Sí, totalmente de acuerdo!
El Espíritu Santo es Dios. Ni duda cabe.
Pero no tiene una mente separada de Dios. No hay necesidad alguna de tal pirueta mental. Pirueta que de paso, nadie entiende lo suficiente como para que tenga alguna relevancia en su vida diaria.
No he conocido a ningún trinitario que se dirija al Espíritu Santo en medio de un terremoto. (Sí, los hermanos católicos tienen por ahí una "Oración al Espíritu Santo" pero es casi desconocida por las masas, a menos que la compañera
@norah02 nos indique lo contrario). No he conocido a ningún trinitario que de manera consciente, en el día a día, mantenga una relación personal con el Espíritu Santo, contándole sus penas, pidiéndole guía, etc. como si creyera que posee una mente individual.
Y me atrevo a decir que para millones de niños de padres trinitarios en el mundo, el concepto de Espíritu Santo con frecuencia es el de "una palomita que baja de Dios" cuyo rol en su vida familiar y escolar es desconocido. Es una pena que sea así, pero lo que pasa es que ni sus padres ni profesores o guías espirituales son capaces de explicar lo inexplicable... y al final de la escuelita dominical o del catecismo, la imagen de la "palomita" es lo único que queda.
(Seguramente estoy siendo injusto con buenos profesores, padres o párrocos que usan metáforas más entendibles para los pequeños).
Si una doctrina no puede entenderla y aplicarla un niño de edad escolar, es altamente probable que sea irrelevante para la salvación. Y lo que es irrelevante, a veces puede llegar a estorbar.
El espíritu santo—¿tercera persona de la trinidad o fuerza con que actúa Dios?
“Ustedes recibirán poder cuando el espíritu santo llegue sobre ustedes, y serán testigos míos . . . hasta la parte más lejana de la tierra”—Hech. 1:8.
La escena es Jerusalén. El tiempo es a fines de mayo del año 33 (d. de J.C.).
En obediencia a la ley de Moisés más de un millón de judíos atestan la ciudad donde Jehová puso su nombre para celebrar la fiesta del Pentecostés.
En un cuarto superior de la ciudad vemos reunidos a los once apóstoles, junto con otros 109 discípulos de Jesús, incluyendo a su madre y a sus hermanastros carnales.
Entonces, “de repente,” como Lucas lo describe, “provino del cielo un ruido exactamente igual al de una brisa impetuosa y fuerte, y llenó toda la casa donde se hallaban sentados.
Y lenguas como si fueran de fuego se hicieron visibles y fueron distribuídas a ellos, y una se asentó sobre cada uno de ellos, y todos fueron
llenados de espíritu santo y comenzaron a hablar en diferentes lenguas, así como el espíritu les estaba concediendo hacer declaraciones.”—Hech. 2:2-4.
Con muy pocas excepciones los credos de la cristiandad declaran que el espíritu santo de Dios es la tercera persona de una trinidad, coigual, coeterna y consubstancial con el Padre y el Hijo.
Los diccionarios bíblicos y las enciclopedias religiosas hacen grandes esfuerzos para probar no únicamente que el espíritu santo es una persona, sino que es una persona divina.
Una excepción es el credo unitario, que sostiene que el espíritu santo sólo es “la influencia de la Deidad en la mente de sus siervos, . . . morando en el corazón de los creyentes, como fuente de su vida espiritual.”—Dictionary of Religious Knowledge, Abbott.
Aunque el consenso general de la enseñanza religiosa de la cristiandad hoy en día atribuya divinidad al espíritu santo de Dios, no siempre fué así.
Por ejemplo, las palabras de Neander, de quien la Cyclopædia de McClintock y Strong declara: “Universalmente se concede que por mucho fué el más grande de los historiadores eclesiásticos.
Aunque él mismo era trinitario, escribió: “En 380 d. de J.C., por lo general existía gran falta de claridad entre las diferentes facciones en cuanto a este dogma, de modo que un contemporáneo pudo decir: ‘Algunos de nuestros teólogos consideran al espíritu santo simplemente como un modo de operación divina; otros como una criatura de Dios; otros como Dios mismo; de nuevo, otros dicen que no saben cuál opinión aceptar a causa de su reverencia por la Sagrada Escritura, que no dice nada sobre el tema.’”
¿Es ambigua la Palabra de Dios en cuanto al tema del espíritu santo?
¿No indica claramente si el espíritu santo de Dios es Dios mismo, una criatura de Dios o un modo de operación divina?