La Pascua, puedes ver un diccionario, es una fiesta en memoria de la libertad del pueblo de Israel cuando estaba cautivo en Egipto. Y Jesucristo, en este caso, llegó a dar su vida para librarnos de las leyes vrueles del viejo testamento que habían sido atribuidas a Dios pero en realidad eran preceptos de hombres. Por eso, es comprensible que Pablo diga que Cristo es nuestra Pascua, porque, de igual modo que Dios libró a Israel de aquellos a quienes estaban sometidos, Jesucristo nos libró de las leyes crueles atribuidas a Dios y a las que el pueblo también estaba sometido. Por eso también dice el texto "Limpiad la levadura vieja para que seáis masa nueva, así como lo sois, sin levadura", porque esto también significa que se limpien las viejas leyes que no eran verdadera Ley de Dios y se tenga como verdadera Ley la nueva Ley que Jesucristo nos entrega, que es la Ley "sin levadura" (la Ley que no estaba corrompida con preceptos de hombres). Así que ya ves que veo las cosas de un modo muy diferente al tuyo.
Para que comprendas mejor lo que trato de decir, te aconsejo que leas el tema que a continuación dedico a nuestro amigo Briceño. Se lo dedico a él porque quisiera saber su opinión sobre las cosas que digo:
LAS INTERPRETACIONES RELIGIOSAS HAN AHOGADO EL VERDADERO SENTIDO DE A QUÉ VINO JESUCRISTO
Muchas religiones, con sus interpretaciones religiosas y sus traducciones erróneas y cambios en las escrituras, han ahogado el sentido de a lo que vino Jesucristo, pues las doctrinas religiosas que explican el sentido de la venida de Jesucristo al mundo están muy alejadas del verdadero sentido de a qué vino Jesucristo realmente, que es que Él vino a traernos de nuevo la verdadera Ley que Dios había dado a su pueblo porque éste ya no la conocía porque la Ley de Dios había sido cambiada en falsedad, como nos dicen los profetas:
"Aun la cigüeña en el cielo conoce su tiempo, y la tórtola y la grulla y la golondrina guardan el tiempo de su venida; pero mi pueblo no conoce el juicio de Yavé. ¿Cómo decís: Nosotros somos sabios, y la ley de Yavé está con nosotros? Ciertamente la ha cambiado en mentira la pluma mentirosa de los escribas. Los sabios se avergonzaron, se espantaron y fueron consternados; he aquí que aborrecieron la palabra de Yavé; ¿y qué sabiduría tienen?" (Jeremías 8:7-9).
“Ay de los que dan leyes inicuas y de los escribas que escriben prescripciones tiránicas para apartar del tribunal a los pobres y conculcar el derecho de los desvalidos de mi pueblo, para despojar a las viudas y robar a los huérfanos” (Isaías 10,1-2)
"Y la tierra se contaminó bajo sus moradores; porque traspasaron las leyes, falsearon el derecho, quebrantaron el pacto sempiterno. Por esta causa la maldición consumió la tierra, y sus moradores fueron asolados; por esta causa fueron consumidos los habitantes de la tierra, y disminuyeron los hombres" (Isaías 24,5-6)
(Creo que todos sabemos que el derecho es la Ley. Pero de todos modos, he de decir que la palabra que aquí traducen por "derecho", en griego es "prostagmata", que significa: órdenes, mandatos. El texto nos está indicando que falsearon los mandatos de Dios, la Ley de Dios).
Por esta causa, porque habían cambiado la Ley de Dios en falsedad y el pueblo ya no la conocía, y después de haber enviado Dios a los profetas avisando de estas cosas, de los cuáles muchos fueron asesinados por aquellos que no querían la verdadera Ley de Dios, es por lo que vino Jesucristo: para enseñarnos de nuevo la verdadera Ley que Dios había dado a su pueblo.
Por eso, cuando Jesucristo vino a enseñar de nuevo la verdadera Ley que Dios había dado y que el pueblo ya no conocía, se cumplió que "El pueblo asentado en tinieblas vio gran luz; Y a los asentados en región de sombra de muerte, Luz les resplandeció". (Mateo 4:15-16).
Con la enseñanza de Jesucristo en el Evangelio se cumplió la profecía que nos recuerda el Evangelio:
"Voz del que clama en el desierto:
Preparad el camino del Señor;
Enderezad sus sendas.
