En el firmamento coexisten luces apenas perceptibles que nos acompañan. Alguna estrella fugaz insinúa un sendero con destino lejano que nos muestra un camino difuso.
Pero sobre estas luces está la luz del mundo, Jesús, que quien la sigue no está en tinieblas. Juan 8:12
"Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida".