Dios dice, con toda certeza, que todo el mundo es pecador, incluso los que no creen serlo (ver 1 Juan 1:8). Esto significa que todo el mundo necesita un Salvador, incluso los que no creen que lo necesitan.
Necesitamos un Salvador porque no podemos salvarnos a nosotros mismos. Necesitamos un Salvador porque, sin Cristo, somos considerados como "sin esperanza y sin Dios en el mundo" (Efesios 2:12)