un recién nacido o a un enfermo mental... Yo digo que no.
Jua 8:7 Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo:
El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella.
En libro de Job se encuentra esta pregunta:
Job_14:4 ¿Quién hará limpio a lo inmundo?
Nadie.
El hombre perfecto es una ilusión.
Solo Cristo, pero él no pertenece a la tierra, el vino del cielo.
Una impureza puede ser una inmundicia.
Abandonando el contexto de la ley, y abordando esta dispensación de la Gracia de Dios.
La masturbación o la pornografía deben ser considerada como inmundicia.
Es como algo que profana la santidad del templo de Dios:
1Co 6:19 ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?
Y es responsabilidad del siervo de Cristo, mantenerse puro.
El asunto se complica cuando descubre que ese Templo tiene mente.
Y con la mente también se comete inmundicia.
Miren, varones de Dios, conozco grupos, que cometen el error de enviar un misionero soltero a determinado lugar, y como no tiene don de continencia, por debajo de la mesa, les pasan la carta de libertad diciendo:
"Ningún mandamiento prohíbe explícitamente la masturbación."
Hay un detalle importante en los que esperan la venida del Señor como si fuera hoy.
Ellos no están pendientes de la satisfacción de sus instintos físicos.
¿Entonces de qué están pendientes?
Pues del Señor Jesucristo.
Y en esta comunión con el Padre y su Hijo Jesucristo, no hay lugar para profanar el Templo del Espíritu Santo, porque la mente y el corazón rebosan de gozo esperando conocer al Señor personalmente.
Aquellos hombres que llegaron armados con piedras para matar a Jesús, porque lo de la mujer sorprendida en el acto mismo de adulterio, solo era una trampa.
Tuvieron que reconocer que eran pecadores y sin ninguna autoridad moral para apedrear a esta mujer, usando la ley, que los condenaba a ellos mismos.
Una cosa es el creyente piadoso y otra muy distinta el creyente carnal.
Ambos son de Cristo.
Probablemente el creyente piadoso tenga más galardones en el Tribunal de Cristo.
Pero el creyente débil, a pesar de su falta de dominio propio, también es salvo, leemos:
Rom_14:4 ¿Tú quién eres, que juzgas al criado ajeno? Para su propio señor está en pie, o cae; pero estará firme, porque poderoso es el Señor para hacerle estar firme.