María como Reina
Tras haber examinado la idea del señorío de Dios y del reino de Dios en la Biblia y en el judaísmo, nos planteamos una pregunta precisa: ¿hay en la Biblia del Antiguo y del Nuevo Testamento razones para designar a la Madre de Dios con el título de Reino, o no? Naturalmente,
expressis verbis nunca se le atribuye a María este título. No obstante, la antigua tradición cristiana evoca dos textos bíblicos, en los que se pueden ver las fuentes para este título. El primero deriva del Apocalipsis (Ap 12,1-8), otro del Libro de los Salmos (45,10)
[16]. Estos dos textos constituyen el fondo bíblico para el título “María Reina”.
3.1. “Una mujer vestida de sol” (Ap 12,1)
El significado principal de Ap 12,1-18 es eclesiológico. San Juan pinta ante los ojos de los destinatarios del libro la visión de una mujer que debe luchar con el dragón. Esta visión recoge las imágenes de las primeras páginas de la Biblia y remite al Protoevangelio: «pondré enemistades entre ti y la mujer, entre tu estirpe y la suya; ella te aplastará la cabeza y tú le herirás el talón» (Gén 3,15). La traducción mariológica de este versículo, hecha por Jerónimo, se ha hecho tradicional en la Iglesia:
inimicitias ponam inter te et mulierem et semen tuum et semen illius; ipsa conteret caput tuum et tu insidiaberis calcaneo eius”. El pronombre
ipsa es referido a María.
El sentido principal de la visión de Juan se refiere a la Iglesia, representada por la “mujer vestida de sol”. Se trata de la Iglesia en persecución. Pero esta mujer, a la luz de Is 7,11.14; Mi 5,2, tiene también las características individuales de madre del Mesías: «Dio a luz un hijo varón, destinado a gobernar todas las naciones con cetro de hierro» (v.5)
[17]. Desde comienzos del s. II la imagen de la mujer, para los cristianos, representaba a María por su condición de Madre de la Iglesia. Las persecuciones de la mujer y su definitiva victoria las interpretaban los cristianos como preanuncio de las persecuciones y de la victoria de la Iglesia.
La imagen de la mujer apocalíptica se asemeja a una reina, porque esta mujer tiene sobre la cabeza «una corona de doce estrellas» (v.1). El símbolo de la corona de doce estrellas remite al sueño de Jacob: «tuve otro sueño, oíd: el sol, la luna y once estrellas se postraban ante mí» (Gén 37,9). Las doce estrellas simbolizan las doce tribus de Israel; por tanto, la mujer apocalíptica es una reina del nuevo Israel, es decir, de la Iglesia. El vestido de sol indica estrecha cercanía, más aún, intimidad con Dios, porque en la tradición veterotestamentaria Dios mismo era comparado con el sol: