PARA LOS FORISTAS QUE NO ESTÁN CLAROS EN LA DOCTRINA DE CRISTO
Por un Hermano de nuestras asambleas congregadas al Nombre del Señor en Venezuela.
La Escritura exige un cuidado especial de los que sobreedifican en la Asamblea local: “el fundamento...está puesto... JESUCRISTO... pero cada uno mire cómo sobreedifica” (1 Cor. 3:10-11).
Para sobreedificar hay que tener muy presente la base, hay que edificar sobre ésta, en correcta concordancia con ella. Así que cada generación de creyentes (y, en especial, los que predican en público), debe conocer bien El Fundamento doctrinal, si va a mantener fielmente la doctrina. En esto tenemos muchas fallas.
Hay desconocimiento; hay desapego; hay cierta apatía. Pero, ya lo hemos oído del apóstol Juan: el creyente verdaderamente hijo de Dios, salvado por Su gracia, ama esta Doctrina de Cristo, se deleita en oír de Él, su corazón responde a una exposición de tal naturaleza.
¡Que nos traiga información, restauración, avivamiento, adoración, esta consideración!
Cuando los discípulos en el Monte de la Transfiguración fueron cubiertos por “una nube”, “tuvieron temor al entrar en la nube” (Lc.9:34).
Empero, después que oyeron las palabras del Padre, desde la nube, “se postraron sobre sus rostros, y tuvieron gran temor” (Mt.17:6).
Así también nosotros, al entrar en la consideración presente, tengamos, no miedo, sino el temor reverencial.
¡Ellos comprendieron que era la presencia de Dios!
Y que, al final, también se produzcan los mismos efectos en cada de uno de los lectores.
Es “tierra santa”. Quitemos el calzado de nuestro pie. Comencemos.
SU DEIDAD ESENCIAL
Cristo es Dios, en el más absoluto sentido de la palabra.
Co-Igual y Co-Eternal con el Padre y con el Espíritu Santo.
No hay nada que sea cierto con respecto a Dios, que no sea cierto con respecto a Cristo en el mismo grado de infinita perfección.
Como la Misma Escritura lo dice:
“Este es el VERDADERO DIOS” (1Jn.5:20).
La Escritura Sagrada abunda sobre esto. Podríamos llevar la atención a 4 Pasajes del Nuevo Testamento que son básicos en esta revelación: Juan 1:1-18; Filipenses 2:5-11; Colosenses 1:13- 21; y, Hebreos 1:1-14.
Con toda la razón, Apocalipsis 1:1-18 también se ha sugerido, por los tantos Nombres y Títulos Divinos de Él allí presentados. No obstante, consideramos un poco solo los primeros 4 mencionados, porque en cada uno de ellos hay una palabra, a su vez, clave:
logos (Verbo, o Palabra), en Juan 1;
morphé (Forma), en Filipenses;
eikon (Imagen), en Colosenses; y,
caraktér (Imagen Misma), en Hebreos.
¿Qué hallamos en Juan 1:1? Su Eternidad; “en el principio, era el Verbo”; Su Personalidad, “el Verbo era con
Dios”; y, Su Deidad, “el Verbo era Dios”.
“Era”: ¡el pretérito imperfecto que significa un continuo presente! Si nos remontamos al principio de todos los comienzos, ¡ya Él era! ¡Ya existía!
El v.3 atribuye a Él, el Verbo Eterno, toda la creación:
“TODAS las cosas por Él fueron hechas, y sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho”.
Para el verdadero creyente, provisto del Espíritu de Dios, esto es suficientemente sencillo; cualquier adicional argumentación en contrario, es inútil y fútil.
¿Qué testimonia Filipenses 2?
“Siendo en forma de Dios” (v.6): nunca Él empezó a existir en esa forma, y nunca dejó de serlo. Eternamente ha existido así, porque Él es Dios esencial, eternal, y totalmente.
“Forma” es un término que expresa la suma de todas las cualidades características que hacen que algo sea precisamente lo que es; en este caso, todas las características que hacen que el Ser que llamamos Dios sea específicamente Dios. Cristo, pues, es todo lo que es Dios; posee la plenitud de los atributos que hacen que Dios sea Dios.
El NO aspiró a “ser igual a Dios”, porque siempre lo ha sido. Por el contrario, no se aferró al ser igual a Dios, para mantenerse en el Trono de Dios, donde Le vio Isaías (Is.6:1-6).
Tenía todo el derecho de permanecer así, pero asombrosamente ¡no Se aferró sino que Se despojó!
Comentamos más sobre esto más adelante.
¡Llegamos a Colosenses 1! El apóstol emplea una extensa oración gramatical, cuyo Sujeto está en el v.13, “Su amado Hijo” (o, el “Hijo de Su amor”), y alcanza hasta el v.20. En relación con Dios, “Él es la Imagen del Dios invisible”. En relación con las cosas creadas, Él es “el Primogénito de toda creación”.
En relación con la Iglesia, Él es la Cabeza. Como Imagen, Cristo es, pues, esencial y absolutamente la perfecta y visible expresión, y representación, y manifestación de Dios, a los seres creados. Solo Él ha manifestado a Dios.
“Primogénito” (Protótokos) de toda creación: no la primera criatura (protóktistos), sino Él que fue antes de todas las cosas, y Quien es causa de estas. Habla de Su rango, honor, importancia. La palabra es explicada en el pasaje:
“porque en Él fueron creadas TODAS las cosas”.
Su majestad como Creador es presentada en el pasaje.
Note el uso de las preposiciones: “en (en) Él” — Origen, Diseñador, Arquitecto; “por medio (dia) de Él” — Operador, Constructor, Agente; “para (eis) Él” —Objetivo, Disfrutador, Aspiración; “Él es antes (pro) de todas las cosas” —Unico, Antecedente; “en (en) Él subsisten (se mantienen juntamente, tienen consistencia)” —Sostenedor, Administrador.
Hebreos 1 no es menos. Empieza con el contraste entre la revelación parcial dada por Dios por los profetas del Antiguo Pacto, y la revelación final y completa en HIJO. Es allí donde se nos da una Héptuple Descripción del Hijo.
El cap. se ocupa, entonces, con 7 citas del Antiguo Testamento para contrastar al Hijo con los ángeles.
Cuando afirma que Él es la “Imagen Misma de” la sustancia de Dios, se entiende que el Ser esencial de Dios se estampa en forma distintiva en Cristo. Él tiene la impresión exacta de la naturaleza divina y del carácter divino. Nada falta; todos los atributos de Dios Le pertenecen.
Y, ¿qué del Antiguo Testamento? Existe perfecta consistencia en el Antiguo, como en el Nuevo, Testamentos sobre el tema. Considere:
Salmo 45:6,7 —Dios Mismo, llamando al Hijo, Dios;
Salmo 110:1 —Cristo es Adonai (Soberano Señor, Propietario, Maestro o Comandante Supremo, Poseedor);
Isaías 7:13-14 —Emanuel, Dios con nosotros;
Isaías 9:6 —Dios Fuerte;
Isaías 40:3,9 —Dios Jehová, a Quien Juan el Bautista preparó el camino;
Zacarías 13:7 —”el hombre Compañero (el hombre de Mi unión; un hombre Co-igual conmigo) Mío”;
Malaquías 3:1 —el mensajero de Dios el Señor, Juan el Bautista, prepara el camino a El Mismo, el Señor.
SU FILIACIÓN ETERNA
Cristo es el Hijo Eterno de Dios:
Siempre ha sido el Hijo de Dios. La relación HIJO-PADRE en Dios es eterna. El término “Hijo” no significa que Él sea menor que el Padre, o que el Padre es primero que el Hijo.
Sino, que Él es igual a Dios.
Por esto, los judíos ya molestos porque el Señor había sanado al paralítico en un sábado, se ofendieron aún más cuando Él habló de Su Padre:
“los judíos aún más procuraban matarle, porque no solo quebrantaba el día de reposo, sino que también decía que Dios era Su Propio Padre, haciéndose igual a Dios” (Juan 5:18).
Hijo de Dios indica, pues, igualdad con Dios, Deidad esencial:
“Le respondieron los judíos, diciendo: Por buena obra no Te apedreamos, sino por la blasfemia; porque Tú siendo hombre, Te haces Dios” (Juan 10:33).