Todo valle se rellenará,Y se bajará todo monte y collado;
Los caminos torcidos serán enderezados,
Y los caminos ásperos allanados;
Y verá toda carne la salvación de Dios". (Lucas 3:4-6)
Profecía que había sido anunciada antes por Isaías:
"Voz que clama en el desierto: Preparad camino a Yavé; enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios. Todo valle sea alzado, y bájese todo monte y collado; y lo torcido se enderece, y lo áspero se allane. Y se manifestará la gloria de Yavé, y toda carne juntamente la verá; porque la boca de Yavé ha hablado. Voz que decía: Da voces. Y yo respondí: ¿Qué tengo que decir a voces? Que toda carne es hierba, y toda su gloria como flor del campo. La hierba se seca, y la flor se marchita, porque el viento de Yavé sopló en ella; ciertamente como hierba es el pueblo. Sécase la hierba, marchítase la flor; mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre".
Refiriéndose a estas palabras de Isaías, Pedro nos dice:
"Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro; siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre. Porque:
Toda carne es como hierba,
Y toda la gloria del hombre como flor de la hierba.
La hierba se seca, y la flor se cae;
Mas la palabra del Señor permanece para siempre.
Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada". (1ª Pedro 1:22-25)
Aquí vemos que desde antiguo, la Palabra de Dios era la Palabra que por el Evangelio nos ha sido anunciada después por Jesucristo. Y es que la Palabra del Evangelio fue la Ley que Dios dio a Moisés:
Por eso, también dicen las escrituras así:
""Porque no quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros padres todos estuvieron bajo la nube, y todos pasaron el mar; y todos en Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar, y todos comieron el mismo alimento espiritual, y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo. Pero de los más de ellos no se agradó Dios; por lo cual quedaron postrados en el desierto". (1ª Corintios 10:1-5)
"¿Quiénes fueron los que, habiendo oído, le provocaron? ¿No fueron todos los que salieron de Egipto por mano de Moisés? ¿Y con quiénes estuvo él disgustado cuarenta años?...... . Porque también estamos evangelizados lo mismo que aquellos; pero no aprovechó la palabra de predicación a aquellos, por no ir acompañada de fe por los que la oyeron... Por lo tanto, puesto que falta que algunos entren en él, y aquellos que primero fueron evangelizados no entraron por causa de desobediencia, otra vez fija un día hoy, en David, diciendo después de tanto tiempo, como había sido predicho: Hoy, si oyereis su voz, no endurezcáis vuestros corazones" (Hebreos 3:16-4:7).
Por eso, en el Evangelio según Mateo, Jesucristo, al comienzo de su predicación, dijo: "No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todas las cosas se realicen". (Mateo 5:17-18).
Y después, con sus enseñanzas, dejó abolidas muchas leyes del viejo testamento (todas las leyes que mandan que unos hombres hagan daño y maten a otros hombres, las leyes que permiten que los hombres se hagan servir por otros hombres, las leyes que mandan sacrificios que los humildes no pueden soportar, etc.), porque las leyes que Jesucristo abolió no eran verdadera Ley de Dios. Un ejemplo de ley que fue abolida por Jesús, no habiendo Él venido a abolir la Ley y los profetas, es ésta:
"Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente. Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra; y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa; y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos. Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses...." (Mateo 5,38-44)
¿Por qué Jesús dejó abolida esta ley del viejo testamento ("Ojo por ojo, y diente por diente") si, como vemos unos párrafos más atrás en el Evangelio, Él dice que no había venido a abolir la Ley y los profetas? La respuesta es sencilla: aunque en el viejo testamento esa ley ("Ojo por ojo, y diente por diente") está escrita como si Dios la hubiera mandado, la realidad es que no era verdadera Ley de Dios.
Por eso, la Ley que Jesucristo vino a enseñarnos, la Ley del Nuevo Pacto, no era una Ley diferente a la que realmente Dios había dado a Moisés, sino la misma Ley que Dios había dado a Moisés (la Ley que Jesucristo nos enseña en el Evangelio). Observemos que el Nuevo Pacto que Dios haría con su pueblo sería que grabaría en la mente y el corazón de sus hijos SU LEY. Al decir SU LEY, bien claro está que esta Ley del Nuevo Pacto, que es la que Jesús nos enseñó, es la misma que Dios había dado a su pueblo, por eso dice "Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón":
"He aquí que vienen días, dice Yavé, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Yavé. Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Yavé: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón" (Jeremías 31,31-33).
