leemos en Romanos, el versículo 8, el versículo tres: “Porque lo que era imposible para la ley (es decir, que el ser humano, en su estado caído, aunque quería cumplir la ley de Dios, y agradar a Dios, se encontraba vendido al pecado, y no podía agradar a Dios; era imposible para la ley), por cuanto era débil por la carne, sigue diciendo en Romanos 8:3: Dios, enviando a Su Hijo en semejanza de carne de pecado, y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne”.
Hemos leído aquí una declaración muy tremenda y muy profunda, que no hay que leerla sola, sino en compañía de otras; voy a repetir: Dios, enviando a Su Hijo en semejanza de carne de pecado, y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; vamos a leer, junto con esta, otra declaración; en la primera carta del apóstol Juan, en el capítulo tres, vamos a leer el verso cinco hasta el versículo ocho: “Y sabéis que El apareció para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en El; todo aquel que permanece en El, no peca; todo aquel que peca, no le ha visto ni le ha conocido. Hijitos, nadie os engañe; el que hace justicia es justo como El es justo; el que practica el pecado es del diablo, porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo.”
Entonces, notamos que en Romanos ocho nos dice que El vino en semejanza de carne de pecado, y que a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; y ahora nos dice Juan que El apareció para deshacer las obras del diablo, y también que El vino para quitar nuestros pecados, y que no hay pecado en El.
Así que vino en semejanza de carne de pecado, pero no hay pecado en El; en la carne del hombre mora el pecado; Pablo dice: “el pecado que mora en mí, esto es, en mi carne”; y en la carne opera la ley del pecado y de la muerte; el Señor vino en semejanza de carne de pecado; es decir, El asumió la naturaleza humana, que en el hombre llegó a ser el hombre; pero Satán fue el que introdujo en la naturaleza humana del hombre el pecado; pero ahora el Señor Jesús viene a hacer exactamente lo contrario de Satán; El viene a deshacer lo que hizo Satán; el Señor Jesús se hizo carne, pero resistió al pecado en la carne; El fue tentado como nosotros, pero El venció al pecado, el quitó el pecado, el condenó al pecado en la carne; aunque vino en semejanza de carne de pecado, no hubo pecado en El, sino que en Su carne hubo una lucha, y el Señor venció la tentación, venció a Satán en la carne, y condenó al pecado en la carne; por eso es que los demonios pueden confesar que Jesús es el Hijo de Dios, pero no quieren confesar que El vino en carne; porque en Su carne El fue tentado, y en Su carne El venció, y en su carne El condenó al pecado, y derrotó a Satanás.