Bonitos tus aportes tambien Salvadora.....tu firma de los más alegre y simpatica, te hace sonreir.
Bendiciones para las dos . Para Paula y para ti hermanita.
Un beso.....Manhattan.
La amistad no tiene prisas, no persigue la urgencia, es mansa y aguarda el momento en el que con nobleza pueda desprender su perfume escondido.
Manhattan.
La misericordia de nuestro Dios se muestra en que mira al hombre con una mirada sencilla y busca corazones que alberguen esa sencillez.
La grandeza de un amor tan sublime radica en que eligió a los más débiles para avergonzar a los fuertes, y al hacerlo nos legó una vida dentro de sus atrios, una morada en la eternidad.
Manhattan.
Hola Paula
Me parece bien que utilices un texto comentado con otra persona. No se si a la otra persona. Pero aunque, como siempre, lo que dices suena bien. No entiendo la relación que hay entre esa parábola y mi pregunta de si Dios pudiera ser mujer...
Siempre me he preguntado porqué Jesús le llama Padre... ¿en qué sabe él que es hombre?
no es mas rico el que tiene mas sino el que menos suele necesitar
autor no se
la llave de la inmortalidad es llevar una vida digna de ser recordada
Bruce Lee
nada hay bajo el sol que no tenga solucion, nunca una noche vencio a un amanecer
warcry
el fracaso nace de la negligencia
decalogo del practicante
en el amor el yo no existe eres tu nada mas
warcry
el fracaso nace de la negligencia
si crees estar derrotado antes de intentarlo en realidad lo estas
Querida hermana:
Qué hermoso pensamiento sobre la amistad.
En el momento de dificultad cuando encuentras el apoyo del amigo, sus palabras te tranquilizan el ánimo y respiras primavera, un aire de un dia festivo. Se experimenta la dulzura de la amistad.
Dios te bendiga
Paula
Jesús entró en Jericó e iba atravesando la ciudad. Vivía en ella un hombre rico llamado Zaqueo, jefe de los que cobraban impuestos para Roma. Quería conocer a Jesús, pero no conseguía verle, porque había mucha gente y Zaqueo era de baja estatura. Así que, echando a correr, se adelantó, y para alcanzar a verle se subió a un árbol junto al cual tenía que pasar Jesús.
Al llegar allí, Jesús miró hacia arriba y le dijo: –Zaqueo, baja enseguida porque hoy he de quedarme en tu casa. Zaqueo bajó aprisa, y con alegría recibió a Jesús. Al ver esto comenzaron todos a criticar a Jesús, diciendo que había ido a quedarse en casa de un pecador. Pero Zaqueo, levantándose entonces, dijo al Señor: –Mira, Señor, voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes; y si he robado algo a alguien, le devolveré cuatro veces más.
Jesús le dijo: –Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque este hombre también es descendiente de Abraham. Pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que se había perdido. (Lucas 19:1-10)
¡Oh Zaqueo!, sabiendo que tus arcas están llenas de riquezas, tu corazón vacío, camina sediento de amor y de perdón... Por las grutas secretas de tu alma deseas con ansia calmar tu necesidad de llenura.
¡Oh Zaqueo!, lúcido hombre que no quieres conformarte al paso de Jesús entre la gente, que te haces visible sobre las altas ramas a la Promesa, porque intuyes su daga certera. El Mesías se acerca, ya lo ves. Dime, ¿qué sientes tú, al ver cómo Jesús alza su mirada hacia el tallo en que te encuentras?, ¿eres otro?, ¿otro Zaqueo nuevo y único?