Por eso, Jesucristo dijo "todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque ésta es la ley y los profetas". (Mateo 7:12)
Observemos que lo que Él dice es que esta Ley que Él enseñaba es la ley y los profetas. Así que la Ley y los profetas no son todas las leyes escritas en el viejo testamento que no coinciden con esta Ley, sino que la Ley y los profetas es ésta que Jesucristo nos enseñó porque él mismo lo dice: "porque ésta es la ley y los profetas".
A esto es a lo que vino realmente Jesús: a enseñar la verdadera Ley que Dios había dado a su pueblo, que es la Ley del Evangelio.
Así que el sentido tan importante de por qué vino a Jesús, y a qué vino, muchas religiones lo están ahogando con sus doctrinas e interpretaciones. Jesucristo, con su enseñanza del Evangelio, vino a enseñarnos de nuevo la verdadera Ley que Dios había dado a su pueblo, Ley que el pueblo ya no conocía porque había sido cambiada en falsedad. Y por eso, la predicación del Evangelio (que traía el conocimiento de la verdadera Ley de Dios), era "el misterio que había estado oculto desde los siglos y edades:
"Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros, y cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la iglesia; de la cual fui hecho ministro, según la administración de Dios que me fue dada para con vosotros, para que anuncie cumplidamente la palabra de Dios, el misterio que había estado oculto desde los siglos y edades, pero que ahora ha sido manifestado a sus santos, a quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles, que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria, a quien anunciamos, amonestando a todo hombre, y enseñando a todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre". (Colosenses 1:24-28).
Muchas religiones apartan a los cristianos de la verdadera enseñanza de Jesús y les inculcan una serie de doctrinas que lo único que hacen es confundirles y, con ello, hacer que no entiendan el verdadero sentido de la venida de Jesucristo al mundo.
A lo que realmente vino Jesús es, como he dicho, a enseñarnos la verdadera ley dada por Dios a su pueblo. Y es por eso por lo que Jesucristo murió, por enseñar al pueblo la verdadera Ley que Dios había dado, Ley que a muchos no les interesaba y por eso mataron a Jesucristo, porque preferían las antiguas leyes judías que Jesucristo dejaba abolidas con sus enseñanzas. No querían la Ley del Evangelio que Jesucristo enseñaba porque ellos preferían aquellas leyes de hombres escritas en el viejo testamento que justificaban las injusticias, desigualdades y crímenes que cometían y practicaban los hombres codiciosos.
Entonces, Jesucristo no vino a abolir la Ley y los profetas, cierto..., pero la Ley y los profetas no eran todas las leyes del viejo testamento sino la Ley que nos enseñó Jesucristo, pues Él vino a restaurar la Ley que Dios había dado a su pueblo. Las escrituras nos dicen:
"No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todas las cosas se realicen". (Mateo 5:17-18).
Y donde las biblias traducen por "cumplir", otras traducen por "completar", otras por "llenar", otras por "perfeccionar"..., pero lo cierto es que la palabra griega "plhrwsai" que las biblias traducen por "cumplir", "completar", "llenar", "perfeccionar", etc., también significa "restaurar plenamente"... La prueba la tenemos en una cita de Romanos que dice así:
"Y si su transgresión es la riqueza del mundo, y su defección la riqueza de los gentiles, ¿cuánto más su plena restauración?" (Romanos 11:12)
La palabra griega que aquí ha sido traducida por "plena restauración" es la palabra "plhrwma". Observemos que tiene la misma raíz que la palabra escrita en Mateo 5:17, la raíz "plhrw". Entonces, ¿por qué en Mateo 5:17 la palabra plhrwsai no ha sido traducida con el significado de restaurar plenamente como ha sido traducida en Romanos 11:12 si ambas tienen la misma raíz (plhrw)? Es muy importante que no ignoremos que Mateo 5:17 también puede ser traducido de este modo:
"No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para restaurar plenamente. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todas las cosas se realicen". (Mateo 5:17-18).
De este modo, sí tiene sentido que Jesucristo diga que no ha venido a abolir la Ley y los profetas y después deje abolidos muchos preceptos del viejo testamento, porque Jesucristo vino a restaurar o restablecer la verdadera Ley que Dios había dado. A eso vino Jesucristo al mundo.