El buenismo es como un masaje que por mucho que te lo des nunca puede quitar las arrugas existenciales: la fragilidad, la debilidad, la limitación, la caída que provoca el pecado. Sin embargo la fuerza del Evangelio nos recuerda: “Bienaventurados cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el Cielo” (Mateo 5:12 )