Esto es el testimonio de la Escritura.
En Proverbios 30:4, escrito entre 700 y 900 años antes de Su Encarnación, se nos habla de la existencia del Hijo de Dios previo a Su Primera Venida al mundo. En Isaías 9:6 claramente se nos dice que el Hijo nos fue dado. El Hijo de Dios nunca nació; un niño nació, sí; pero, el Hijo nos fue dado. Ya era, de antemano, el Hijo de Dios cuando nació en Belén.
Juan 1:1-5,9-18 demuestra que el Verbo es la Misma Persona del Hijo: “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos Su gloria, gloria como del Unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad”. “A Dios nadie Le vio jamás; el Unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, Él Le ha dado a conocer”.
Siendo la Misma Persona, pues, y habiéndose demostrado que el Verbo es Eterno, entonces el Hijo es Eterno.
En Juan 17:1,5 son palabras del Hijo a Su Padre. Este es el contexto de todo lo que se expresa en el capítulo entero.
Y, el Hijo menciona de la gloria que tuvo con el Padre antes que el mundo fuese, antes de la creación del mundo.
En la Eternidad, Él era el Hijo de Dios.
¿A Quién fue que envió el Padre?
¡Al Hijo!
Y, ¿Quién envió al Hijo al mundo? ¡El Padre! Juan 7:28-29; Gálatas 4:4; 1 Juan 4:14.
El Padre, pues, envió a Uno que ya existía como Su Hijo; no que Él se convirtió en Su Hijo para ser enviado.
La misma verdad en Colosenses 1:12-17
—el Hijo del v.13, es el Hijo del Padre mencionado en el v.12, y es el Creador de todas las cosas en el v.16. Por tanto, la relación Padre-Hijo es antes de la creación de todas las cosas; es eterna.
¿Qué nos enseña Hebreos?
Hebreos 1:1-3 nos indica que el Hijo ya era el Heredero de todo cuando Él hizo el universo y antes de hacer la purificación de nuestros pecados en la cruz del Calvario.
Heb.2:9 nos dice que Él fue hecho un poco menor que los ángeles. Es decir, Él existía antes de llegar a esta posición tan humilde, en una posición elevada. Esto nos lleva al Hijo del 1:2, Quien de hecho es el Jesús del 2:9 —este pasaje, pues, enseña Su pre-existencia como Hijo de Dios.
Y, en Heb.7:3, un sacerdote y rey que vivió unos 2000 años antes que el Señor Jesucristo se encarnara, fue hecho semejante al Hijo de Dios. Melquisedec sí tuvo un padre y una madre; sí tuvo su fecha de nacimiento, y su familia, y su fecha de muerte. Empero, el Espíritu de Dios lo presenta en Gén.14 sin esos detalles para semejarlo al Hijo de Dios, Quien sí es eterno.
Esta Filiación no solo es eterna; es única. Por eso Él es llamado “el Unigénito del Padre”, el “Hijo unigénito”, Su Unigénito.
Los ángeles son “hijos de Dios” por creación; los creyentes de esta Dispensación somos “hijos de Dios” por regeneración, o nuevo nacimiento. Pero, Él es Único porque es Dios, es una relación esencial. Él Mismo hace la diferencia en Juan 20:17, al decir:
“Subo a Mi Padre y a vuestro Padre, a Mi Dios y a vuestro Dios”.
Él nunca usó “el Padre nuestro”; Su relación como Hijo de Dios es esencial, eterna, y exclusiva de Él.
Preguntamos, cada uno a su propia alma, y a cada uno que alcanza a leer estas líneas:
¿Puedes decir con el gran apóstol, el Hijo de Dios me amó y Se entregó a Sí Mismo por mí?
Con razón él no respondía más a la Ley y sus ordenanzas: estaba crucificado juntamente con Cristo.
Con razón ya no vivía para su “yo” (ego): vivía Cristo en él.
La majestad de esta Persona, la magnitud de Su amor, la manera de Su entrega, demandan por lo menos ¡TODO!
¿Ya Se lo he dado?